¿Qué indica la forma del pico de las aves?

Con funciones tan variopintas como brillar bajo la luz ultravioleta, la anatomía de los picos de las aves, asociada de forma habitual a su alimentación, podría tener una relación mucho más compleja con su cometido.

Por Cristina Crespo Garay
Publicado 25 ene 2019, 12:21 CET
Frailecillo atlántico
El frailecillo atlántico puede sostener un gran número de peces pequeños en su espacioso pico.
Fotografía de Sunil Gopalan, National Geographic Your Shot

Las singulares y curiosas formas de los picos de las aves que podemos observar en la naturaleza han sido relacionadas desde hace más de cien años con su forma de alimentarse. Este estrecho vínculo fue una de las observaciones más importantes que llevaron a Charles Darwin a comprender la evolución por selección natural al estudiar a los pinzones de las islas Galápagos, los llamados “pinzones de Darwin”.

Desde entonces, esta idea de que la evolución de la forma y la función de los picos de las aves refleja la ecología de su alimentación ha impregnado profundamente tanto el imaginario científico como social.

Sin embargo, un equipo formado por investigadores de España, Reino Unido y Estados Unidos ha presentado el estudio La relación evolutiva entre la forma del pico, la ventaja mecánica y la ecología de la alimentación en aves modernas, publicado en la revista Evolution, que sugiere que estas características de la anatomía de las aves no están tan estrechamente relacionadas con la alimentación.

“Esta relación ecomorfológica solo se ha cuantificado en algunos linajes aviares, donde las asociaciones son de fuerza variable, y nunca a una escala macroevolutiva amplia”, afirma el estudio. Tras analizar en una muestra de 176 especies de aves la relación entre la forma, función biomecánica y la dieta, los autores afirman que “lejos de ser una adaptación de la alimentación, la diversificación del pico aviar puede haber sido en gran parte contingente a las compensaciones y restricciones”.

Guillermo Navalón, primer autor del estudio y estudiante de doctorado en la Universidad de Bristol y en la Universidad Autónoma de Madrid, explica por qué, a la luz de estos nuevos resultados, la conexión entre las formas del pico y la ecología de las aves parece ser mucho más compleja de lo esperado.

“Aunque la relación entre pico y ecología es evidente, hay muchas especies de aves que teniendo picos similares se alimentan de cosas totalmente distintas, y de hecho, empleando el pico de maneras completamente diferentes”, afirma. “Las aves, al tener las extremidades delanteras integradas en un ala no pueden usar éstas para otras funciones como otros vertebrados, por tanto, ejecutan todas las funciones de su día a día con el pico

Un ejemplo llamativo es el del frailecillo atlántico, cuyo pico difiere bastante al de otras aves piscívoras, siendo esta también su alimentación principal. El motivo podría estar en las diferentes funcionalidades del pico, que también utilizan para  arreglarse el plumaje, manipular objetos, excavar madrigueras o comunicarse con otros miembros de su especie. “De hecho, hace poco se ha descubierto que algunas zonas de su pico brillan cuando son sometidos a luz ultravioleta, que a diferencia de nosotros, sí es visible para las aves”, afirma Navalón.

¿Rumbo a un replanteamiento de este paradigma de la evolución de las aves?

Jesús Marugán Lobón, profesor en la Universidad Autónoma de Madrid, afirma que los resultados del trabajo constatan la complejidad de la forma del pico, algo que, para Jen Bright, investigadora en la Universidad del Sur de Florida, deriva de haber incluido la enorme diversidad de aves actuales y no solo de unas pocas especies.

“Llegamos a este estudio un poco por accidente”, afirma Navalón. “La idea original era desarrollar una ‘herramienta’ para entender la ecología de algunas aves primitivas. Para ello queríamos primero entender bien la relación entre la forma y la función del pico en aves modernas, para después usar esta información para inferir la ecología de estas primeras aves. Para nuestra sorpresa, descubrimos una relación mucho más compleja y débil de lo que esperábamos entre el pico y la alimentación, y por el interés de este descubrimiento, decidimos seguir explorando esta idea”.

Estos resultados ya han estimulado que estos investigadores continúen desarrollando estos análisis, con la esperanza de que también otros profesionales se sumen a la labor. “Estamos ya trabajando en reunir información de muchas más especies, para hacer estudios cada vez más completos”.

La doctora Emily J. Rayfield, profesora de la Universidad de Bristol y una de las autoras del estudio, concluye que este estudio es “uno de los primeros que, utilizando técnicas analíticas de vanguardia, pone a prueba la asunción de que la estructura del pico está adaptada únicamente a la alimentación”.

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