En este refugio de fauna silvestre también pueden verse lanzamientos de cohetes
La Costa Espacial de Florida es el hogar de la NASA, pero también de manatíes, tortugas marinas y criaturas bioluminiscentes.
El cohete Falcon 9 de SpaceX y la cápsula Crew Dragon sobre el complejo de lanzamiento 39A en el Centro Espacial Kennedy de Florida mientras se llevan a cabo los preparativos para la histórica misión Demo-2 del 27 de mayo. El centro espacial está rodeado por el refugio nacional de fauna de Merritt Island.
¿Renacerá la Costa Espacial de Florida con la reanudación de los lanzamientos de naves tripuladas? El esperado despegue del cohete de SpaceX, que transportará a dos astronautas de la NASA, podría ser el precursor del auge de esta franja de litoral de 115 kilómetros al este de Orlando.
El 27 de mayo, si todo va según lo planeado, el cohete reutilizable Falcon 9 lanzará su cápsula Crew Dragon en una misión a la Estación Espacial Internacional. Será el primer lanzamiento de astronautas estadounidenses desde suelo estadounidense en nueve años. Cuando haya despegado, todas las miradas estarán fijas en los cielos.
Pero también hay un mundo que descubrir en tierra. Junto al Centro Espacial Kennedy de la NASA vuelan aves migratorias y nadan manatíes antillanos. El refugio nacional de fauna de Merritt Island, una superficie pantanosa de más de 56 000 hectáreas que rodea la zona de lanzamientos, es un hábitat vital para especies amenazadas y en peligro de extinción.
«Es el centro de la próxima ola de avances tecnológicos y lo están haciendo aquí mismo, en un refugio de fauna nacional», nos cuenta el conservacionista Duane DuFreese.
Walter Starkey (81), guía del Centro Espacial Kennedy, es un veterano de la Fuerza Aérea que trabajó en los programas Gemini, Apolo, Skylab y del transbordador espacial. Ha visto más de 200 lanzamientos y aún se presenta voluntario para todos. «Si tengo suerte, los veré pisar la Luna de nuevo», dice.
Los visitantes exploran el Centro Espacial Kennedy antes de que cerrara al público por la pandemia del coronavirus.
Aunque recientemente la COVID-19 ha paralizado el turismo en la zona, muchos esperan que el programa vigente de lanzamientos sea el motor para volver a empezar. Cuando vuelvan los visitantes, podrán presenciar el estruendo de los cohetes y explorar unos de los hábitats más espectaculares de Florida.
Despegue
La Costa Espacial es un lugar de Florida que conoce la resiliencia. Tras los años de auge y caída durante el programa Apolo de los sesenta y el auge y caída posteriores con el programa del transbordador espacial (1981-2011), esta zona ha vuelto a la vida gracias a misiones de vuelo espacial privado encabezadas por SpaceX y Blue Origin, entre otras.
Mucha gente presenciará el despegue de forma virtual, siguiendo las recomendaciones de la NASA. El Centro Espacial Kennedy no permite visitantes in situ durante el lanzamiento. Quienes decidan verlo en persona desde la distancia deberán seguir las normas del condado local, que incluyen mantener el distanciamiento social y estar en grupos de menos de 10 personas.
En la mayor parte de la Costa Espacial y en otras zonas de Florida, las playas y los parques siguen abiertos. Hoy miércoles, los surfistas de Cocoa Beach seguramente harán una pausa para contemplar el espectáculo en el cielo. Es probable que mucho antes de la hora de lanzamiento, a las 16:33 ET (22:33 en hora española), haya varias caravanas dispuestas en una posición privilegiada junto al río Banana.
Y en Titusville, al otro lado del río de cabo Cañaveral, lugares como el parque Space View ofrecen vistas del edificio de ensamblaje de vehículos. (El punto de observación de lanzamientos más popular —en Playalinda, en la Costa Nacional Cañaveral— lleva cerrado desde el 19 de marzo.)
Una residente de Titusville, Lisa DiMercurio, dice que quizá lo vea desde Satellite Beach, en el sur. «Siempre prefiero verlo en Titusville, pero hay mucha gente estresada por el tráfico», afirma. «Este [lanzamiento] es grande. Hasta la gente que lleva mucho tiempo viviendo aquí está entusiasmada».
Explorando la Tierra
Muchos presenciarán el lanzamiento desde la playa, con la arena entre los dedos de los pies, buscando estelas ondulantes en el aire y esperando a que se produzca el estallido sónico.
Pero lo más sorprendente de la Costa Espacial no es la NASA, sino la naturaleza. El entorno protegido de las instalaciones espaciales no solo incluye el refugio de Merritt Island, sino también la Costa Nacional de Cañaveral, la mayor playa natural de la costa este de Florida, y la laguna Indian River, uno de los estuarios más biológicamente diversos de Norteamérica. Muchos de estos atractivos autóctonos han pasado desapercibidos para el turismo.
La residente de Titusville Alyssia Pickens (12) era apenas un bebé cuando vio su primer lanzamiento y ahora quiere viajar al espacio. «Neil Armstrong es mi astronauta favorito porque pasó por muchas cosas y aun así fue fuerte», dice.
El astronauta Buzz Aldrin camina sobre la superficie de la Luna durante la misión Apolo 11.
«Tienes que quedarte aquí durante un tiempo para verlo todo, se presenta de forma sutil», afirma DuFreese, director ejecutivo del Indian River Lagoon Council, un grupo de conservación.
