2024 fue caluroso, pero también podría haber sido el año más frío del resto de tu vida
La Tierra sigue batiendo récords de temperatura. Si no tienes esa sensación quizás sea debido a que estás experimentando un truco mental muy sutil.
Imagen de larga exposición del termostato del Centro de Visitantes de Furnace Creek tomada poco después de las 22:00 horas, en el Parque Nacional del Valle de la Muerte, California, el 7 de julio de 2024.
Con el año a punto de terminar, la comunidad científica ha vuelto a dar la voz de alarma sobre un hito climático imposible de ignorar: es prácticamente seguro que 2024 habrá sido el año más caluroso jamás registrado. Según varias de las principales autoridades, también será el primer año en el que el planeta habrá superado el objetivo de calentamiento global de 1,5 grados centígrados establecido en el Acuerdo del Clima de París.
Y no obstante, el hito encierra una paradoja: dentro de unos años, es poco probable que recuerdes 2024 como un año especialmente caluroso, porque también habrá sido uno de los años más fríos del resto de tu vida.
Mientras la humanidad siga quemando combustibles fósiles y calentando la Tierra, tu yo del futuro recordará el presente como una época de tiempo más tranquilo, inviernos más nevados y temperaturas más suaves. Para los niños nacidos hoy, las condiciones climáticas más calurosas y tormentosas del futuro les parecerán normales.
Esto se debe a un truco mental conocido como síndrome de la línea de base cambiante (shifting baseline syndrome, en inglés), que hace que la gente se acostumbre a las condiciones ambientales que experimenta en ese momento. El fenómeno puede conducir a una erosión gradual de las normas medioambientales de la sociedad, ya se trate de niveles aceptables de contaminación atmosférica o del número de peces en el mar. En lo que respecta al cambio climático, el síndrome de la línea de base cambiante puede estar provocando que la sociedad normalice temperaturas cada vez más cálidas, y una serie de otros impactos planetarios.
Algunos expertos creen que eso es un problema grave.
“Resolver el cambio climático requiere cambios significativos en el comportamiento individual y colectivo”, afirma Masashi Soga, ecólogo aplicado de la Universidad de Tokio (Japón). “El síndrome de la línea de base cambiante puede actuar como una poderosa barrera al reducir el reconocimiento social del problema”, explica.
Una mujer se recorta contra el sol poniente mientras los índices de calor de tres dígitos continúan en el Medio Oeste, 20 de agosto de 2023, en Kansas City, Mo.
Un hombre se echa agua fría en la cabeza para refrescarse en un día de calor sofocante en el mar Mediterráneo en Beirut, Líbano, 16 de julio de 2023.
Récord de calor
Hace un año, los científicos del clima hablaban de un nuevo y espectacular récord de temperatura. 2023 no sólo fue el año más cálido en casi 175 años de registro, sino que también fue aproximadamente 0,15 grados centígrados más cálido que 2016, el anterior año más cálido registrado.
En términos planetarios, esto se considera un salto importante, y está casi garantizado que 2024 habrá sido más caluroso.
“Los últimos dos años han sido una especie de sobrealimentación”, dice Gavin Schmidt, director del Instituto Goddard de Estudios Espaciales de la NASA, que ensambla el registro de temperatura global de la agencia a partir de miles de estaciones meteorológicas, boyas oceánicas y observatorios basados en barcos. Aunque Schmidt afirma que las temperaturas han ido aumentando gradualmente desde la década de 1970 y subiendo a un ritmo más rápido durante la última década, “2023 y '24 realmente destacan”.
En parte, esto se debe al reciente fenómeno de El Niño, un fenómeno en el que el calentamiento del Océano Pacífico tropical aumenta las temperaturas en todo el mundo y provoca efectos meteorológicos en cadena. Pero Schmidt dice que también podría indicar una aceleración del calentamiento global provocado por el hombre, debido a que “seguimos pisando el acelerador de los gases de efecto invernadero”.
En cualquier caso, las temperaturas seguirán subiendo mientras el ser humano siga añadiendo dióxido de carbono a la atmósfera. En la próxima década, según Schmidt, es probable que el mundo supere permanentemente el umbral de calentamiento de 1,5 grados centígrados, lo que significa que el planeta lo cruzará sistemáticamente la mayoría de los años, si no todos. A partir de ahí, el futuro se presenta cada vez más caluroso: las políticas climáticas actuales provocarán un calentamiento de unos tres grados Celsius en 2100. Junto con el aumento de las temperaturas, la comunidad científica espera que sigan aumentando las precipitaciones extremas, los días excesivamente calurosos y las catástrofes relacionadas con el clima, como los incendios forestales y las sequías.
