Por qué no debes pedir peces gigantes en un restaurante si viajas a Vietnam
Los restauradores vietnamitas compran ilegalmente los peces gigantes del Mekong a pescadores camboyanos.
Desde fuera, el Nha Hang Lang Nghe, en Danang, parece un restaurante respetable cualquiera de Vietnam. Pero ese barniz de normalidad oculta una verdad oscura: peces gigantes de río en peligro crítico de extinción son el pescado insignia del Lang Nghe. Aunque es ilegal venderlos en Vietnam, los carteles a la entrada atraen a la clientela con fotos del pez gato del Mekong y carpas gigantes, mientras en una pantalla dentro del restaurante se reproduce un vídeo que muestra cómo cocinan y comen a un pez gato gigante de 198 kilogramos. Anuncios en redes sociales presumen de igual modo del agradable sabor de este pez gigantesco y de sus rarezas.
Lang Nghe forma parte de una tendencia creciente entre los restaurantes vietnamitas, que están creando agresivamente un nuevo y peligroso mercado de peces gigantes. Las especies que ofertan son tan raras que la pesca de unos pocos individuos puede conducir a los animales a la extinción. Pero como los peces salvajes de agua dulce no atraen la misma atención que los tigres, elefantes, rinocerontes o pangolines, pocas personas saben que los pescan y muchas menos hacen algo para evitarlo.
«El nuevo comercio parece ser omnipresente y aumentar rápidamente», afirma Zeb Hogan, explorador de National Geographic y biólogo de la Universidad de Nevada, Reno, experto en los peces gigantes del sistema fluvial del Mekong.
Hogan se enteró de que las especies que estudia estaban siendo devoradas en Vietnam cuando alguien le envió un enlace a la publicación de Facebook de un restaurante hace casi un año. Eso enseguida le condujo a varios anuncios similares y a reportajes en medios vietnamitas.
Aunque a veces el personal del restaurante y los medios afirman que los peces gigantes proceden de Tailandia y Laos, la mayoría parecen venir de Camboya.
La compraventa de pez gato del Mekong y de carpa gigante del Mekong viola tanto la legislación internacional como la nacional en Camboya. También es el caso en Vietnam, donde varias especies de peces gigantes, como el pez gato gigante y las carpas gigantes, llevan protegidas desde 2008. En Vietnam, las penas máximas por la explotación de dichas especies pueden traducirse en multas de 75.500 euros para particulares y 564.000 para negocios, así como 15 años de cárcel. Pero la aplicación de la legislación es escasa: no existen pruebas documentadas de la incautación de ningún pez gigante en restaurantes que los venden abiertamente.
Alarmado ante esta tendencia, Hogan contactó con investigadores del comercio ilegal de fauna y flora silvestres y activistas de la región. Pero todos se centraban en especies terrestres y marinas. «Los peces de agua dulce no son una prioridad en los círculos de conservación de la vida silvestre», afirma Hogan.
Hogan es un científico, no un investigador de tráfico de vida silvestre, pero en enero de 2018 él y National Geographic se dispusieron a buscar respuestas a preguntas básicas acerca de este mercado: ¿por qué aparecen ahora estos peces en restaurantes de Vietnam? ¿De dónde vienen?
Estos monstruos han vivido durante mucho tiempo en el Mekong, uno de los ríos más biodiversos del mundo. Su trayecto de más de 4.000 kilómetros oculta un fantástico abanico de casi mil peces, muchos de los cuales no se pueden encontrar en ninguna otra parte. Gracias a la enormidad y productividad del río, aproximadamente una docena de dichas especies alcanza tamaños récord.
Tenemos a la raya gigante de agua dulce de 227 kilogramos, junto con el Bagarius yarrelli, una especie depredadora que se parece a una mezcla entre un tiburón y un aligátor. También están la Aaptosyax grypus y la Catlocarpio siamensis o carpa gigante. Y el más conocido de todos es el pez gato del Mekong. En la región, se considera el rey de los peces, alcanzando 3 metros de largo y 295 kilogramos de peso.
Los gigantes de Camboya y Laos indican con su presencia que el ecosistema del río Mekong todavía funciona lo bastante bien para sustentar a todas esas especies menos amenazadas. Proteger a los gigantes implica proteger un Mekong vivo, y todo lo que vive en él.
