Las ballenas no expulsan agua por los espiráculos y otros mitos desmentidos
Estamos disipando las ideas erróneas más comunes sobre estos mamíferos marinos, algo que resulta esencial para mantenerlos sanos y salvos.
El sol de la mañana captura el chorro de una orca de tipo B en el estrecho de Gerlache, en la Antártida.
La creencia de que las ballenas son tan grandes que pueden tragarse vivos a los humanos es tan antigua como la historia bíblica de Jonás y la ballena. Pero aunque ha habido casos de humanos engullidos por la boca de una ballena —el más reciente un pescador de langostas en Cape Cod, Massachusetts—, la mayoría de las ballenas no son capaces de tragarse personas.
Como contó Nicola Hodgins, de la organización británica Whale and Dolphin Conservation, a National Geographic a raíz del último incidente, la garganta de la mayoría de las ballenas es demasiado pequeña para tragarse algo tan grande como un ser humano. La boca de una ballena jorobada, por ejemplo, puede extenderse hasta tres metros, pero su garganta solo alcanza unos 25 centímetros de diámetro. Solo el cachalote tiene una garganta lo bastante grande para contener una presa del tamaño de un humano, pero como vive en aguas profundas y en alta mar, es improbable que esta especie se encuentre alguna vez con una persona y mucho menos que se la trague.
Esta es solo una de las muchas ideas erróneas sobre las ballenas que la ciencia puede desmentir. La gente suele sorprenderse cuando se entera de que no todas las ballenas pueden cantar. Estos animales tampoco pueden respirar bajo el agua y no expulsan agua por los espiráculos. Así que vamos a aclarar los mitos más comunes sobre estos mamíferos marinos.
Las ballenas tienen pelo
Aunque no tienen un aspecto peludo, los cetáceos tienen pelo, señala Hodgins, que explica que algunas ballenas y delfines nacen con algo que parecen bigotes en el hocico. Estos bigotes desaparecen enseguida porque los animales «no necesitan en absoluto» el pelo para entrar en calor bajo el agua. Aunque estos bigotes solo son visibles en algunas especies, la posesión de folículos de pelo es una característica evolutiva que puede observarse en todas las especies, incluidas las ballenas jorobadas y las ballenas azules.
Esto se debe a que los cetáceos son mamíferos —no peces—, lo que significa que tienen pelo, son de sangre caliente y en lugar de poner huevos dan a luz a crías vivas que la madre alimenta con su leche.
Las ballenas no pueden respirar bajo el agua
Como mamíferos, las ballenas también «tienen pulmones, como nosotros, y respiran aire, como nosotros», afirma Emily Cunningham, bióloga marina y administradora de la Marine Conservation Society. Añade que als personas suelen «creer que las ballenas son una especie de pez, y eso no es cierto en absoluto».
Mientras que los humanos respiramos por la nariz y la boca, las ballenas tienen un espiráculo sobre la cabeza o dos en el caso de los misticetos o ballenas barbadas. Es «como un orificio nasal», afirma Cunningham. Aunque no es igual que la nariz humana, por ahí es por donde inhalan y exhalan.
La respiración de los cetáceos es «muy eficiente», añade Pippa Garrard, la directora de educación del Hebridean Whale and Dolphin Trust, y tienen «control consciente» de su respiración y su pulso. Ser capaces de regular sus niveles de oxígeno es especialmente importante para las especies que bucean a gran profundidad. Una vez bajo el agua, «pueden ralentizar el pulso y dirigir la sangre oxigenada a las zonas que la necesitan», como el cerebro, el corazón y los músculos.
El tiempo que los cetáceos aguantan la respiración bajo el agua depende de la especie: los rorcuales minke pueden aguantar unos 15 minutos, los cachalotes hasta 90 minutos y los zifios de Cuvier, más de dos horas.
Las ballenas expulsan aire —no agua— por los espiráculos
Cuando una ballena sale a la superficie después de contener la respiración, Garrard dice que el ruido revelador que se oye «es su exhalación» antes de inhalar y volver a sumergirse. A menudo, en los dibujos animados se representa como un chorro de agua, pero aclara que «lo que realmente vemos es el aliento de la ballena». Cuando el aire caliente de los pulmones de la ballena se encuentra con el aire frío del exterior, se condensa en una nube, como si viéramos nuestro aliento en un día frío. Esta nube también incluye mucosidad y gotas de agua de mar que cubrían el espiráculo cuando la ballena exhala.
