Los glotones luchan por sobrevivir, pero el calentamiento plantea una nueva amenaza

Para finales de siglo, estos carnívoros pequeños y feroces del norte podrían perder la mayor parte de su hábitat al sur de Canadá debido al cambio climático.

Por Douglas H. Chadwick
fotografías de Steven Gnam
Publicado 5 sept 2019, 16:28 CEST
Glotón
Un glotón en alerta en el valle Swan, Montana, dispara una cámara trampa mientras se alimenta de un cadáver de ciervo. Estos depredadores reservados están preparados para sobrevivir en paisajes septentrionales gélidos. ¿Podrán adaptarse a un mundo más cálido?
Fotografía de STEVEN GNAM con ayuda de SWAN VALLEY CONNECTIONS
Este artículo aparece en el número de agosto de 2019 de la revista National Geographic.

Hace años, una noche, el biólogo Albert Manville condujo hasta un vertedero cerca del lago Louise, en el parque nacional de Banff, Alberta.

Por aquel entonces, el lugar no estaba vallado y los osos grizzly acudían para rebuscar entre la basura. Manville observaba un oso que comía un gran trozo de carne cuando percibió movimiento en el límite de la luz que proyectaban sus faros. Era un glotón que miraba fijamente al oso y la carne. ¿Qué más podía hacer? Pesaba 14 kilos, como mucho, y el grizzly pesaba cientos.

Huellas de glotones
Un rastro de huellas indica la presencia de glotones en el parque nacional de los Glaciares. Los glotones canadienses, antes erradicados en los 48 estados contiguos de EE. UU., han recolonizado las partes montañosas de Montana, Idaho, Wyoming y Washington.
Fotografía de Steven Gnam

«De repente, el glotón echó a correr y mordió al oso en el trasero», afirma Manville. «El grizzly se giró y lo atacó con una garra, pero el glotón ya estaba corriendo hacia un lado. Agarró el trozo de carne y huyó hacia la oscuridad».

Un glotón no parece una bestia razonable, ya que actúa de forma demasiado dura y descarada para su tamaño. Pero con apenas un metro de largo desde su ansioso hocico a su peluda cola, un glotón medio puede ocupar un territorio de entre 260 y 1300 kilómetros cuadrados, patrullarlo a un ritmo implacable, olfatear, sondear, cazar, comer carroña y defender su hogar de sus rivales.

En los cinco años que trabajé de voluntario en un estudio revolucionario en el parque nacional de los Glaciares, en Montaña, seguí a un macho con una etiqueta de radio mientras escalaba unos 460 metros por una rampa cubierta de hielo en una ladera escarpada y cruzaba la divisoria continental. El ascenso le llevó menos de 20 minutos.

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    Glotón
    Los glotones son más exigentes con los lugares donde viven que con lo que comen. Roedores, aves y mamíferos más grandes son sus presas favoritas, pero en invierno pueden comer carroña, como esta pata de ciervo.
    Fotografía de STEVEN GNAM con ayuda de SWAN VALLEY CONNECTIONS

    Otro macho escaló la cima más alta del parque —el monte Cleveland, de 3190 metros— en enero, cuando el pico era una gigantesca escultura de hielo. Recorrió los últimos 1500 metros en 90 minutos. En los 10 días siguientes escaló otras crestas al oeste, se dirigió al norte a la Columbia Británica, trotó al este por la divisoria, continuó hacia el parque nacional de los lagos Waterton en Alberta y volvió al sur por otras cordilleras para regresar a los Glaciares. Como si nada. En uno o dos días, se marchó y repitió la travesía.

    Oso mofeta. Diablo de la montaña. Demonio del Norte. Durante siglos, los glotones se definieron como criaturas codiciosas, apestosas e inquietantemente astutas y esquivas, pero también malhumoradas, arbitrariamente destructivas y peligrosas para la gente en el campo. Pero ninguna de estas caracterizaciones encajan.

    Glotón
    En su implacable búsqueda de alimento, los glotones suelen recorrer cientos de kilómetros cuadrados de terreno accidentado. Las grandes patas con garras afiladas y curvas (abajo) permiten a estos exploradores intrépidos escalar paredes de hielo en cuestión de minutos.
    Fotografía de Steven Gnam

    El Gulo gulo (de la palabra latina «glotón») es autóctono de las regiones árticas, subárticas y montañosas del hemisferio norte. La especie forma parte de la amplia y variada familia de los mustélidos, muchos de los cuales tienen metabolismos acelerados. El grupo incluye martas, comadrejas, tejones, rateles, nutrias y nutrias marinas. De los miembros no acuáticos de la familia, el glotón tiene el cráneo más pesado, las mandíbulas más fuertes y los dientes, el cuerpo y los pies más grandes. Un solo glotón puede derribar presas del tamaño de caribúes adultos y algunos avistamientos no verificados describen glotones ahuyentando a lobos y a osos grandes de un cadáver.

