El desastre mortal de la presa brasileña podría haber sido evitable

Los expertos sostienen que la industria necesita adoptar una tecnología más nueva y recibir una supervisión más estricta.

Por Gabriel de Sá
Publicado 30 ene 2019, 12:48 CET
Brumadinho, Brasil
Los miembros de un equipo de rescate buscan víctimas tras el derrumbe de la presa perteneciente a la empresa minera brasileña Vale SA en Brumadinho, Brasil, el 28 de enero de 2019.
Fotografía de Adriano Machado, Reuters

Solo 1.177 días separan los accidentes de las presas de Fundão en Mariana y la de la mina de Córrego do Feijão en Brumadinho, en la región metropolitana de Belo Horizonte, ambas en el sudeste de Brasil. En el primer incidente, que se produjo en noviembre de 2015, el fango tóxico liberado por la estructura se cobró 19 vidas, sepultó aldeas, dejó a miles de personas sin hogar y llegó al mar. Entonces, se consideró uno de los peores desastres medioambientales del sector minero en el país.

Pero, el 25 de enero de 2019, a unos 125 kilómetros de Mariana, otra tragedia sacudió el estado de Minas Gerais. Aún se está evaluando el impacto total del accidente de Brumadinho, pero se han producido al menos 65 muertes, víctimas del relave almacenado en la Presa I de la mina de Córrego do Feijão, y han desaparecido alrededor de 280 personas en el momento de la redacción de este artículo.

El derrumbe de estas dos presas, operadas respectivamente por Samarco (empresa conjunta de BHP Billinton y Vale S.A.) y Vale, podría haberse evitado, según los expertos medioambientales. Según los expertos que hablaron con National Geographic Brasil, unas leyes de licencias más estrictas y la supervisión estatal, así como la adopción de una tecnología más reciente podrían transformar el sector minero brasileño y disminuir la probabilidad de que se produzcan dichos accidentes.

Leonardo Ivo, director de la Asociación de Observadores Medioambientales de Minas Gerais, ha estado en Brumadinho durante los días posteriores al accidente. «Es necesario replantearse esta práctica de almacenar lamas», afirma.

La antropóloga Andréa Zhouri, coordinadora del Grupo de Estudios de Problemas Medioambientales de la Universidad Federal de Minas Gerais, afirma que tragedias como la de Brumadinho no son «desastres naturales», sino «fracasos político-institucionales». Y el reciente esfuerzo estatal para simplificar el proceso de obtención de licencias medioambientales y la supervisión de las presas es un culpable parcial. «En Brasil y Minas, el mineral está por encima de todo y de todos», afirma la investigadora.

Zhouri señala que la importancia histórica de la minería para la economía estatal y nacional es innegable, pero sostiene que la economía se ha colocado demasiado por encima de la vida humana y los problemas medioambientales. «El problema no es criticar el mineral en sí mismo, sino el modelo económico de exportar bienes minerales que hacen que el país dependa de ello y subyuga a sociedades y territorios de forma criminal y perversa», afirma. La investigadora critica la flexibilización de la legislación a favor de las empresas mineras y las prácticas institucionales que aplican las regulaciones.

Para la superintendente de la Asociación de Defensa Medioambiental, María Dalce Ricas, Vale confiaba tanto en la seguridad de la presa que las instalaciones de la compañía estaban cerca de esta. Los edificios y empleados de la compañía fueron algunas de las víctimas del desastre. «Estas presas son como bombas de relojería que pueden explotar en cualquier momento», afirma la medioambientalista. «Una gran parte de estas presas están inactivas, pero esta estaba inactiva y, a pesar de ello, se derrumbó».

La anatomía del desastre

Todavía se desconoce la causa inmediata del derrumbe de la presa. Las presas de relave son estructuras que albergan residuos mineros que, por motivos medioambientales, deben almacenarse de forma adecuada. Vale se negó a hacer comentarios, refiriéndose a su comunicado de prensa. En él, la empresa informaba de que la Presa I de la mina de Córrego do Feijão estaba inactiva y que la empresa estaba desarrollando su proyecto de desmantelamiento. Según las declaraciones de Vale, la presa había recibido una declaración de condición de estabilidad de TÜV SÜD Brasil en junio y septiembre de 2018.

«Resulta preocupante que la presa haya sido evaluada por las instituciones competentes y auditorías externas que determinaron que no existía riesgo de ruptura», afirma Ivo.

La presa, construida en 1976 por Ferteco Mineração, empleó el método «aguas arriba» que, pese a ser habitual, es el menos seguro, según los expertos. Este método fue el mismo que se usó en la presa de Fundão en Mariana. Según el informe G1, hay otras 130 presas de este tipo en el país. El método «aguas arriba» es un proceso que consiste en que la presa vaya acumulando los relaves.

