Este país alberga algunos de los animales más raros del mundo

De tarseros a tamaraos: Filipinas está llena de criaturas fantásticas y únicas.

Por Jason Bittel
Publicado 29 ene 2021, 16:26 CET
Fotografía de los aldeanos de Dunoy liberando un cocodrilo filipino

Los aldeanos de Dunoy, en la isla filipina de Luzón, se unen al grupo de conservación Mabuwaya Foundation para liberar a un cocodrilo filipino joven que encontraron varado en un afluente lejos de su hábitat natural. La especie, que se alimenta de caracoles, es el cocodrilo más raro del mundo.

Fotografía de Gab Mejia

En los bosques insulares del Pacífico occidental hay un animal sobrenatural conocido como tarsero filipino.

Con orejas de murciélago, unos dedos con aspecto de ventosas y unos enormes ojos dorados, cualquiera confundiría a esta criatura con el extra de una película de ciencia ficción. En realidad, los tarseros son primates y parientes lejanos de los humanos.

«Parecen alienígenas que saltan de árbol en árbol», afirma Gab Mejia, explorador de National Geographic y fotógrafo afincado en Filipinas.

Las más de 7600 islas de Filipinas son la cuna de una cantidad abrumadora de especies diversas. Según el Convenio sobre la Diversidad Biológica, el 5 por ciento de las especies de plantas del mundo viven en Filipinas. Y casi la mitad de las criaturas que habitan estas islas no existen en ningún otro lugar.

El sol matutino baña las tierras altas montañosas de Bukidnon, que albergan a la rara águila monera.

Fotografía de Gab Mejia

«Allí donde vayas en Filipinas, estarás rodeado de naturaleza», afirma Mejia. «Cada isla que visites tendrá especies diferentes».

La vida isleña suele fomentar la especiación, o la divergencia de una especie en dos o más linajes. Pero este paraíso ecológico también está amenazado: más de 700 de sus especies autóctonas se consideran en peligro de extinción debido a la explotación excesiva, la pérdida de hábitat y la fragmentación de hábitat. Y la pandemia global podría agravar la situación, ya que las organizaciones de conservación han informado de repuntes de actividades como la pesca ilegal y la recogida ilegal de plantas raras.

La buena noticia es que, en los últimos años, han proliferado iniciativas locales para salvar a muchas de estas criaturas y sus hábitats. Y cuando se hace de forma sostenible, el turismo de biodiversidad en los parques nacionales puede impulsar estas iniciativas al canalizar dinero hacia los grupos de conservación locales, lo que garantiza que cuenten con el apoyo suficiente para financiar patrullas, comprar tramos de tierra e incluso criar a especies raras en cautividad.

La COVID-19 ha frenado el turismo, pero cuando vuelva a ser seguro, los viajeros que quieran contribuir a la conservación podrán descubrir estos cuatro parques nacionales filipinos que albergan a cuatro de los animales más raros y carismáticos y que solo viven en este país.

Los tarseros: pequeños y ultrasónicos

El tarsero filipino es el segundo primate más pequeño del mundo y los científicos occidentales lo conocen desde que fue descrito en 1894. Pero un aspecto de este animal había sido un misterio hasta hace poco.

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    En algunas ocasiones, cuando un investigador capturaba a uno de estos diminutos primates, el animal abría la boca de par en par como si estuviera aullando, pero no salía ningún sonido. El comportamiento se consideraba particularmente extraño porque se sabía que la especie produce una serie de vocalizaciones perceptibles, entre ellas un chillido penetrante y un trino suave parecido al canto de un ave.

    El misterio se resolvió en 2012, cuando se desveló que el tarsero filipino se comunica mediante ultrasonidos, o frecuencias de sonido tan altas que exceden la audición humana. Los gritos de los tarseros, inducidos por el estrés, no eran silenciosos, simplemente eran similares a los silbatos para perros.

    Los turistas pueden observar a estos primates nocturnos casi amenazados en estado silvestre, si saben dónde mirar.

    Un tarsero filipino se pone alerta ante el sonido de un insecto que se mueve entre las hojas de un bosque en Bohol. Las capacidades auditivas del tarsero son más agudas que las de cualquier otro primate.

    Fotografía de Gab Mejia

    «De noche salen a cazar, pero después siempre vuelven al mismo árbol», afirma Mejia.

    Por desgracia, esta constancia también pone en peligro a los animales, ya que las personas que quieren atraparlos como fuente de alimento o para el comercio de mascotas pueden encontrarlos con facilidad.

    La clave para observar a los animales sin molestarlos es contar con el guía adecuado. Mejia recomienda la Philippine Tarsier Foundation, que gestiona el Philippine Tarsier and Wildlife Sanctuary en la isla de Bohol.

    Los tamaraos: pequeños pero matones

    Los filipinos consideran que el tamarao es uno de los animales más populares y queridos de la Tierra. Pero fuera de las islas, mucha gente nunca ha oído hablar de la única especie de bóvido autóctona de Filipinas, que en cierto modo se parece a un búfalo de agua en miniatura.

    El tamarao solo vive en la isla de Mindoro. La especie tiene pelo negro y brillante, cuernos orientados hacia atrás y la altura de un niño de preescolar. Pero no te dejes engañar por su falta de estatura. Los animales son famosos por su mal genio y porque enseguida blanden sus cuernos contra los intrusos, un comportamiento llamado «tusking».

