Haz una escapada al «lugar de los espíritus» de Canadá
¿Buscas un lugar solitario? Menos de 600 personas visitan cada año el parque nacional de los montes Torngat.
Una ballena minke emerge de las aguas azules de un fiordo, como para demostrar que este «lugar de los espíritus» en el extremo norte de la provincia canadiense de Terranova y Labrador hace honor a su nombre inuktitut.
El traqueteo de un motor fueraborda es una de las pocas señales de que los humanos pueblan el paisaje accidentado del parque nacional de los montes Torngat. «Poblar» es un término inexacto: no hay carreteras ni asentamientos durante todo el año en esta vasta zona de 9700 kilómetros cuadrados.
Cuando esta antigua reserva se convirtió en el 42º parque nacional canadiense en 2008, un pequeño equipo (compuesto exclusivamente por personas inuits) se convirtió en el grupo administrador de una tierra gestionada mediante una colaboración entre Parks Canada y los inuits de Nunatsiavut y Nunavik.
Para los inuits, cuidar de esta tierra es una tradición antigua; durante siglos, los grupos estacionales han vivido aquí, rastreando a la fauna silvestre, navegando por costas salpicadas de icebergs e islas rocosas, y afrontando un tiempo impredecible.
El aumento del turismo y la prioridad de proteger terrenos públicos han situado esta región remota al alcance de los turistas. Pero no te preocupes por las multitudes: menos de 600 personas visitan este parque cada año.
En comunión con la naturaleza
Quienes emprenden el largo viaje para llegar a este lugar de los espíritus se encuentran con un paisaje virgen donde el viento sopla entre algunas de las rocas más antiguas de Canadá mientras los caribúes se detienen en laderas desoladas.
«No creo que la gente entienda el fuerte vínculo que tienen los inuits con la tierra. Cuando llegas a Torngat, sin cobertura, tienes una perspectiva más significativa», afirma Jillian Larkham, directora de turismo del gobierno de Nunatsiavut, la primera organización gubernamental inuit en Terranova y Labrador.
Pero ¿qué haces con todo este espacio? Seguir las rocas.
Aunque no existen senderos formales en el parque, los inuits han utilizado majanos llamados inuksuit para señalizar las rutas (no se permite que los visitantes los construyan).
Debido al predominio de los osos, se desaconseja que los senderistas exploren la región solos. «Hay muchos osos polares en la zona y está prácticamente garantizado que los visitantes verán alguno», afirma Gary Baikie, el superintendente del parque.
Para mantener a los visitantes a salvo de los osos, los guardias inuits armados dirigen las excursiones. Baikie afirma que «tienen muchos conocimientos sobre la caza y la actividad de los osos», transmitidos de generación en generación.
Todos los caminos parten del brazo norte del fiordo de Saglek en Silluak, donde una playa rocosa rodeada de empinadas paredes pedregosas (creadas por las rocas que se desprenden de los acantilados del fiordo) da pie a un amplio prado. Las rutas pueden cambiar dependiendo de los avistamientos de osos y del tiempo.
En estaciones más cálidas, hay un sendero borroso que parte de la playa y atraviesa matorrales bajos que se mecen en la brisa. Los senderistas pueden cruzar con cuidado un barranco estrecho hacia un lago glaciar sereno rodeado de un anillo de arena dorada, con huellas de oso junto a la orilla.
Recordando el pasado
No puedes terminar tu visita a Torngat sin detenerte en Sallikuluk y Hebron, donde hay lugares culturales importantes que reviven la historia inuit de Torngat.
En Sallikuluk, los guías culturales arrojan luz sobre los vestigios de los anillos de las tiendas y las casas abandonadas, huellas de la comunidad que vivió en la isla durante 5000 años. En una colina con vistas a la bahía, un cementerio sagrado alberga las tumbas de más de 600 inuits.
Hace décadas, se retiraron los restos de 113 personas del cementerio sin permiso de los inuits y los almacenaron en la Universidad de Toronto con fines de investigación. Finalmente, devolvieron esos restos en 1995, cuando se fundó un comité de ancianos inuits para impedir que volviera a ocurrir algo similar.
Ya en el continente, al sur del parque, el lugar histórico nacional del Canadá de la Misión de Hebron conmemora a los inuits que vivieron allí con los misioneros moravos entre 1831 y 1959.
Cuando Terranova y Labrador se unieron a Canadá, trasladaron por la fuerza a los inuits de las comunidades septentrionales a lugares meridionales del litoral (Nunatsiavut) o al norte de Quebec (Nunavik).
El traslado resultó devastador para una comunidad inuit ya vulnerable que intentaba asimilar la vida de la misión. Abandonaron sus hogares y la iglesia de la misión morava de la década de 1830, que se deterioró. «Mis padres siempre quisieron volver», cuenta Gus Semigak. «Nunca lo consiguieron».
Ahora, Semigak es uno de los descendientes que han regresado a Hebron para conmemorar a sus antepasados y restaurar la iglesia para las generaciones futuras. Como guardia de osos, ayuda a los visitantes a desplazarse por estas tierras árticas y comparte la historia de su familia mientras el sonido de los martillos reverbera en el aire.
Cómo visitar el parque
Información importante: Todos los visitantes deben obtener permisos, registrar su visita y completar una sesión de orientación antes de explorar el parque. No se permiten armas de fuego.
Cómo llegar: El parque está abierto durante todo el año, pero los cruceros de expedición, los vuelos chárter y los helicópteros solo operan en verano. Con todo, los plazos pueden variar debido al tiempo.
Cómo reservar: PAL Airlines ofrece un servicio diario al Aeropuerto de Goose Bay, donde los visitantes pueden tomar un barco o un helicóptero al Campamento Base y Estación de Investigación de los montes Torngat (véase más adelante). Contacta con Parks Canada para obtener una lista de los operadores locales.
Dónde alojarse: El Campamento Base y Estación de Investigación de los montes Torngat, propiedad de los inuits y gestionado por ellos, es el lugar más seguro donde alojarse. La estación, que abre durante unas pocas semanas cada verano, cuenta con refugios aislados en forma de cúpulas rodeados por una valla eléctrica de dos metros de alto para mantener a raya a los osos polares. Las comidas del campamento base se sirven en comunidad; los investigadores y los jóvenes y los ancianos de Nunatsiavut y Nunavik se sientan codo con codo con los visitantes y las conversaciones hasta que se pone el sol.
Hay paquetes de varios días a partir de 5098 dólares estadounidenses que incluyen un vuelo chárter de ida y vuelta al Aeropuerto de Goose Bay y un viaje en barco a Kangidluasuk, donde se encuentra el campamento base.
Carol Patterson es una periodista canadiense y autora que lleva 30 años escribiendo sobre la fauna, el turismo ecológico y la sostenibilidad. Síguela en Twitter e Instagram.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.