Esto es lo que pueden aprender los niños de los tiburones

El turismo de tiburones podría ayudar a crear conciencia sobre estos peces incomprendidos. Pero ¿puede tu familia hacerlo de forma segura y sostenible?

Por Rachel Ng
Publicado 16 jul 2021, 11:49 CEST
Un buceador nada con un tiburón oceánico en las Bahamas

Un buceador nada con un tiburón oceánico en las Bahamas. El turismo de tiburones es cada vez más popular en todo el mundo y ofrece la oportunidad de que los niños participen en la conservación.

Fotografía de Nat Geo Image Collection

El océano solía aterrorizar a la bióloga marina y conservacionista Naomi Clark-Shen. «Desde pequeña, me han obsesionado los animales», cuenta. «Pero la fauna marina nunca me interesó mucho. Me daban miedo las zonas oscuras y turbias que no podía ver. Tenía mucha imaginación y pensaba en los depredadores —tiburones y cocodrilos— que vendrían a por mí».

Cuando sus padres llevaban a la familia de vacaciones a bucear en Malasia, Clark-Shen se quedaba en las zonas poco profundas. Todo cambió cuando, a los 14 años, vio un documental sobre tiburones en Costa Rica. Se quedó hipnotizada. «Vi a cientos de ellos nadando con elegancia. Transmitían cierta serenidad. Desde aquel momento, supe que quería trabajar con tiburones», dice. «Mi miedo al océano desapareció. Simplemente me entró la curiosidad».

Clark-Shen obtuvo su licencia de buceo a los 16 años y actualmente está trabajando en su doctorado sobre la pesca y la biología de los tiburones y las rayas en el Sudeste Asiático. Hasta 2020, era exploradora de National Geographic y dirigía un proyecto de investigación sobre tiburones parcialmente financiado por la National Geographic Society en Singapur.

Un tiburón blanco pasa frente a un buceador en una jaula

Un tiburón blanco pasa frente a un buceador en una jaula sumergida frente a la costa de Sudáfrica. El turismo de tiburones es un sector multimillonario e incluye opciones para nadar y observar a estas criaturas en todo el mundo.

Fotografía de David Caravias, Alamy Stock Photo

Cada verano, los tiburones nadan en nuestras pantallas gracias a programación como la de SharkFest de National Geographic. Millones de personas encienden su televisor para ver a un tiburón blanco saltar del agua para atrapar a su presa en el aire o ver cómo los tiburones sedosos rodean a unos submarinistas. A la gente le encantan los tiburones y, para algunos, ese interés ha inspirado la búsqueda de experiencias cercanas y personales.

El turismo de tiburones es un sector pujante y multimillonario. Los aficionados pueden hacer esnórquel o bucear con ellos, presenciar sus hábitos de alimentación u observar a tiburones blancos desde una jaula submarina. Acercarse a los tiburones salvajes de forma segura, algo que antes estaba reservado a submarinistas profesionales y biólogos marinos, se está convirtiendo en una actividad para toda la familia. Te explicamos cómo el turismo marino responsable puede inspirar a los niños y contribuir a la conservación.

Qué pueden aprender los niños de los tiburones

«Si tenemos la oportunidad de llevar a los niños a ver un tiburón en su hábitat natural, los verán de otra manera», dice la bióloga marina Jillian Morris. Cuando los niños ven que los tiburones se comportan de forma muy diferente a lo que se les ha contado toda la vida, es una revelación. Les proporciona un vínculo con los tiburones que tendrán toda la vida».

Esa conexión y la educación son fundamentales para seguir adelante con las iniciativas de conservación, según un estudio publicado en PLOS One, una revista científica de acceso abierto y revisada por la Public Library of Science. Tras encuestar a estudiantes de 11 y 12 años de Hong Kong, los investigadores descubrieron que estaban a favor de la conservación de los tiburones cuando se les informaba de su importancia ecológica para la vida marina y se corregían sus ideas erróneas.

«Hay mucha desinformación sobre los tiburones», dice Morris, que puso en marcha Sharks 4 Kids, un programa educativo en Bimini, en 2012. Había notado una falta de conexión entre los turistas que acudían a las Bahamas —conocida como la capital mundial del buceo con tiburones— y los residentes, que se mantenían alejados del agua debido a un miedo a los tiburones culturalmente arraigado.

«Queremos que los estudiantes locales salgan y vean por qué los turistas vienen aquí, por qué vienen equipos de rodaje, por qué vienen científicos de todo el mundo», dice Morris. «Estos niños van a crecer y mantener el refugio de tiburones. Van a trabajar en el sector turístico y van a votar. Que la comunidad esté vinculada a la conservación es lo que hace que tenga éxito».

