La respuesta a la crisis de opiáceos podría estar en el veneno de estos moluscos marinos
Un equipo multidisciplinario de científicos está estudiando a los caracoles de mar venenosos para combatir esta epidemia.
La próxima frontera de la investigación sobre las drogas podría encontrarse bajo el agua.
El presidente estadounidense Donald Trump ha declarado oficialmente la crisis de opiáceos de la nación como una emergencia de salud pública nacional. Ahora, gracias a una beca de 10 millones de dólares del Departamento de Defensa, los investigadores de la Universidad de Utah Health han puesto manos a la obra: un equipo multidisciplinario de científicos está estudiando a los caracoles de mar venenosos para combatir esta epidemia.
«Nuestro objetivo es generar una reserva de diferentes posibilidades para analgésicos no opiáceos», afirma Toto Olivera, biólogo que participa en la investigación. «Creemos que cuantas más alternativas haya, mejor».
Pistas en el mar
Hay cientos de especies de Conus, un molusco marino depredador cuya toxicidad varía. Para esta investigación, los científicos están estudiando al subgénero Conus asprella, que incluye a seis especies diferentes. Estas criaturas cazan inyectando un veneno paralizante a los peces con una especie de incisivo parecido a un arpón. Estos moluscos se hacen a un lado y observan a su presa para ver cómo reacciona al cóctel de toxinas antes de clavarle ese aguijón de nuevo y, finalmente, la engullen.
Si los investigadores pueden aislar los ingredientes tranquilizantes del veneno que no sean perjudiciales para los humanos, podrían estar un paso más cerca de combatir la crisis de opiáceos de Estados Unidos.
El tamaño de estas especies dificulta su estudio, pero Oliveira dice que la tecnología moderna está facilitando investigar los mecanismos de defensa de estos moluscos en miniatura. Su equipo también está estudiando la biología y la conducta del caracol para deconstruir los componentes tóxicos del veneno.