En la India, alimentar a los perros callejeros se considera un servicio esencial

Los millones de animales callejeros del país, como los monos y las vacas, están pasando hambre, pero los buenos samaritanos salen para alimentarlos durante la pandemia.

Por Deepa Lakshmin
Publicado 11 may 2020, 14:30 CEST
Oineetam Oza da galletas a perros y monos

La trabajadora social india Oineetam Oza da galletas a los perros y monos callejeros cerca de un templo hindú en Gauhati, India, el 23 de abril de 2020.

Fotografía de Anupam Nath, Associated Press

Otro día con 500 bocas que alimentar para Sanjukta Lal.

Cada día, Lal prepara arroz y pollo para un sinnúmero de perros callejeros. Después, durante la orden de confinamiento nacional, sale a la calle para dejar la comida en varios lugares de la ciudad de Puducherry, en el sur de la India.

Lal es una de las amantes de los animales que cuida de algunos de los 35 millones de perros callejeros de la India, muchos de los cuales no pueden encontrar comida durante el mayor confinamiento del mundo para detener la propagación de la COVID-19. Con el cierre de las tiendas y los restaurantes desde el 25 de marzo hasta el 18 de mayo, como mínimo, la principal fuente de sustento de los canes (los restos de la basura) ha desaparecido.

Anticipándose a este problema, la Junta de Bienestar Animal de la India publicó una carta dos días antes de la entrada en vigor de las restricciones en la que declaraban que alimentar «a los animales de compañía y los callejeros es un servicio esencial». La carta instaba a las ciudades a permitir dar de comer a animales callejeros durante el confinamiento ya que, sin esa ayuda, un gran número de animales «sufriría y moriría».

Otras ciudades, como Delhi y Jaipur, han emitido pases especiales que permiten que la gente salga de casa para cuidar y alimentar a animales callejeros (como perros, vacas, aves y monos), la mayoría de su propio bolsillo.

A veces, Lal, que es voluntaria del Bark India Charitable Trust, se queda fuera hasta la 1 de la mañana dando de comer a los perros. Activistas como ella hacen todo lo posible, pero no basta, cuenta en una entrevista telefónica. «Hay perros que pasan hambre durante casi siete días. Y después reciben comida al octavo día, a lo mejor».

En Puducherry (antes Pondicherry), la mayoría de los 240 000 residentes de la ciudad se han quedado en casa. Los perros que ve Lal están «más relajados» y «tumbados por la calle», cuenta, porque por una vez no hay coches pitándoles para que se muevan.

La situación no es tan pacífica en el norte del país. Harshit Sharma lleva un par de años dejando comida para los perros callejeros en Ghaziabad, un suburbio de Delhi, la segunda ciudad más grande de la India con más de 11 millones de habitantes. Sharma afirma que ahora los perros son más territoriales y agresivos. Resulta muy perturbador porque los perros infectados con la rabia pueden transmitirla con mordiscos y la India registra la cifra más alta de casos de rabias del mundo, con hasta 20 000 al año.

Con pandemia o sin ella, alimentar a animales callejeros hambrientos no es algo aceptado universalmente. En la ciudad de Agra, famosa por el Taj Mahal, han hostigado a la gente por alimentar a los perros.

Vineeta Arora, dueña del refugio para animales de Agra Casper’s Home, afirma que «un tendero le dio una paliza» a uno de sus voluntarios por dar de comer a los perros demasiado cerca de una tienda que estaba abierta ilegalmente durante el confinamiento. Aunque el gobierno apoya que las personas cuiden de los animales, los conciudadanos de esas personas pueden tomarse la justicia por su mano.

El aumento de los abandonos

La crisis ha empezado en un momento en que los perros callejeros (que suelen ser «indies», un término afectivo para las razas autóctonas de la India) han ganado popularidad, ya que las adopciones han aumentado en los últimos años.

Sin embargo, ahora los abandonos de perros se han disparado en todo el país, en parte debido a los miedos infundados a que las mascotas contagien la COVID-19 a los humanos. Las tiendas de mascotas y los centros de cría han cerrado y abandonado a los animales dentro. La junta ha enviado un aviso urgente implorando a las autoridades que evacúen estos establecimientos. Mientras comprobaban estos centros descuidados, Arora y su equipo encontraron unos cachorros que habían muerto de hambre en un mercado local.

Arora indica que los trabajadores de rescate de animales también deben buscar perros atrapados en casas cuando sus dueños están en cuarentena o aislados en otras partes. «Había un médico infectado con coronavirus y habían llevado a toda su familia a un hospital sin liberar al labrador que tenían», explica por teléfono.

Las autoridades rescataron al perro un día después. En varios casos similares, Arora ha colocado a los perros que se han quedado solos en casas de acogida.

Con 42 000 casos de coronavirus confirmados en la India, algunos dueños están abandonando a sus mascotas «sencillamente porque ya no creen que sea seguro tener perro», afirma Sharma. «Claro que hay gente que solo quiere deshacerse de sus perros y aprovecharse de la excusa del coronavirus».

Sudha Narayanan, fundadora del Charlie’s Animal Rescue Centre en Bengaluru, recibe una media de cinco llamadas y dos emails al día de gente que quiere abandonar a su mascota, un aumento de un 30 por ciento respecto a antes de la pandemia.

Narayanan dice que intenta disuadir a estas personas, pero cuando cuelgan tiene la «mala sensación» de que van a ignorar sus consejos.

En Agra, Arora también ha asesorado a los dueños que consideran abandonar sus mascotas y desde enero no han adoptado ni un solo perro de su refugio.

Con vistas al futuro

Con todo, los activistas han hallado un punto positivo. El efecto de la pandemia de coronavirus en los animales callejeros ha concienciado más al público general sobre la difícil situación de la pandemia, un beneficio que espera que persista cuando termine la crisis sanitaria.

En Puducherry, Lal ha observado que más familias dejan comida frente a su puerta para los perros callejeros.

Y en el área de Delhi, varios ciudadanos y organizaciones están tan dispuestos a ayudar que acaban redoblando el esfuerzo.

«Hay un perro en mi calle y fui a darle de comer ayer», cuenta Sharma. Pero en este suburbio de Ghaziabad, un guardia de seguridad contó «que en realidad el perro ya no come nada... Vienen varias personas y creen que el perro no tiene nada para comer, por eso lo alimentan cada dos horas».

Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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