Siguiendo los pasos de Oppenheimer de Nuevo México al Caribe

El padre de la bomba atómica persiguió la historia y luego huyó de ella. He aquí cómo visitar lugares importantes para el influyente físico, incluida una playa de las Islas Vírgenes de Estados Unidos.

Por Bill Newcott
Publicado 28 may 2024, 14:41 CEST
El emplazamiento de Los Álamos (Nuevo México) donde Robert J. Oppenheimer y su equipo desarrollaron el ...

El emplazamiento de Los Álamos (Nuevo México) donde Robert J. Oppenheimer y su equipo desarrollaron el primer dispositivo atómico en la década de 1940 es ahora un parque histórico nacional de Estados Unidos. Incluye estructuras como esta réplica de la puerta principal del campus.

Fotografía de Brian Snyder, Reuters, Redux

Ahora que la galardonada película Oppenheimer, de Christopher Nolan, ha vuelto a presentar al público al "padre de la bomba atómica", es un momento ideal para salir a la carretera y volver sobre algunos de los pasos más trascendentales de J. Robert Oppenheimer: desde Nuevo México, donde el sueño del físico de hacer posible un arma nuclear se hizo realidad en el Proyecto Manhattan; pasando por un campo de pruebas de Nevada, donde se demostraron sus peores temores sobre la bomba; hasta la remota playa del Caribe donde pudo, por fin, acallar los demonios que le perseguían.

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Los Álamos: Cuna de la bomba atómica

El Gadget, como llamaron sus creadores al primer artefacto atómico, no nació en Trinity (el lugar del desierto estadounidense de Nuevo México donde se detonó) sino a unos 160 kilómetros al norte, en la tranquila ciudad montañosa de Los Álamos. Fue allí donde Oppenheimer, que había pasado parte de su adolescencia en Nuevo México, se apropió de una antigua escuela masculina como base de operaciones.

El campus del Proyecto Manhattan de Oppenheimer, hoy parque histórico nacional, prácticamente no ha cambiado desde su época.

Paseando por la arbolada "Bathtub Row" (o "pasillo de bañeras", llamada así porque eran las pocas casas del campus equipadas con baño completo") paso por delante del bungalow que Oppenheimer compartía con su mujer, Kitty, y sus dos hijos. En un extremo de la calle, casi me rozo con un par de estatuas de bronce de tamaño natural: Oppenheimer, resplandeciente con su famoso sombrero de ala ancha, consulta con el jefe militar del proyecto, el general Leslie Groves.

Tras ellos, abro la puerta de Fuller Lodge, el antiguo salón de actos de la escuela, ahora galería de arte y centro comunitario, y me veo transportado al momento más fascinante de la película Oppenheimer.

Lo recuerdas: tras el bombardeo de Hiroshima, el científico se sitúa ante una chimenea de piedra en esta sala y pronuncia un discurso de victoria ante el personal de Los Álamos. Pero incluso mientras pronuncia palabras de triunfo, Oppenheimer sufre en privado visiones desgarradoras de la devastación que ha causado la bomba.

Y ahora, aquí estoy, de pie ante esa misma chimenea, frente a la larga extensión de las paredes de pino ponderosa y el techo de madera de la sala. No es difícil imaginar a Oppenheimer en este lugar, asombrado por lo que su equipo había logrado en tres cortos años; horrorizado por sus implicaciones para el resto de la historia de la humanidad.

(Relacionado: El horror de Hiroshima tras 75 años de la tragedia)

Trinity: Lugar de la primera explosión atómica

La mayor parte del año, Trinity, el lugar de la primera explosión atómica, sigue siendo una zona activa del campo de misiles de White Sands, en Nuevo México (Estados Unidos). Sin embargo, en dos días especiales (generalmente el primer sábado de abril y el tercer sábado de octubre) el Ejército de EE. UU. organiza una jornada de puertas abiertas en Trinity (debido a lo que el Ejército de EE. UU. denominó "circunstancias imprevistas", la jornada de puertas abiertas de abril de 2024 fue cancelada).