Hogan lleva estudiando los peces gigantes en peligro de extinción del Sureste Asiático desde 1997. En el 2000, empezó a contactar con pescadores locales y alentarles a llamar a sus compañeros de la Administración Pesquera de Camboya cuando capturasen un pez gigante por accidente. A continuación, los investigadores acudían rápidamente para medir el pez, etiquetarlo y liberarlo, y los pescadores obtenían un pequeño pago a cambio de ayudar.
Durante años, el sistema funcionó bien: la línea directa recibía hasta 10 llamadas al año y se etiquetaba a peces que aparecían en lugares separados por cientos de kilómetros. Pero durante los últimos cinco años, las llamadas se han reducido a solo una o dos al año, o ninguna en absoluto.
La escasez alimenta la demanda
En la franja del Mekong que pasa por Vietnam, los peces gigantes estaban en peligro mucho antes de que los dueños de restaurantes vietnamitas los ofertasen, debido a una mezcla de sobrepesca, contaminación y construcción de presas, que bloquean rutas migratorias fundamentales y cambian la dinámica natural del río. Allí, las criaturas parecen ser los fantasmas de los cuentos de monstruos que relataban los ancianos.
«Nunca se ha dado el caso de que los peces capturados hayan sido devueltos al río», afirma Mai Dinh Yen, ictiólogo jubilado de la Universidad Nacional de Hanoi.
Sin embargo, el hecho de que los peces casi hayan desaparecido aumenta la codicia de los restaurantes. En Vietnam, ser capaz de obtener y permitirse algo escaso es indicativo de la importancia, la riqueza y el poder de la persona. Esta mentalidad influye mucho en la venta de mercancías ilícitas de fauna y flora silvestres, como la carne de pangolín, los cuernos de rinoceronte, el marfil y las partes de tigres, y parece que también desempeña un papel importante en el comercio de peces gigantes. Los medios vietnamitas han descrito su carne afirmando que tiene la capacidad de traer buena suerte y potenciar el rendimiento sexual.
«Los vietnamitas tienen el dicho de que cuanto más grande es el pez, mejor sabe», afirma Hoang Trong Nghia, gerente del Nha Hang Ngu Quan, un restaurante en Hanoi especializado en peces gigantes.
Según Nghia, los precios varían según la especie y el tamaño, y las carpas gigantes que pesan más de 100 kilogramos son las que más cuestan: 151 euros el kilo. Sin embargo, el pez más grande que ha recibido fue un pez gato del Mekong, atrapado en Camboya en diciembre de 2016 y con un peso de 280 kilogramos.
El ser salvajes, como su rareza, es una cualidad muy valorada en Vietnam. Los cuatro restaurantes que visité en el país me garantizaron que sus peces gigantes eran salvajes. Pero cuando hablé por teléfono con Ly Nhat Hieu —dueño de Hang Duong Quan, un restaurante de la ciudad de Ho Chi Minh especializado en «peces terribles»—, negó esta afirmación. «Acabo de comprar el pescado en el mercado», afirmó. «Hay muchas instalaciones acuícolas en Vietnam, donde la gente puede criar estos peces».
Esto contradice lo que informan los reportajes en medios vietnamitas acerca del restaurante de Hieu, incluidas las publicaciones en la propia página web de su restaurante, donde afirman que los peces de Hang Duong Quan son salvajes, algo que también corrobora el personal del restaurante. «El dueño tiene parientes en Camboya que encuentran los peces y se los suministran», afirmó un camarero cuyo nombre no desvelaremos para proteger su empleo. «Tiene muchas conexiones en la zona, por eso nos llegan peces gigantes todo el tiempo».
Thomas Raynaud, director de acuicultura en Neovia Vietnam, una empresa francesa especializada en ganadería y gestión acuícola, está de acuerdo en que un pez tan grande tiene que ser salvaje. Los peces gato del Mekong no se crían en Vietnam y, aunque existe acuicultura de carpas gigantes, su peso máximo rara vez supera los 9 kilogramos y la producción es bastante escasa.
Además, también es improbable que se importen de otros países peces gigantes de acuicultura. Tailandia tiene una serie de instalaciones acuícolas consolidadas de peces gato del Mekong, pero dichos peces apenas superan los 45 kilogramos.
