¿Qué es el Bloomsday y por qué se celebra tanto en Irlanda?
Este año se celebra el centenario de la obra maestra de James Joyce, 'Ulises'. Dublín lo celebra el 16 de junio, el día en que se ambientó la epopeya.
El imitador de James Joyce, John Shevlin, visita la tumba de los padres de Joyce durante el evento anual del Bloomsday en el cementerio de Glasnevin, Dublín. Un siglo después del Ulises de Joyce, el impacto de la novela sigue siendo sentido por los dublineses y los aficionados a la literatura de todo el mundo.
Al aterrizar en el aeropuerto de Dublín, mi teléfono móvil se activa y me recibe una avalancha de correos electrónicos relacionados con el Ulises. Uno en particular me llama la atención. Es del presidente de Irlanda.
"Ulises fue un nuevo y valiente punto de partida cuya influencia sigue reflejándose en muchos de los grandes escritos del siglo XXI", dice el presidente Michael D. Higgins. "Leyéndolo ahora parece ser tanto una celebración de lo que es la llegada del modernismo como, de forma curiosa, una anticipación de sus defectos e insuficiencias. Es sobre todo irlandesa en su esencia y en su referencia".
Esto me dio ciertamente algo en lo que pensar en el taxi hasta mi hotel. Estaba en Dublín para el centenario de la publicación de la novela (2 de febrero de 1922) y ya había entrado en contacto con un ilustre admirador. Vladimir Nabokov consideraba el libro "una obra de arte divina". Hoy en día, todo el mundo, desde Salman Rushdie hasta Kate Bush, canta sus alabanzas. ¿Cuál es el secreto de su perenne atractivo? Tuve cuatro días para averiguarlo.
Para los que no han leído el Ulises (y para los que simplemente dicen haberlo hecho), cuenta la historia de Leopold Bloom y sus aventuras en un solo día en Dublín (16 de junio de 1904). Este año, el Bloomsday ofrece un programa repleto de eventos, como el Festival de Cine del Bloomsday en el Centro James Joyce (que se abrió al público el 7 de junio de 2022) y en el Instituto de Cine Irlandés; y tres exposiciones con temática de Bloom en el Museo de Literatura de Irlanda.
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Una mujer lee el Ulises en el Centro James Joyce de Dublín. El museo exhibe la puerta de la casa del protagonista ficticio de la novela, Leopold Bloom, y su esposa, Molly Tweedy. La puerta del número 7 de Eccles Street se salvó cuando la casa fue demolida en 1967.
Cuando era adolescente, intenté (y fracasé) leer la obra maestra modernista de Joyce. Sólo en la treintena me tropecé con sus 644 páginas completas. Ahora, a mis 40 y pocos años, seguía luchando con "la modalidad ineludible de lo audible", y no me sentía muy seguro con "la contramagnificación y la antigüedad de lo nuevo" [expresión intraducible sacada de la novela de Joyce: contransmagnificandjewbangtantiality]. Necesitaba ayuda.
Así que recluté a tres obsesivos de Ulises para que me guiaran por el laberinto joyceano. El primero fue el senador David Norris, político irlandés de larga trayectoria y antiguo profesor de literatura en el Trinity College de Dublín. La segunda: Anne Enright, novelista ganadora del Premio Booker y profesora de escritura creativa en el University College de Dublín. El tercero: Simon O'Connor, director del Museo de Literatura de Irlanda (o MoLi, como es más conocido).
El cíclope borracho
Al acercarme al MoLi (cuyo nombre es un guiño a la esposa de Bloom, Molly) sentí una punzada de Joyce fobia. ¿Debería un periodista británico como yo cubrir una novela tan irlandesa? ¿Había mordido este "sajón pesado" más de lo que podía masticar? Mis preocupaciones parecieron evaporarse cuando Simon O'Connor me dio la bienvenida con una sonrisa y me llevó a visitar el museo, donde se exponía el primer ejemplar de Ulises.
"El Ulises tiene una reputación que se autoimpulsa", me dijo, mientras la primera edición brillaba como una reliquia bajo el cristal. "Mientras sea conocida como una novela enormemente difícil que hay que leer una vez en la vida, la gente siempre estará intrigada. La gente suele disculparse conmigo por no haberla leído nunca. Un libro que arrastra la culpa durante más de un siglo: ¡es todo un logro!"
La artista irlandesa-estadounidense Marjorie Fitzgibbon realizó dos esculturas de bronce de James Joyce expuestas al público en Dublín: un busto en St. Stephen's Green y una estatua en North Earl Street, que se ve aquí.
"Quizás el análogo moderno más cercano sea The Wire, de David Simon", continuó. "Trata de crear esta vasta imagen de Baltimore como un organismo vivo con muchos componentes que se enlazan. Y eso es realmente lo que Joyce intentaba hacer con Dublín".
Pasamos junto a un gabinete de mecanografiados del Ulises, con copiosas ediciones con el garabato de Joyce. Cerca, su máscara de la muerte pareció sonreír por un momento. "La gente olvida lo divertido que es el libro", dijo O'Connor. "El episodio Cíclope es mi favorito. Está ambientado en un bar de Dublín, y es desordenado e hilarante. Es especialmente bueno si lo lees en un pub. Deberías probarlo". Estuve tentado. Pero tenía que hacer una entrevista en una hora. Probablemente era mejor que no me pusiera "tan borracho como un búho hervido", como Joyce dijo tan elocuentemente en Cíclope.
