El peligroso rescate de los últimos animales del zoo de Alepo
Para salvar a los últimos supervivientes de este zoo, en una de las zonas de guerra más peligrosas del mundo, fue necesario tomar medidas extremas.
Amir Khalil y su equipo de rescate otearon el horizonte en busca del convoy mientras esperaban con preocupación en la frontera turca, en medio de un calor sofocante de 38 grados propio del mes de julio. Los nervios permanecerían hasta alcanzar un lugar seguro, llevando consigo a las víctimas traumatizadas y demacradas tras seis años de guerra civil en Siria.
Estos son refugiados de cuatro patas: tres leones, dos tigres, dos osos tibetanos y dos hienas manchadas que de algún modo han sobrevivido en Magic World, un parque temático gigantesco construido a las afueras de Alepo.
La ciudad ha vivido algunos de los peores combates desde que estalló la guerra en 2011. Una ofensiva de cuatro años —descrita por la prensa como «la Stalingrado de Siria»— ha arrasado Alepo con implacables ataques aéreos que supuestamente incluyeron ataques con armas químicas en 2016. La ofensiva redujo la ciudad a escombros.
Magic World se encuentra en una zona controlada por los rebeldes suníes vinculados a Al Qaeda que han usado este complejo de 10 kilómetros cuadrados como base. Ha sido bombardeado en varias ocasiones y las fuerzas rusas llevaron a cabo una incursión a principios de este año.
Había «unos 300 animales» en Magic World cuando estalló la guerra, según el dueño del zoo, Azzam Massassati. Desde entonces, han muerto decenas de animales en bombardeos o atrapados en medio del fuego cruzado. Algunos enfermaron o murieron de hambre. Otros podrían haber sido vendidos en el mercado negro.
Khalil, un cirujano veterinario egipcio, fue el cerebro tras esta operación para salvar a los últimos 13 supervivientes de Magic World. Durante 23 años ha dirigido misiones de alto riesgo para una organización de bienestar animal con sede en Austria llamada Four Paws, salvando animales en zonas afectadas por desastres y en zonas de guerra.
Para el rescate fueron necesarios varios meses de intrincada planificación y negociación diplomática, recurriendo a la ayuda de embajadores, autoridades gubernamentales, organizaciones internacionales de ayuda humanitaria, asesores militares, combatientes, empresas de seguridad internacional y muchos otros que, desde Siria y de forma anónima, hicieron posible esta operación. Fue «básicamente una operación militar para animales», afirma Sybelle Foxcroft, conservacionista en la organización sin ánimo de lucro Cee4life a quien Khalil reclutó para asesorar al equipo.
Para trasladar a los animales de forma segura en el viaje de 150 kilómetros por carretera desde Alepo, a través de una zona de guerra activa, hasta la frontera de Çobanbey, cruzando hasta Turquía, los sirios sobre el terreno tuvieron que negociar el apoyo de las facciones y los señores de la guerra locales. Además, tuvieron que planificar rutas alternativas y realizar un seguimiento de la situación militar en cambio continuo.
Muchas cosas podían salir mal. El convoy podía ser detenido o devuelto por centinelas con fusiles de asalto kaláshnikov en una docena de puestos de control. Los vehículos podían ser bombardeados por aviones de combate sirios, rusos, estadounidenses o turcos. Los francotiradores a lo largo de la carretera podrían abrir fuego contra ellos. Personas o animales podían acabar secuestrados: se rumoreaba que Hayat Tahrir Al-sham, un grupo yihadista sunita sirio, exigiría el pago de 200.000 dólares (170.000 euros) para permitir que el convoy cruzara la frontera.
Hasta un viaje sin incidentes sería lento: la guerra había salpicado las carreteras de baches, muchos de ellos llenos de minas terrestres.
El plan consistía en viajar desde el noroeste de Alepo a Afrin, un tenso punto de control que conducía a la zona bajo dominio kurdo. Allí, el convoy cambiaría el personal por un nuevo equipo al que los kurdos habían permitido la entrada y se dirigiría al noreste hacia la frontera turca. Tras un examen médico, los animales serían transportados en avión a santuarios permanentes en Jordania.
El inicio de la misión
El 20 de julio, estalló una feroz lucha entre las facciones suníes rivales Ahrar al-Sham y Hayat Tahrir Al-sam en la zona circundante de Magic World. El control cambió, aparecieron nuevos puestos de control y la misión se retrasó para negociar un paso seguro. El equipo rastreó bombardeos, tiroteos y otras acciones militares en línea en tiempo real, una información independiente crucial según Yavor Gechev, miembro del equipo de rescate de Four Paws, «porque nunca puedes confiar en nadie».
Con el deterioro de la situación, Khalil optó por iniciar la misión al día siguiente, esperando más tranquilidad porque era viernes, el día sagrado de los musulmanes.
El guardián de Magic World, Omar Khalifa, trabajó durante la noche con otros cuatro guardas para cargar a los animales en un remolque de tractor de 13 metros, una tarea peligrosa y extenuante ya que carecían de fármacos para anestesiarlos o de maquinaria pesada para levantar las jaulas de transporte de más de 400 kilogramos.
