Blue COP: Entrevistamos a Sylvia Earle, oceanógrafa y exploradora de NatGeo
En mitad del trasiego de una ajetreada COP25, la oceanógrafa Sylvia Earle nos recibe con los brazos abiertos para hablarnos de las luces y las sombras de la situación de los océanos en la bautizada como ‘Blue COP’.
Color océano, sus vivaces ojos recuerdan la ilusión de un niño que aguarda la noche de Reyes. A sus 84 años, Sylvia Earle continúa sumando horas a las más de 7.000 que ha pasado bajo la superficie del agua, aprovechando cada oportunidad para disfrutar y seguir abriendo caminos hacia la protección de este maravilloso ecosistema.
En mitad del trasiego de una ajetreada COP25, la apodada como “la dama de las profundidades” nos recibe con su constante sonrisa y los brazos abiertos para hablarnos de las luces y las sombras de la situación de los océanos en la bautizada como Blue COP. Antes de comenzar, ilusionada, nos pide un selfie para recordar el momento, emanando por cada poro de su piel esa pasión por el planeta, por la vida, que fluye por los rincones de la COP.
Se presenta como exploradora residente de National Geographic y fundadora de Mission Blue, relatando haber sido testigo de cosas asombrosas durante las diez veces que ha vivido bajo la superficie del océano y las miles de horas que ha pasado en este hábitat. “Tan solo estoy comenzando”, afirma riendo.
Pionera en la investigación del océano y de en derribar las barreras de género, ya en 1970, esta científica y oceanógrafa lideró el primer equipo de mujeres acuanautas que trabajó en Tektite, un laboratorio submarino situado a 15 metros de profundidad en la isla de Saint John, una estación científica centrada en la investigación marina.
“Que la COP sea este año la Blue COP significa que el océano es el núcleo, el corazón del clima, del tiempo, de la temperatura, el que modifica la química del planeta entero”, declara. “La mayor parte de la vida está ahí, este es un planeta vivo. Tenemos que tomar en serio lo que dicen los climatólogos y los científicos. Tenemos que tomar acción ahora, antes de alcanzar ese punto crítico. Dándonos prisa aún estamos a tiempo, pero llegados a cierto punto no podremos seguir el ritmo”.
Acidificación, desoxigenación y aumento del nivel del mar
En su papel como regulador climático global, a través de la absorción de calor y dióxido de carbono, el océano está acaparando algunos de los impactos de la cara más feroz del cambio climático. Por este motivo, la temperatura al alza, la acidificación y la pérdida de oxígeno de las aguas del planeta son algunas de las problemáticas protagonistas de las conferencias que han tenido lugar en la COP25.
El reciente informe especial Océano y criosfera en un clima cambiante del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) señaló que el océano absorbe gran parte de las consecuencias del cambio climático y, a su vez, es la pieza fundamental de la lucha por la regulación del clima.
En esta línea, el Gobierno de Chile bautizó esta cumbre del clima como la Blue COP e impulsó la Plataforma de Soluciones para el Océano basada en la Ciencia, que será lanzada en junio de 2020. “Existe un vínculo muy importante entre océano y clima y tenemos que abordarlo y tomar medidas con urgencia”, explicó la Presidenta de COP25, Carolina Schmidt. “El océano absorbe casi el 30% de todo el CO2 emitido y el 90% del calor adicional causado por el cambio climático. El océano está sufriendo consecuencias devastadoras que debemos abordar con urgencia”.
Un treinta por ciento del océano protegido para 2030
“Ahora se escucha mucho “un 30% [protegido] para 2030, tierra y mar. Hay quien dice que es un buen comienzo, pero es como decir que si proteges el 30 por ciento puedes hacer lo que quieras con el 70 restante. ¿Le harías eso a tu corazón? ¿Proteger el 30 por ciento de algo que te mantiene con vida? Tenemos que aspirar a más”.
Tras una vida entera de dedicación a su protección, la oceanógrafa y científica Earle afirma que esta es la mejor era del descubrimiento, del aprendizaje. “He presenciado una nueva era de comprensión, pero también es la era de las mayores pérdidas. Lo he visto en el océano y en tierra, pero no todo el mundo conoce las consecuencias de lo que ponemos y lo que sacamos del mar a una escala imposible hasta finales del siglo XX”.
“Pude pasar de una época en la que aún había muchos atunes en el mar, pero hoy ha desaparecido más del 90%. He visto cómo los arrecifes de coral, que antes estaban casi intactos, desaparecían, más de la mitad en algunas partes. ¿Cómo podría no querer ser la voz del océano?”, afirma esta oceanógrafa, pionera en abrir caminos hacia la exploración y el conocimiento profundo de los océanos en una época llena de techos de cristal y barreras de género.
Una vida de inspiración
“Me sentí un poco frustrada de niña, tratando de hacer ciertas cosas que quería hacer”, afirma. “Tenía una vocación, ser científica, nunca quise ser otra cosa Mucha gente se rió: ¡Eres una niña! Podías ser secretaría, y es fantástico; podías ser enfermera, también algo genial; podías ser azafata, pero nadie te decía que podías ser piloto”, declara Earle. “Las aspiraciones para las niñas eran limitadas mientras para los hombres no había nada inalcanzable, y yo pensaba: ‘Eso no es justo’”.
Quiso hacerlo, y lo hizo. Por su larga y destacada trayectoria, el trabajo de Sylvia Earle fue reconocido el pasado año con el premio Princesa de Asturias de la Concordia. “¿Estamos despiertos o seguimos soñando?”, se pregunta Earle al avistar un mar de tiburones ballena en su documental Mission Blue. “Han estado viviendo aquí durante millones de años, nosotros somos recién llegados a su vecindario. Me encanta ser parte de su mundo, completamente inocentes a lo que hagan los humanos”.
En 1980, esta apasionada descendió a 381 metros para caminar sobre el lecho marino de Oahu, la inmersión sin cable más profunda realizada, y a mil metros de profundidad logró otro récord en solitario. Más adelante, en 1990, se convirtió en la primera científica jefe de la Administración Nacional Atmosférica y Oceánica (NOAA) de Estados Unidos. Por su absoluta dedicación a la conservación y la exploración del océano, la revista Time la nombró Héroe del planeta en 1998 y la National Geographic Society le otorgó la medalla Hubbard en 2013.
Fundadora de las organizaciones de protección, investigación y exploración Mission Blue, SEAlliance y Deep Ocean Exploration and Research, esta científica apasionada ha buceado en los cinco océanos del mundo tratando de restaurar el corazón azul del planeta. “Veo muchos motivos para ser optimistas. Cuando era una niña, ¿qué porcentaje de océano estaba protegido porque la gente decía que era necesario? Cero”.
“Esta es la mejor época, porque en 20, 50 0 500 años la gente recordará este momento y podrá darnos las gracias porque podríamos habernos dejado caer en picado. Pero no lo hicimos. No debemos hacerlo. Sobre eso va esta conferencia, y si vienes aquí con pesimismo y sin esperanza, mejor vete a casa”, concluye Earle. “Mírate al espejo, piensa qué puedes hacer tú. Y hazlo”.