Zhouri sostiene que las presas de «aguas arriba» deberían prohibirse en el sector minero de Brasil. «Esta técnica está desfasada y obsoleta, y solo se usa en países en vías de desarrollo. No es segura para la población, pero es la más barata», afirma. «Hay alternativas como el tratamiento en seco y Vale cuenta con la tecnología necesaria. El estado debe demandarlas».

«Hemos aprendido muy poco de la tragedia de Mariana. La rotura de la presa de Fundão debería haber sido una alerta enorme», afirma Ricas. «Los costes no deberían justificar que se eviten medidas técnicas que garanticen la seguridad de la población, la biodiversidad y el medio ambiente».

El riesgo de futuros derrumbes podría ser inminente: la mañana del domingo, se sospechaba que la Presa IV, también en la mina de Córrego do Feijão, podría derrumbarse. Vale activó sirenas de alerta en la región y la comunidad se vio obligada a abandonar las casas. Sin embargo, a lo largo del día, Vale informó de que Defensa Civil había reducido el nivel de criticidad de la presa de dos a uno. Los residentes pudieron regresar a sus hogares y los bomberos reanudaron la búsqueda de los desaparecidos.

Legislación cambiante

Tras la tragedia de Mariana en noviembre de 2015, una iniciativa popular coordinada por el Ministerio Público de Minas Gerais obtuvo más de 56.000 firmas y dio lugar al proyecto de ley 3695/2016, «Mar de Lama nunca mais», presentado en la Asamblea Legislativa del estado. El objetivo principal consistía en crear una legislación específica para garantizar la seguridad de los depósitos de relaves mineros. Había cuatro puntos considerados fundamentales para que la legislación cambiara la industria. Primero, la prohibición del método «río arriba». El segundo punto exige solicitar una fianza de seguridad antes del comienzo de las operaciones para cubrir los gastos en caso de accidente.

En tercer lugar, que la legislación exija a las minas a tener en cuenta métodos más seguros. Y, en cuarto lugar, las presas no podrán construirse cerca de suministros públicos de agua o en un radio de 10 kilómetros de una población. Aunque la ley fue respalada por el Ministerio Público, Ibama y los medioambientalistas, se remplazó por un proyecto más vago, PL 3676/2016, que no incluye los cuatro puntos y permitiría, según Ivo, que los criterios económicos ponderasen más en la evaluación de las licencias. Ninguno de los proyectos de ley se han aprobado todavía.

Además, una legislación de licencias medioambientales aprobada en Minas Gerais en 2017 permite, en algunos casos, la aprobación simultánea de las licencias de tres fases (licencias previas, de instalación y de operación). Según Ivo, puede resultar demasiado apresurado y aumentar el riesgo de accidentes.

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    Zona afectada
    Imagen aérea de la zona afectada por un flujo de lodo tras el derrumbe de la presa.
    Fotografía de Mauro Pimentel, AFP, Getty

    La legislación estatal que rige las regulaciones de seguridad de las presas en Minas Gerais, 15056/2004, sostiene que, en caso de accidente medioambiental, las medidas de emergencia serán asumidas por la compañía, ya de forma directa o como reembolso al estado. A nivel federal la Ley Nº 12334/2010, conocida como la Política Nacional de Seguridad de Presas (PNSB, por sus siglas en portugués), pretende garantizar el cumplimiento de los estándares de seguridad de presas. Sin embargo, ninguna ley fue capaz de evitar las tragedias en Mariana ni Brumadinho.

    Según Zhouri, el estado brasileño necesita hacer más para regular la industria minera. «La minería debe estar sometida a la sociedad, no al revés», afirma.

    ¿Alternativas viables?

    Entonces, ¿cuáles son las alternativas viables a los depósitos de relave?

    Ricas afirma que el problema es complejo y que no existen soluciones simples. Sin embargo, dice que no es aceptable almacenar las lamas sobre comunidades por el riesgo de derrumbe. Otras opciones son las células de drenaje, en las que el material se coloca en pilas para secar; la transformación de residuos en materias primas para la construcción; y triturado en seco. Ricas afirma que cada tecnología se aplicaría a un tipo particular de relaves, dependiendo de la mena, y dicha viabilidad debería estudiarse para cada caso específico.

    Ivo cree que las empresas mineras deberían adoptar la tecnología del tratamiento en seco lo antes posible en Brasil. «Prefieren correr el riesgo de derrumbe por el aspecto económico, pero algunos estudios demuestran que la tecnología del tratamiento en seco aumentaría el coste solo en un 20 por ciento, que es razonable para un minero», sostiene. Según Ivo, algunas empresas ya tratan en seco los relaves de mena, en ciudades como Ouro Preto y Nova Lima.

    Ricas comprende que será difícil que el gobierno supervise los cientos de presas del país y que un proceso de licencias más estricto no resolvería el problema necesariamente. Cree que la respuesta yace en la tecnología. «Una presa debe ser siempre la última opción», afirma.

    Este artículo se publicó en la edición brasileña de National Geographic y ha sido traducido.
    Roșia Montană

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