La verdadera historia del tartán, de las Tierras Altas escocesas a las calles de Tokio
Una nueva exposición trata de desentrañar el complicado legado de la emblemática tela de cuadros que vistieron por igual rebeldes y miembros de la realeza.
En esta foto de archivo, una mujer decora "bonetes" de tartán. Conocido como plaid en Estados Unidos, el icónico estampado escocés es igualmente popular en todo el mundo.
Para mucha gente, un brillante rayo de tartán personifica a Escocia (Reino Unido), evocando brumosas cañadas llenas de brezo y gaiteros vestidos de las Highlands. Pero para los escoceses, el colorido estampado que adorna kilts y bonetes (un tipo de gorra) tiene un pasado accidentado.
"Lo amamos y lo odiamos a partes iguales", dice Mhairi Maxwell, conservadora del V&A Dundee, la sede escocesa del Museo Victoria & Albert de Londres.
A lo largo de su historia, el tartán, usado tanto por realeza como por rufianes, ha evocado tanto lo tradicional como lo subversivo, afirmando a veces la identidad escocesa y ridiculizándola. Ahora, una gran exposición de arte en el V&A de Dundee, que se inaugurará en abril, tratará de desentrañar la historia y las contradicciones de este tejido a través de vestidos de Chanel, grabados escultóricos de Donald Judd y tejidos shuka de África oriental.
El momento, dice Maxwell, es oportuno. El debate que aflora en la exposición es "muy contemporáneo", dice, pues está relacionado con temas emergentes como "la independencia, el nacionalismo y nuestro lugar en el mundo, [así como] la descolonización y [presenta] una perspectiva más global del textil".
La historia del tartán es larga y complicada, pero la tela se ha adaptado sorprendentemente a los vientos cambiantes de la política y la moda. De la ropa de trabajo a los souvenirs para turistas, de los clanes a las pasarelas y, ahora, a una exposición museística, he aquí cómo el tartán se ha entretejido en la historia de Escocia y dónde los viajeros pueden seguir siendo testigos de su atractivo atemporal.
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Un gaitero enseña a un joven a hacer música con una gaita escocesa.
Esta foto de archivo muestra a un acordeonista tocando para unas colegialas bailando vestidas con faldas de tartán, en Findhorn, Escocia.
Un equipo de hombres vestidos con el tartán Royal Stuart compite en un tira y afloja en Brodick, isla de Arran, Escocia.
¿Qué es el tartán?
Se sabe que el tartán se lleva en Escocia desde al menos el siglo III d.C., pero sus orígenes precisos están rodeados de misterio. A diferencia del tweed, el tartán (a menudo llamado "plaid" en Estados Unidos) utiliza un simple tejido de sarga "dos sobre dos" para crear un brillante patrón de rayas entrelazadas, un proceso que los visitantes pueden observar en los molinos de los Borders, las Highlands y Edimburgo, la capital de Escocia.
Tradicionalmente fabricado con lana, este tejido fuerte y resistente era el preferido por los habitantes de las Highlands (o Tierras Altas), las sociedades de clanes del norte de Escocia, en su mayoría de habla gaélica. A mediados del siglo XVIII, el atrevido estampado se convirtió en un símbolo de lealtad a Carlos Eduardo Estuardo, más conocido como Bonnie Prince Charlie, que dirigió un ejército de rebeldes del tartán conocidos como jacobitas contra Inglaterra en 1745.
Este fue el último de una serie de levantamientos jacobitas que intentaron derrocar del trono al rey protestante Jorge II y restaurar la casa católica de los Estuardo, originaria de Escocia.
Tras la derrota final de los jacobitas en Culloden en 1746, se prohibió la vestimenta tradicional de las Highlands, que reflejaba el ambiente rural de la región. Entre las prendas prohibidas se encontraban el phillabeg (falda escocesa pequeña), los trews (calzas de tartán) y las gabardinas con motivos de tartán.
Pero uno de "los mayores malentendidos", dice Peter MacDonald, historiador y jefe de investigación y colecciones de la Scottish Tartans Authority, es que el tartán estaba "prohibido per se" en lugar de sólo algunos estampados. Sin embargo, "como el montañés se veía obligado a vestirse con la indumentaria de las tierras bajas" (el estilo de ropa europeo más entallado de la época), "su vínculo cotidiano con el tartán se rompía irrevocablemente", escribió MacDonald en un ensayo. La derogación de la prohibición en 1782 cambió el tartán para siempre.
Un hombre con falda escocesa lanza una pértiga en Glenfinnan durante los Juegos de las Highlands, un acontecimiento deportivo y cultural que se celebra anualmente en toda Escocia.
Una mujer hace sonar un silbato mientras un hombre con falda escocesa guía a un perro durante una cacería en Escocia.
El poder de marca del tartán
En 1822, el rey Jorge IV trató de demostrar unidad vistiendo un traje típico de las Highlands en su primera visita a Escocia desde antes de la batalla de Culloden. Pero el acontecimiento sembró la semilla de lo que más tarde los críticos llamarían burlonamente "tartanería", el uso excesivo y kitsch para representar una imagen excesivamente romántica del país. El ensayista Tom Nairn culpó mordazmente a este "monstruo del tartán" de ahogar la cultura escocesa.
20 años después del error de vestuario del rey Jorge, la reina Victoria llevó el tartán a nuevas cotas con la compra del castillo de Balmoral. Con las paredes decoradas con tartán, su refugio de fin de semana consolidó la transformación de Escocia de amenaza para la corona a destino vacacional.