Es una sutileza que tienes que buscar en la comercializada arteria costera de Cocoa Beach, la A1A, plagada de tiendas de surf y baratijas para turistas, iglesias, moteles, casas de empeño y clubes de striptease. Tras todo el homigón, esta parte de Florida conserva su naturaleza salvaje.
Cada año, las siete especies de tortugas marinas del mundo crean una media de 6000 nidos en las playas de la Costa Nacional Cañaveral. Solo durante la temporada de anidación de 2019 se contaron 13 383 nidos de tortugas en los 38 kilómetros de playas del parque. Como las tortugas ya llevan anidando desde abril de este año y las visitas son prácticamente inexistentes, solo los animales sabrán cuántos traerá el 2020, pero seguro que será un año de abundancia.
Al norte, la ciudad de Titusville es más discreta, algo desaliñada y no persigue de forma tan obvia el dinero del turismo. Este ha sido el hogar de los trabajadores espaciales e incluso de los propios astronautas.
Cocoa Beach, en la Costa Espacial, en junio de 2019. La playa ya está abierta al público.
El Moonlight Drive-In, un vestigio final de la era Apolo bautizado en honor a sus misiones, es el lugar idóneo para tomar un batido y un plato de gambas fritas entregado en una bandeja que cuelga de la ventana del coche (una comida con distanciamiento social incluido).
Desde allí, hay un breve trayecto en coche por la A. Max Brewer Causeway y el Indian River hasta el refugio nacional de fauna de Merritt Island, comprado por el gobierno federal en 1963 durante la construcción del Centro Espacial Kennedy y gestionado por el Servicio de Pesca y Vida Silvestre de Estados Unidos.
Laurilee Thompson, floridana de quinta generación y residente de Titusville, es voluntaria de un programa de ciencia ciudadana del Consejo de Recursos Marinos y dueña de un popular restaurante de Titusville donde sirven camarón de roca. Thompson visita el refugio a menudo para analizar el agua de la laguna Indian River.
Raymond Hamond (68), el dueño del Moonlight Drive-In, ha vivido en la Costa Espacial desde 1964. Durante el lanzamiento de la Apolo 11, pensaba que se le romperían las ventanas. Los ingenieros han diseñado un sistema para inundar la zona de agua y disminuir los temblores.
El Monumento Apolo forma parte del Paseo de la Fama Espacial del parque Space View de Titusville, Florida.
«El auge o la caída de la economía de Titusville dependen de lo que ocurra al otro lado del río, en el centro espacial», afirma. «Cuando terminó el programa Apolo, la comunidad quedó diezmada, la gente prácticamente regalaba sus casas», cuenta Thompson. «Después llegó el programa del transbordador y volvimos a la normalidad... hasta que terminó. Ahora que en el centro espacial hay nuevas actividades, volvemos a prosperar».
Pero la construcción de nuevas viviendas en Titusville (y la escorrentía de los fertilizantes y del paisajismo) es uno de los muchos factores artificiales que pasan factura al estuario.
Cuando llega a una rampa para barcos en la laguna Mosquito (una de las tres masas de agua que componen la laguna Indian River), Thompson saca cubos y viales de químicos para analizar la claridad del agua, el pH y el oxígeno disuelto. Se pone a trabajar mientras el agua a su alrededor bulle como un caldero a fuego lento, llena de insectos, salmonetes y algo más. «Es un manatí resfriado», dice refiriéndose a un sonido a caballo entre el graznido de un cuervo y el barritar de un elefante.
Thomson mezcla y bate, registrando las lecturas hídricas del día. «Queremos desarrollo, pero no queremos arruinar nuestra calidad de vida», dice. «Y nuestra calidad de vida va unida a la laguna Indian River».
La última frontera
Durante los meses de verano, hay una especie de Vía Láctea en las cálidas aguas del estuario. El brillo, denominado bioluminiscencia, puede observarse con regularidad en varias lagunas caribeñas y en otros lugares del mundo, pero casi nadie sabe que en la Costa Espacial ocurre una versión de ese fenómeno.
Los residentes suelen congregarse en barcos para ver los lanzamientos de cohetes por la noche. «De noche, un lanzamiento es como un amanecer. Es asombroso. Puedes leer con la luz que genera», cuenta el guía floridano Chad Baesman.
Al remar, la gente deja estelas en el agua, el efecto del plancton unicelular (llamado dinoflagelado) al ser perturbado por sus movimientos en el agua.
Lee Solid, el legendario «ingeniero de cohetes» que ayudó a construir el cohete Saturno V, junto a Charlie Mars, presidente de la junta del Museo Espacial Estadounidense en Titusville.
El sábado, 21 de diciembre de 1968, el cohete Saturno V que llevaba a la tripulación de la Apolo 8 despegó del Centro Espacial Kennedy con una propulsión de 3,4 millones de kilogramos.
Los salmonetes surcan las aguas turbias dejando arcos como las estelas de los cohetes a su paso. Una noche de verano en la laguna de Indian River es un espectáculo líquido de chapoteos y rayas luminosas. Puedes sumergir la mano en el agua cálida, mover el puño y ver cómo brillan los dinoflagelados como si fueran una radiografía.
Hay una galaxia en la palma de la mano y sobre nuestras cabezas. No hay que viajar tan lejos para explorar las estrellas. En la Tierra siempre han ocurrido cosas extraordinarias.
La escritora de Florida Terry Ward cubre turismo, submarinismo, aventuras en familia y perfiles. Síguela en su página web, Instagram y Twitter.
El fotógrafo Robert Ormerod trabaja en Edimburgo, Escocia. Síguelo en Instagram.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.