La Zona Verde controlada por los rebeldes alrededor de Magic World era la más peligrosa. «Los primeros 40 kilómetros fuera de Alepo son de alto riesgo», afirmó Khalil. El equipo había oído que los rebeldes locales planeaban confiscar a los animales y difundir propaganda heroica de que los estaban salvando de contrabandistas. «Esta información nos ayudó a desarrollar planes para prevenirlo: planes B, C y D», explicó. Dos planes de contingencia incluían rutas alternativas, con 34 personas estacionadas en tres zonas y un convoy como señuelo que fue enviado en una dirección diferente.
El convoy real salió con la primera luz el 21 de julio, precedido por un coche de vigilancia y acompañado de un vehículo de protección.
Cerca de Afrin, unos oficiales kurdos se negaron a dejar pasar el vehículo a no ser que el gobierno turco permitiera a 250 soldados heridos pasar al país para recibir atención médica. El equipo se negó a negociar: se trataba de una operación para salvar animales. Los oficiales cedieron y nueve horas después los animales llegaron a la zona desmilitarizada de la frontera, donde les esperaba un camión turco.
El equipo de Khalil se movió a la velocidad de un equipo de boxes, gritando órdenes en árabe, inglés, turco y alemán. Los soldados del Ejército Libre Sirio colgaron los rifles y colaboraron mientras los oficiales turcos observaban.
«Teníamos una hora para mover nueve jaulas de un camión al otro», dijo Khalil. Se había necesitado autorización del más alto nivel para que los turcos abrieran su frontera durante tanto tiempo. Cuando las jaulas estaban cargadas, todos, incluidos sirios y turcos —enemigos acérrimos— se abrazaron y posaron para fotos.
La barrera del lado turco de la frontera se abrió y el camión se unió a tres vehículos que transportaban al equipo, agua, medicinas y un laboratorio médico móvil. Tardaron 24 horas en conducir 1.200 kilómetros hasta unas instalaciones de rehabilitación de animales administradas por el gobierno en Karacabey, en el noreste de Turquía. Era el tercer día que los rescatadores pasaban sin dormir.
Sin embargo, todavía quedaba una segunda operación de rescate. El primer convoy solo transportaba nueve jaulas; todavía quedaban dos leones y dos huskies atrapados en Magic World.
Dijeron que sería imposible
Después de la caída del presidente de Libia Muammar Qaddafi en 2011, Amir Khalil alimentó a unos 700 animales hambrientos en el zoo de Trípoli, hasta que el gobierno pudiese hacerse cargo. En 2016, evacuó a 15 supervivientes de las jaulas del zoo Khan Younis, en Gaza, que estaba lleno de cadáveres momificados de animales que llevaban mucho tiempo muertos. En marzo de 2017 sacó a un león y a un oso del zoo de Mosul, en Irak, en una parte de la ciudad que describió como «una película de terror». Cuando Four Paws anunció ese rescate, su página de Facebook se inundó de súplicas para que fuera a Alepo.
Khalil investigó. Sybelle Foxcroft se enteró de que los supervivientes de Magic World se encontraban en una situación límite y que Khalifa, el guardián del zoo, estaba allí solo de forma intermitente. Cada vez que estallaba un combate, los animales quedaban atrapados sin comida ni agua en sus recintos sucios y oxidados, en medio de disparos de ametralladoras y de explosiones.
Khalil contactó con compañías de seguridad internacional para que los asesoraran. Le dijeron que sería imposible salvar a los animales. «Describieron esta zona controlada por los rebeldes entre Alepo y la frontera turca un lugar de «acceso prohibido», dijo.
Pero Khalil no es de los que se rinde con facilidad. Se convirtió en un torbellino diplomático, poniéndose en contacto con gente de todo el mundo que podía hacer posible este difícil y arriesgado rescate. Dos santuarios animales en Jordania empezaron a construir rápidamente nuevos recintos. A continuación, Eric Margolis, un periodista que había cubierto varias guerras y que dirige una fundación de bienestar animal, proporcionó apoyo financiero. Se mostró horrorizado, según dijo, por la idea de que «estos pobres y miserables animales estuvieran atrapados en medio de la espantosa guerra en Siria».
Antes de que Four Paws pudiera trasladar a los animales a través de los puestos de control de la zona verde, el muftí local —que dirige el tribunal sharia de la región— necesitaría una prueba de propiedad. Exigió una declaración grabada por parte del propietario del zoo, Massassati, declarando que donaba sus animales a Four Paws para que pudieran ser llevados al extranjero y recibir atención médica.
Sin embargo, Massassati se opuso a la petición de Four Paws de trasladarlos por razones desconocidas. Dijo que había dejado a Khalifa, el guarda del zoo, el dinero suficiente para alimentar a los animales durante 15 años, pero el hombre había estado vendiendo cualquier cosa de valor en Magic World, incluyendo a los animales en peligro. En esa lista se encontraban «dos jaguares [vendidos] a Irak hace aproximadamente dos años» y, a principios de año, un tigre blanco. «Lo vendió por casi 40.000 dólares (34.200 euros) a uno de mis amigos en el Líbano. El hombre me llamó. Me dijo, "tengo tu tigre blanco". ¿Te ha llegado el dinero?». Según Massassati, nunca llegó a recibirlo.