Los científicos pueden aprender mucho del aliento de las ballenas. «Muchas especies pasan alrededor del 95 por ciento de su vida bajo el agua y probablemente nunca podríamos verlas si no tuvieran que salir a respirar», dice Cunningham. Algunos científicos utilizan drones especiales equipados con placas de Petri para sobrevolar las ballenas que exhalan y tomar muestras de mucosidad sin molestar a los animales. Esto permite a los investigadores «conocer su salud, niveles de estrés, presencia de contaminantes y todo tipo de cosas interesantes». Los científicos también pueden identificar a las ballenas por la forma de su hocico.
La idea equivocada de que el agua sale del espiráculo de una ballena puede ser perjudicial cuando miembros bienintencionados del público cometen errores al tratar de rescatar a una ballena varada. Dan Jarvis, del British Divers Marine Life Rescue, describe casos de personas que encuentran una ballena varada y «vierten agua directamente sobre el espiráculo pensando que es un pez y que hay que llenarlo de agua». Lamentablemente, como resultado han matado involuntariamente al animal.
No todas las ballenas cantan
La mayoría de las personas están familiarizadas con el canto de las ballenas: la secuencia de sonidos predecibles y a veces complejos que pueden recorrer enormes distancias a través del océano. Pero no muchos saben que no todas las ballenas cantan.
El canto de las ballenas está documentado en las ballenas barbadas, como las jorobadas, los rorcuales comunes, las ballenas azules y las ballenas de Groenlandia. Cómo producen estos ruidos es un misterio, porque no tienen cuerdas vocales.
Pero aunque los odontocetos o cetáceos dentados, —como los cachalotes, los calderones y las belugas— utilizan el sonido para la ecolocalización —con más de 200 decibelios, los chasquidos de un cachalote son tan intensos que las vibraciones podrían matarle—, no cantan.
Asimismo, solo las ballenas barbadas macho cantan, dice Laela Sayigh, especialista en investigación de la Institución Oceanográfica Woods Hole y profesora del Hampshire College. Explica que hay «una gran variedad de “llamadas no cantoras” que producen ambos sexos», pero no se sabe si las hembras producen cantos de ballenas. Sayigh añade que se debate por qué los machos cantan, pero se cree que es una exhibición reproductiva «para competir con otros machos o atraer a las hembras».
Los machos aprenden a cantar de otras ballenas. Cada población tienen cantos diferentes, que pueden cambiar con el tiempo, lo que permite a los investigadores identificar poblaciones específicas: por ejemplo, en 2020 se descubrió de esta forma una nueva población de ballenas azules en el océano Índico.
Los tiburones ballena no son un tipo de ballena
Se conocen unas 90 especies de cetáceos en la Tierra y se siguen descubriendo nuevas especies: hace poco, se identificó una tercera especie de ballena picuda o zifio Berardius en el Pacífico Norte en 2019 y el rorcual de Rice en el Golfo de México en 2021.
Sin embargo, algunas de las llamadas ballenas no lo son en absoluto. Los tiburones ballena crecen tanto como una ballena —el más grande documentado era más grande que un cachalote, midiendo 18,8 metros de largo—, pero Stella Diamant, fundadora del Madagascar Whale Shark Project, explica que «en realidad son un tiburón».
A diferencia de las ballenas, los tiburones son un tipo de pez. Esto quiere decir que son de sangre fría, tienen branquias y su esqueleto está hecho de cartílago —como nuestras orejas y nariz— en lugar de hueso. Una forma práctica de distinguirlos es que la cola de una ballena se mueve hacia arriba y hacia abajo, pero la de un tiburón se mueve hacia los lados.
En las aguas de Madagascar, esta diferencia puede tener repercusiones graves. Aunque las ballenas están protegidas por la ley, los tiburones ballena, en peligro de extinción, no lo están. Las áreas marinas protegidas existentes del país solo abarcan una pequeña parte del hábitat del tiburón ballena y los conservacionistas están exigiendo que se tomen medidas oficiales para preservar mejor esta especie en peligro, así como otros tiburones y rayas.
«Madagascar es un hábitat importante para estos gigantes gentiles, por lo que es fundamental que los tiburones ballena reciban la misma protección que las ballenas, para la supervivencia de la especie y de las comunidades locales que dependen del ecoturismo marino», afirma Diamant.
Las ballenas —y los tiburones— son vitales para un ecosistema marino sano. Las ballenas distribuyen nutrientes importantes por todo el océano, mientras que los tiburones, como depredadores apicales, mantienen a raya a las especies de presa y garantizan el equilibrio del ecosistema. Con tanto por aprender sobre el océano, es vital desmentir las ideas erróneas para que la gente de todo el mundo entienda cómo mantener todo el ecosistema sano y salvo para las generaciones futuras.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.