Perritos calientes... de bogavante

¿Amenaza el cambio climático el futuro del famoso bocata de langosta estadounidense?

Las aguas profundas del Golfo de Maine, en Estados Unidos, se han enfriado tras décadas de rápido calentamiento, pero aún es complicado saber cómo afectará esto al futuro del preciado marisco.

Durante los últimos 50 años, Maine ha experimentado un auge del bogavante, pero el cambio de las condiciones oceánicas podría poner en peligro esta abundancia en el futuro.

Fotografía de Benjamin Norman, New York Times, Redux
Por Callie Radke Stevens
Publicado 28 ago 2024, 13:13 CEST

Desde principios de la década de 1980, los pescadores de langostas americanas de Maine (en Estados Unidos) han experimentado todo un boom de abundancia de este preciado marisco e ingrediente principal del famoso bocata de langosta o lobster roll.

La principal causa ha sido el clima, debido a que el cambio climático ha calentado el Golfo de Maine más de tres veces más rápido que el 99% del océano. Al principio, las aguas más cálidas significaban tener más bogavantes, pero para 2050 las condiciones podrían suponer un reto para la supervivencia misma del Homarus americanus, también se conoce como bogavante del norte.

"Pueden soportar bastante calor, pero no creo que les guste especialmente", afirma Lennie Young, pescador de bogavante de octava generación de Corea (Maine). "Es sólo un bicho que vive en el agua, pero te mantiene en la incertidumbre. No siempre hace lo que esperas".

Una langosta o bogavante americana sostiene sus pinzas en el Golfo de Maine.

Una langosta americana (Homarus americanus) sostiene sus pinzas en el arenoso fondo marino de las aguas de la isla de Shoals, en el Golfo de Maine.

Fotografía de Brian Skerry, Nat Geo Image Collection

Los bogavantes mudan a medida que crecen: mudan su caparazón viejo y les crece uno nuevo más blando. Son especies ectotérmicas, lo que significa que sus procesos corporales dependen de la temperatura del agua que las rodea: cuanto más caliente esté el agua, más probable es que los bogavantes muden antes.

Los bogavantes recién mudados impulsan la temporada alta, que es cuando se captura y vende la mayor parte de los que luego van al mercado y a la pescadería. Gracias a las aguas más cálidas, las langostas americanas suelen frecuentar las trampas en abril, en pequeñas cantidades, y empiezan a abundar a principios de julio, lo que permite a los mariscadores de bogavante prolongar sus meses de mayores ganancias. Este año, como las aguas han sido más frías que la media, la temporada alta del bogavante se ha hecho de rogar hasta casi principios de agosto.

Young lleva décadas midiendo por su cuenta la temperatura de la superficie y esta no ha cambiado mucho en comparación con años anteriores. Asegura que es probable que las temperaturas más frías de las profundidades sean la causa de que los bogavantes se hayan mudado (y trasladado a las trampas) más tarde este año, teoría confirmada por Katherine Mills, científica del Instituto de Investigación del Golfo de Maine (GMRI). 

Se trata de un raro año frío en el que se han registrado temperaturas en aguas profundas que no se habían visto en los últimos 15 años, una anomalía en un golfo que se calienta rápidamente y otro obstáculo en un sector cada vez más impredecible. 

“Creo que lo que este año pone de relieve es la necesidad real de reflexionar sobre la incertidumbre”, afirma Mills.

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    Utensilios de pescadores de langosta

    Los pescadores de langosta no sólo se enfrentan a temporadas de pesca impredecibles. Las condiciones meteorológicas más extremas también están dañando infraestructuras importantes como muelles y barcos pesqueros.

    Fotografía de Annie O'Neill, Nat Geo Image Collection

    Temperaturas más frescas, por ahora

    Las temperaturas del Golfo de Maine están controladas por la interacción entre el agua fría que se desplaza hacia el sur a través de la corriente del Labrador, y el agua cálida que se desplaza hacia el norte a través de la corriente del Golfo. Los últimos seis meses de aguas profundas más frías y frescas han sido el resultado de aguas con un poco más de Labrador que de Corriente del Golfo, un fenómeno que ha dejado perpleja a la comunidad científica. Desde la ola de calor marino en 2012, las temperaturas de las aguas profundas han sido un grado más cálidas que la media, pero este año, las temperaturas han vuelto a niveles no vistos desde antes de 2011.  

