
¿Necesitas una vacuna refuerzo del sarampión?
En la actualidad, en EE. UU. se administra la vacuna contra el sarampión, junto con las vacunas contra los virus que causan las paperas y la rubéola, en una sola inyección denominada vacuna triple vírica. Sigue siendo la mejor protección contra esta grave enfermedad.
A pesar de haberse declarado eliminado en Estados Unidos hace un cuarto de siglo, el sarampión ha infectado a 146 personas en el noroeste del estado de Texas en los últimos dos meses, causando la muerte de un niño. También se han declarado otros brotes más pequeños en Nuevo México, California, Georgia, Nueva Jersey, Rhode Island y otros estados. La mayoría de los casos son niños, pero más de dos docenas de los pacientes de Texas son adultos. Y lo que tienen en común la mayoría de las personas infectadas es que la inmensa mayoría no estaban protegidas por la vacuna contra el sarampión.
En España, se conocieron nuevos casos en 2024 y se ha producido un nuevo repunte a principios de 2025, con más de 100 casos desde enero. "El riesgo de infección en la población general en España se considera bajo debido a las elevadas coberturas de vacunación en nuestro país", afirmaba un informe del Ministerio de Sanidad en junio de 2024.
La vacunación es la única prevención eficaz contra el sarampión, una enfermedad respiratoria vírica que se propaga rápidamente, causa enfermedades graves y no tiene cura conocida. Desde 1971, las vacunas contra el sarampión se administran en una inyección combinada con la de la parotiditis y la rubéola. Esta vacuna triple vírica facilita a los médicos el almacenamiento de las vacunas y a los pacientes su administración. Sin embargo, las tasas de vacunación han disminuido en EE. UU. en los últimos años, lo que le está dando al sarampión la oportunidad de resurgir.
Los expertos en enfermedades infecciosas sugieren que todo el mundo debería conocer su estado de vacunación, una perspectiva que puede ser especialmente difícil para algunos adultos mayores que recibieron las vacunas cuando estuvieron disponibles por primera vez, pero que pueden haber recibido una versión que posteriormente se consideró ineficaz.
"Es posible que haya personas que piensen que son inmunes y no lo sean", afirma Adam Ratner, médico pediatra especialista en enfermedades infecciosas del Hospital Infantil Hassenfeld de la NYU Langone de Nueva York y autor del libro Booster Shots, sobre la historia del sarampión.
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El virus del sarampión es increíblemente hábil para propagarse. Partículas como la que se muestra arriba pueden permanecer en el aire mucho después de que una persona infectada haya salido de una habitación.
La mayoría de la gente asocia los casos de sarampión con erupciones cutáneas como la que aparece arriba en la parte superior del cuerpo de un niño de 10 años. Pero la enfermedad viene acompañada de una larga lista de síntomas preocupantes que pueden afectar a las personas incluso después de recuperarse.
¿Por qué es tan peligroso el sarampión?
El sarampión es una de las enfermedades más contagiosas del planeta. Una persona infectada transmite el virus a una media de 12 y 18 personas. Si entran en una habitación con otras 100 personas no vacunadas, 90 de ellas desarrollan la enfermedad. El virus transmitido por el aire puede persistir hasta dos horas, por lo que la persona infectada puede incluso contagiar a otras mucho después de irse a otro lugar.
Otra diferencia entre el sarampión y otras dolencias respiratorias: casi todas las personas que contraen el sarampión desarrollan síntomas completos, que generalmente aparecen una o dos semanas después de la exposición. "No hay una versión de la enfermedad en la que se tengan unos pocos mocos", dice Lori Handy, directora asociada del Centro de Educación sobre Vacunas del Hospital Infantil de Filadelfia.
Las erupciones cutáneas reveladoras en la cara y el cuerpo son las más asociadas con la enfermedad, pero otros síntomas incluyen tos, secreción nasal, fiebre (a veces superior a 40 °C) y enrojecimiento doloroso de los ojos. "Incluso las personas que no necesitan hospitalización se sienten muy mal", afirma Ratner.