“Cada décima de grado, estos fenómenos serán más intensos y fuertes”, afirma Schmidt.
El pasado mes de junio, una ola de calor azotó Los Ángeles y marcó un récord de altas temperaturas. Este tipo de fenómenos meteorológicos extremos se han convertido en la norma a medida que el planeta se calienta.
El reto intergeneracional del cambio climático
Aunque los cambios en el sistema climático de la Tierra son profundos, las encuestas sugieren que la mayoría de los estadounidenses no están muy preocupados por la crisis planetaria. Algunos siguen negando los hechos básicos del cambio climático. Pero para la mayoría de los estadounidenses que aceptan que se está produciendo un calentamiento causado por el hombre, otros factores sociales y psicológicos, como el síndrome de la línea de base cambiante, pueden estar atenuando su preocupación.
El concepto de síndrome de la línea de base cambiante se desarrolló por primera vez en la década de 1990 en el contexto de la pesca. Los investigadores descubrieron que los pescadores más jóvenes solían percibir las poblaciones de peces actuales como normales, incluso cuando las generaciones mayores las percibían como disminuciones drásticas. Desde entonces, los científicos han encontrado pruebas de que las generaciones más jóvenes tienden a tener expectativas medioambientales más bajas que sus mayores en una amplia gama de contextos, desde la biodiversidad hasta la abundancia de recursos naturales.
“En principio, el síndrome de la línea de base cambiante es relevante para todos los retos medioambientales”, afirma Soga, de la Universidad de Tokio.
Eso incluye el cambio climático. En un reciente estudio sobre cómo se modifican las bases de referencia medioambientales de una generación a otra, Soga y sus colegas hallaron “muchos estudios” que indican que a la gente le cuesta darse cuenta de los cambios graduales del clima.
“Los individuos más jóvenes, en comparación con los mayores, suelen ser menos propensos a percibir cambios en los patrones climáticos, como aumentos de las precipitaciones o la temperatura”, afirma Soga.
La mayoría de estos estudios se realizaron en países de renta baja, y muchos se centraron en los agricultores. Soga sospecha que los habitantes de los países más ricos “probablemente se vean más afectados por el cambio de las líneas de base”, porque suelen estar menos expuestos directamente a los efectos del cambio climático.
Si bien hay muchas pruebas de que las líneas de base climáticas pueden cambiar de generación en generación, no está claro en qué medida las personas están normalizando los cambios a lo largo de sus vidas.
Un estudio de 2019 sobre tuits relacionados con el clima descubrió que los usuarios de Twitter (ahora X) dejaban de encontrar llamativo el calor o el frío extremos cuando se producían estos fenómenos durante varios años seguidos. Pero otras investigaciones recientes sugieren que los estadounidenses están cada vez más preocupados por el calor extremo (y conectando los puntos entre el clima cálido y seco que experimentan y el cambio climático).
“Según nuestros estudios, la gente se da cuenta de que el tiempo en el lugar donde vive ha cambiado con el tiempo si llevan en ese lugar el tiempo suficiente como para haberse dado cuenta”, afirma Ed Maibach, director del Centro de Comunicación sobre el Cambio Climático de la Universidad George Mason en Virginia (Estados Unidos).
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¿Están estancando los avances climáticos los cambios en las líneas de base?
A Soga le preocupa cómo el síndrome de las líneas de base cambiantes puede estar frustrando el progreso medioambiental.
Si nuestra comprensión colectiva de lo que es un medio ambiente “prístino” se deteriora con el tiempo, podría disminuir el apoyo a las políticas de conservación ambiciosas y hacer que los legisladores establezcan objetivos más débiles. También podría dificultar la voluntad de la gente de actuar por su cuenta.
“Los estudios demuestran que los individuos que perciben con fuerza la degradación del medio ambiente son más propensos a emprender acciones de conservación”, afirma Soga.
Pero Adam Aron, que dirige el Laboratorio de Psicología y Acción Climática de la Universidad de California (Estados Unidos), duda de que sea la amnesia medioambiental lo que está frenando una movilización masiva para combatir el cambio climático. Incluso en lugares donde mucha gente es consciente de que se está produciendo una crisis, afirma, la gente no actúa necesariamente ni exige a sus cargos electos que lo hagan. Si queremos que la gente no sólo cambie de opinión sobre el cambio climático, sino que modifique su comportamiento, Aron cree que se necesitan enfoques “no analíticos”.
“Las vías no analíticas son las normas sociales. La gente que me rodea (mi mujer, mi marido, mis vecinos) está haciendo cosas. Todos mis vecinos han puesto paneles solares y han electrificado sus casas. Yo también voy a hacerlo”, afirma.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.