Dentro del polémico mundo del turismo de barrios marginales
Las personas llevan más de un siglo viajando por los distritos más marginales y empobrecidos del mundo.
Cientos de ciudades de chabolas se alinean junto a las orillas del río, las vías del tren y los vertederos de la capital filipina, las zonas más abarrotadas en una de las ciudades más densamente pobladas del mundo. Aproximadamente un cuarto de sus 12 millones de habitantes son considerados «ocupantes informales».
Manila representa claramente un problema global. Según las Naciones Unidas, aproximadamente un cuarto de la población urbana del mundo vive en barrios marginales, y la cifra está aumentando a gran velocidad.
El rico patrimonio cultural atrae a visitantes a Manila, pero algunos sienten la obligación de dejar atrás la seguridad del centro histórico para hacerse una idea de la desigualdad de la ciudad. Los turoperadores de las Filipinas —así como de lugares como Brasil y la India— han respondido ofreciendo «tours de barrios marginales» que llevan a los extranjeros a través de sus distritos más empobrecidos y marginados.
El turismo de barrios marginales ha dado pie a importantes debates y a un incómodo dilema moral. No importa cómo lo llames —turismo de barrios marginales, turismo de realidad, turismo de aventura, turismo de pobreza—, muchos consideran que la práctica es poco más que unas cuantas personas privilegiadas observando boquiabiertas a los menos afortunados. Otros afirman que crean conciencia y proporcionan numerosos ejemplos de cómo retribuir a las comunidades locales. ¿Deberían los turistas mantener los ojos cerrados?
Siglos de turismo de pobreza
El turismo de barrios marginales no es un fenómeno nuevo, aunque ha cambiado mucho desde sus inicios. Por ejemplo, la palabra slumming (slum significa barrio marginal en inglés) se añadió al Diccionario de Inglés de Oxford en la década de 1860 con el significado de «visitar o frecuentar barrios bajos con propósitos deshonrosos; deambular con la posible sospecha de actividades inmorales». En septiembre de 1884, el New York Times publicó un artículo sobre la última tendencia en actividades de ocio llegada del otro lado del charco: «El Slumming se convertirá en la forma de libertinaje que estará de moda este invierno entre nuestras Belles, ya que nuestros primos del extranjero siempre estarán dispuestos a mostrarnos el camino».
A partir de 1840, normalmente fingiendo formar parte de una ONG y en ocasiones con escolta policial, los londinenses ricos empezaron a aventurarse en el East End de la ciudad, una zona de muy mala reputación. Esta nueva forma de diversión llegó a la ciudad de Nueva York de mano de los turistas británicos ricos que pretendían comparar los barrios bajos del extranjero con los de su propia ciudad. La práctica, que se extendió por la costa hasta San Francisco, se coló en las guías turísticas municipales. Grupos de personas vagaban por los barrios como el Bowery o Five Points en Nueva York para mirar en burdeles, salones y fumaderos de opio.
Los visitantes apenas podían dar crédito a lo que veían, y con razón. «No creo que un fumadero de opio hubiera recibido o permitido el acceso a los slummers si no estaban allí para fumar», escribe Chad Heap en su libro Slumming: Sexual and Racial Encounters in American Nightlife, 1885–1940. Al reconocer una oportunidad de negocio, los forasteros se aprovecharon de la curiosidad contratando a actores para que interpretaran a adictos o a miembros de bandas para que escenificaran tiroteos en las calles. Al fin y al cabo, nadie quería que los turistas de barrios marginales exigieran un reembolso o volvieran a casa decepcionados.
La ciudad de San Francisco acabó prohibiendo tal burla de los pobres, según informó el New York Times en 1909: «Es un duro golpe para los guías de Chinatown, que han recaudado una tarifa de dos dólares por persona. Los fumadores de opio, los jugadores, los indigentes ciegos, los niños cantando y otras curiosidades eran [actores] contratados».
Los tours también dieron resultados positivos, según destaca Seth Koven, profesor de historia, en su investigación sobre el slumming en el Londres victoriano. Las universidades de Oxford y Cambridge abrieron centros de estudio a finales del siglo XIX para orientar la política social, algo que solo era posible viendo de primera mano los barrios desfavorecidos.
La popularidad disminuyó tras la Segunda Guerra Mundial con la creación de viviendas sociales y volvió a aumentar en los 80 y los 90 cuando dichas provisiones estatales disminuyeron y las exigencias laborales aumentaron.
Presentando la pobreza
El plástico llega de toda la India hasta los callejones oscuros y las chabolas onduladas de Dharavi, en Mumbai, el segundo mayor barrio marginal del continente asiático (detrás de Orangi Town en Pakistán) y el tercero más grande del mundo. Los turistas, que viajan con la empresa Reality Tour and Travel, ven una próspera industria del reciclaje que da empleo a unas 10.000 personas que funden, remodelan y moldean el plástico descartado. Se detienen para observar a los dhobiwallahs, o lavanderos, que frotan sábanas de los hospitales y hoteles de la ciudad en una zona de lavandería al aire libre.
En una opinión de TripAdvisor, una reciente visitante de Virginia apreciaba que se hubiera centrado en la comunidad. «Fue genial oír hablar de la economía, la educación y la forma de vida de los residentes», escribe. «El turoperador no permite fotografías ni compras, algo que creo que es muy importante. No me pareció explotador, sino educativo».
Un viajero de Londres comentó el extremismo de la escena. «Tuve que parar tras 20 minutos por la naturaleza sobrecogedora del entorno. El tour no es para los débiles de corazón. Me habría gustado que hubiera más advertencias en la página web que nos avisaran de su naturaleza».