Algunos pacientes desarrollan complicaciones más graves, como neumonía o inflamación cerebral, conocida como encefalitis. En lo que va de año, el 25 por ciento de las personas con la enfermedad han requerido hospitalización, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés). Algunas acaban con pérdida permanente de audición o ceguera. El sarampión también puede alterar los linfocitos B del sistema inmunitario de una persona, de modo que esta olvida cómo combatir otras enfermedades a las que se ha enfrentado anteriormente. Esta peligrosa "amnesia inmunitaria" puede durar años.
El sarampión también puede ser mortal, con una tasa de mortalidad de uno entre mil, comparada, por ejemplo, con la de la gripe, que es de dos entre 100 000. La muerte del niño de Texas, que no estaba vacunado, es la primera en Estados Unidos desde 2015. Antes de las vacunas, entre 400 y 500 personas morían cada año en Estados Unidos por esta enfermedad.
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¿Quién corre más riesgo de contraer sarampión?
Los niños son los más susceptibles. Por eso los expertos recomiendan que todos los niños reciban una vacuna alrededor del año de edad y una segunda antes de ir a la guardería, aunque las vacunas de refuerzo están disponibles a cualquier edad.
En el brote de Texas, el 74% de los pacientes son menores de 18 años. Aunque las diferencias en sus sistemas inmunitarios pueden desempeñar algún papel, es probable que la prevalencia refleje la reducción de las tasas de vacunación infantil, ya que algunos padres cuestionan su seguridad. Alrededor del 8 por ciento de los niños elegibles en todo el país no estaban vacunados o estaban subvacunados contra el sarampión en 2019, las cifras más recientes; en algunas comunidades, incluso en Texas, el número es significativamente mayor. La pandemia de COVID también podría haber retrasado los calendarios normales de vacunación.
La mayor carga de la enfermedad en los niños también refleja la cantidad de tiempo que pasan juntos, dice Priya Sampathkumar, especialista en enfermedades infecciosas de la Clínica Mayo en Rochester, Minnesota. "Los niños de guarderías y colegios están en contacto muy estrecho unos con otros. Y como la segunda dosis no se administra hasta los cuatro o cinco años, los niños más pequeños están menos protegidos", afirma.
Otros grupos de población con mayor riesgo son las personas criadas en países en los que no se vacunaba sistemáticamente contra la enfermedad y el aproximadamente tres por ciento que, cuando recibe las vacunas apropiadas, no consigue una respuesta inmunitaria eficaz. Esto puede ocurrir incluso con un sistema inmunitario sano, por lo que alguien puede no darse cuenta de que hay un problema, dice Ratner.
En el caso de las personas mayores, el tipo específico de vacuna contra el sarampión que recibieron en la infancia también podría afectar a su inmunidad actual.
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¿Y si recibiste una de las primeras vacunas contra el sarampión?
La Administración de Alimentos y Medicamentos de EE. UU. (FDA, por sus siglas en inglés) aprobó las primeras vacunas contra el sarampión en 1963 y ese año se introdujeron dos inyecciones. Merck produjo una vacuna viva, lo que significa que tras el procesamiento queda una pequeña cantidad de virus activo debilitado, suficiente para desencadenar una respuesta inmunitaria sin transmitir la enfermedad real. La versión de Pfizer era una vacuna inactivada, alterada para que no quedara ningún virus vivo.
Unos 15 millones de niños estadounidenses recibieron una de las dos versiones en los primeros años. En 1966, una enfermedad que antes enfermaba a medio millón de personas al año ya se había reducido a la mitad.
En 1967, sin embargo, los investigadores se dieron cuenta de que la inmunidad de las vacunas inactivadas disminuía drásticamente en tan sólo seis meses, mientras que la vacuna viva protegía a las personas durante años. La vacuna de Pfizer se retiró pronto del mercado, lo que puede sorprender a algunos de los que se vacunaron de niños durante este periodo.
