Este templo honra a una reina egipcia que se autoproclamó faraón
El templo de Hatshepsut es una de las obras maestras de la arquitectura más impresionantes del mundo, pero la mujer que lo encargó es aún más destacable.
Bajo los enormes e inhóspitos barrancos de Deir el Bahri, el templo funerario de Hatshepsut revela uno de los reinados más extraordinarios de la historia de Egipto.
Plataformas escalonadas, pórticos con pilares y vivos relieves contrastan con un telón de fondo desértico, componiendo una de las obras maestras de la arquitectura más impresionantes del mundo, pero la mujer que lo encargó es aún más destacable.
Hatshepsut, la hija mayor del faraón Tutmosis I, asumió el papel de reina regente durante la XVIII dinastía tras la muerte de su marido, Tutmosis II. Aunque su hijastro, Tutmosis III, finalmente alcanzó la mayoría de edad, ella adoptó el título de faraón y reinó durante más de dos décadas.
Fue una de las primeras faraonas del antiguo Egipto.
Hoy todavía pueden verse las pruebas de los logros de Hatshepsut desde Nubia a Beni Hasan. En Tebas, erigió obeliscos gigantescos y construyó carreteras en honor a Amón, rey de los dioses y patrón de los faraones. Sus estatuas también evolucionaron, representándola con un cuerpo masculino y portando el atuendo faraónico completo, incluida la barba tradicional, la shenti y el tocado, una declaración de poder.
Peor la joya de la corona fue su templo funerario, ubicado estratégicamente en la orilla occidental del Nilo, junto al Templo de Mentuhotep II para fortalecer su posición entre los faraones. Su templo, conocido como Djeser Djeseru o «la maravilla de las maravillas», fue decorado con escenas de su reinado y albergaba altares a Anubis, dios de la muerte; Hathor, diosa de la fertilidad; Amón, rey de los dioses; y Ra, dios del sol.
Hatshepsut falleció en el 1458 a.C. y fue enterrada en el Valle de los Reyes. Aunque se tomó muchas molestias para ser recordada tras su muerte, Tutmosis III llevó a cabo una campaña radical para destruir su legado 20 años después. Aplastó sus estatuas, desfiguró sus imágenes y borró su cartucho. Hay quien dice que fue un acto de venganza, mientras que otros creen que lo hizo para garantizar una sucesión tranquila a su propio hijo. Una tercera teoría propone que no quería que el reinado de los faraones —Tutmosis I, II y III— estuviera interrumpido por una mujer. Entre 1923 y 1931, la Expedición Egipcia del Museo Metropolitano de Arte excavó los fragmentos de sus estatuas destruidas, que habían sido arrojadas a zanjas frente al templo.
Fuera cual fuera la razón, los esfuerzos de Tutmosis dieron sus frutos y el reinado pionero de Hatshepsut se olvidó poco a poco. Cuando los estudiosos descifraron los jeroglíficos a principios del siglo XIX, pudieron leer finalmente las inscripciones de su templo y reunir las piezas de la historia. Hoy en día, su legado pervive en sus logros arquitectónicos que sobrevivieron por todo Egipto.
Qué ver
El templo abre todo el año de las 9 de la mañana a las 5 de la tarde. Ve temprano para evitar las altas temperaturas. El Templo de Hatshepsut es solo una de las muchas maravillas arquitectónicas que componen la antigua Tebas con su Necrópolis, un lugar Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. Quédate unos cuantos días y desciende a las tumbas pintadas con vivos colores en el Valle de los Reyes, vaga por el extenso complejo del Templo de Karnak y contempla el atardecer en el Templo de Luxor.
Cuándo ir
Si puedes soportar el calor estival, ve de mayo a septiembre para evitar las multitudes. Las temperaturas invernales son más suaves, pero quizá te encuentres con grandes grupos de turistas, al ser temporada alta.
Dónde alojarse
Una de las mejores formas de ver los lugares de interés es en un crucero por el Nilo. Sanctuary Nile Adventurer te lleva en una excursión sin estrés para contemplar las vistas con un egiptólogo experto. También puedes alojarte en el histórico Palacio de Invierno de Luxor u optar por lugares menos frecuentados en el hotel Beit Sabée, cerca de Medinet Habu.