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La contaminación atmosférica también es peligrosa en interiores: te explicamos cómo minimizar riesgos
En invierno, la contaminación del aire es tan preocupante en el interior como en el exterior. Las estufas, las chimeneas y los humidificadores ultrasónicos producen contaminantes que pueden ser nocivos para la salud cuando se inhalan.
La mayoría de nosotros asociamos la contaminación atmosférica con el exterior, desde los gases de escape de los coches o autobuses en la ciudad hasta los residuos industriales o el humo de los incendios forestales. Pero lo que quizás no sepas es que el aire del interior de tu casa podría estar aún más contaminado, sobre todo en invierno. Dado que pasamos en casa el 70% de nuestro tiempo (más aún si eres alguno de los tres millones de españoles que trabajan en remoto), estas toxinas pueden tener un impacto enorme en su salud.
Los contaminantes del exterior están regulados por la ley, pero no existe ninguna regulación para medir lo que sucede en el interior de las viviendas. Sin embargo, la exposición a las toxinas habituales en invierno en el interior de las viviendas tiene el potencial de provocar numerosos problemas de salud, como enfermedades respiratorias y cardiovasculares, inflamación crónica y cáncer. Según Nicholas Nassikas, neumólogo y médico de cuidados intensivos del Centro Médico Beth Israel Deaconess de Boston (Estados Unidos), algunas investigaciones ha relacionado estas toxinas incluso con la muerte prematura. Nassikas es coautor de un informe sobre contaminación en interiores publicado en marzo de 2024 por la Sociedad Torácica Americana, en el que se analizan las formas en que esta contaminación se filtra al exterior y causa problemas de salud y medioambientales.
Los contaminantes del aire interior van desde sustancias químicas y metales en aerosol hasta partículas diminutas que pueden colarse en el torrente sanguíneo a través de los pulmones. Entre las fuentes habituales de contaminantes en interiores se encuentran muchas de las cosas que utilizamos para hacer acogedor un hogar en invierno, como las estufas de leña, las chimeneas, las velas y la cocina.
Mientras que las estufas de gas y leña han sido noticia por la contaminación del aire interior, los humidificadores ultrasónicos son un culpable menos conocido. Estos aparatos utilizan vibraciones de alta frecuencia para expulsar vapor frío y humedecer los ambientes caldeados, liberando a veces metales pesados tóxicos que permanecen en el aire.
"En invierno, cuando el aire está seco, el agua se evapora rápidamente, pero las partículas que contenía permanecen", explica Andrea Dietrich, ingeniera ambiental y de aguas de Virginia Tech, en Blacksburg, que ha estudiado a fondo la cuestión.
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Los humidificadores ultrasónicos pueden aerosolizar metales tóxicos que dificultan la respiración.
Inhalar partículas de humidificadores ultrasónicos es especialmente arriesgado
La peligrosidad de un humidificador ultrasónico depende de varios factores, como la frecuencia de uso y, sobre todo, el contenido del agua del depósito. Muchos prospectos recomiendan poner sólo agua destilada o de ósmosis inversa en los aparatos. Sin embargo, casi una cuarta parte de los encuestados respondieron a los investigadores de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE. UU. que suelen llenar los humidificadores u otros dispositivos respiratorios con agua del grifo.
Los estudios de Dietrich descubrieron que cierta agua del grifo puede emitir neurotoxinas, como arsénico y plomo, que pueden permanecer en el aire. Estas sustancias químicas son seguras para beber en las cantidades presentes, pero puede que no sea así cuando se respiran.
"Analizamos la cantidad a la que nos expondríamos si bebiéramos agua o respiráramos el aire de un humidificador durante ocho horas al día", explica Dietrich. "No sólo inhalas más cantidad, sino que los riesgos son mayores porque son más tóxicos cuando se inhalan".
Incluso minerales como el calcio y el magnesio, que son saludables cuando se ingieren, pueden ser peligrosos para las vías respiratorias. "Los pulmones no fueron diseñados para estas partículas, que pueden obstruir los conductos pulmonares y dificultar la respiración", afirma Dietrich.
La mayoría de las sustancias químicas de un humidificador ultrasónico permanecen cerca del aparato, pero algunas se desplazan por la habitación, cerca de donde podría estar situada la cama. Los niños son especialmente sensibles, ya que inhalan más aire por peso corporal que los adultos. Uno de los estudios de Dietrich modeló las exposiciones habituales a los humidificadores y descubrió que pueden provocar niveles inseguros del metal manganeso en el cerebro y los pulmones de los niños cuando se utilizan en habitaciones pequeñas con poca ventilación.
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Aproximadamente la mitad de las partículas finas que contaminan el aire interior proceden de la combustión. Aquí en 2018, Elzbieta Sadowska observa su primitivo horno de combustión de carbón en la sala de calderas de su casa en Cracovia, Polonia. El país ilegalizó estos sistemas de calefacción en 2019.
La combustión (leña, gas o velas) alimenta contaminantes atmosféricos insalubres
Los contaminantes de la combustión, liberados por la quema de petróleo, queroseno, gas, carbón o madera, son otra de las principales fuentes de toxinas invernales en interiores.
El óxido nítrico y los compuestos orgánicos volátiles irritan los ojos, la nariz y la garganta y, en casos extremos, dañan el sistema nervioso central. La combustión también produce partículas finas o PM2,5, con un diámetro de 2,5 micrómetros o menos. Si estas partículas llegan al torrente sanguíneo o a las profundidades de los pulmones, pueden provocar enfermedades respiratorias y cardíacas, así como con complicaciones derivadas de virus respiratorios.
