Los osos grizzly están recuperándose. Pero ¿podrán los humanos crear espacio para ellos?

Los humanos los llamamos «ataques»; los osos los consideran una defensa. Sea como fuere, las interacciones entre humanos y osos grizzly están aumentando en Estados Unidos.

Por Aaron Teasdale
Publicado 11 feb 2021, 12:11 CET
Imagen de unos osos grizzly bañándose

Una cámara trampa fotografía a unos osos grizzly bañándose, chapoteando y retozando en el agua.

Fotografía de MICHAEL NICHOLS CON RONAN DONOVAN Y EL SERVICIO DE PARQUES NACIONALES, NATIONAL GEOGRAPHIC

Kyler Alm se quedó inmóvil. Una rama se rompió. Había algo en el bosque, detrás de él. Alm, un cazador de 19 años con permiso para matar uapitíes macho, colocó una flecha en el arco y esperó. Entre los árboles surgió el pelaje pardo de un animal que se movía, pero faltaba algo. Alm, que se había adentrado solo en el bosque, no vio astas.

Un instante después, el joven cazador, que estaba a más de tres kilómetros de su camioneta al pie de las montañas Bitterroot del oeste de Montana, se topó cara a cara con el oso más grande que había visto jamás. A diferencia de los osos negros que frecuentan estos bosques, este no huyó. Como todo el mundo sabe que aquí no viven osos grizzly —no han habitado las Bitterroot en 70 años—, Alm no llevaba espray para osos.

Los ojos del joven se cruzaron con los del oso. El gran animal, que tenía una reveladora raya plateada en el hombro propia de los grizzly, le sostuvo la mirada.

«Hola, oso, hola, oso», dijo Alm con voz trémula. El oso resopló y se mantuvo firme. Alm gritó tan alto como le permitieron los pulmones. Sin embargo, el oso se le quedó mirando.

Temiendo un ataque, Alm apuntó hacia el suelo a los pies del oso con su pistola de nueve milímetros y disparó tres veces. El animal retrocedió unos metros, se detuvo y volvió a mirar fijamente al joven, resoplando una y otra vez. Alm retrocedió. Pero el suelo estaba resbaladizo por la lluvia y cayó de espaldas. Fue entonces cuando oyó el retumbar de unas patas enormes en el suelo.

«Pensé que el oso venía a por mí», dice Alm.

Por suerte, no era así. Alm se puso de pie de un respingo y vio la espalda del animal alejándose en el bosque.

«Creo que nunca me había marchado tan rápido de la montaña», dice Alm sobre el regreso a su camioneta.

Cuatro días después, una cámara activada por el movimiento colocada en las faldas de las Bitterroot capturó a un oso grizzly comiéndose las manzanas de un árbol en un huerto rural. Los dos incidentes aparecieron en los periódicos de Missoula, una ciudad cercana de 80 000 habitantes donde los residentes no están acostumbrados a que haya osos grizzly en las colinas circundantes.

Un oso grizzly se come las piñas de un pino de corteza blanca

Una cámara remota captura a un oso grizzly comiéndose las piñas de un pino de corteza blanca en el Gran Ecosistema de Yellowstone, Wyoming.

Fotografía de Drew Rush, National Geographic

«Ahora mismo, la gente siente una especie de falsa seguridad», contó Justin Singleterry, el guardabosques de Montana que investigó el encuentro de Alm con el oso, al periódico Missoulian en octubre.

«Los osos grizzly están reocupando áreas considerables de su [antiguo] hábitat», explica el biólogo de osos veterano Chris Servheen acerca del aumento constante de las poblaciones de osos grizzly en las Rocosas del Norte. «Así que uno no debe esperar que solo por estar fuera de [el parque nacional de los Glaciares] o Yellowstone no va a ver un oso grizzly». Hace poco, Servheen se jubiló del Servicio Federal de Pesca y Vida Silvestre, donde supervisó la gestión de los osos grizzly en Estados Unidos durante 35 años, e insiste en que las personas y los osos pueden convivir si la gente toma las precauciones adecuadas.