Las Highlands (despojadas de muchos de sus habitantes tras Culloden) quedaron relegadas al idilio "salvaje" y "vacío" de los folletos turísticos. Escocia se convirtió en una marca comercializada por el tartán, producido en serie y difundido por todo el Imperio por el ejército británico, al que los habitantes de las Highlands habían sido asimilados.
Fue esta mercantilización del tartán lo que subvirtió la cultura juvenil de los años 1970. Los punkis, incluidos los atuendos de los Sex Pistols diseñados por Vivienne Westwood, llevaban tartán "como una peineta al establishment", dice Maxwell, "reconociendo su poder político". El tartán, dice, "siempre se lleva para ser visto y para ser oído: es un estampado ruidoso".
El diseñador de moda Alexander McQueen fue más allá al repolitizar conscientemente la tela. Para su desfile "Highland Rape" (Violación de las Highlands) de 1995, hizo que las modelos, algunas vestidas con el tartán de su clan MacQueen, desfilaran mientras se tambaleaban por una pasarela sembrada de brezo para demostrar la destrucción del pueblo, la cultura y la tierra de las Highlands tras Culloden. En manos de McQueen, el tartán se rebeló contra la tartanería.
Este cuadro de 1830 muestra al rey Jorge IV de Gran Bretaña vestido de Highland. Llevado para la primera visita de la Corona a Escocia desde Culloden, el look acabó dando lugar a lo que los críticos consideraron una representación kitsch del textil.
El tartán hoy
Caminando por la Royal Mile de Edimburgo, repleta de tiendas de recuerdos, está claro que Escocia no ha matado al monstruo del tartán. Al mismo tiempo, empresas de todo el país se replantean esta complicada tela. A pocos kilómetros de Balmoral, en los Cairngorms, las alfombras y revestimientos de tartán del Fife Arms conviven cómodamente con obras de arte contemporáneo internacional coleccionadas por los galeristas suizos propietarios del hotel.
Como las bestias cambiantes del folclore escocés, el tartán siempre está cambiando. El tartán es "todo los que representa todo el tiempo", dice Maxwell, "y creo que ha perdurado como diseño y fuente de inspiración porque tiene esa tensión". Hoy, el tartán sigue evolucionando para afrontar nuevos retos, entre ellos el del impacto medioambiental de la moda.
Prickly Thistle describe a su equipo como "rebeldes del tartán" por su enfoque empresarial, que pretende hacer frente a la moda rápida y centrarse en la sostenibilidad. La fábrica textil de Highland confecciona prendas a medida pensadas para durar para siempre. Para animar a los compradores a comprar menos, su colección principal sólo se pone a la venta cuatro veces al año. "Nuestra evolución podría estar ligada al pasado", dice la fundadora Clare Campbell, señalando la sostenibilidad de fibras naturales como la lana, que son duraderas y requieren menos lavados.
Sin embargo, hoy en día no hace falta ir a Escocia para ver tartán. Esta prenda de estilo perdurable ha florecido en otros lugares, sin dejar de ser un símbolo de Escocia. "No sólo representa la identidad escocesa, sino también la japonesa", afirma Maxwell, refiriéndose tanto al estilo callejero japonés como a los looks de pasarela. De hecho, el tartán es tan popular en Japón que el país acogió una gran exposición museística sobre él años antes que Escocia.
Desde las recientes colecciones de Saint Laurent y Kenzo hasta las vanguardistas boutiques de Harajuku (Tokio), pasando por una película ganadora de un Oscar, el tartán está omnipresente en la pasarela, la calle y la pantalla. No es sólo un símbolo escocés: el tartán de la hoja de arce es un símbolo nacional oficial de Canadá, tan canadiense como el himno nacional, la bandera y el castor.
"Por mucho que se trate de celebrar Escocia y la identidad escocesa, en realidad es una visión global [del tartán]", dice Maxwell de la exposición del V&A, que destaca desde el uso frecuente del tartán por los diseñadores de alta costura franceses hasta las telas indias de madrás con motivos de tartán. En su opinión, la exposición "descentraliza la narrativa del tartán. Ahora es un textil global".
Un grupo de chicas vestidas de tartán bailan una danza de las Highlands en una colina cubierta de hierba en Escocia.
Planeando un viaje para conocer la historia del tartán
Más formas de viajar
Los visitantes pueden ver cómo los tejedores confeccionan el tartán y probarlo ellos mismos en el molino Prickly Thistle's Highland. También pueden aprender cómo se fabrica en el Centro de Visitantes Locharron de Selkirk, uno de los tejedores con más historia de Escocia.
En Edimburgo, Kinloch Anderson lleva elaborando tartán desde 1868, mientras que la más contemporánea Araminta Campbell diseñó el tartán personalizado que adorna el hotel The Fife Arms. El Hotel Balmoral de Edimburgo cuenta con un mayordomo especializado en tartanes que organiza excursiones de un día para que los huéspedes descubran el arte del tartán y organiza pruebas de kilt en la zona.
En el Museo Nacional de Escocia, los visitantes pueden contemplar prendas de tartán que van desde un kilt confeccionado originalmente para la visita de Jorge IV a Escocia hasta un traje diseñado por Vivienne Westwood.
Karen Gardiner es una escritora escocesa freelance de viajes y arte. Encuéntrala en Instagram.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.