Abre un portal al inframundo en estos "parques infernales" budistas
Estos populares parques temáticos, repartidos por toda Asia, nacieron como jardines de templos que advertían a los visitantes de los numerosos niveles infernales del budismo y de los horripilantes destinos que les aguardaban allí.
El parque temático Haw Par Villa de Singapur cuenta con más de mil estatuas y 150 dioramas, algunos de los cuales representan horripilantes versiones del inframundo budista, como demonios devorando humanos. Es uno de las docenas de "parques infernales" budistas que hay por toda Asia con el objetivo de enseñar a la gente sobre la moralidad y el pecado.
No todos los templos budistas constituyen experiencias zen con cuidados jardines y arte meditativo. En países como Tailandia y Singapur, los viajeros pueden visitar auténticos "parques del infierno" budistas. Antaño utilizados para advertir a los feligreses de los castigos que les esperaban tras una vida de pecado, estos jardines del infierno son ahora más bien parques temáticos que parecen sacados de una película de terror de serie B.
Los visitantes se adentran en un mundo de dioramas de escayola de tamaño natural y horripilantes estatuas que muestran a demonios torturando a seres humanos que han renacido en el reino budista más bajo de la existencia. Hay incluso representaciones en las que los pecadores gritan y son hervidos vivos en aceite de cacahuete en un wok gigante.
Hoy en día, las familias acuden a parques tan populares como el Museo del Infierno de Singapur para divertirse en plan kitsch (por ejemplo, haciéndose selfies con ojos de insecto mientras simulan que les cortan por la mitad). Pero estas horripilantes ilustraciones de la vida después de la muerte han tenido históricamente una importancia espiritual y permiten comprender mejor la percepción de la muerte y el más allá en las culturas asiáticas.
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Esta pintura, creada por un artista indio anónimo del siglo XVIII, representa al dios hindú Krishna acercándose a la ciudadela de Naraka, la versión budista del infierno.
El submundo budista
El budismo, al igual que el cristianismo y otras religiones, utiliza a menudo el arte para transmitir información a sus fieles, especialmente a los analfabetos. Según John Skutlin, cuyo trabajo antropológico en Japón ha abarcado las visiones de los demonios y el infierno a través de las culturas, "las concepciones de la vida después de la muerte han sido explotadas durante mucho tiempo por los artistas por su rico potencial imaginativo. El budismo, con sus raíces en el hinduismo, no es una excepción".
Los textos y el arte budistas representan tradicionalmente la naturaleza cíclica del universo como una rueda que contiene seis mundos. "Aunque los niveles superiores son sin duda magníficos, son las escabrosas representaciones del reino más bajo del infierno (conocido como Naraka) las que han producido las obras de arte más impactantes y fascinantes", afirma Skutlin.
En los primeros textos budistas, Naraka se describe como un oscuro inframundo gobernado por Yama, el dios de la muerte y la justicia, según los Vedas hindúes. Hacia el siglo I a.C., se impuso el concepto de múltiples infiernos dentro de Naraka, con descripciones cada vez más creativas y truculentas de las agonías en cada uno de ellos. El Sutta Devaduta, por ejemplo, detalla un nivel llamado Excremento, donde torturadores con bocas de aguja agujerean la médula.
Las representaciones artísticas del infierno budista también se hicieron más vívidas a lo largo de los siglos. En el Tíbet, Yama se convirtió en una figura monstruosa con una cara roja llena de colmillos y una corona de calaveras, mientras que un pergamino japonés del siglo XIII muestra demonios blandiendo martillos y tenazas en un mar de fuego. "Estas representaciones gráficas servían tanto de espectáculo como de incentivo para llevar una vida moral o sufrir consecuencias espantosas", afirma Skutlin.
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Una pared de roca incrustada con cabezas ensangrentadas es una de las grotescas representaciones del más allá en el Museo del Infierno de Singapur, situado en el interior de la Villa Haw Par.
La aparición de los parques infernales
Siguiendo esta tradición, algunos pequeños templos de Japón, Tailandia, Laos, Myanmar y Vietnam erigieron dioramas educativos de escenas del infierno budista, a menudo con elementos del folclore local sobre espíritus malignos y submundos. Sin embargo, fueron los empresarios chino-myanmarés Aw Boon Haw y Aw Boon Par (los hermanos que inventaron el analgésico picante Bálsamo de Tigre) quienes llevaron los jardines infernales al siguiente nivel.
Los empresarios abrieron la Villa Haw Par de Singapur en 1937, uno de los pocos espacios recreativos orientados a la comunidad asiática durante la época colonial del país. Su objetivo era enseñar al público la historia, la religión y el folclore asiáticos de forma entretenida. La sección más popular, "Los 10 Tribunales del Infierno", era especialmente gráfica. "Había dioramas de pecadores decapitados, arrojados a un charco de sangre, etc.", cuenta Cherylyn Tok, directora de investigación de Haw Par Villa. "Era repulsivo y a la vez extrañamente atractivo".
Hace dos años, Haw Par Villa renovó sus 10 patios originales para convertirlos en un Museo del Infierno de 3800 metros cuadrados, lo que lo convierte en el mayor parque infernal del mundo. Además del clásico gore, "las exposiciones muestran cómo las religiones y comunidades de todo el mundo interpretan la muerte y el más allá", dice Tok. El nuevo Museo del Infierno recibe una media mensual de 6500 visitantes y se ha convertido en una de las atracciones más populares de Singapur.
Varios templos tailandeses se inspiraron para construir extravagantes parques Naraka, potenciando el factor espeluznante y extravagante para atraer multitudes. En 1986, Wang Saen Suk, en la provincia de Chonburi, acaparó la atención de los medios de comunicación internacionales por sus enormes fantasmas hambrientos con lenguas hasta el suelo y sus figuras desnudas cortadas en rodajas. En 2010, el Wat Mae Kaet Noi de Chiang Mai se propuso hacer el parque más infernal hasta la fecha, con escenas que incluían una orgía entre un hombre bien dotado, cinco mujeres y un plátano.
La Carmina es una galardonada periodista de viajes y cultura gótica, bloguera y presentadora de televisión afincada en Vancouver (Canadá). Es autora de cuatro libros, entre ellos The Little Book of Satanism. Síguela en Instagram.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.