A medida que los osos grizzly expanden su área de distribución en Montana, Idaho y Wyoming y se adentran en lugares donde no habían vivido en un siglo o más, se encuentran cada vez más con humanos. La situación se intensificó el pasado verano, cuando los senderos y los campamentos de la región se llenaron de turistas inexpertos que buscaban refugio al aire libre durante la pandemia de coronavirus. Hubo un repunte de los ataques de osos grizzly. Los gestores de osos recibieron un aluvión de llamadas sobre osos grizzly atraídos por la basura y las gallinas, entre otras cosas. La dispersión de los osos grizzly se acercó mucho a los estados vecinos: una cámara remota de Wyoming grabó a un oso grizzly a solo 32 kilómetros de la frontera con Utah y un oso con un collar de rastreo en Idaho estuvo a punto de entrar en Oregón y Washington. En definitiva, el 2020 ofreció una perspectiva tensa de los retos y el complejo futuro de los osos grizzly en América.

¿Cuántos osos son suficientes?

Los osos grizzly ocupan un rincón conflictivo en la psique estadounidense: los admiran, pero también acechan en las pesadillas de la gente. Se puede comprar comida en Grizzly Grocery antes de escalar el Grizzly Peak o practicar senderismo en Grizzly Gulch. Para instalar la caldera puedes contratar los servicios de Grizzly Plumbing and Heating. Aquí en las Rocosas del Norte, y en el resto de los lugares donde viven osos grizzly, las personas les construyen estatuas, cuelgan sus fotografías en las paredes y, si ven un grizzly en la naturaleza, cuentan historias alrededor de las hogueras y a la hora de cenar durante el resto de sus vidas. Si preguntas a los turistas que vienen de todo el mundo para visitar los parques nacionales de los Glaciares y Yellowstone qué animales esperan ver, su respuesta suele ser la misma: un oso grizzly.

La mitad occidental de Estados Unidos rebosaba de osos grizzly en la época del contacto europeo, cuando se estimaba que había 50 000 o más conviviendo con los nativos americanos, desde el Pacífico hasta las praderas del Medio Oeste, llegando hasta las montañas de México. Para la década de 1970, tras siglos de disparos, trampas y envenenamiento por parte de los colonos, solo quedaban de 600 a 800 osos grizzly en solo un 2 por ciento de su antigua área de distribución en el refugio alpino de las Rocosas del Norte. Su caída en el olvido se frenó en 1975 con su inclusión en la Ley de Especies en Peligro de Extinción y las protecciones que conlleva.

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    “Los ataques letales contra los humanos son raros. De media, hay un encontronazo mortal cada tres años en los Estados Unidos continentales. Algo mucho más habitual es que las personas maten a los osos disparándoles ilegalmente, atropellándolos o alimentándolos sin querer.”

    En la actualidad se estima que hay 2000 osos grizzly o más en los Estados Unidos contiguos (y aproximadamente 25 000 en Canadá y 30 000 en Alaska), prueba de la capacidad de recuperación de las poblaciones de animales salvajes si se les da espacio para hacerlo. El éxito de su recuperación ha sido tal que el Servicio de Pesca y Vida Silvestre de Estados Unidos ha intentado retirar al oso de la lista de especies protegidas dos veces en los últimos 13 años, la más reciente en el 2017, lo que relajaría las protecciones legales y permitiría su caza. Ambas iniciativas fueron revocadas en un tribunal federal debido a las demandas interpuestas por grupos de conservación. Por ahora, los osos grizzly siguen siendo una especie protegida.

    En los Estados Unidos continentales, los osos grizzly tienen dos grandes poblaciones en los parques nacionales de los Glaciares y de Yellowstone y en los ecosistemas circundantes. Los osos de los Glaciares representan el límite meridional de la gran masa continua de osos grizzly que habita los terrenos salvajes desde Montana hasta Alaska.