Otro turista de Reino Unido expresó su decepción por la denominada comida en familia. «Fue en la casa de una de las guías y, mientras su madre hacía la comida, un plato delicioso que nos comimos en su casa, no comió con nosotros, y eso no era lo que esperaba de una comida en familia (o de las fotos que la promocionaban en la página web)».
Smokey Tours enters the Manila North Cemetery, inhabited by some of Manila's poorest people.
Reality Tours espera desafiar la percepción estereotípica de los barrios marginales como lugares desesperantes habitados por personas sin hogar. El tour presenta a los residentes de los barrios bajos como personas productivas y trabajadoras, pero también felices y satisfechas. La Doctora Melissa Nisbett, del King’s College London, analizó más de 230 opiniones de Reality Tour and Travel en su estudio y se dio cuenta de que para muchos visitantes del Dharavi, la pobreza era prácticamente invisible. «Según muestran las opiniones, la pobreza se ignoraba, se negaba, se pasaba por alto o se romantizaba, pero además se despolitizaba». Al no debatir la razón de la existencia de la barriada, el tour descontextualizaba la difícil situación de los pobres y parecía empoderar solo a las personas equivocadas: los visitantes privilegiados, occidentales, de clase media.
Pese a tener buenas intenciones, la empresa afirma que el 80 por ciento de los beneficios se destinan a la comunidad mediante iniciativas de su ONG, que trabaja para proporcionar acceso a la sanidad y organiza programas educativos, entre otras cosas. El cofundador Chris Way habló con National Geographic después de que la popularidad de su empresa aumentara gracias al éxito de Slumdog Millionaire. «Intentamos ser tan transparentes como podemos en nuestra página web, lo que disipa las preocupaciones de muchas personas». Way se niega personalmente a recibir un salario por su trabajo.
No hay dos ciudades iguales
La pregunta principal debería ser: ¿es la pobreza la razón principal de la visita?
Otras ciudades tienen una perspectiva diferente del turismo de barrios marginales. A principios de los 90, cuando los sudafricanos negros empezaron a ofrecer tours de sus barriadas —las áreas segregadas por razas y marginadas donde se les obligaba a vivir— para ayudar a crear conciencia global de las violaciones rampantes de los derechos humanos. Las comunidades locales adoptaron el turismo de barrios marginales como un medio para tomar cartas en el asunto de sus barrios tradicionalmente olvidados, en lugar de verlo como una forma de explotación de los extranjeros.
Algunos tours gratuitos de las favelas de Río de Janeiro proporcionaron una opción accesible a las multitudes que llegaron a la ciudad durante el Mundial de fútbol y las Olimpiadas de verano, mientras que la mayoría de empresas siguen cobrando por ellos. El director de tours Eduardo Marques, de Brazilian Expeditions, explica cómo destaca su autenticidad: «Trabajamos con algunos guías locales o freelance, y durante el tour paramos en pequeños negocios locales y ofrecemos representaciones de capoeiras que ayudan a los residentes de las favelas. No ocultamos ninguna información a los visitantes. Les presentamos la vida real».
Smokey Tours, en Manila, conectaba a los turistas con la realidad de los habitantes de un vertedero de Tondo (hasta 2014, cuando lo clausuraron) para contar sus historias. Ahora, la empresa hace tours por Baseco, cerca del aeropuerto, ubicado en el mismo distrito abarrotado y conocido por su activismo a nivel comunitario. La fotógrafa local Hannah Reyes Morales documentó su experiencia mientras caminaba con el grupo, en un encargo para National Geographic Travel. «Tanto el operador como las autoridades de la comunidad me dieron permiso para fotografiar su tour, pero el tour en sí tenía una norma que prohibía que los turistas sacaran fotografías». Como es difícil hacer que esta norma se cumpla, algunos visitantes sacaron fotografías en secreto. «Observé cómo los diferentes turistas procesaban lo que veían en el tour. Había gente respetuosa con su entorno y otra menos respetuosa».
La intención es lo que cuenta
Pese a los intentos sinceros por parte de los turoperadores para mitigar la ofensa y retribuir a los lugareños, el impacto del turismo de barrios marginales es aislado. Los guetos siguen formando parte de la estructura de grandes ciudades de todo el mundo, cada uno con sus propios problemas políticos, históricos y económicos que no pueden generalizarse. De forma similar, las motivaciones tras el turismo son tan diversas como los propios participantes en el tour. En el caso de los participantes, operadores o turistas, las intenciones individuales son lo que más importa.
Las mejores conexiones entre ciudades permiten a más gente viajar más que nunca, con cifras de turismo internacional que aumentan rápidamente cada año. Aunque la prosperidad y la calidad de vida han aumentado en muchas ciudades, también lo ha hecho la desigualdad. Los visitantes buscan cada vez más experiencias únicas que prometan visitas auténticas en lugares que antes estaban fuera de los límites, y el acceso a ellos a través de tours ayuda a poner algunas zonas sobre el mapa.
Viajar conecta a personas que de otra forma no se conocerían y proporciona la posibilidad de compartir historias significativas cuando regresamos a casa. El Doctor Fabian Frenzel, que estudia el turismo de pobreza urbana en la Universidad de Leicester, señala que una de las desventajas fundamentales de la pobreza es la falta de reconocimiento y voz. «Si quieres contar una historia, necesitas un público, y el turismo proporciona dicho público». Frenzel afirma que hasta participar en el tour más mercantilizado es mejor que ignorar la desigualdad por completo.
Respecto al futuro de estas comunidades a largo plazo, los complejos problemas económicos, legales y políticos deben abordarse de forma holística, reorganizando la distribución de los recursos. El turismo de barrios marginales, pese a sacar a la luz el problema a pequeña escala, no es una respuesta suficiente para un problema global creciente.