Por su parte, la historia de las carpas gigantes es totalmente diferente, según Naruepon Sukumasavin, director de la división administrativa de la Comisión del río Mekong en Vientiane, la capital de Laos. Aunque la especie ha sido criada en cautividad durante más de 40 años, dichos peces suelen ser liberados al río, no vendidos.
Venerados por unos, traficados por otros
Camboya ha sido durante mucho tiempo un bastión de los peces gigantes, en parte por la veneración cultural que reciben. El pez gato del Mekong aparece en grabados del siglo XII en los muros del templo de Bayon cerca de Angkor Wat y se suelen atribuir cualidades divinas a cualquier pez que pese más de 45 kilogramos. Muchos pescadores camboyanos consideran que atrapar uno da mala suerte.
Phan Sok Phoen, por ejemplo, se quedó horrorizado el año pasado cuando descubrió una carpa gigante de más de 110 kilogramos en su red en dos ocasiones diferentes. «Me quedé sorprendido y aterrorizado, porque la carpa gigante es como un dios o un espíritu», afirma.
Phoen llamó de inmediato a las autoridades pesqueras de la aldea de Kompong Luong, que le ayudaron a liberar al pez. Encendió incienso y rezó, implorando al pez que le bendijese con buena fortuna por devolverlo al lago.
Al optar por seguir sus creencias, Phoen rechazó una suma enorme. Cuenta que los distribuidores vietnamitas empezaron a aparecer por su aldea hace unos dos años, con el objetivo de comprar peces gigantes a los pescadores camboyanos y posiblemente transportarlos a Vietnam. Phoen se enteró de que compraron unas 10 carpas gigantes solo el año pasado. Tras publicar fotos de la carpa gigante que atrapó en su muro de Facebook, un hombre vietnamita le llamó para ofrecerle entre 55 y 85 euros por kilo la próxima vez que apareciera un monstruo en sus redes. En otras palabras, un solo pez podría costar más de 8.500 euros.
Phoen se mantuvo firme y dijo que no estaba interesado. «Si vendes carpas gigantes, pierdes a un familiar, una propiedad, te detienen, cosas así», me contó.
Otros camboyanos están más interesados en los beneficios —o más motivados por la desesperación— y con los millones de redes que se arrojan cada día al Mekong, los peces corren el riesgo constante de quedar atrapados y que los vendan ilegalmente.
El Sokrey, pescador de Chong Koh Chrog Changvar, ejemplifica las circunstancias que podrían obligar a los pescadores camboyanos a romper su tradición y la ley contactando a un distribuidor vietnamita si encuentran un pez gigante en la red. Sokrey dijo que su captura de peces de río más pequeños ha disminuido constantemente desde 2008, lo que ha tenido un efecto devastador en su familia. Solía ganar más que suficiente con la pesca para sustentar a su mujer y a su hija pequeña y pagar las redes y las reparaciones del barco. Ahora no le queda opción: tiene que reparar su red a mano y su familia apenas se las arregla para salir adelante.
El año pasado, Sokrey atrapó una carpa gigante que pesaba unos 40 kilogramos, pero estaba muerta y estaba empezando a estropearse. Vendió el pez a su distribuidor normal a solo 4 euros el kilo.
El vecino de Sokrey, Ya Hosen, también capturó una carpa gigante en la misma época. Pesaba 50 kilogramos y también estaba muerta. «Si la hubiera capturado con vida, hubiera intentado encontrar un intermediario vietnamita que ofreciera un precio alto», afirmó Hosen. «Pero no compran peces muertos».
Como Hosen y Sokrey, la mayoría de pescadores con quienes hablé en Camboya habían oído hablar de los distribuidores camboyanos.
«Sí, claro que los vietnamitas compran peces grandes», afirmó Chaing Pheap, que lleva 20 años pescando en su barco cerca de Phnom Penh. Pheap dijo que hace unos tres años habían contactado con ella distribuidores vietnamitas. Dos de ellos le dieron tarjetas de visita. Una rezaba: «Compro peces gato gigantes y carpas gigantes». En la otra solo figuraba un nombre y un número de teléfono.
