Las vistas más impresionantes desde los mejores miradores del mundo
Da un paso a lo desconocido en el nuevo mirador de los Alpes, a 3.856 metros de altura... ¿Te atreves?
"Debe tener torrentes, rocas, pinos, bosques muertos, montañas escarpadas, senderos para ir arriba y abajo, y precipicios a mi lado que me asusten", escribió Jean-Jacques Rousseau hablando de su amor al senderismo en los Alpes franceses. "Lo curioso de mi gusto por los lugares escarpados es que me marean, y consigo disfrutar de este vértigo en gran medida, siempre y cuando esté colocado de forma segura".
Rousseau no estaba solo en su afición por los lugares escarpados y las sensaciones de vértigo. En toda Europa, las damas del siglo XVIII y caballeros del Grand Tour se esforzaron por escalar montañas, mirar a los abismos y colocarse al borde de los acantilados en busca de lo que ellos llamaban "los sublimes" puntos de vista, algo que les inspiraría y acongojaría a partes iguales.
Algunas cosas nunca cambian. Tres siglos después, seguimos buscando esas mismas sensaciones que ya tenían nuestros antepasados.
Y gracias a la ingeniería moderna, podemos hacerlo en lugares de infarto que Rousseau y sus compañeros románticos nunca habrían imaginado: desde plataformas de observación de alta tecnología en los bordes de precipicios, a las cornisas de rascacielos a más de mil pies por encima de las aceras, y en las torres de comunicaciones a cientos de pies de altura.
Pero sin duda, el paso más sublime puede ser una plataforma de observación a 3.856 metros de altura en Aiguille du Midi, en el corazón de los Alpes franceses, cerca de Chamonix.
Sobre una aguja rocosa de la Aiguille du Midi -el emplazamiento natural ya sería intimidante por si mismo- esta pasarela eleva lo sublime al siguiente nivel, te permite pasear por un cubo transparente sobre el borde, sin nada bajo tus pies, sólo un suelo de vidrio y 1.036 metros de aire alpino que te separan de los glaciares que tienes debajo.
A continuación nombraremos las siete plataformas de observación más temibles del mundo:
Dar un paseo por el borde del Gran Cañón en una calzada con suelo de vidrio no es para débiles de corazón. Es un largo camino hasta el río Colorado, y desde allí arriba, si te cayeses, el primer golpe se encontraría a entre 152 y 244 metros. La pasarela en voladizo en forma de herradura permite a los visitantes pasear a unos 21 metros más allá del borde del cañón.
Si quieres tener una vista vertiginosa del centro de Chicago, no dudes en asomarte a uno de los cuatro balcones de vidrio que sobresalen desde el piso 103 de la Torre Wills (anteriormente la Torre Sears) a 412 metros de altura sobre la ciudad. En un día despejado, se pueden ver los cuatro estados de Illinois, Wisconsin, Michigan e Indiana. Pero el mejor momento para ir es al atardecer, cuando las luces de la ciudad están empezando a brillar, como una gran constelación bajo tus pies. Si te atreves, puedes desayunar o cenar en las mesas dispuestas en estos suelos de vidrio, o incluso celebrar una boda...
Anunciado como el puente colgante más alto y el más temible de Europa, existe una pasarela de 91 centímetros de ancho en los Alpes suizos sobre un abismo glacial a 457 metros de altura. Este puente fue construido por una empresa suiza de teleférico para conmemorar el centenario de la apertura del Engelberg-Gerschnialp en 1913.
Si quieres algo verdaderamente sublime, no te pierdas las cataratas del Iguazú, una serie de 270 rápidos y cascadas atronadoras a lo largo de río Iguazú, en la frontera de Argentina y Brasil. "Pobre Niágara", dijo Eleanor Roosevelt al verlas. Una pasarela suspendida por encima de las aguas a 250 metros de altura dan una sensación de vértigo.
Dar un paseo por una acera de 1,2 metros de ancho no parece ofrecer mucha emoción. Sin embargo, si esta se encuentra a 193 metros sobre las calles de Auckland, Nueva Zelanda, en una plataforma de comunicaciones, su anchura va a parecer tan precaria como una barra de equilibrio de gimnasia. Los visitantes han de ir anclados por seguridad y es obligatorio el uso de monos para asegurarse de que nada se salga de los bolsillos y hiera a nadie que pase por debajo. Hay una opción para saltar desde la pasarela. La sensación de exposición a la intemperie ha de ser aterradora.
En Noruega, sobre el majestuoso fiordo de Aurland y a una altura de 610 metros, los arquitectos noruegos Tommie Wilhelmsen y Todd Saunders han creado también una pasarela, cuya inclinación se precipita hacia abajo como si de una montaña rusa se tratase, a medida que te acercas al final de la misma.
También conocida como la "Escalera a la Nada", este puesto a 2.743 metros de altura en los Alpes austriacos abrió el julio pasado. Para llegar hay que tomar un teleférico, a continuación, caminar por un puente colgante estrecho y vertiginosamente expuesto sobre un abismo a 396 metros de altura, y finalmente descender a Hunerkogel, una plataforma de observación de cristal con vistas panorámicas de los Alpes que llega a mostrarnos Eslovenia. Si te atreves a mirar abajo, tendrás el glaciar de Dachstein bajo tus pies".