¿Cómo se recupera una comunidad del ataque mortal de un tiburón?
Cape Cod sabía que podría ocurrir cualquier día, pero ahora es una realidad. La comunidad debe hacer frente a lo que significa ser un epicentro de tiburones blancos.
Durante el funeral de Arthur Medici, el océano estaba oscuro y liso. Decenas de surfistas acudieron con flores en las tablas, remando por Medici, algo que muchos, entre ellos el Atlantic White Shark Conservancy, no consideraron una buena idea. A finales de octubre, todavía había tiburones cerca. Los organizadores habían esperado hacerse con un avión de reconocimiento para buscar tiburones blancos, pero el cielo era un manto de nubes cargadas y densas.
Las focas aparecieron entre las olas cerca de la orilla, estudiando la playa con sus ojos oscuros. «¿Van a salir?», preguntó un pescador que los observaba partir desde la playa.
Había transcurrido un mes desde la muerte de Medici, de 26 años, en la playa de Newcomb Hollow en Wellfleet, Massachusetts, víctima del primer ataque mortal de un tiburón del estado desde 1936. La cruz blanca sobre las dunas de arena y la tabla de surf atada a la verja del aparcamiento todavía no habían comenzado a desgastarse. En el funeral, casi nadie mencionó la palabra «tiburón» en alto, pero las criaturas nadaban bajo la superficie allí y en otras partes de Cape Cod.
Durante la última década, la comunidad de turismo de playa ha estado impregnada de una sensación de «tarde o temprano». Aunque los surfistas de Cape Cod me contaron que de niños habían visto tiburones de vez e cuando, en los últimos años —con el aumento de la población de focas— la posibilidad del ataque mortal de un tiburón ha empezado a parecer más real. Un surfista dijo haber visto 25 tiburones en un solo verano y los científicos han documentado su aumento año tras año. Semanas antes de la muerte de Medici, William Lyton, neurólogo de Scarsdale, Nueva York, fue atacado por un tiburón blanco a solo tres metros de la orilla de la playa de Truro. Le mordió el muslo y sus afilados dientes llegaron hasta el fémur de Lytton. Se sometió a seis operaciones y perdió gran parte del músculo de la pierna.
Ahora, ese «tarde o temprano» se había visto remplazado por una nueva realidad: la naturaleza había regresado a Cape Cod. La comunidad tiene que hacer frente a este incidente y al hecho de que pueda cambiar la cultura de playa, el turismo y su relación con la naturaleza y los peligrosos animales que la habitan. ¿Cómo se adapta una comunidad cuya identidad se basa en localidades pintorescas, playas tranquilas y un estilo de vida idílico a la nueva normalidad en la que los tiburones blancos vuelven a nadar en sus aguas?
Raros pero inevitables
El 15 de septiembre de 2018 era un sábado perfecto, con olas cristalinas que superaban el metro de alto durante toda la mañana. Medici, un ávido bodyboarder, había llegado a su «lugar feliz» con Isaac Rocha, de 16 años, su futuro cuñado.
Estaba a unos nueve metros de la orilla cuando ocurrió, justo antes del mediodía. Un tiburón blanco le mordió las piernas. Perdió mucha sangre. Según la información de los medios, Medici fue declarado muerto en el hospital de Cape Cod en Hyannis, pero Nina Lanctot, socorrista fuera de servicio que estaba surfeando esa misma mañana, dijo que Medici falleció antes de que Rocha lo arrastrara hasta la orilla.
«Aquel sábado me pareció el último día pacífico del verano que tendríamos en Cape», me contó Lanctot tras el funeral.
Ya a finales de noviembre, la muerte de Medici sigue siendo el único ataque de tiburón mortal que ha tenido lugar en los Estados Unidos este año, ataques que siguen siendo inusuales en todo el mundo. La International Shark Attack File, una base de datos de registros de ataques de tiburones con sede en Florida, documentó 88 ataques no provocados en todo el mundo en 2017, la mayoría en Estados Unidos, en Florida, concretamente. El resto se concentraba en Australia, Sudáfrica y California, regiones ya acostumbradas a la presencia de tiburones en playas populares.
Millones de personas de todo el mundo visitan playas y nadan en el océano cada año, y está claro que los tiburones no consideran a los humanos una fuente de alimento regular. Pero con el aumento de la población humana —y, por lo tanto, con más humanos acudiendo a las playas—, habrá más oportunidades de que personas y tiburones se acerquen.
«La cantidad de ataques de tiburones en cualquier año o región está muy vinculada a la cantidad de gente que entra en el agua», afirma la web de la International Shark Attack File.
¿Qué se puede hacer?