Tras aprender sobre los tiburones en los acuarios, las aulas o la televisión, algunos niños se convierten en ávidos embajadores de los tiburones, repitiendo datos y abogando por su protección con entusiasmo. «Los niños pueden influir en sus padres y en los adultos que les rodean», dice Morris. «Tienen mucho más poder del que creen o de lo que la gente cree».

Mientras la conservación de los tiburones sigue cobrando impulso, los padres pueden hacer muchas cosas para cultivar la curiosidad de sus hijos por los tiburones.

¿Por qué amamos y tememos a los tiburones?

No todos los tiburones son iguales. De las casi 500 especies que existen, solo doce se consideran peligrosas para los humanos. La mayoría de los ataques mortales se atribuyen a tiburones blancos, tiburones tigre y tiburones sarda. Con todo, aunque 2020 fue uno de los años más mortales de la última década en lo que a ataques de tiburones se refiere, solo murieron 10 personas en todo el mundo. Estadísticamente, es 100 000 veces más probable morir por la picadura de un mosquito que por el mordisco de un tiburón.

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    Una niña toca la escultura de un tiburón

    Una niña toca la escultura de un tiburón en el Inatura Natural Spectacle, un museo interactivo de historia natural en Dornbirn, Austria.

    Fotografía de Rebecca Marshall, Laif, Redux
    Mandíbulas de varios tipos de tiburones

    Niños contemplan las mandíbulas de varios tipos de tiburones expuestas en el Museo Oceanográfico de Mónaco.

    Fotografía de Rebecca Marshall, Laif, Redux

    «No figuramos en su menú», dice Evans Baudin, propietario de una empresa de buceo en Cabo San Lucas, México. «A veces, pueden ser curiosos y acercarse. Pero se van en cuanto ven que no somos comida».

    Aunque los tiburones son resilientes —han sobrevivido al menos a cuatro extinciones masivas en los últimos 400 millones de años—, estos peces corren el riesgo de desaparecer debido a la actividad humana. Cada año mueren millones de tiburones atrapados en redes de pesca comercial o asesinados por sus preciadas aletas, un manjar en algunos países de Asia. Actualmente, el 71 por ciento de las especies de tiburones del mundo se encuentran en peligro de extinción.

    La bióloga marina Caine Delacy es una de las muchas científicas cuyos esfuerzos para proteger a los tiburones están cobrando fuerza. ¿El gancho? Combinar la conservación con el turismo. «Intentar convencer a la gente para que le gusten los tiburones es un proceso lento», dice Delacy. Como parte de sus esfuerzos de conservación de tiburones, Delacy lleva a los turistas a bucear con tiburones por todo el mundo, desde la Polinesia Francesa hasta Australia y Baja California. Su objetivo es enseñar a la gente que los tiburones no son devoradores de humanos irracionales, sino criaturas magníficas y antiguas, fundamentales para el vulnerable ecosistema del océano.

    ¿Ayuda el turismo a la conservación?

    En las cálidas aguas caribeñas de Belice, los turistas pueden nadar con tiburones nodriza de dos metros de largo en el Shark Ray Alley, a seis kilómetros al sur de San Pedro. Aunque en la región abundan los tiburones nodriza y los tiburones ballena —las únicas especies de tiburones protegidas en Belice—, el resto de los tiburones de la zona han desaparecido debido a la pesca. «Los turistas acudían a ver tiburones nodriza y descubrieron que los lugareños los mataban en grandes cantidades», explica la bióloga marina Carlee Jackson. «El gobierno acabó protegiéndolos para el turismo. A la población local le aterrorizaban los tiburones. Ahora no tienen inconveniente con los tiburones nodriza porque generan dinero».

    Los conservacionistas esperan que los beneficios del turismo incentiven a los países a proteger a los tiburones. El cambio hacia una economía basada en el turismo se traduce en que los residentes podrían depender de diferentes fuentes de ingresos. «El dinero que se gaste a nivel local querrá decir que la gente podrá dar de comer a sus familias con los ingresos derivados del turismo, no de la pesca», dice Delany.

    El turismo también puede contribuir a la conservación de los tiburones mediante la exposición y la educación. «Una vez que la gente bucea con tiburones, ve lo preciosos que son bajo el agua y que en realidad no les interesan los humanos como comida», dice Mickey Smith, un videógrafo submarino de un turoperador de buceo con tiburones en Florida. «Y después los clientes empiezan a preocuparse por los tiburones, ayudan a firmar peticiones o a presentar proyectos de ley para protegerlos».

