Un trágico ataque despierta preocupación por el futuro de las tribus aisladas de la Amazonia

Un acérrimo defensor de los grupos indígenas de Brasil, confundido con un intruso, ha fallecido tras ser atacado con flechas por un grupo de nómadas aislados.

Por Scott Wallace
Publicado 18 sept 2020, 14:18 CEST
Rieli Franciscato y Sydney Possuelo

Rieli Franciscato (dcha.) participa en una expedición para documentar la presencia de tribus aisladas en el Territorio Indígena Valle del Javari en 2001 para la Funai, la agencia brasileña responsable de los asuntos indígenas. A la izquierda viaja el comandante de la expedición, Sydney Possuelo, entonces director del Departamento de Indígenas Aislados de la Funai.

Fotografía de Sydney Possuelo

El fallecimiento de Rieli Franciscato, un defensor veterano de los derechos de los indígenas en Brasil, a manos de una tribu aislada ha trastornado a sus colegas, que temen que el incidente tenga consecuencias graves para la protección de las poblaciones tribales vulnerables.

Franciscato (56) fue asesinado de un flechazo en el pecho el 9 de septiembre mientras seguía a los miembros de la tribu conocida como «grupo aislado de Cautário» por la selva. Había reunido precipitadamente un pequeño grupo de exploradores y agentes de policía para intentar calmar un posible conflicto entre los nómadas de Cautário y los pobladores rurales del estado occidental de Rondonia.

Franciscato, un agente de campo veterano de la Funai, era considerado uno de los defensores más expertos y comprometidos de las denominadas «tribus no contactadas» que viven en aislamiento extremo en la selva amazónica.

Que un defensor tan acérrimo de las tribus indígenas acabe siendo asesinado por las propias personas a quienes ha tratado de proteger durante toda su vida fue una ironía trágica que otros activistas no han pasado por alto. Los líderes indígenas expresaron su miedo a que los líderes del Funai, entre ellos personas nombradas por el presidente Jair Bolsonaro, remplacen a Franciscato con alguien dispuesto a forzar el contacto con la tribu, algo que viola la constitución y las políticas del país.

«Puede que los grupos aislados de Rondonia hayan perdido al único garante que protegía sus territorios e incluso su integridad física», afirma Beto Marubo, líder indígena del Valle de Javari, en el extremo occidental de Brasil, que alberga la mayor cantidad de tribus aisladas de la Amazonia.

Los nómadas de Cautário se llaman así por la cuenca fluvial donde viven, dentro del vasto Territorio Indígena Uru-eu-wau-wau. El año pasado, Franciscato, que llevaba más de dos décadas trabajando con los pueblos indígenas de la región, contó a los investigadores que creía que la tribu tenía unos 300 miembros. A partir de un análisis minucioso de huellas, campamentos abandonados y otros artefactos, Franciscato supuso que la tribu de Cautário constaba de cuatro grupos nómadas que se reunían de vez en cuando en el bosque y que los forasteros nunca habían visto. Nadie sabe qué idioma hablan ni cómo se autodenominan. Los expertos sostienen que los nómadas habrían tenido pocas posibilidades de distinguir a un amigo de un enemigo cuando Franciscato seguía sus huellas por la selva la semana pasada.

«Cada sertanista sabe que, para proteger al pueblo indígena aislado, nos insertamos entre la frontera de avance y los propios grupos aislados», explica Antenor Vaz, agente jubilado de la Funai, refiriéndose a la singular profesión brasileña de activistas-exploradores que vigilan y defienden a las tribus aisladas vulnerables. «En momentos de tensión, cuando los isolados se sienten amenazados, es difícil saber quién es un aliado y quién un enemigo».

En los últimos meses, las tensiones se han exacerbado en la región central de Rondonia. Están aumentando las invasiones de territorios indígenas en todo el estado por parte de ganaderos, mineros y leñadores, y los defensores locales de los derechos indígenas dicen que los incendios prendidos por los agricultores para desbrozar el terreno han engullido partes de la selva. Se han producido incendios forestales en la zona por la que se desplazan los nómadas de Cautário.

En junio, algunos nómadas se adentraron en Seringueiras, una localidad en la frontera de la reserva Uru-eu-wau-wau, y provocaron pánico entre los agricultores. Se llevaron varios bienes domésticos, como un hacha y un pollo, y dejaron trozos de carne silvestre, evidentemente a modo de pago. Entonces, Franciscato y otros temían que la tribu hubiera contraído el coronavirus durante su incursión en Seringueiras.

Según la Articulación de los Pueblos Indígenas de Brasil (APIB), la mayor federación de organizaciones tribales del país, casi 800 indígenas han fallecido por COVID-19 y hay 158 comunidades afectadas con más de 31 000 miembros de tribus contagiados. Por ahora no hay noticias de infecciones entre las tribus que viven en el Territorio Indígena Uru-eu-wau-wau.

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    Miembros de la tribu Uru-eu-wau-wau

    Los miembros de la tribu Uru-eu-wau-wau cruzan un río por un árbol caído en el vasto Territorio Indígena Uru-eu-wau-wau, en el estado de Rondonia, en 2019. La reserva alberga a cinco grupos indígenas, entre ellos tres tribus que viven aisladas en las profundidades de la selva. Los leñadores, mineros y especuladores ilegales han invadido el territorio. Los expertos creen que la intensificación de las tensiones contribuyó a la muerte del agente de campo de la Funai y defensor de los derechos indígenas Rieli Franciscoti el 9 de septiembre de 2020 tras un ataque con flechas dentro de la reserva.