Tras dos meses del ataque mortal, Cape Cod tiene por delante un largo invierno para pensar en los tiburones, reflexionar sobre estos terribles momentos y averiguar qué hacer a continuación. No todos están de acuerdo en qué medidas tomar.
«No he visto Tiburón en décadas, pero es como [la localidad ficticia de] Amity», contó Drew Taylor, un «hombre de mar» autoproclamado que ayudó a organizar el funeral de Medici. «La gente está en fase de negación. No creo que la mayoría se dé cuenta del impacto que va a tener esto».
Ninguno de los surfistas con los que hablé niegan la situación de los tiburones, de hecho, son más precavidos. Algunos esperan al invierno, cuando los tiburones migrarán a otras regiones, o viajan a Maine o Rhode Island en busca de olas. Shawn Vecchione, que fabrica tablas de surf a medida en Orleans, me contó que volvió a hacer surf en Cape Cod justo antes del funeral y vio diez tiburones blancos. Dos de ellos salieron a la superficie.
«Es estresante», me contó. «Es como entrar en tu casa y saber que hay un león dentro».
La comunidad ha debatido una serie de medidas para garantizar la seguridad en las playas.
«Creo que es importante que transmitamos al público que tenemos playas seguras y que vamos a hacer todo lo posible para garantizar la seguridad y mantenerlos a salvo», afirmó Dean Nicastro, director de la junta de concejales de Chatman. Algunas de las iniciativas propuestas son menos polémicas que otras.
Para empezar, se ha instado a tomar mayores precauciones: desde patrullar con drones hasta colocar más señales. Las enormes señales de advertencia con la imagen de los tiburones blancos dan la bienvenida a los visitantes en muchas playas de Cape Cod. Las localidades de la zona están más preparadas para los ataques, lo que podría implicar una mejor cobertura de móvil en playas remotas como Newcomb Hollow y botiquines de primeros auxilios mejor equipados las zonas de aparcamiento. Los bañistas también pueden consultar una aplicación llamada Sharktivity, que permite rastrear los tiburones etiquetados y envía notificaciones si las boyas los detectan cerca de la orilla.
Las autoridades locales afirman que Cape Cod no es Amity, pero les preocupa el turismo y cuánto puedan influir los ataques de tiburones en la mentalidad general. Esto ha llevado a que se exijan acciones más extremas.
Por ejemplo, el año pasado, el comisionado del condado de Cape Cod sugirió sacrificar tiburones, aunque apenas hay pruebas de que sea una estrategia eficaz y, de hecho, podría tener consecuencias ecológicas de gran amplitud por el papel que desempeñan los tiburones en la cima de la cadena trófica. Australia y Sudáfrica, otros dos países que deben enfrentarse a ataques de tiburones, han probado redes antitiburones para mantenerlos alejados de la orilla, pero han suscitado críticas por provocar muertes de tiburones y de otros animales marinos que se quedan atrapados. Un enfoque más reciente es el uso de palangres de superficie «inteligentes», anzuelos con cebo fijados a boyas que envían una alerta a la tripulación de un barco cercano cuando un tiburón se queda atrapado para poder etiquetarlo, trasladarlo mar adentro y liberarlo.
En Cape Cod, surfistas, socorristas, aviones de reconocimiento y pescadores informan de los avistamientos de tiburones y de las focas con mordiscos a las autoridades y por redes sociales. Las playas han sido clausuradas en varias ocasiones durante el verano, con banderas violetas y blancas a modo de advertencia.
El regreso de las focas
La noche antes del funeral, una docena de personas aprendía a taponar heridas en una formación de «Stop the Bleed» en el centro Wellfleet Fire & Rescue. La formación estaba promovida por la Atlantic White Shark Conservancy, una organización de investigación, conservación y seguridad pública con sede en Cape Cod. Los aprendices se llevaron torniquetes de nivel militar para meterlos en las bolsas de la playa junto a las toallas y la crema solar.
«Gran parte de estas iniciativas han sido fruto del ataque mortal del tiburón. La gente quiere saber qué hacer, no sentirse inútil en estas situaciones. Pero en lo que a prevención se refiere, no hemos alcanzado un consenso», afirmó Michael Banghart, cocinero de 49 años de Wellfleet que asistió al curso de formación.
En Cape Cod, mucha gente considera que las focas grises —la presa preferida del tiburón blanco— son el problema. En la actualidad, hay más de 50.000 focas, un marcado contraste con las cifras previas a 1972, cuando se ofrecían recompensas a cambio de matarlas. Para cuando entró en vigor la Ley de Protección de mamíferos marinos de Estados Unidos, casi habían desaparecido.