La mitad de las PM2,5 de un hogar medio proceden de contaminantes exteriores que se abren paso en el interior, pero la otra mitad se origina internamente a partir de la combustión.
Las estufas de leña y las chimeneas utilizadas para calentar las casas son algunos de los peores contaminantes. Las chimeneas de propano también generan PM2,5, aunque en menor cantidad porque se queman más con el gas.
Por supuesto, estos aparatos dan al exterior de la vivienda, pero algunas partículas permanecen en la habitación. Y en las casas más antiguas, donde el aire se mueve con regularidad a través de grietas y juntas y alrededor de ventanas y puertas, "algunas de las partículas que se expulsan al exterior pueden volver a entrar", dice Nassikas.
Incluso las velas liberan contaminantes de combustión. Un estudio realizado en varias docenas de hogares daneses en invierno descubrió que el uso intensivo de velas durante horas al día causaba casi el 60% de la exposición a partículas en esos hogares.
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Cocinar es una fuente importante de contaminación por partículas
La mayoría de nosotros quemamos mucho en la cocina, y no sólo cuando dejamos el pan demasiado tiempo en la tostadora. Toda cocina implica calor que genera una gran cantidad de contaminantes de interior. Las cocinas de gas son especialmente problemáticas, porque liberan dióxido de nitrógeno y formaldehído que afectan a las vías respiratorias de las personas. Casi el 13% de los casos de asma infantil en EE. UU. se han relacionado con las cocinas de gas; en algunos estados, como Illinois y California, la cifra se acerca al 20%.
Pero las estufas eléctricas no están libres de peligro. Si huele a quemado al encender la cocina, "es la suciedad que queda y que se aerosoliza al calentarse a altas temperaturas", liberando partículas, dice Nassikas.
El otro factor es lo que se cena. Los guisos, estofados, pollo frito y otros platos grasos pueden calentar el interior en una fría noche de invierno, pero también generan numerosas PM2,5. Freír en la placa o fogón es lo más contaminante, pero hornear también conlleva riesgos.
"Si se cuece una lasaña, se generan muchas partículas por la alta temperatura y la acción percoladora, y no se quedan encerradas en la caja del horno", dice William Nazaroff, experto en ingeniería ambiental de la Universidad de California en Berkeley.
Todas las partículas alcanzan su punto máximo poco después de cocinar, pero algunas se han encontrado en el aire de la cocina y el salón hasta 10 horas después, según un estudio publicado en la revista Building and Environment.
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Ventilar y filtrar, pero también contaminar menos
A diferencia de la contaminación exterior, que es más difícil de controlar, podemos reducir al menos parte de nuestra exposición en interiores. Cuando cocines, enciende la campana extractora y coloca los objetos en el quemador trasero del fogón, donde se aspirará más hacia la rejilla de ventilación. Si no hace demasiado frío, abre una ventana cercana.
Evitar el agua del grifo (aunque esté filtrada) puede hacer que los humidificadores ultrasónicos sean más seguros. Otra opción es cambiar a un humidificador térmico de los de toda la vida, que atrapa los minerales dentro del aparato. Y cuando limpies cualquier tipo de humidificador, no utilices nunca productos químicos, que dejan residuos que se suman a la carga del aire; basta con enjuagarlo con agua y secarlo al aire.
Asegúrate de realizar un mantenimiento periódico de todos los calefactores de leña, chimeneas y estufas de gas de acuerdo con las recomendaciones de los fabricantes, así como del sistema de ventilación mecánica utilizado en las casas más estrechas y de nueva construcción para intercambiar el aire.
Los purificadores de aire independientes ayudan a eliminar muchos contaminantes. Son más eficaces cuando se colocan cerca de las principales fuentes de combustión de la casa. Por ejemplo, si se colocan en la cocina, en lugar de en el salón o el dormitorio, se reduce el número de partículas PM2,5 en el hogar, según el estudio Building and Environment.
Nazaroff recomienda fabricar uno mismo un dispositivo, la llamada caja Corsi-Rosenthal, que proporciona una tasa de filtración extremadamente alta. Empieza con un ventilador de caja de 50 centímetros y cuatro filtros MERV 13 de 50 por 50 centímetros. Une los filtros con cinta adhesiva para formar los lados de un cuadrado (con las flechas de los filtros apuntando hacia dentro). Corta dos trozos de cartón (utiliza la caja en la que venía el ventilador) del tamaño de las aberturas; pega uno con cinta adhesiva para crear la parte inferior del cuadrado. Ahora pega el ventilador a la parte superior para que sople hacia arriba, teniendo cuidado de sellar todos los bordes y esquinas (pero asegúrate de que el tapón queda fuera). Por último, corta un círculo de 38 centímetros de diámetro en el segundo trozo de cartón y pégalo con cinta adhesiva por todos los lados sobre la parte superior del ventilador. Deja el ventilador colocado en la parte superior mientras lo enchufas.
Pero mejor que ventilar y filtrar es evitar que se formen toxinas. Cuando se estropeen los aparatos de madera o gas, sustitúyelos por versiones eléctricas. Y haz todo lo posible por limitar otras fuentes de generación de partículas no deseadas dentro de casa.
"Mis hijos bromean diciendo que no podrían poner velas en su tarta de cumpleaños, y aunque no es cierto (aunque ahora usamos velas eléctricas), no utilizamos chimeneas ni humidificadores ultrasónicos", dice Nazaroff. Cuando de vez en cuando necesita sofreír verduras para hacer su adorado pisto, "siempre cocino en el quemador de atrás y uso la campana extractora, aunque haga mucho ruido".
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.
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