Cuando llamé a ese número, contestó un hombre que hablaba jemer con un fuerte acento vietnamita, según me dijo mi intérprete. Le pregunté si estaba interesado en carpas gigante y me dijo que sí, ofreciendo precios de 75 euros el kilo por un pez de 90 kilos y 47 euros el kilo por uno más pequeño. «¿Dónde está ahora?», preguntó el hombre. «Puedo mandar a alguien a recoger el pez ahora».
El hombre con quien hablé probablemente trabajaba con alguno de los restaurantes de Vietnam. Según Long Quang Bui, director general de Lang Nghe, el restaurante de Danang con peces gigantes en el menú, «los pescadores son nuestros socios».
Nghia, gerente del Ngu Quan, en Hanoi, dice que hay «cientos» de pescadores buscando estos peces gigantes. Pero en lugar de trabajar directamente con ellos, trabaja con «unos cuantos tíos diferentes» que hacen las veces de intermediarios.
Recientemente, uno de estos intermediarios, un vietnamita de Ho Chi Minh, contactó descaradamente con Chheng Phen, subdirector de la Administración Pesquera de Camboya, pidiendo ayuda para encontrar pescadores que vendieran peces gigantes. «Has ido a parar con la persona equivocada», respondió Phen al hombre. «¡Yo soy el que protege a esas especies!».
Obstáculos para detener el comercio ilegal
Según la legislación camboyana, es ilegal exportar o importar «todo tipo de productos pesqueros naturales de especies en peligro de extinción» Otra disposición especifica que está prohibida la exportación de especies en peligro de extinción a no ser que las autoridades permitan la transferencia. Pero los comerciantes no parecen tener problemas a la hora sacar del país peces gigantes protegidos.
Una vez los proveedores se hacen con un pez, lo envasan con hielo para trasladarlo por aire a Danang, normalmente con Vietnam Airlines. «En Vietnam, cuando importas algo de otro país, no suele ser tan difícil como en Estados Unidos», dijo Bui.
«No es difícil llevar estos peces a Vietnam», añadió Huynh Anh, el dueño de Lang Nghe y jefe de Bui. «Solo necesitas facturas y algunos documentos originales».
Como el pez gato del Mekong (pero, sorprendentemente, no la carpa gigante) cuenta con el nivel más alto de protección del Convenio sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestre (CITES), para transportarlo a través de una frontera se necesitan un permiso de exportación emitido por el país de origen y un permiso de importación emitido por las autoridades del país de destino. El transporte de peces gigantes a otro país sin dichos documentos estaría violando ese tratado, del cual son signatarios los cinco países de la cuenca del Mekong.
Sin embargo, en la base de datos comercial de CITES solo figuran seis exportaciones de pez gato del Mekong de Tailandia desde el 2011, y ninguna dirigida a Vietnam. Según las autoridades de CITES en Camboya, el país nunca ha emitido ningún permiso de exportación para dicha especie. Las autoridades de CITES de Vietnam no cuentan con registros de permisos de importación de peces de agua dulce de Camboya.
Anh podría ser capaz de eludir las formalidades de los permisos. «Tengo una buena relación con la gente del gobierno camboyano», me contó. Cuando le pedí que se explicara, se negó a hacerlo. «Vender a estos peces gigantes es un tema sensible. Los peces gato gigantes y las carpas gigantes están en la Lista Roja, está prohibido capturarlos», dijo.
Según Sok Rin, vicedirector de pesquerías de una comuna del lago Tonlé Sap de Camboya, «el cien por cien de los pescadores saben que es ilegal no liberar una carpa gigante o un pez gato gigante». Pero admitió que sus colegas y él no patrullan ni investigan para garantizar que se cumplan las leyes.
Thach Phanara, director de laboratorio en el Instituto de Investigación y Desarrollo de Pesca Continental, cree que esa falta de motivación y de aplicación de la ley es un gran obstáculo a la hora de poner fin al comercio ilegal de peces gigantes.
Es casi igual en Vietnam, según Yen, el ictiólogo jubilado de la Universidad Nacional de Hanoi. «Vietnam es conocido por aprobar muchas leyes, pero escasea la supervisión y la aplicación de las mismas», afirmó.
