Por qué las mareas de tempestad de los huracanes son tan peligrosas

Los huracanes no sólo son una amenaza por sus vientos: también pueden crear muros de agua a lo largo de kilómetros tierra adentro que causan daños considerables.

Por Amy McKeever
Marea de tempestad tras el huracán Debby en Florida en 2024

La marea de tempestad rompe un pequeño dique cerca de los muelles para barcos en Horseshoe Beach, Florida, cuando el huracán Debby tocó tierra el 5 de agosto de 2024.

Fotografía de Christopher O'Meara, AP

Los huracanes pueden devastar comunidades costeras de muchas maneras, como por ejemplo con fuertes vientos o lluvias torrenciales. Pero uno de los mayores peligros que puede plantear un huracán es un fenómeno llamado marejada ciclónica (o marea de tempestad). Estas embestidas de agua oceánica son en gran parte responsables de la mortandad de algunos de los huracanes más mortíferos de la historia, como el huracán Katrina en 2005.

La Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA, por sus siglas en inglés) define una marea de tempestad es "un aumento anormal del agua generado por una tormenta, por encima de la marea pronosticada astronómica", lo que significa que una marea alta puede empeorar aún más las mareas de tempestad. En términos generales, las mareas de tempestad pueden empujar el agua decenas de kilómetros tierra adentro, causando inundaciones de nueve metros o más lejos de la costa.

Las marejadas ciclónicas pueden crear muros de agua similares a los asociados a los tsunamis, pero no son el mismo fenómeno. Los tsunamis son causados por fenómenos sísmicos, como terremotos, o no sísmicos, como meteoritos que se precipitan en el océano.

A continuación, te explicamos las causas de las mareas de tempestad y por qué son tan destructivas.

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Causas de las mareas de tempestad

Las mareas de tempestad son causadas principalmente por los fuertes vientos circulares que crean los huracanes o las tormentas tropicales cuando se desplazan sobre el océano. Estos vientos soplan en la superficie del océano y transfieren parte de su energía al agua, creando olas en la superficie y en las columnas de agua situadas justo debajo.

Cuando esto ocurre en aguas muy profundas, el exceso de energía tiene mucho espacio para circular. Pero cuando una tormenta se acerca a la costa, el agua se vuelve menos profunda y el fondo del océano se interpone en la circulación. En su lugar, las olas generadas por el viento se amontonan y no tienen otro lugar al que ir que tierra adentro. La marea de tempestad suele alcanzar su punto álgido cuando el huracán toca tierra.

Destrucción por marea de tempestad

Cuando una marea de tempestad toca tierra, el muro de olas puede precipitarse kilómetros tierra adentro, golpeando todo lo que encuentra a su paso. Bajo el peso de esa agua (aproximadamente 1000 kilos por metro cúbico) las playas se erosionan y los edificios pueden desmoronarse. Las mareas de tempestad también pueden inundar ríos y lagos interiores, contribuyendo a miles de millones de dólares en daños por inundaciones.

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    Las barreras contra mareas de tempestad (como ésta construida cerca de Nueva Orleans) ayudan a proteger las regiones costeras de las devastadoras inundaciones que pueden provocar los huracanes.

    Fotografía de George Steinmetz, Nat Geo Image Collection

    Sin embargo, lo más sobrecogedor son las pérdidas humanas atribuidas a las mareas de tempestad. Según un artículo publicado en 2014 en el Boletín de la Sociedad Meteorológica Americana, las mareas de tempestad causaron casi la mitad de todas las muertes por huracanes tropicales en el Atlántico entre 1963 y 2012, principalmente por ahogamiento.

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    Por qué algunas mareas de tempestad son peores que otras

    Varios factores pueden hacer que una marea de tempestad sea especialmente destructiva. Este fenómeno sube aún más cuando los vientos que lo azotan son más fuertes y rápidos, así como cuando la tormenta se desplaza perpendicularmente a la costa. Una tormenta más grande no sólo extiende la marejada por una franja más amplia del océano, sino que sus vientos tienden a durar más y a causar más daños.

    Ciertas regiones costeras son más propensas a sufrir daños por este tipo de mareas tormentosas, dependiendo de sus características. Las costas que se curvan hacia el interior o que tienen plataformas continentales de pendiente suave son más vulnerables a las mareas de tempestad, porque el agua tiene más tiempo para acumularse a medida que la tormenta se desplaza gradualmente hacia zonas menos profundas. En cambio, las costas con protección natural, como islas barrera y ensenadas, pueden verse menos afectadas.

    En 2012, la marejada ciclónica (o marea de tempestad) del huracán Isaac destruyó esta casa en Shell Beach, Luisiana. Según el Servicio Geológico de Estados Unidos, Luisiana ha perdido más de 4600 kilómetros cuadrados de humedales desde 1932, como consecuencia directa de desastres provocados por el hombre, como el dragado de canales para oleoductos y gasoductos. La intrusión de agua salada en un ecosistema de agua dulce se ha comido la protección natural que ofrece la tierra frente a las mareas de tempestad de los huracanes.

    Fotografía de J.T. Blatty, Redux

    Los huracanes no tienen que alcanzar la categoría 5 en la escala Saffir-Simpson para producir mareas de tempestad devastadoras. La NOAA señala que el huracán Katrina era de categoría 3 cuando tocó tierra en Luisiana en 2005, y trajo consigo una marejada de ocho metros que fue responsable de la mayoría de las más de 1200 muertes causadas por la tormenta. Del mismo modo, el huracán Ike era de categoría 2 cuando arrasó Galveston (Texas) con un muro de agua de más de seis metros en 2008.

    Aunque el Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos dispone de un sistema para predecir las mareas de tempestad, los huracanes son famosos por su rápida evolución, que puede crear mareas que causen diversos grados de destrucción. Por eso los expertos recomiendan a los residentes de las zonas costeras que se tomen en serio los avisos de evacuación.

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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