    Lo último que es un glotón es una especie vulnerable, o eso puede parecer. Pero los tramperos, cazadores y ganaderos aniquilaron al animal en gran parte de Eurasia. En el Nuevo Mundo, las campañas de erradicación de depredadores incentivadas por el gobierno les han pasado una gran factura. Para la década de 1930, la especie había desaparecido de los 48 estados continentales de Estados Unidos.

    Glotón hembra
    A finales de febrero, las hembras se refugian en las profundidades de los ventisqueros para crear madrigueras, donde dan a luz a entre una y tres crías. El aumento de las temperaturas y la cubierta de nieve reducida en primavera podría reducir su hábitat.
    Fotografía de Steven Gnam

    Con todo, los glotones son supervivientes tenaces con bastiones en Alaska y otras partes del oeste de Canadá. Cuando en los 60 se eliminó el envenenamiento de depredadores, los glotones de las Rocosas canadienses empezaron a recolonizar las tierras altas de Montana y se extendieron a algunas zonas de Idaho y el norte de Wyoming.

    Entonces, en los 90, los glotones de Canadá empezaron a aventurarse en el parque nacional de las Cascadas del Norte, en Washington. En la actualidad, hay grupos reproductores en cuatro estados, Montana, Idaho, Wyoming y Washington, pero la población sigue siendo pequeña. Una reciente estimación cifraba la población de glotones al sur de Canadá en unos 300 ejemplares.

    Un glotón del norte de Montana
    Un glotón del norte de Montana es uno de los casi 300 que viven en los Estados Unidos contiguos. El cambio climático amenaza con aislar a esta población vulnerable, pero las iniciativas para protegerla conforme a la Ley de Especies en peligro de extinción de Estados Unidos se han estancado.
    Fotografía de Steven Gnam

    Por su parte, las poblaciones a ambos lados de la frontera entre Estados Unidos y Canadá se enfrentan a una serie de amenazas. La mayoría se deben a la expansión de la actividad humana hacia las zonas rurales, pero hay un problema que supera al resto: el calentamiento del clima. El Gulo gulo está adaptado y depende mucho de hábitats fríos y con nieve acumulada durante todo el año. Aunque las regiones polares se calientan más deprisa que otras latitudes, se están produciendo incrementos térmicos similares en grandes altitudes, como las Rocosas. Si el cambio climático sigue según lo previsto, los glotones podrían perder un tercio de su área biogeográfica actual al sur de Canadá para 2050 y dos tercios antes de finales de siglo.

    Desde 1994, pese a las peticiones y las demandas para proteger a los glotones conforme a la Ley de Especies en peligro de extinción estadounidense, el Servicio Federal de Pesca y Vida Silvestre se ha resistido a incluir a los glotones como especie amenazada. En 2016, citando el creciente peligro del cambio climático, un juez federal ordenó a la agencia que reconsiderara su decisión. La cuestión sigue igual hoy en día: en un limbo.

    El parque nacional de los Glaciares alberga las poblaciones más densas de glotones en los Estados Unidos contiguos. Pero como cada glotón protege celosamente un terreno enorme, solo cabrían un total de 30 o 40 en el parque de casi 3900 kilómetros cuadrados. La realidad es que ninguna reserva alberga una población de glotones lo bastante grande como para ser verdaderamente autosostenible. Para lidiar con los cambios medioambientales y evitar la endogamia a largo plazo, cada grupo necesita estar conectado con otros en una región más amplia.

    Los biólogos solían decir que el mejor plan para conservar a los animales salvajes era crear parques y reservas. Ahora afirman que también debemos proteger los corredores naturales que vinculan las áreas protegidas para garantizar que especies como los glotones puedan viajar por grandes superficies, intercambiar genes y ajustarse a las condiciones cambiantes. A los glotones no les va la teoría, pero saben por instinto que no deben hacer las cosas a medias. Hay que ir hasta el final.

    El biólogo y escritor Douglas H. Chadwick es el autor de The Wolverine Way. El fotógrafo Steven Gnam se especializa en explorar e iluminar nuestro vínculo con la naturaleza.
    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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