Pulmones 101
Los pulmones reponen el oxígeno fundamental para el cuerpo. Descubre la anatomía de los pulmones, cómo posibilitan la respiración y su vulnerabilidad a las enfermedades.
Los pulmones son las dos partes principales del sistema respiratorio. Cada pulmón se divide en compartimentos llamados lóbulos. El derecho tiene tres, y el izquierdo, más pequeño para adaptarse a la posición del corazón, tiene dos. Esta compartimentación aporta un seguro a los pulmones, de forma que si se daña un lóbulo, los otros cuatro siguen intactos y pueden funcionar.
Los lóbulos están conectados a ramas separadas, llamadas bronquios, de la tráquea, que transporta el aire desde la nariz y la boca. Estas ramas dan a los lóbulos suministros de aire independiente. En cada lóbulo, los bronquios se dividen en ramificaciones más pequeñas que acaban en sacos aéreos. Estos sacos, o alvéolos, se encargan de un intercambio de aire fundamental. Cuando una persona inhala, el oxígeno llena los alvéolos. Las paredes alveolares, que contienen muchos capilares, son tan finas que el oxígeno inhalado las atraviesa y lo absorben los glóbulos rojos dentro de los capilares.
Ocurre un intercambio similar en la dirección contraria. El dióxido de carbono residual transportado en el torrente sanguíneo puede atravesar las paredes alveolares. Desde ahí, se expulsa con cada exhalación. Este intercambio de gases, o respiración, da su nombre al sistema respiratorio.
Por la inhalación, los pulmones se exponen constantemente a los elementos y, a veces, son sus víctimas. Pueden desarrollarse enfermedades pulmonares como enfisemas, que en algunos casos es el resultado de la inhalación de humo de tabaco, y la neumonía, que puede ser provocada por la inhalación de organismos infecciosos.
Los pulmones son órganos delicados. Pero pese a su vulnerabilidad, su diseño anatómico les aporta fortaleza y son cruciales en el funcionamiento del cuerpo.