    «Son animales muy salvajes», afirma Mejia. «Los guardabosques me han contado que los persiguen cuando trepan a los árboles y que lo mejor es saltar hacia un lado, porque cargan a ciegas».

    Esta foto del 2018 muestra a Kalibasib, el único tamarao cautivo, en la Tamaraw Gene Pool Farm de la provincia de Mindoro. El Programa de Conservación del Tamarao contrató a miembros de tribus como rastreadores y guardabosques, lo que ha causado un descenso de la caza furtiva.

    Fotografía de Jes Aznar, Getty Images

    Una mala noticia para estos bóvidos pequeños pero matones es que su carne todavía es muy preciada para algunos cazadores y las enfermedades que afligen a las vacas y otro ganado han afectado mucho a la especie. La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza los considera una especie en peligro crítico de extinción; solo quedan 600 ejemplares en el medio natural.

    «Con todo, los visitantes pueden observarlos en estado silvestre en el parque nacional Montes Iglit-Baco», afirma Neil Anthony del Mundo, coordinador del Programa del Conservación del Tamarao.

    Por supuesto, los tamaraos solo deben observarse desde una distancia segura.

    Cocodrilos filipinos: los más raros del mundo

    El cocodrilo filipino es el cocodrilo más raro del mundo, pero los visitantes del parque natural de Sierra Madre del Norte tendrán la oportunidad de ver a estos animales en su hábitat autóctono. El truco es que hay que traer una linterna frontal.

    «Hemos construido una torre de observación al borde de un lago natural donde casi podemos garantizar que [los visitantes] verán cocodrilos filipinos por la noche», afirma Merlijn van Weerd, consejero delegado de Mabuwaya Foundation, una organización de conservación sin ánimo de lucro.

    Al igual que el tamarao, el cocodrilo filipino es pequeño; los animales maduros alcanzan una longitud de 1,5 metros y pesan poco más de 14 kilogramos. Además, el alimento favorito del cocodrilo son los caracoles.

    Su dieta incluye a los caracoles manzana o ampularia, una especie invasora que amenaza a los productores locales de arroz, señala van Weerd. Los cocodrilos filipinos también disfrutan engullendo ratas introducidas, otra plaga para los cultivos.

    Amante Yog-yog, especialista en cocodrilos, examina las escamas protuberantes del cuello de un cocodrilo filipino joven. La existencia de escamas en el cuello son el principal rasgo físico con el que se puede determinar si la especie es un cocodrilo filipino o un cocodrilo marino.

    Fotografía de Gab Mejia

    «Así que los cocodrilos filipinos endémicos ayudan a los agricultores filipinos al controlar las plagas introducidas en sus arrozales», afirma van Weerd.

    Solo quedan de 92 a 137 cocodrilos filipinos adultos en la Tierra, así que la especie en peligro crítico de extinción necesita toda la publicidad que pueda recibir. Por desgracia, a veces las personas matan a los reptiles porque los consideran una amenaza para el ganado o incluso para los humanos.

    Águilas moneras: un ave sin parangón

    Con unos vientres de color blanco y una inconfundible corona de plumas enmarañadas, las águilas moneras causan impresión. «Cuando extienden las alas, su sombra cubre a todo el mundo», afirma Mejia. «Son como los reyes o reinas de las aves rapaces». Resulta obvio que la especie fuera nombrada ave nacional de Filipinas.

    Aunque estas aves, también conocidas como águilas filipinas, son difíciles de encontrar en el medio natural —donde quedan apenas 400 parejas adultas—, es posible observar a la especie en cautividad.

    «Desde el comienzo del programa durante los años setenta, hemos rescatado a 86 águilas», afirma Jayson Ibanez, director de investigación y conservación de la Philippine Eagle Foundation.

    Rescatan a las aves por diversos motivos, como el hecho de que los lugareños las atrapen o disparen contra ellas, pero el principal factor que aflige a esta especie es la deforestación. Una sola pareja reproductora necesita entre 4000 y 11 000 hectáreas para vivir, así como árboles altos donde anidar. Por su parte, solo el 35 por ciento de los bosques de Filipinas siguen intactos.

    Actualmente, la fundación cuenta con 33 águilas moneras. Mediante las iniciativas de cría, los trabajadores esperan liberar a los polluelos en el medio natural.

    Un águila monera anida en el refugio forestal de la Philippine Eagle Foundation, en Davao. Solo quedan unas 400 parejas salvajes, así que las águilas moneras son rescatadas, criadas y liberadas en sus hábitats montañosos, como el parque nacional del monte Apo.

    Fotografía de Gab Mejia

    Un dato interesante es que antes esta especie se consideraba pariente de otras grandes águilas del mundo que viven en bosques, como la arpía mayor de Sudamérica y el águila coronada de África. Pero los estudios genéticos han revelado que estas enormes aves solo son parientes lejanas; el águila monera tiene categoría propia.

    «Son productos singulares de la creación evolutiva», afirma Ibanez.

    Por supuesto, la singularidad parece ser un tema recurrente en este magnífico archipiélago.

    «Filipinas se caracteriza por sus islas, montañas y humedales», afirma Mejia. «Ya sean los varanos en las playas o los tarseros en los árboles, uno puede prepararse para ver lo que significa ser un país megadiverso».

    The National Geographic Society, comprometida a revelar y proteger las maravillas de nuestro mundo, financia el trabajo del explorador Gab Mejia.
    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

     

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