    Pero todavía es difícil poder saber si las aguas más frías de este año beneficiarán a los bogavantes de Maine, sobre todo si persiste la tendencia al calentamiento en los próximos años. Un agua más fría significa más grasa en la presa preferida de las larvas de bogavante, el zooplancton, algo que es bueno para el crecimiento y la nutrición de las crías de bogavante.

    Por el contrario, las aguas más cálidas podrían reducir la nutrición del zooplancton. Además, las temperaturas elevadas y sostenidas debilitan el sistema respiratorio e inmunitario de los bogavantes.

    Predecir con exactitud los cambios de temperatura en el golfo es todo un reto. Aunque la región se está calentando rápidamente, las fluctuaciones naturales de las corrientes oceánicas mundiales cambian cada pocas décadas, y aún podrían introducir temperaturas más frías, mitigando algunos de los efectos del cambio climático.

    Un barco pesquero de Maine se desliza por la bahía con trampas para langostas apiladas en ...

    Un barco pesquero de Maine se desliza por la bahía con trampas para langostas apiladas en la popa. Ante un futuro incierto, algunos pescadores artesanales de langosta están diversificando su negocio con el cultivo de ostras y algas.

    Fotografía de Ronan Donovan, Nat Geo Image Collection

    Estaciones y tormentas impredecibles

    Ahora mismo, las aguas más frías y profundas están provocando que sea un año más difícil de lo habitual para los mariscadores. Un comienzo más tardío significa menos tiempo para obtener los ingresos de un año, explica Virginia Olsen.

    Olsen es la quinta generación de pescadores de bogavante de Stonington y aboga por una normativa justa para los pescadores. La reducción de la temporada de pesca y los efectos de la imprevisibilidad del agua y el tiempo son sólo algunos de los muchos retos a los que se enfrentan los pescadores de bogavante.

    "Los pescadores están sometidos a tanta presión que les resulta muy difícil", afirma.

    "¿Quién quiere salir y poner un cuarto de millón de dólares para un barco nuevo sin saber qué va a pasar al final? Esa incertidumbre es mucha presión mental para estos tipos".

    Las condiciones ambientales fuera del agua también se han vuelto más impredecibles. Las tormentas en la región se han vuelto más destructivas y descargan más precipitaciones. Esas tormentas causaron estragos en pequeñas ciudades de la costa de Maine a principios de este año que se tradujeron en millones de dólares en daños a muelles, barcos y embarcaderos. Esto también ha provocado que este año esté siendo más difícil, ya que los mariscadores han tenido que invertir en reparaciones antes incluso del comienzo de la temporada alta.

    (Relacionado: Explicando la relación entre el cambio climático y el clima extremo)

    Cambios en la química del océano

    El cambio climático también está reduciendo el pH del océano, un efecto conocido como acidificación oceánica. Aunque los resultados aún no han llegado a los mercados, se trata de una amenaza inminente que ha afectado significativamente a otras pesquerías, como la de los ostricultores del noroeste del Pacífico.

    Las aguas ácidas dificultan la formación del caparazón de los bogavantes y del zooplancton del que se alimentan. Las poblaciones podrían verse afectadas a partir de 2050. La alteración del pH también podría afectar a la capacidad olfativa de los bogavantes, disminuyendo su capacidad para percibir el alimento, evitar a los depredadores y encontrar pareja.

    Ante estos retos y un futuro incierto a largo plazo, algunos pescadores de bogavante se están adaptando y diversificando sus fuentes de ingresos.

    Young tiene colegas que ahora dirigen barcos turísticos, y Olsen conoce a pescadores que se han dedicado al cultivo de ostras y algas para complementar sus ingresos. Sin embargo, les sigue preocupando que la incertidumbre empuje a las pequeñas empresas a abandonar el sector, y que el modo de vida se pierda o se vea superado por barcos más grandes e industrializados.

    Pero es posible que los pescadores de bogavante puedan adaptarse a una nueva norma impredecible y, de hecho, ya están trabajando con los investigadores en busca de soluciones. El GMRI acaba de publicar un Centro de Recursos para la Adaptación al Clima, y los pescadores de bogavante llevan siglos practicando métodos de conservación por su cuenta. Si hay alguien interesado en asegurarse su sustento, son los pescadores de bogavante.

    Como afirma Olsen: "Lo que quieren, lo que su alma necesita, es el agua. No puedo expresar ni poner en palabras la sensación que tengo cuando estoy en el agua".

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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