En esos días, vehículos venidos desde lo largo y ancho de Estados Unidos se alinean en la puerta Stallion Gate de White Sands, y luego recorren los 27 kilómetros hacia el sur hasta la valla circular de eslabones de cadena que encierra el lugar donde el Gadget de Oppenheimer marcó el comienzo de la era atómica. Aparcan en un aparcamiento poco frecuentado y entran por una puerta estrecha, acercándose al monumento negro y austero situado en el centro del círculo con una solemnidad casi visceral.

Incluso en primavera, hace un poco de calor aquí, en el horno al aire libre y sin árboles que los conquistadores españoles llamaron Jornada del Muerto, pero no tanto como a las 5:30 a.m. del 16 de julio de 1945, cuando una bola de fuego la mitad de caliente que la superficie del sol abrasó la tierra de esta cuenca.

Turistas en el White Sands Missile Range, en Nuevo México, observan un ejemplo de la carcasa de la bomba "Fat Man", construida para contener un artefacto nuclear. Aquí, en el remoto emplazamiento de Trinity, el 16 de julio de 1945, el Proyecto Manhattan detonó con éxito la primera bomba atómica.

Fotografía de Martin Specht, Agentur Focus, Redux

La torre de 30 metros sobre la que estaba montado el Gadget ha desaparecido, pero el cráter del Trinity permanece: una depresión amplia, sorprendentemente poco profunda y en forma de plato. En su mayor profundidad, el agujero que Trinity perforó en el suelo del desierto mide sólo unos 3 metros. Los 30 metros de colchón de aire bajo la torre impidieron una excavación más profunda.

"Les recuerdo", dice un guía a un grupo de turistas; " que no está permitido sacar nada del suelo".

Por "nada" se refiere a muestras de trinitita, el elemento similar al vidrio que se creó en la abrasadora explosión de la bomba.

Trinity es la principal atracción los días de visita, pero los curiosos pueden tomar un autobús hasta una pequeña cabaña, la antigua Schmidt Homestead, a unos tres kilómetros de la Zona Cero. Fue aquí, en el antiguo comedor, donde Oppenheimer supervisó el montaje final del Gadget.

Con sus paredes desnudas y suelos pulidos, la casa vacía parece tan benigna como una casa de segunda mano a la espera de que un ingenioso agente inmobiliario la arregle. Pero no es difícil imaginar al equipo de científicos, apenas unos días antes de la explosión, ensamblando cuidadosamente el Gadget: una esfera de 32 pequeñas bombas rodeando una bola de plutonio del tamaño de una pelota de softball [de unos 30 cm de circunferencia].

Las 32 bombas se encenderían simultáneamente. Y entonces, literalmente, se desataría el infierno.

(Relacionado: Como la aparición de las armas nucleares cambió la historia)

Sitio de pruebas de Nevada

Después de la guerra, el Gobierno de EE. UU. continuó probando artefactos nucleares de capacidad cada vez más espeluznante, primero en el Pacífico y luego en el Nevada Test Site [Sitio de Pruebas de Nevada], a unos 100 kilómetros al norte de la por entonces floreciente Las Vegas (en la planta 26 del Binion's Gambling Hall, en el centro de Las Vegas, aún se puede cenar en el restaurante donde antaño los turistas veían cómo sus "cócteles atómicos" se agitaban de un lado a otro mientras las pruebas nucleares hacían oscilar el edificio).

No hay indicios de que Oppenheimer pisara nunca el polígono de pruebas de Nevada, donde se detonaron más de 1000 descendientes del Gadget a lo largo de tres décadas. Sin embargo, el lugar es esencial para la historia de Oppenheimer, ya que representa sus peores pesadillas nucleares.

"Si las bombas atómicas se añaden como nuevas armas a los arsenales de un mundo en guerra... entonces llegará el momento en que la humanidad maldiga los nombres de Los Álamos e Hiroshima", declaró en 1945.

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    A 160 km al norte de Las Vegas, el Nevada Test Site es el lugar donde Estados Unidos y Gran Bretaña siguieron probando dispositivos nucleares tras la II Guerra Mundial. El sitio está abierto una vez al mes para una visita gratuita.

