Devolver el café a «las montañas de la lluvia»
El peso de la historia ha afectado a los pequeños productores de las montañas Rwenzori y a la relación que mantienen con el café que cultivan. Pero gracias a un reenfoque hacia la calidad y un precio justo, la situación está empezando a cambiar.
Repartidos por las fértiles y frondosas pendientes montañosas de Rwenzori, los pequeños productores ugandeses cultivan un café que empieza a conocerse por todo el mundo. El clima, la altitud y la tierra rica en nitrógeno contribuyen a dotarlo de notas dulces y cítricas, y de cierta profundidad escondida de chocolate negro. Pero la relación de Uganda con el café ha sido tan intensa y compleja como los granos que allí se cultivan.
Décadas de empobrecimiento en las estructuras de mercado ensombrecieron la actitud de toda una generación de pequeños productores respecto a las fincas de café, lo que provocó que la industria desapareciera de la región. Tras animarlos encarecidamente a producir un café para complementar los tipos de cambio de los ingresos de Uganda a mediados del siglo XX, las paupérrimas políticas de regulación forzaron a los pequeños productores a vender a muchos intermediarios para poder exportar su producción, que era relativamente pequeña. A menudo, esta transacción resultaba apresurada, costosa y más centrada en la cantidad que en la calidad. No obstante, en los últimos años las cosas han empezado a cambiar para bien.
Bajo un halo de nubes esponjosas, las montañas Rwenzori obtienen su nombre de un término del dialecto ugandés que significa «montaña de lluvia». La humedad y el clima atemperado de la zona la convierten en un lugar perfecto para el cultivo de café.
Joseph Kirimbwa es un caficultor al frente de la recuperación del café en Uganda. Junto a Nespresso y su socio Agri Evolve, Joseph está siendo pionero a la hora de aplicar nuevas técnicas para cultivar cerezas de café de mejor calidad, y está consiguiendo mejorar la vida de su familia durante el proceso. La formación con los agrónomos que trabajan en este programa de recuperación de Nespresso está dando a Joseph el conocimiento necesario para gestionar su cosecha de forma mucho más eficiente. Sabe cuándo podar o reemplazar árboles para optimizar la productividad, qué vegetación hay que plantar para mantener fértil la tierra y cómo desarrollar una biodiversidad lo suficientemente generosa como para polinizar su café. Y, quizás lo más importante, Joseph sabe cuándo hay que recolectar. «Tras recibir la formación, cambié mi forma de recoger el café», comenta. «Si recolecto cerezas cuando están rojas, la calidad es mejor y esto me supondrá más ingresos».
Joseph se está convirtiendo, en cierta manera, en el ejemplo a seguir para otros caficultores de la zona, al demostrar las ventajas que tiene dejar atrás los hábitos de recolección menos eficientes. La pobreza en las montañas Rwenzori a menudo llevó a los caficultores a buscar ingresos más rápidos y a recibir pagos de los intermediarios por adelantado a cambio de su cosecha completa, antes incluso de que empezara la recolección. Esto les obligaba a conseguir resultados, y llevaba a los caficultores a desnudar de cerezas las ramas, sin importar la madurez de los frutos. Recogían las cerezas sin observar si su tamaño, color y calidad eran los adecuados. La desequilibrada mezcla de cerezas verdes, naranjas y amarillas que no estaban maduras pesaba menos que las cerezas rojas que sí lo estaban, lo cual aportaba menos ingresos en general. El único pago al contado acababa por no valer la pena. Sin embargo, ahora las cosas están cambiando a mejor gracias a una infraestructura más sólida, —como el molino de café fundado por Nespresso en Buyoge— y una renovada demanda que valora la calidad.
En su búsqueda del café de la mejor calidad, Nespresso siempre paga un precio prémium por las mejores cerezas. Y Nespresso no solo paga a los caficultores más de lo que conseguirían por una producción de calidad inferior, sino que la empresa lo hace de forma continuada. Esto hace que merezca la pena para los caficultores ampliar la cosecha y solo recoger las cerezas rojas, dejando que el resto madure para percibir el precio superior que Nespresso les garantiza.
Seguramente se necesite tiempo para que esta nueva actitud respecto al café eche raíces en la comunidad, pero con caficultores como Joseph, que disfrutan de cierta seguridad a nivel económico, el boca a boca se encargará del resto. Elevar los estándares del café en las montañas Rwenzori tenía como objetivo conseguir un sustento viable para aquellos que cultivan la cosecha, ya que garantiza una calidad superior del café y una mejor calidad de vida para las próximas generaciones.
Cuanto mayor sea la calidad y más rojas sean las cerezas del café, mejor precio tendrán en el mercado. Por eso se anima a los caficultores a recolectar únicamente las de este tipo y dejar que las demás maduren hasta que alcancen ese estado.