La pérdida de hielo de los glaciares canadienses alcanza su máximo histórico
En la isla de Baffin, el calor estival «sin precedentes» a lo largo del último siglo ha menguado sus glaciares.
Los glaciares de la isla de Baffin, en el Ártico canadiense, han menguado conforme el clima se calienta.
Conforme se derriten y retroceden, estos glaciares han expuesto fragmentos de antiguas plantas —congeladas en los puntos exactos donde crecieron— que no han visto la luz durante al menos 40.000 años, según sugiere una nueva investigación publicada el viernes en Nature Communications.
«El último siglo de calentamiento ha sido suficiente para reducir estos casquetes glaciares a dimensiones que no se habían observado en los últimos 115.000 años», afirma Simon Pendleton, científico climático de la Universidad de Colorado, Boulder, y autor principal del estudio.
El cálido Norte
El planeta entero lleva calentándose desde que los humanos empezaron a inundar la atmósfera de gases de efecto invernadero al comienzo de la Revolución Industrial. Pero el efecto se propaga de manera uniforme. Algunas regiones, como el Ártico, sufren el grueso del calentamiento: las temperaturas medias del aire en los límites septentrionales del planeta han aumentado más y más rápido que en cualquier otra parte del mundo. Como consecuencia, glaciares grandes y pequeños se han derretido a ritmos alarmantes, más rápido que cualquier otra cosa observada en la historia humana moderna.
Con todo, no queda claro si el calentamiento ártico observado a lo largo del último siglo no tiene precedentes en periodos más largos. ¿Ha hecho el calor suficiente como para derretir estos casquetes glaciares en los últimos 10.000 años? ¿O 50.000? ¿O 100.000?
«Lo que nos preguntábamos era cuándo fue la última vez que el Ártico estuvo tan caliente como hoy en día», afirma Pendleton.
En algunos momentos del pasado, el Ártico podría haber estado más caliente que en el presente, no por la influencia humana en el clima, sino por la forma compleja en que la Tierra se inclina sobre su eje. Hace unos 10.000 años, por ejemplo, las latitudes septentrionales apuntaban al sol más directamente que ahora durante el verano, lo que bañaba el Ártico en casi un nueve por ciento más de luz solar durante la estación.
Los glaciares crecen y decrecen como respuesta a ligeros cambios de temperatura. En esta parte del mundo, rastrean de manera minuciosa la cantidad de calor que se acumula en la región a lo largo de un verano. De forma que, a medida que los veranos árticos se calientan, los glaciares se derriten.
«Son los canarios de la mina de carbón», afirma Meredith Kelly, científica especializada en paleoclimatología en Dartmouth que no participó en el estudio, «son objetos sensibles que responden al clima».
Glaciares delicados
Los glaciares que analizó el equipo, en los altiplanos de Baffin, interactúan con el paisaje de forma más delicada que otros glaciares del mundo. En lugar de excavar cañones y trazar surcos en el lecho rocoso sólido, estos glaciares crecen y se colocan suavemente sobre la flora que crece en sus bordes, congelando musgos y otras plantas delicadas.
Ahora, conforme se retiran, las plantas antiguas se derriten en las posiciones exactas en las que murieron hace años. Así, si averiguaban la edad de las plantas, el equipo podría identificar la última vez que los glaciares fueron tan pequeños como en la actualidad.
Los investigadores recogieron plantas expuestas recientemente por la retirada de los casquetes de la isla. En el laboratorio, las analizaron para comprobar cuánto radiocarbono quedaba en sus tejidos antiguos. El radiocarbono, una versión naturalmente radiactiva del carbono, es un medidor de tiempo: los seres vivos lo incorporan en sus tejidos, pero se descompone a ritmos predecibles a lo largo de miles de años. Finalmente, tras unos 40.000 años, no queda nada.
Así, si las plantas que encontraron contenían mucho radiocarbono, eso implicaría que habrían muerto hace relativamente poco. Pero, en lugar de eso, los musgos estaban básicamente desprovistos de radiocarbono. Esto sugería que las plantas habían muerto al menos 40.000 años antes, lo que indicaría que los glaciares no habrían tenido tal tamaño hasta ese periodo, como mínimo.
Los investigadores también midieron el radiocarbono de las rocas justo al otro lado del límite moderno de los casquetes glaciares. Además, apenas descubrieron radiocarbono, lo que respalda las pruebas de que el hielo había cubierto estos lugares durante 40.000 años o más.
¿Canarios en una mina de carbón?
Entonces, hace 40.000 años, el planeta estaba en plena fase fría. Un casquete glaciar de kilómetros de grosor cubría el continente norteamericano y los humanos no llegarían hasta 15.000 años después.
Esta fase fría se remontó a hace 115.000 años, la última vez que el planeta entero estuvo tan cálido como hoy en día. Pero el calor pasado fue provocado por la posición del planeta respecto al sol, haciendo que el Ártico absorbiera casi un 13 por ciento más de energía solar de la que absorbe hoy en día.
Así, incluso el duro golpe de calor que experimentó el Ártico hace 10.000 años «no fue suficiente para aniquilar ese hielo», afirma Shaun Marcott, un científico climático de la Universidad de Wisconsin, Madison, que no participó en el estudio.
Esto pone de manifiesto la intensidad del calentamiento que tiene lugar en la actualidad, así como que el Ártico está entrando en terreno inexplorado. Y la isla de Baffin, según señala Marcott, está justo al lado de Groenlandia, que alberga un casquete glaciar con el hielo suficiente para aumentar el nivel del mar más de seis metros si se derrite por completo. El hielo en Baffin y Groenlandia está tocado por fuerzas similares, así que, según él, es fundamental comprender la sensibilidad con la que el hielo respondió en ambos lugares en el pasado para averiguar cómo se comportará en un futuro más cálido.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.