    Fotografía de Ueslei Marcelino, Reuters

    ¿Un plan para establecer contacto?

    Poco después de la visita de los nómadas a Seringueiras en junio, Vaz dice que Franciscato le confesó que Ricardo Lopes Dias, a quien Bolsonaro nombró coordinador general del Departamento de Indígenas Aislados de la Funai, le había dado instrucciones por teléfono para planear el contacto con el grupo de Cautário. Dias es un exmisionero de la Misión Nuevas Tribus, una organización que pretende contactar y evangelizar a las tribus aisladas. Los defensores de los derechos indígenas sospechan que Dias podría estar planeando contactar con los últimos grupos nómadas de Brasil. Vaz dice que Franciscato, temiendo represalias si hacía pública la petición de Dias, le pidió que no compartiera con nadie los detalles de la llamada telefónica.

    En un email a National Geographic, la Funai negó esta alegación e indicó que «no se había recomendado que Rieli Franciscato intentara establecer contacto con los pueblos indígenas aislados de la región». De lo que sí hablaron, según el comunicado, fue de «la posibilidad de un contacto natural y pacífico, sin intencionalidad por parte de la Funai».

    Cuando los nómadas regresaron a Seringueiras la semana pasada, Franciscato reunió a su pequeño equipo y se dispuso a calmar los nervios de los pobladores e investigar posibles motivos por los que los nómadas habían vuelto a la comunidad.

    Se desconoce qué provocó a los nómadas, pero los expertos que han trabajado en la zona dicen que disparar una flecha con la intención de matar parece algo fuera de lo normal para este grupo, que normalmente es pacífico.

    «Debe de haber pasado algo... un ataque del algún tipo contra ellos. No cabe duda de que algo los asustó y se sentían amenazados», afirma Ivaneide Bandeira Cardozo, coordinadora de la Asociación de Defensa Etnoambiental – Kanindé, un grupo de defensa de los derechos indígenas con sede en Rondonia que cofundó con Franciscato en los años ochenta.

    En un dramático relato del incidente por una nota de voz de WhatsApp, un agente de policía que acompañaba a Franciscato describió cómo el agente veterano siguió las huellas de los nómadas por la frontera del terreno indígena y se adentró en el bosque. Apenas habían avanzado 30 metros cuando Franciscato ascendió por una pequeña colina para tener un mejor punto de observación.

    «Solo oímos el sonido de la flecha cuando le atravesó el pecho», contó el agente. «Soltó un grito ahogado: ¡oi! Se sacó la flecha y volvió corriendo. Recorrió 50 o 60 metros y se derrumbó, prácticamente muerto». Falleció antes de llegar al hospital de la localidad. En la densa selva, nadie pudo ver quién disparó la flecha.

    «¿Mañana quién será?»

    Los excolegas de Franciscato culpan de la tragedia a la retórica y las políticas antiindígenas del presidente Bolsonaro. «Está desmantelando la Funai, violando la constitución y creando situaciones drásticas como la de Rieli», afirma Sydney Possuelo, fundador y exdirector del Departamento de Indígenas Aislados, que existe por ley para proteger a las tribus aisladas del contacto forzoso con los extranjeros. En el proceso, el gobierno ha vaciado la Funai, según Possuelo, «y dejado una institución paralizada que es perjudicial para los pueblos indígenas, aislados o no».

    Pero Antenor Vaz, que en su día fue el jefe de Franciscato y que ahora asesora sobre tribus no contactadas, dice que la dirección de la Funai ha privado de recursos las operaciones de campo en la Amazonia, lo que pone en peligro a los trabajadores sobrecargados que aún se dedican en cuerpo y alma a la misión de proteger a las tribus aisladas.

    Ponen a los protectores de los grupos vulnerables como los nómadas de Cautário «en riesgo inminente de muerte», cuenta Vaz. «Hoy nos ha dejado Rieli. ¿Mañana quién será?».

    En la nota de la Funai a National Geographic, la agencia culpó a los gobiernos anteriores de la falta de personal. «La falta de empleados en la Funai es culpa de los gobiernos anteriores», reza el comunicado. «La dirección actual está trabajando para cambiar esta realidad, dotar mejor a las bases, contratar funcionarios, colaboradores y ayudantes indígenas».

    A continuación, el comunicado de la Funai alabó a Franciscato, destacando su «gran conocimiento de la región y de la población aislada tras años de servicio desinteresado y muy eficaz. Era irremplazable». Sin embargo, la Funai dice que ya ha iniciado el proceso «para encontrar a alguien que pueda continuar con el trabajo ejemplar desempeñado por Rieli».

    En un vídeo sin fecha distribuido por sus amigos en redes sociales, Franciscato aparece en medio de la selva, respondiendo una pregunta sobre sus deseos para el futuro. «El Brasil que quiero será como este, preservado durante muchos años, no solo para los pueblos indígenas sino para todo el mundo».

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

    Museo Paraense Emílio Goeldi

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