    Fotografía de Karen Kasmauski, Nat Geo Image Collection

    "Básicamente, Oppenheimer estaba en contra de las pruebas nucleares posteriores al Proyecto Manhattan", dice Joseph Kent, subdirector y conservador del Museo Atómico de Las Vegas. "Creía que el Proyecto Manhattan era necesario, pero cuando empezaron a trabajar en la bomba de hidrógeno, mucho más destructiva, no se sintió cómodo".

    Estamos en el vestíbulo del museo, que cumple ahora 25 años, a pocas manzanas del exceso del Strip de Las Vegas. Cerca de la puerta descansa una enorme y bulbosa carcasa de bomba "Fat Man", construida en 1945 para contener un artefacto nuclear como el Gadget que vi en Nuevo México.

    Principalmente, el Museo Atómico, afiliado al Smithsonian, sirve como centro de visitantes del Nevada Test Site, conocido oficialmente como Sitios de Seguridad Nacional de Nevada (NNSS, por sus siglas en inglés). Gracias a la continua relación del museo con la NNSS, una vez al mes un autobús lleno de unos 50 aficionados a la historia sale del aparcamiento del museo para iniciar una visita gratuita de ocho horas al emplazamiento.

    Comienza con una hora de trayecto por la US 95, un viaje que explica vívidamente por qué el yacimiento se encuentra aquí: el paisaje es una mezcla de valles anchos y llanos, perfectos para las explosiones de bombas, interrumpidos ocasionalmente por cadenas montañosas que desalentarían a los ojos vigilantes no autorizados.

    El punto culminante es una visita al cráter Sedan: un cráter de 91 metros de profundidad y 365 metros de ancho, volado por una bomba de 104 kilotones para ver si los dispositivos nucleares podían utilizarse con seguridad para excavar canales y puertos marítimos. La respuesta, al parecer, fue "no, no pueden".

    Tu guía te hará una foto de grupo en Sedan y te la enviará más tarde, pero ése es el único recuerdo que obtendrás: en la visita al Nevada Test Site, no puedes llevarte a casa muestras de rocas y no puedes traer tu cámara.

    (Relacionado: La verdades historia del papel de Einstein en el desarrollo de la bomba atómica)

    "Playa Oppenheimer", San Juan, Islas Vírgenes de EE. UU.

    En la orilla oriental de la bahía de Hawksnest, en San Juan (Islas Vírgenes de EE. UU.), una estructura blanca de poca altura se asienta sobre la arena ancha y azucarada. El edificio es un centro comunitario, pero hasta hace pocos años, antes de que un huracán lo arrasara, allí se agazapaba una ordenada casita de madera. La construyó en los años 50 un hombre tranquilo que llegaba periódicamente con su mujer y su familia, pero que era muy reservado. En sus últimos años, aquí es donde Oppenheimer escapó de las tensiones de un mundo que había ayudado a crear. Y en Hawksnest Bay es donde él y su esposa esparcieron sus cenizas.

    El sol se pone en San Juan, en las Islas Vírgenes de Estados Unidos. Oppenheimer, su mujer y su familia pasaron temporadas en una casa de campo aquí, en Hawksnest Bay, en la década de 1950.

    Fotografía de Michael Melford, Nat Geo Image Collection

    Hoy en día, los lugareños llaman a este lugar Oppenheimer Beach.

    Paseando por esta playa, Oppenheimer podía alejar los recuerdos diarios de la carrera armamentística nuclear, lejos de los políticos que se habían aprovechado de su genio para construir la bomba y que luego, como retrata la película de Nolan, se volvieron contra él cuando expresó su arrepentimiento por su logro.

    En St. John, "nadie iba a acosarle", dijo a la BBC el historiador local David Knight, cuyos padres cuidaron de Oppenheimer durante sus ausencias: "Nadie sabía quién era ni le importaba".

    Bill Newcott es ex editor de expediciones de la revista National Geographic.

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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