El plástico se ha triplicado en el Atlántico Norte desde los años 60
Un estudio científico que medía el plancton registró por accidente el aumento de la contaminación por plástico durante décadas.
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Artículo creado en colaboración con la National Geographic Society.
En 1957, fue un trocito de cordel empleado habitualmente en la pesca de arrastre. En 1965, fue una bolsa de plástico.
Durante más de 60 años, un equipo de científicos de Reino Unido ha recopilado datos sobre el plástico marino y recopilado uno de los conjuntos de datos más exhaustivos sobre la cantidad de plástico que se ha llegado al Atlántico Norte desde que se convirtió en un artículo ubicuo.
El equipo de investigación, que publicó sus hallazgos en la revista Nature Communications, es el primero que ha confirmado de forma cuantificable un aumento drástico del plástico marino desde los años 90.
¿Cómo lo han hecho?
Calcular la cantidad de plástico en el océano es complicado. Muchos investigadores y publicaciones citan un estudio de 2015 publicado en la revista Science que estimaba que cada año entran al mar entre 4,8 y 12,7 billones de fragmentos de plástico. Este rango tan amplio es el resultado de métodos mixtos para calcular los desechos analizando pruebas como los hábitos de desperdicio, el consumo y las capacidades de reciclaje.
Los investigadores también saben que el plástico se distribuye por todo el océano gracias a pruebas visuales como una bolsa de plástico hallada en la fosa de las Marianas y un envoltorio de cigarrillos que colgaba de una medusa.
Para rastrear el aumento del plástico en el Atlántico Norte, los científicos recurrieron a un artilugio antiguo y fiable llamado Continuous Plankton Recorder (CPR). El instrumento con forma de torpedo ha tomado muestras del plancton del Atlántico Norte desde la década de 1930.
Está fijado a la parte trasera de un barco con un cable de metal y se transporta sobre la superficie del agua.
«Son muy robustos», afirma Clare Ostle, autora del estudio y bioquímica marina en la Marine Biological Association. «Los diseñaron en los años 20 y el diseño no se ha cambiado. Por eso tenemos este conjunto de datos».
En la historia del CPR, los pequeños dispositivos metálicos han recorrido casi 12 millones de kilómetros por el Atlántico Norte y suelen arrastrarlos buques de contenedores y ferris que viajan a gran velocidad.
«En ese sentido, el CPR corre el peligro de quedarse atrapado, como los mamíferos marinos que se desplazan en aguas superficiales», señala el estudio.
De los 16.725 viajes que han hecho los CPR, 669 se quedaron atrapados en plástico. Aunque el CPR nunca se ha utilizado intencionadamente para contar desechos plásticos, estos registros de viajes fallidos han aportado un conjunto de datos que abarca varias décadas.
Al retroceder por los registros del CPR, Ostle ha sido capaz de comprobar que, desde los años 60, el plástico marino se ha decuplicado y el incremento más drástico se produjo entre los años 90 y la década del 2000.
¿Qué se puede hacer con esta información?
Después del año 2000, el tipo más habitual de plástico que encontraron los investigadores fueron aparejos de pesca. Como el Atlántico Norte es un foco de pesca, Ostle quiere examinar el vínculo entre los tipos de aparejo y prácticas de pesca y la cantidad de plástico marino.
Según Ostle, saber dónde tiende a concentrarse el plástico será importante para la conservación.
«Es importante para la gestión de residuos y las labores de limpieza», afirma.
La National Geographic Society y Sky Ocean Ventures han puesto en marcha el Ocean Plastic Innovation Challenge, que pide a personas de todo el mundo que piensen y desarrollen soluciones novedosas para frenar la crisis de residuos plásticos del planeta. ¿Tienes una idea? Presenta tu solución antes del 11 de junio en oceanplastic-challenge.org
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.