Nguyen Quoc Manh, dueño de Lau Cua Song Truce Vien, un restaurante de marisco de Hanoi, dijo que siempre y cuando haya un beneficio, los negocios que manejan productos ilícitos de animales salvajes suelen ser capaces de evitar que los clausuren. «Piense en el marfil. Aunque es ilegal, la gente sigue vendiéndolo», afirma.
En algunos casos, podría ser un auténtico malentendido de la legislación. No sería la primera vez que la confusión ha dificultado el cumplimiento de la ley en Vietnam, según Doug Hendrie, director de aplicación de la ley e investigación del grupo sin ánimo de lucro Education for Nature-Vietnam. «Al igual que con otras leyes apenas aplicadas, existe un problema de concienciación, así como una disposición a incumplir la ley, ya que no está respaldada por las fuerzas de la ley», afirmó.
«Tenemos que colaborar»
Vuong Tien Manh, subdirector del organismo gestor de CITES en Vietnam, me contó que sus colegas y él se enteraron del comercio ilegal de peces gigantes el pasado enero, cuando National Geographic contactó con su oficina solicitando declaraciones. Dijo que enseguida empezaron a mencionar el problema en talleres organizados con agentes de aduanas y empezaron a debatirlo con la Dirección de Aduanas para reforzar la aplicación de la ley.
Chhen Phen, de la Administración Pesquera de Camboya, está de acuerdo: «No sé como hacer frente a este problema solo», dijo. «Tenemos que encontrar una forma de colaborar».
El biólogo Zeb Hogan avanza hacia este objetivo. Es el científico líder de Wonders of the Mekong, un proyecto colaborativo entre el Global Water Center de la Universidad de Nevada y el gobierno camboyano, financiado en parte por USAID (Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional), con el objetivo de mantener la salud del Mekong. Ahora que ha averiguado la información básica sobre el comercio ilegal, espera que unir a autoridades y conservacionistas vietnamitas y camboyanos desemboque en un plan adecuado para todos.
Como los peces gigantes son tan infrecuentes, es imposible predecir cuándo o dónde los atraparán, y los peces son fáciles de esconder para su transporte.
Hogan y otros creen que el punto de partida más eficaz para poner fin al comercio ilegal es reducir la demanda en Vietnam.
Tesoros vivos
Mientras algunas personas vacían el Mekong de sus gigantes, otras intentan reabastecer el río. En la estación de campo de Bati de la Administración Pesquera de Camboya, a dos horas al sureste de Phnom Penh, una hilera de estanques brilla bajo la luz de la mañana. De vez en cuando, una onda en la superficie alude a los tesoros vivos ocultos bajo las aguas turbias: mil carpas gigantes jóvenes, las estrellas de un experimento, el primero de su tipo, que intenta reponer las poblaciones de peces gigantes en Camboya.
En julio de 2017, los científicos gubernamentales adquirieron unos 10.000 peces diminutos que habían sido capturados accidentalmente. Algunos eran sin duda carpas gigantes, mientras que otros alevines acabarían convirtiéndose en peces gato gigantes.
Transportaron a los alevines a la estación pesquera, donde ahora crecen seguros en los estanques. Tras alcanzar entre 300 y 400 gramos, los etiquetarán y liberarán en áreas protegidas con la mejor supervisión posible.
EN enero de 2018, tras seis meses de experimento, la tasa de supervivencia de los peces era de un 25 por ciento, comparada con una tasa del uno por ciento (o menos) en la naturaleza. También en enero, los investigadores identificaron su primer pez gato gigante.
Liberaron a unas 250 carpas gigantes el 1 de julio, el Día Nacional del Pez en Camboya, una celebración anual para crear conciencia acerca de la conservación de los peces.
Según Hogan, el hecho de que los pescadores atrapasen a miles de peces gigantes alevines demuestra que el ecosistema del Mekong no se ha arruinado. «En ríos con un problema sistémico, muchas veces no ves peces jóvenes porque los adultos son incapaces de completar su ciclo vital», explicó.
Hogan prefiere ser optimista. «En Camboya, pese a todos los problemas, la gente respalda la idea de conservar a esta especie. Estos animales forman parte de la identidad nacional de Camboya y forman parte de lo que hace de este un país especial».