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      Mirador de Gird Point

      Mirador de Gird Point, bosque nacional de Bitterroot, Darby, Montana.

      Fotografía de Ami Vitale, National Geographic

      En cambio, los grizzly de Yellowstone han sobrevivido en una isla genética, aislados geográficamente de la población general, como el punto de un signo de exclamación de cierre. Debido al aislamiento genético, los osos son vulnerables a la endogamia, las enfermedades, los cambios en los hábitats inducidos por el cambio climático y otras amenazas existenciales. El Servicio de Pesca y Vida Silvestre intentó retirar primero las protecciones de la subpoblación de osos grizzly de Yellowstone (los osos grizzly de los Glaciares serían los siguientes), pero su intento se revocó debido a su falta de interconexión.

      Para que los osos grizzly sobrevivan en América, se necesitan más osos en más lugares. La cuestión es si la gente lo permitirá.

      Mantener a los osos fuera de peligro

      El problema de los osos grizzly errantes no es una cuestión de espacio —cuentan con hábitats amplios, ya sea en Montana, Wyoming, Colorado o California (donde los grupos de conservación han demandado su reintroducción)—, sino de lo que los biólogos denominan «aceptación social».

      En otras palabras, a algunas personas no les gustan los osos grizzly, lo que puede complicar las vidas de quienes viven cerca de ellos. Si no se toman precauciones, los grizzly pueden convertirse en una molestia, ya que a veces matan al ganado o hurgan en los jardines en busca de comida, lo que podría provocar ataques preventivos contra ellos. El 9 de noviembre, descubrieron dos osos grizzly asesinados ilegalmente cerca de Bigfork, Montana, en Bear Creek Road, nada menos. Once días después encontraron otro grizzly muerto con las patas cortadas en el cercano valle de Yaak.

      El majestuoso oso grizzly y su apetito insaciable
      ¿Peludos y adorables o fieros y agresivos? Como muchos animales, los osos grizzly pueden ser todo lo anterior. Estas maravillas de Norteamérica son una subespecie de oso pardo que en su día ocuparon vastas zonas del Oeste de Estados Unidos. Auqnue todavía son habituales en Alaska y Canadá occidental, su población ha disminuido en los Estados Unidos contiguos. Su hábitat varía mucho, de bosques densos a praderas alpinas, de llanuras abiertas a la tundra ártica. Recorren la tierra buscando alimentos y cazando, y su comida depende de la estación y la disponibilidad de alimentos. Son depredadores en la parte superior de la cadena trófica, pero gran parte de su dieta comprende fruta, hierbas e insectos. Algunos de los rasgos físicos de los osos grizzly se centran en localizar y devorar su comida. Tienen garras largas y menos curvas que las del oso negro, idóneas para excavar plantas y roedores. Y con un hocico más sensible que el de un sabueso, los grizzly pueden detectar comida a kilómetros de distancia. Su joroba característica es una gran masa muscular que les aporta más fuerza cuando cavan. También es uno de los rasgos que los distinguen de sus parientes, los osos negros.

      Pese a esta animadversión, los ataques letales contra los humanos son raros. De media, hay un encontronazo mortal cada tres años en los Estados Unidos continentales. Algo mucho más habitual es que las personas maten a los osos disparándoles ilegalmente, atropellándolos o alimentándolos sin querer.

      Cada año, los gestores de fauna silvestre sacrifican a decenas de osos grizzly en toda la región, ya que se han condicionado a lo que los biólogos denominan «atrayentes» que dejan los propietarios: gallinas, montones de compost, semillas para pájaros y otras fuentes de alimento. Los osos aprenden rápido y en cuanto prueban las recompensas fáciles de la comida suministrada por los humanos en viviendas o campamentos, buscarán más guiándose por su intenso sentido del olfato. Se han documentado osos grizzly que son capaces de detectar el olor del cadáver de un animal a más de 16 kilómetros.