    Los esfuerzos por rehabilitar la reputación de los tiburones podrían estar funcionando en Florida y en el resto del mundo. Hawái promulgó la Ley de Protección de los Tiburones, que convirtió al estado en un refugio marino para las más de 40 especies de tiburones que frecuentan sus aguas, mientras que hace poco Florida prohibió la importación, exportación y venta de aletas de tiburón. En junio, el Senado de Estados Unidos, en una inusual decisión bipartita, aprobó un proyecto de ley similar.

    ¿Puedes nadar de forma segura con tiburones?

    El turismo de tiburones no está exento de polémica. Una práctica muy discutida es el «aprovisionamiento» o «chumming», que consiste en que los proveedores atraen a los tiburones con comida. «Personalmente, no creo que sea algo seguro», dice Jackson. «El ecoturismo consiste en ejercer el impacto mínimo en el medioambiente, pero cuando se alimenta a un animal, se ejerce un impacto directo en ese animal, algo que tiene repercusiones en el medio ambiente de forma indirecta».

    Tiburón blanco

    Los turistas en un viaje de buceo en jaula por la costa de Sudáfrica observan un tiburón blanco en la superficie.

    Fotografía de Michael Hutchinson, Nature Picture Library, Alamy

     

    Las investigaciones han demostrado que cuando los humanos alimentan a los tiburones, estos pasan más tiempo en zonas frecuentadas por los turistas en lugar de buscar fuentes de alimento naturales. Las poblaciones de peces que normalmente son sus presas crecen, lo que podría tener un efecto dominó en la cadena trófica.

    Algunos científicos también consideran que el buceo en jaulas es problemático. Esta práctica sumerge a los buceadores en jaulas cerradas mientras los turoperadores echan cebo al agua para atraer a tiburones depredadores, como los tiburones blancos. Los críticos creen que esto fomenta un comportamiento antinatural en los tiburones y puede conducirlos a nadar demasiado cerca de otros seres humanos o suscitar ataques.

    Otra preocupación acuciante es el sobreturismo. Los tiburones que nadan despacio, como los tiburones ballena y los tiburones nodriza, podrían ser golpeados por los barcos que se aglomeran en las aguas. Los buceadores inexpertos podrían dar patadas al coral con las aletas, causando daños irreparables en un arrecife.

    El deseo de nadar con tiburones es polifacético. «Hay gente que intenta enfrentarse a sus miedos y quiere hacer algo fuera de su zona de confort», explica Delacy. «Y luego están los entusiastas que solo quieren ver tantos tiburones como puedan. Para ellos es como la observación de aves».

    En todo el mundo, hay empresas que permiten a las familias practicar esnórquel o buceo con tiburones. Con solo 10 años, los niños pueden obtener el certificado de buceo. «Hay que investigar y seleccionar la mejor opción según la edad y la experiencia que tenga tu hijo en el agua», dice Morris. Por ejemplo, los padres de niños a los que no se les dé bien nadar pueden llevarlos a vadear en aguas poco profundas rodeados de apacibles tiburones nodriza en el puerto de Compass Cay, en las Bahamas. Cerca de Port Lincoln, en el sur de Australia, pueden sentarse en una cápsula de cristal sumergida para ver cómo los tiburones blancos nadan por el profundo océano azul.

    Muchas empresas de aventura ofrecen paquetes de fotografía y vídeo para documentar las experiencias submarinas de los turistas. Las imágenes de tiburones, desde un grupo de tiburones martillo hasta los marrajos dientusos, dominan las redes sociales. En busca de me gusta, algunas personas recurren a prácticas cuestionables, como tocar a los tiburones. 

    Jackson está de acuerdo en que los niños pueden nadar con tiburones de forma segura bajo la supervisión adecuada de un adulto experimentado. «Tanto para los niños como para los adultos, la seguridad con los tiburones suele depender de lo que se haga el agua», afirma. «Es seguro si un niño tiene la edad suficiente para aprender a respetar a los tiburones y mantener la distancia».

    Para tener las mínimas repercusiones negativas tanto para los humanos como para los tiburones, Delany dice que es importante no interponerse en su camino y limitarse a observar en silencio. «Quiero que la gente desconecte de nuestro mundo de locos y se quede asombrada ante algo más grande y majestuoso que tú», dice. «Lo asombroso es que alguien tenga una conexión emocional muy profunda con el medio ambiente y los animales».

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

    No te pierdas Sharkfest durante el mes de julio. Puedes consultar la programación aquí.

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