Por eso, los CDC aconsejan actualmente que cualquier persona vacunada antes de 1968 y que no esté segura de la versión que recibió reciba al menos una vacuna actualizada. Las personas de aproximadamente 59 a 68 años de edad podrían recibir esta "dosis de refuerzo", que es una dosis regular de la vacuna triple vírica. Las personas que recibieron una vacuna contra el sarampión antes de que se introdujera el régimen de dos dosis en 1989 tienen hasta un 93% de protección, pero durante los brotes importantes las autoridades sanitarias pueden recomendar una segunda dosis. Las personas nacidas antes de 1957 no necesitan vacunarse; es probable que tengan inmunidad por haber estado expuestas en la infancia a la enfermedad, entonces todavía prevalente.
En España, la estrategia de vacunación ha sido similar y, según el Ministerio de Sanidad, "la vacunación sistemática frente a sarampión comenzó en España en 1978 con la vacuna monovalente, que se sustituyó en 1981 por la vacuna combinada de virus atenuados frente a sarampión, rubeola y parotiditis".
Aunque la edad es una forma de calcular sus necesidades de vacunación, otra opción es pedirle a tu médico un análisis de sangre que indique si estás protegido. "No es 100% exacto, pero es bastante bueno", dice Ratner.
Los estudios de los últimos años confirman que la inmunidad a la vacuna viva de dos dosis dura toda la vida. Un estudio observacional realizado en Francia calculó que la eficacia disminuye sólo un 0,22% cada año. Un estudio de modelización realizado en el Reino Unido con adolescentes y adultos jóvenes situó el índice en aproximadamente un 0,4% anual. A ese ritmo, 45 años después de la vacunación, alguien seguiría teniendo el 98% de su protección original.
"Si la inmunidad disminuyera rápidamente, ahora veríamos brotes mucho mayores", afirma Alexis Robert, modelador matemático de enfermedades infecciosas de la London School of Hygiene & Tropical Medicine y autor principal del estudio británico. Las personas mayores también constituirían un gran número de los casos actuales, lo que no está ocurriendo.
La vacunación es una forma de proteger a los demás
Pero no todo el mundo puede vacunarse. Dado que la triple vírica es una vacuna viva, las personas con el sistema inmunitario debilitado por una terapia contra el cáncer o ciertas enfermedades corren el riesgo de enfermar. Tampoco pueden hacerlo las mujeres embarazadas o las personas alérgicas a los ingredientes de la vacuna. La inmunización generalizada contra el sarampión es una forma importante de proteger a las personas que no pueden vacunarse, ya que el virus tiene dificultades para propagarse cuando un número suficiente de personas tiene inmunidad. En el caso del sarampión, el umbral de vacunación para este cortafuegos se sitúa en torno al 95% en una comunidad.
Además de prevenir el sarampión, la vacuna puede hacer que la rara persona que recibe la inyección de dos dosis pero aún contrae la enfermedad sea menos contagiosa. Esto ocurrió en España en 2017, cuando un enfermero de urgencias contagiado en el hospital sin saberlo voló en avión y convivió con otras personas antes de ponerse sintomático, aunque no transmitió la enfermedad a nadie.
Más personas en Estados Unidos se han vuelto reacias a vacunarse a sí mismas o a sus hijos en las últimas décadas. La caída de las tasas de vacunación ha impulsado brotes anteriores en Estados Unidos y, en 2019, amenazó el estado de eliminación del país, una designación que significa que cuando ocurren casos, se erradican en un año.
Algunos citan los riesgos de la vacuna MMR, que son leves e incluyen dolor en el brazo, fatiga, fiebre o una ligera erupción. A un pequeño número le baja el nivel de plaquetas en sangre, pero esto se resuelve rápidamente. Otros aluden a afirmaciones basadas en datos inventados y desmentidas desde hace tiempo, según las cuales la vacuna está relacionada con el autismo.
Los efectos secundarios de cada enfermedad deben sopesarse siempre con los peligros de contraerla, afirma Handy. "Ahora que circula el sarampión, con la neumonía, la encefalitis, la hospitalización y la muerte", dice, “la gente debería optar absolutamente por la opción muy segura y muy eficaz de la vacuna”.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.