      Cuando los grizzly pasan a estar condicionados por la comida, los gestores de osos los capturan en grandes trampas de metal con la forma del fuselaje de un avión y los atraen utilizando como cebo patas de ciervos atropellados. A continuación, los sacrifican por la seguridad humana. De ahí el dicho «un oso alimentado es un oso muerto».

      Un ejemplo es la pareja de osos grizzly, hermano y hermana, que este verano, en Yellowstone Oeste, Montana, se alimentaron varias veces de basura y comida para perros que alguien había dejado frente a su casa. Finalmente, los atraparon y los sacrificaron el 1 de septiembre, cuando husmearon en una tienda de campaña ocupada.

      “Los gestores de osos recibieron un aluvión de llamadas sobre osos grizzly. En definitiva, el 2020 ofreció una perspectiva tensa de los retos y el complejo futuro de los osos grizzly en América.”

      Si las personas retiraran la comida y otros atrayentes odoríferos de sus propiedades y campamentos, los osos grizzly pasarían de largo sin causar problemas. Instalar cercas eléctricas alrededor de los gallineros y de los recintos de otros animales domésticos también es muy eficaz para repeler a los grizzly, que normalmente solo necesitan recibir una descarga para no volver más.

      «Lo ideal es tener un paisaje limpio y sin atrayentes donde los osos puedan pasar por [zonas desarrolladas] sin adquirir malos hábitos», explica James Jonkel, biólogo de la oficina de Pesca, Vida Silvestre y Parques de Montana que gestiona los osos de Missoula y sus alrededores.

      Recientes estudios de osos con collares de rastreo en el valle Swan, Montana, sorprendieron a los biólogos al ilustrar la capacidad de los osos grizzly para vivir y pasar desapercibidos por zonas rurales pobladas. En otras palabras, cuando las personas toleran su presencia, los osos grizzly hacen lo mismo pacíficamente, siempre y cuando los atrayentes no los metan en problemas.

      Fotografía de un oso grizzly en el parque nacional Bridger-Teton

      Una cámara remota captura a un oso grizzly en el parque nacional Bridger-Teton.

      Fotografía de Charlie Hamilton James, National Geographic

      El efecto de la COVID-19

      Los osos grizzly no son la única especie cuyas poblaciones están aumentando en las Rocosas del Norte; las poblaciones humanas también están creciendo. Los más de 300 kilómetros que separan los ecosistemas de Yellowstone y los Glaciares abarcan una región en rápido crecimiento con montañas nevadas donde los valles están plagados de ranchos bovinos, pueblos y las pequeñas ciudades en auge de Missoula y Bozeman. El condado de Gallatin, al norte de Yellowstone, ha crecido un 30 por ciento en la última década y su centro comercial, Bozeman, de 49 000 habitantes, es el área «micropolitana» que más rápido crece del país. Se prevé que su población aumentará un 50 por ciento en los próximos 20 años. El crecimiento del condado de Missoula y de otros condados entre medias también es de dos cifras.

      La pandemia ha impulsado esta migración, ya que cada vez más urbanitas están trasladándose a pequeñas ciudades de la región. Stacy Courville, biólogo de osos de las tribus confederadas salish y kootenai al norte de Missoula, donde el pintoresco valle de Mission atrae a futuros propietarios, habla del gesto de sorpresa de una nueva residente cuando se enteró de que un oso grizzly había sido atrapado cerca de su casa, donde un pequeño manzanar desprotegido servía como atrayente.

      «Hay nuevos residentes y no se dan cuenta de que están en tierra de osos», cuenta. «Creo que eso ocurre por todas partes».

      Igualmente, el pasado verano la región recibió una aglomeración sin precedentes de turistas inexpertos que dejaron comida y basura en los campamentos e inundaron los terrenos públicos de la zona sin conocer los protocolos sobre osos grizzly.