Profesores y censores
Conocí a Anne Enright en The Stag's Head, un pub victoriano donde supuestamente bebía Joyce. "La gente ve el Ulises como una prueba o una marca de su capacidad", me dijo, sentada en un pub con techo de vidrieras. "Pero como soy un poco anti jerárquica en mi mentalidad, digo que sólo hay que chapotear en él, disfrutarlo. Joyce planteaba un montón de problemas sin soluciones, un montón de chistes sin remate. Puso en marcha toda una industria académica en torno a eso, que sigue buscando lo que podría haber querido decir. Es increíble, de verdad".
Los actores del Dublin Literary Pub Crawl dan vida a la historia ficticia de la ciudad declamando las obras de Joyce, Samuel Beckett y Oscar Wilde en lugares como el pub Stag's Head de Dublín.
Enright tenía razón, por supuesto. Joyce dijo de Ulises: "He puesto tantos enigmas y rompecabezas que mantendrá a los profesores ocupados durante siglos discutiendo lo que quise decir". 100 años después, el libro sigue siendo polémico y podría decirse que pornográfico. Fue prohibido en Estados Unidos durante la década de 1920, y sigue recibiendo críticas mixtas en Irlanda. "Era un libro muy sucio, y sigue siendo un libro muy sucio", dijo Anne, sonriendo. "Joyce no tenía miedo de lo fetichista. Incluso podría decirse que le atraía".
El último capítulo del Ulises, Penélope, fue objeto de un intenso escrutinio durante el juicio por obscenidad celebrado en 1933 en Nueva York. En retrospectiva, el gráfico monólogo interior de Molly Bloom (conocido como "el soliloquio de Molly") estaba abriendo un camino. Como me explicó Anne: "Era histórica y socialmente innovador que una mujer pensara en el sexo en una novela".
Flores y rododendros
A la mañana siguiente, crucé el puente O'Connell (como hizo Bloom en Lestrygonians) y me dirigí al James Joyce Centre. El senador David Norris (uno de los miembros fundadores del museo) me saludó en la puerta principal y me hizo pasar a un salón de color verde pálido. "Descubrí el Ulises cuando era muy joven", me dijo. "Tenía un tío muy glamuroso que llevaba anillos y loción de afeitado, lo que era prácticamente un delito en los años 50. Cogí su libro (y dos de sus cigarros) y me retiré a un árbol del jardín".
Una vista contemporánea del puente O'Connell muestra los autobuses turísticos que cruzan el río Liffey.
El puente de O'Connell, visto después del Levantamiento de Pascua de 1916, cuando los republicanos irlandeses lideraron una rebelión mortal contra el dominio británico.
Al sentirme desconcertado por los paralelismos homéricos de la novela, le pregunté a Norris cuánta influencia había tenido la Odisea en el Ulises. "Joyce nunca leyó la Odisea", me dijo con toda naturalidad. "Sólo leyó Las aventuras de Ulises de Lamb, una versión abreviada del poema. Lo que quería era el esquema, el esqueleto, y colgaba su historia de eso, como un perchero para colgar las bragas".
"Bloom no es un héroe homérico", continuó Norris. "O un héroe en la forma en que solemos pensar en los héroes. Cuando se le insulta, no busca la cabina telefónica más cercana y aparece como Superman, golpeando al tipo en la nariz. Si quiere entenderlo, sólo tiene que dar un paseo por Dublín. O vaya a la playa de Howth, donde le pide a Molly que se case con él en Penélope. No estoy seguro de que los rododendros hayan salido, pero Molly los menciona".
El encantador pueblo de Howth, a 25 minutos en tren de Dublín, es donde Leopold Bloom se declara a Molly Tweedy en la novela de Joyce.
Esa misma tarde, seguí el consejo de Norris. Caminando desde la casa de Bloom en Eccles Street hasta la estación de Connolly, tomé el tren a Howth: el escenario de su propuesta de matrimonio a Molly. La canción Flower of the Mountain de Kate Bush sonaba en mi cabeza mientras trazaba un camino entre rododendros en flor. La letra de la canción (tomada textualmente del soliloquio de Molly) revelaba a Joyce como un poeta, un pionero y, sobre todo, un romántico empedernido: "Lo rodeé con mis brazos sí y lo atraje hacia mí para que sintiera mis pechos todo perfume sí y su corazón iba como loco y sí dije sí lo haré".
En el tren de vuelta a Dublín, me pareció que el presidente Higgins había dado en el clavo. El Ulises fue un "nuevo y valiente punto de partida" en 1922, y sigue siendo un libro sorprendentemente original e influyente en 2022. Dentro de 100 años, los lectores seguirán sondeando la tinta de sus profundidades.
Unos nadadores vadean el mar de Irlanda cerca del faro de Baily, en Howth, al este de Dublín.
Como disfrutar del Bloomsday estés donde estés
En Dublín, tendrás mucho donde elegir este Bloomsday. Sigue los pasos de Bloom en un recorrido a pie por el Teatro de la Abadía del Bloomsday. Disfruta de una nueva obra de teatro del Bloomsday: Un viaje raro: La Odisea de Nora Joyce (en el histórico Smock Alley Theatre). O date un festín de sándwiches de gorgonzola y Borgoña en el pub Davy Byrnes, tal y como hizo Bloom en Lestrygonians.
Si prefieres celebrar el Bloomsday desde la comodidad de tu propio salón, siempre puedes probar "Le gustaba la sopa de letras", una aplicación del Ulises para teléfonos que permite manipular el texto de Joyce con la punta de los dedos. Y los aficionados a la realidad virtual deben estar atentos a lo siguiente: el Boston College de Estados Unidos está desarrollando "Joycestick", un videojuego de realidad virtual basado en el libro.
Edmund Vallance es un periodista de viajes nacido en Londres y afincado en Los Ángeles. Puedes encontrarle en Instagram.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.