Ahora, las focas habitan las playas exteriores y el puerto, e incluso han aparecido en la bahía y en piscinas. El aumento de la población de focas hizo que el biólogo marino Greg Skomal dijera a National Geographic en 2016 que «no es si atacarán mortalmente a alguien, sino cuándo atacarán mortalmente a alguien» en Cape Cod. «Devoran focas a 100 metros de los surfistas».
La Atlantic Human Conservancy, una rama de la Atlantic White Shark Conservancy, se fundó tras los ataques con el objetivo de mantener el interés de la gente sobre los de los tiburones y las focas. El grupo ha celebrado pequeñas reuniones en bibliotecas locales y su fundador, el surfista Karl Hoefer, ha exigido sacrificios de focas, citando excepciones de la Ley de Protección de mamíferos marinos otorgadas a las pesquerías del Noroeste.
«Son monas, pero es lo único que se me ocurre cuando pienso en qué les gusta de ellas a la gente», me contó el fundador del grupo, Hoefer, en una cafetería de Orleans.
La población de focas también es motivo de frustración entre los pescadores de Cape Cod porque compiten por los mismos recursos.
«Matadlas a todas», dijo el pescador Chris Ciccarelli sobre las focas mientras observaba cómo un barco descargaba langostas en el mercado de pescado del muelle de Chatham. «No tengo nada contra los tiburones».
Una nueva normalidad
Skomal, científico de pesquerías del Departamento de Pesca y Caza de Massachusetts e imagen pública de Atlantic White Shark Conservancy, afirmó que los tiburones son la medida de la naturaleza para controlar la población de focas. Afirmó que la mayoría de los mordiscos en humanos son casos de confusión de identidad.
«El riesgo aún es relativamente bajo», afirmó Skomal. «Hay quien estará dispuesto a aceptar el riesgo. Quienes estén dispuestos a salir de las aguas poco profundas e ir a mar abierto, como surfistas, kayakistas, los que practican paddle board y windsurf y bodyboard, son quienes corren los mayores riesgos».
Este problema aparece casi a diario en los medios locales y la noticia de los ataques apareció en titulares por todo el mundo. A algunos residentes les preocupa que la información de los medios perjudique al turismo. Vecchione afirma que los ataques de tiburones y la atención mediática subsiguiente que atraen ya han afectado a su negocio y quizá tenga que cerrar su tienda.
Otro dueño de una tienda de surf en Orleans me acusó de tener un «plan alarmista» en mente y me dijo que me fuera de Cape Cod. «No deberías estar aquí», me dijo después la mujer de ese hombre.
Por otra parte, los tiburones son una atracción para algunos turistas. Los tiburones aparecen en camisetas, tazas y arte en tiendas de toda la zona. El Chatham Bars Inn ofrece excursiones para observar tiburones en un barco que sigue a buques de investigación. El coste para cinco personas es de 2.500 dólares.
«Se ha vuelto real»
En el funeral de Medici en la playa, Marc Angelillo, residente de Orleans y excompetidor de paddleboard, estaba descalzo al borde del mar, con aspecto nervioso. Pasa cientos de horas en el agua cada año, últimamente como par de ojos adicional para los surfistas más jóvenes. A Angelillo le gustaría contribuir a que Cape Cod se transforme en un lugar donde los humanos, los depredadores y sus presas puedan coexistir con la ayuda de la ciencia y el sentido común, una aceptación colectiva de los tiburones que sí se ve en Australia y California. Lleva consigo páginas y páginas de investigación sobre tiburones y focas.
«Hay que ser consciente y estar preparado», me contó. «No voy a vivir con miedo, pero las reglas del juego han cambiado. Hace cinco años, solíamos reírnos de ello, pero era inevitable que ocurriera esto».
Rocha, el joven que sacó el cuerpo de Medici del agua, se quedó en la orilla con su familia mientras los surfistas remaban en el mar. Pero enseguida fue corriendo al aparcamiento y volvió instantes después con un traje de neopreno. Aunque algunos le ofrecieron una tabla larga, que le protegería más de los tiburones, se sumergió en el océano y nadó hacia el círculo de surfistas moviendo las piernas en la parte trasera de una tabla de bodyboard. Era la primera vez que el adolescente tocaba el agua desde la muerte de Medici.
«Tienen que rezar y salir de ahí enseguida», afirmó Angelillo.
Cuando acabaron, todos los surfistas abrazaron a Rocha. El último hombre en salir del agua se parecía a un Papá Noel decolorado por el sol, con florecitas violetas en la barba.
«Salir aquí esta mañana ha sido muy fuerte para nosotros», me contó Chuck Cole. «Se ha vuelto real. Para algunos, es demasiado. Hay demasiados nervios y la gente hace surf para huir del estrés. Podría haber sido cualquiera de nosotros».
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.