      «[Este verano] hubo un enorme efecto COVID», cuenta Jeff Mow, superintendente del parque nacional de los Glaciares que quiere incrementar la educación sobre el ocio responsable en los territorios de los osos. «Recibimos una gran cantidad de visitantes que no sabían cómo comportarse con algunas habilidades muy básicas».

      Durante el verano pandémico también se registró una cantidad récord de encuentros con osos grizzly, que para los animales son una defensa y que nosotros denominamos «ataques».

      Big Sky, en Montana, es una comunidad turística a 40 kilómetros al noroeste de Yellowstone que registró el primer ataque de un grizzly en 23 años el 31 de mayo, Día de los Caídos. El segundo se produjo 17 días después y el tercero, el 7 de septiembre. Ninguno fue mortal, pero uno estuvo a punto de serlo. Todos causaron heridas importantes.

      Según Megan Robbins, investigadora de la Universidad de Montana que estudió los ataques de osos grizzly, el número medio de ataques suele ser inferior a seis al año en los Estados Unidos continentales. Este año hubo 13.

      Algunos biólogos sospechan que la pandemia ha contribuido al aumento de los ataques de osos grizzly, primero porque los humanos, encerrados en casa durante el confinamiento, no visitaron su hábitat en primavera, lo que atrajo a los grizzly a zonas que en otras circunstancias habrían evitado, y segundo, por el aluvión de turistas en verano.

      Servheen insiste en que los ataques son prevenibles, sobre todo si los turistas y los cazadores llevan y utilizan adecuadamente espray para osos, que es más eficaz que las armas para repeler a los osos grizzly y deja a los animales ilesos. «Las personas que prestan atención en hábitats de osos grizzly y pueden llevar espray para osos y hacer ruido y no están solas», afirma. «Si haces eso, estás a salvo».

      El vínculo fundamental

      Al igual que en Missoula, los residentes de Bozeman están acostumbrados a una vida sin osos grizzly cerca. Cuando avistaron a un grizzly el 17 de octubre a solo ocho kilómetros a las afueras de la ciudad, supuso una conmoción para la comunidad, cuyos senderos son frecuentados por ciclistas de montaña, corredores y otras personas que practican actividades de ocio, cada vez más llegadas de zonas urbanas.

      Kevin Frey, biólogo de osos del estado de Montana que supervisa la región de Bozeman, teme la posibilidad de que ocurran conflictos en el futuro. «La gente debe abrir los ojos y darse cuenta de que esto no es Central Park», afirma.

      Por su parte, los osos grizzly están cada vez más cerca de restablecer el vínculo fundamental entre Yellowstone y los Glaciares, lo que garantizará la salud de los osos del sur y permitirá que los retiren de la lista de especies protegidas. A lo largo de la frontera de Montana e Idaho, las montañas Bitterroot, donde Alm se topó con aquel grizzly, podrían ayudar a crear un vínculo fundamental entre los dos parques. El biólogo Jonkel, junto a grupos de conservación como Defenders of Wildlife y People and Carnivores, está trabajando para preparar a los residentes del valle de Bitterroot para la llegada de los osos grizzly enseñándoles prácticas responsables. Frey hace lo mismo en el valle de Big Hole, donde recientemente también han aparecido osos grizzly.

      Sus esfuerzos y los de los gestores de tierras y los biólogos que trabajan para mantener a salvo a los osos y las personas de la región pronto se pondrán a prueba. Cuando llegue la primavera, la cantidad inusualmente elevada de osos grizzly que han sido alimentados por campistas y residentes este año recorrerá las Rocosas del Norte en busca de su próxima comida.

      «Con toda esta gente mudándose a Montana, va a ponerse interesante», dice Jonkel.

      Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.
      Los osos grizzly se consideran una de las especies más emblemáticas del Parque Nacional de Yellowstone.

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