Estos científicos estudian la vida social de las mantarrayas
El descubrimiento de que estos peces desarrollan y mantienen una red social modifica lo que sabíamos sobre las mantas.
Los tiburones y las rayas suelen considerarse peces fríos. Sin embargo, según un estudio, al menos una especie de mantarraya tiene una vida social sorprendentemente compleja.
Una especie majestuosa que puede alcanzar envergaduras de 5,4 metros, la mantarraya de arrecife (Mobula alfredi), suele surcar arrecifes tropicales en grupos grandes, según indica el líder del estudio Rob Perryman, investigador de la Marine Megafauna Foundation.
Sus actividades de alimentación y cortejo también se llevan a cabo en grupo, motivo por el que Perryman sospechaba que los animales eran sociables.
Es más, sus cerebros grandes —su pariente, la manta gigante, es el pez con el cerebro más grande— sugerían que las mantarrayas de arrecife son «animales razonablemente inteligentes», afirma.
Tras cinco años de observaciones e investigación, el estudio revela que las mantarrayas de arrecife eligen «socializar con otros individuos que conocen y recuerdan el contacto social con dichos individuos», afirma Perryman, cuyo estudio se publicó en la revista Behavioral Ecology and Sociobiology.
«Poniéndolo en términos antropomórficos, tienen amigos».
El estudio, uno de los primeros que aclara en detalle la vida social de estos animales, también «se suma a las pruebas crecientes de que los tiburones y las rayas no son los animales solitarios, descerebrados y carentes de vida social que pensábamos que eran en el pasado», añade.
Dos tipos de agrupaciones
Perryman y sus colegas trabajan en el parque marino de Raja Ampat, un parque indonesio muy diverso y un hábitat relativamente tranquilo donde las mantas se comportan de forma natural.
Durante la investigación, el equipo practicó esnórquel y submarinismo para fotografiar e identificar mantarrayas individuales en sus lugares de reunión. Los vientres de las mantarrayas de arrecife tienen patrones de manchas únicos que mantienen durante sus vidas.
Los investigadores documentaron 3400 encuentros con casi 600 mantarrayas diferentes y los introdujeron en una base de datos que indicaba qué mantarrayas observaban, dónde y con cuál estaban. Tras analizar estos datos, los investigadores eliminaron las razones no sociales por las que algunas mantarrayas pueden congregarse en lugares específicos, como las preferencias de hábitat.
Los resultados revelaron que las mantarrayas formaban dos tipos de círculos sociales: uno de hembras maduras y otro de machos, hembras y juveniles. Perryman cree que las agrupaciones de hembras podrían ser un método de defensa contra intentos de apareamiento indeseados por parte de los machos.
Una de las incógnitas que Perryman quiere resolver en el futuro es si las mantarrayas que tienen una relación de parentesco cercano pasan más tiempo juntas.
Semanas o meses, no décadas
Csilla Ari, neurocientífica conductual de la Universidad del Sur de Florida, afirma que los hallazgos encajan con su propia investigación, que sugiere que los peces son inteligentes y que interactúan con los reflejos de los espejos. Según Ari, que no participó en el estudio, las mantas también pueden aclarar las marcas blancas de su espalda durante las interacciones sociales intensas.
Ari explica por email que dicha señal podría fortalecer las jerarquías sociales de las mantas o simplemente transmitir emoción e indica que el nuevo estudio «añade un nuevo nivel de comprensión sobre el comportamiento social de las mantarrayas».
Joshua Stewart, ecólogo de conservación del Manta Trust, una ONG con sede en Reino Unido, ha halagado los hallazgos del estudio, pero advirtió que no debemos trasladar a las mantas nuestras propias expectativas mamíferas sobre el comportamiento social.
Tanto Stewart como los autores del estudio reconocen que los vínculos que establecen las mantas no son el fenómeno estrecho y de por vida que experimentan muchas ballenas, por ejemplo. Las alianzas entre las mantarrayas duran semanas o meses, no décadas.
Aguas más tranquilas
Comprender este nuevo universo social podría ayudar a los científicos a conservar mejor a la especie, a la que la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza clasifica como vulnerable a la extinción. Las mantarrayas de arrecife se enfrentan a muchos peligros, como la contaminación por plástico o la sobrepesca.
Por ejemplo, según Perryman, las redes sociales de las mantas podrían ser fundamentales para su reproducción o su capacidad para encontrar comida.
Como es muy popular que observar o nadar junto a mantarrayas, las operaciones turísticas podrían basarse en dicha investigación para crear prácticas más responsables.
Por ejemplo, los datos podrían ayudar a los gobiernos a desarrollar pautas sobre la cantidad de barcos y turistas que permiten que haya en el agua junto a las mantas.
En general, espera que su investigación sobre las «amistades» de las mantas pueda conectar más fácilmente al público con estas criaturas majestuosas y despertar interés por su protección.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.