Cordyceps, el hongo parásito que convierte a los insectos en zombis a su merced

El gran final de este parásito letal consiste en expulsar esporas tóxicas a través de la cabeza de la hormiga muerta.

Por Jennifer Lu
Publicado 24 abr 2019, 15:54 CEST, Actualizado 13 mar 2023, 15:56 CET
Este hongo parásito controla a los insectos

Están entre nosotros: insectos secuestrados por hongos parasitarios que controlan todos sus movimientos.

Al parecer, el creador de The Last of Us, Neil Druckmann, se inspiró en un vídeo de la naturaleza que mostraba al hongo, Ophiocordyceps unilateralis, infectando a una hormiga bala. Los cordyceps son una amplia categoría de parásitos de insectos y un popular suplemento para la salud. Pero sólo los Ophiocordyceps controlan el organismo de su huésped.

El hongo Ophiocordyceps unilateralis sólo tiene un objetivo: autopropagarse y dispersarse. Los investigadores creen que este hongo, que se encuentra en bosques tropicales, infecta a las hormigas buscadoras de comida a través de esporas que se adhieren y penetran en el exoesqueleto para poco a poco ir apoderándose de su comportamiento.

A medida que avanza la infección, la hormiga (que se siente cautivada) se ve obligada a abandonar su nido en busca de un microclima más húmedo y favorable para el crecimiento del hongo, y forzada a descender a una posición ventajosa a unos 25 centímetros del suelo, hundir sus mandíbulas en una vena de la hoja en el lado norte de una planta y esperar la muerte.

Mientras tanto, el hongo se alimenta de las entrañas de su víctima hasta que está listo para la fase final. Varios días después de que la hormiga haya muerto, el hongo envía un cuerpo fructífero a través de la base de la cabeza de la hormiga, convirtiendo su arrugado cadáver en una plataforma de lanzamiento desde la que poder lanzar sus esporas e infectar a nuevas hormigas.

"No cabe duda de que despierta la imaginación tanto de los científicos como del público en general", afirma Charissa de Bekker, profesora de la Universidad Central de Florida (Estados Unidos) que estudia las interacciones parásito-hospedador que conducen a manipulaciones del comportamiento.

Como en las series de zombis, hay un periodo de incubación en el que las hormigas infectadas parecen perfectamente normales y se dedican a sus asuntos sin que nadie en la colonia se percate de lo sucedido. Esto es inusual porque los insectos sociales como las hormigas suelen tener algo llamado inmunidad social: los miembros enfermos son expulsados del grupo para evitar que el resto enferme también. "Creemos que las hormigas no tienen un mecanismo para deshacerse del Ophiocordyceps", afirma de Bekker.

Aunque la infección es letal al 100 por 100, el objetivo no es convertir a todas las hormigas en muertos vivientes. Para que los ecosistemas se mantengan equilibrados, los hongos tienen que mantener controladas las poblaciones de hospedadores. De hecho, sólo unas pocas hormigas de una colonia permanecen infectadas al mismo tiempo.

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    Una afección crónica

    "Es casi como un resfriado crónico", dice de Bekker.

    Y quizá lo más sorprendente de esta estrategia-zombi sea que las Ophiocordyceps unilateralis no parecen invadir el cerebro.

    Utilizando un tipo de microscopía fluorescente, investigadores de la Universidad Estatal de Pensilvania observaron la colonización fúngica en hormigas desde el gaster (el extremo posterior del abdomen), hasta la cabeza, y no encontraron rastro de células fúngicas en el cerebro. Luego, combinaron esa información con algoritmos informáticos para trazar el movimiento de los hongos a medida que formaban una especie de andamiaje tubular dentro y alrededor de los haces musculares de las hormigas.

    Esto sugiere que el hongo ejerce su control mental a través de compuestos bioactivos que interfieren en el sistema nervioso de la hormiga y controla a los huéspedes directamente a través de los músculos, afirma de Bekker.

    Investigadores de Tailandia y Estados Unidos están estudiando distintas especies de Ophiocordyceps que infectan a otras especies de hormigas para comparar sus mecanismos de control. En total, los investigadores han identificado más de 200 especies de Ophiocordyceps que pueden infectar hospedadores de 10 órdenes de insectos, así como arañas, aunque no todas conducen a la manipulación del comportamiento.

    Una especie relacionada, O. sinensis, coloniza las orugas de la polilla fantasma, brotando de su cabeza como un cuerno de unicornio. La combinación de hongo y cáscara de oruga es muy apreciada en la medicina tradicional tibetana y china como refuerzo inmunológico, tratamiento contra el cáncer y afrodisíaco. En un extraño giro, las especies de Ophiocordyceps que habitan en las cigarras japonesas podrían incluso haber sustituido a las bacterias simbióticas para ayudar a sus huéspedes a procesar los nutrientes de la savia.

    Al igual que el microbioma de nuestros intestinos, los insectos contienen toda una serie de especies de hongos, explica Barrett Klein, entomólogo de la Universidad de Wisconsin en La Crosse (Estados Unidos). Pero como no todos los hongos pueden cultivarse en el laboratorio, sólo un par de ellos se han estudiado de cerca, y de estos ninguno, ni mucho menos, ha sido señalado como causante de manipulaciones del comportamiento.

    Sin embargo, los científicos conocen algunos. Está el Entomophthora muscae, que significa literalmente "destructor de insectos de la mosca" en griego. Hace que las moscas infectadas suban a cierta altura, se peguen por la boca a una planta y adopten una "pose de muerte" con el abdomen hacia arriba, que resulta óptima para la dispersión de esporas.

    Y está la Massospora cicadina, que llena a sus cigarras anfitrionas de drogas alucinógenas y hace que se les caiga parte del abdomen. Acto seguido, esta cigarra se contonea hacia la muerte, y con el trasero desnudo, de nuevo con el fin de dispersar las esporas.

    "Es un terreno apasionante, al margen de nuestra comprensión, ver hasta qué punto los parásitos controlan a su huésped", dice Klein. "Si los animales son tan fácilmente manipulables, ¿qué dice esto de nosotros?".

    ¿Y si este hongo parásito pudiera hacernos lo mismo?

    Esa es la premisa de la nueva serie de televisión basada en el videojuego The Last of Us en la que, como consecuencia del aumento de las temperaturas provocado por el cambio climático, un hongo se apodera del mundo y convierte a los humanos en zombis controlados por parásitos.

    "De una manera fantástica, los vínculos lógicos están ahí, pero no es probable que ocurra en la vida real", dice Ian Will, genetista de hongos de la Universidad de Florida Central (Estados Unidos), donde se encuentran estas hormigas zombificadas. Pero aunque a los científicos no les preocupa que los hongos evolucionen hasta convertir a la gente en zombis, el aumento de las temperaturas sí supone un riesgo real de empeorar las infecciones fúngicas.

    Cuando entran en el torrente sanguíneo, los hongos presentan síntomas similares a los de una infección bacteriana, señala Shmuel Shoham, experto en enfermedades infecciosas de la Facultad de Medicina de la Universidad Johns Hopkins. Para las personas con un sistema inmunitario sano, combatirlos no suele ser un problema. Pero cuando se le pregunta si es posible que se produzca un brote fúngico similar al de COVID-19, Casadevall dice que no es descartable. Considerando esa posibilidad, afirma: "¿Me preocupa que surja una enfermedad desconocida e infecte a los inmunocompetentes? Por supuesto". 

    Este artículo se publicó originalmente en 2019 y ha sido actualizado a partir de una versión en inglés que apareció en nationalgeographic.com.

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