Fotografías surrealistas de arquitectura postsoviética
Este fotógrafo viajó hasta los rincones más lejanos de la antigua Unión Soviética para documentar una nueva era en el diseño.
En los años 50, el líder del estado soviético Joseph Stalin transformó el perfil urbano de Moscú construyendo rascacielos de siete pisos que llenaron el horizonte como pasteles de boda de la era soviética. Las torres se extendían con fachadas ornamentadas que recuerdan a catedrales góticas y a iglesias rusas de siglos de antigüedad. Aunque el país acababa de salir de la guerra, el líder dio prioridad a los ingentes costes de construcción de las torres —que albergaban una universidad, ministerios gubernamentales y un hotel, entre otros establecimientos— para reforzar el poder al alza del nuevo gobierno centralizado. La ciudad se convirtió en un lienzo en el que expresar las nuevas aspiraciones de las naciones.
Tras la caída de la Unión Soviética en 1991 y el fin de la influencia sobre sus estados satélites, los países del antiguo Bloque del Este necesitaban forjar sus propios caminos. A partir de 2008, el fotógrafo alemán Frank Herfort viajó en coche por la región, de Moscú a Astana, pasando por Siberia, en un Volga (un automóvil de la era soviética) para documentar las contradicciones de la arquitectura que aparecieron a lo largo del periodo de dos décadas en su serie Imperial Pomp.
«Si visitas cualquier ciudad rusa, todas se parecen. Moscú, San Petersburgo, Nóvgorod, todas tienen el mismo tipo de casas», explica Hefort acerca de los edificios de apartamentos diseñados para una sociedad de trabajadores sin clases. Estas fachadas sin decoración simbolizan cómo debería ser el ciudadano comunista ideal, un engranaje en la maquinaria del régimen. Las Siete Hermanas, rascacielos construidos por Stalin, fueron las únicas excepciones a la regla hasta que brotaron numerosas torres nuevas —algunos de los rascacielos más altos de Europa— durante la década pasada, símbolo de una nueva era.
No todos los edificios postsoviéticos rompían con el pasado. El Palacio del Triunfo, completado en 2006, —el edificio de apartamentos más alto de la ciudad— recibe el apodo de «la octava hermana», ya que el estilo de arquitectura estalinista y columnas clásicas coincide con los edificios de hace más de medio siglo. Se admira la fortaleza pasada, pero la ciudad aspira a superar la grandeza pasada. «Siempre intentan superarse», afirma Herfort.
Otras aportaciones arquitectónicas a la región reflejan la búsqueda de una nueva identidad. Las estructuras con aspecto futurista y las torres doradas alteraron la apariencia de Astana, Kazajistán, tras el fin del gobierno soviético.
Pese a compartir una historia común, el desarrollo postindependencia en la región ha sido desigual, según explica Kasia Ploskonka, historiadora del arte especializada en el arte del Asia central postsoviética. Pese a que la consolidación nacional comenzó durante la URSS, cada país necesitaba promocionar su nueva identidad. «No se ha producido una supresión completa de la identidad ni la reconstrucción de la misma, sino que ha existido un olvido selectivo y las nuevas élites se han privilegiado en un intento de solidificar la importancia de encontrarse en una plataforma internacional».
Pero los proyectos de construcción de la élite, documentados en las imágenes de Herfort, parecen mostrar poca consideración por las necesidades de la población, a diferencia de los funcionales edificios de viviendas comunistas. Hay pocos humanos en las fotografías. Algunos edificios nuevos están vacíos.
Hoy, las ciudades regionales recurren a edificios más organizados y prácticos, dejando atrás los días de gloria de construcción postsoviética, las dos décadas siguientes a la caída de la Unión Soviética. Pero los restos del pasado siguen en pie, y el ciclo de remplazo y posterior glorificación del pasado continúa.
Frank Herfort es un fotógrafo alemán de documentales y arquitectura. Síguelo en Instagram.