Khalifa admitió haber vendido animales al extranjero. Todos fueron enviados sin los permisos requeridos por la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES), el organismo que regula el comercio internacional de fauna silvestre. Según él, lo hizo para ganar dinero para alimentar a otros animales.
Pasaron las semanas, y Massassati seguía dando rodeos. Four Paws pidió a un veterinario local de Alepo que hiciese un chequeo a los animales. El veterinario, que no será identificado para su protección, envió imágenes de un oso en una jaula lleno de fragmentos de mortero, un lánguido tigre tirado sobre la tierra, y varios ciervos frágiles.
En junio, los dos tigres enfermos y los ciervos habían muerto. El veterinario y otras fuentes de Siria informaron de que otros dos tigres y todos los monos habían desaparecido.
Incluso los rebeldes de Hay'at Tahrir al Sham valoraron el sufrimiento de los animales y ofrecieron escoltarlos al exterior de la Zona Verde una vez que Four Paws asumiera el control de la situación. El equipo de rescate de Khalil estaba listo. Todo dependía de Massassati.
Ahora solo quedaban 16 animales.
A mediados de junio, Khalil voló a Luisiana para hablar con Massassati cara a cara, insistiendo en que si no donaba a los animales a Four Paws, los últimos animales morirían o serían vendidos a traficantes. Massassati, finalmente, cedió.
Para cuando el guarda del zoo, Khalifa, y su equipo cargaron el camión el 21 de julio, tres leopardos habían desaparecido y solo quedaban 13 animales.
Un respiro en Turquía
Las intensas luchas cerca de Magic World retrasaron el segundo rescate de los dos leones y los dos huskies. Ahora urgía más que nunca, ya que el veterinario sirio había descubierto que una de las leonas, Dana, estaba embarazada.
Khalifa y el convoy finalmente salieron del zoo a mediados de la tarde del 28 de julio. Los soldados kurdos les pararon en el puesto de control de Afrin, amenazando con detener —y matar— a Khalifa. Alegaban que el hermano de Khalifa, fallecido, había luchado con una facción vinculada a Al Qaeda.
Four Paws tardó varias horas en conseguir la liberación de Khalifa y su regreso a Alepo. La noche cayó, lo que aumentó el peligro en las carreteras, y el convoy todavía estaba lejos de la frontera. Cuando daban las siete de la tarde, hora a la que cerraba el cruce de Çobanbey, Khalil rogó a la policía fronteriza que esperasen y logró convencerlos de alguna forma. Finalmente, el camión llegó a las 9:15 p.m. El equipo transfirió rápidamente a los animales a un vehículo turco y partieron hacia Karacabey.
Cuando llegaron, los 13 animales estaban deshidratados y presentaban una desnutrición grave. Sus cuerpos cubiertos de garrapatas estaban llenos de cicatrices y de suciedad. Muchos presentaban heridas abiertas. Se les hicieron análisis de sangre, exámenes oculares, ultrasonidos, revisiones en busca de parásitos y se les vacunó. El ultrasonido de Dana mostró que estaba embarazada de dos crías y que podría dar a luz en cualquier momento.
Sultan, un tigre esquelético de un año, estaba en un estado muy grave. Cuando lo anestesiaron para llevar a cabo las pruebas, sufrió un paro cardíaco. El escenario se transformó en una sala de urgencias. Le inyectaron una medicación para contrarrestar la anestesia y adrenalina para hacer que su corazón latiese de nuevo, bombeando aire a sus pulmones. Finalmente, comenzó a respirar de nuevo.
La visión de la hiena macho estaba nublada por cataratas; la hembra presentaba una enfermedad renal grave. Los tres leones y el otro tigre estaban demacrados pero relativamente sanos, teniendo en cuenta las circunstancias. Los dientes de los osos presentaban daños muy graves, resultantes de una dieta pobre y de morder los barrotes de sus jaulas por mero aburrimiento o miedo.
Según explicó Khalil, los animales en las zonas de guerra, al igual que las personas, sufren traumas psicológicos por la muerte, la destrucción y el estrés constante de las explosiones y los disparos. «Algunos sufrirán esas heridas psicológicas años después de que se hayan curado las heridas físicas», señaló.
Khalil esperaba obtener con rapidez los certificados de salud y permisos del gobierno turco necesarios para trasladar los animales a Jordania. Las hienas y los huskies irían al centro New Hope, a las afueras de Amán, construido por la Princess Alia Foundation. Los leones, tigres y osos irían al Al Ma'wa, en las colinas boscosas del norte de Jordania. Al Ma'wa, el centro de rehabilitación animal más grande de Oriente Medio, fue fundado en 2015 por Four Paws y la Princess Alia Foundation. En última instancia, los tigres irían a Holanda, al centro Felida Big Cat Centre, que se especializa en animales traumatizados que necesitan tratamientos médicos intensivos.
Transporte aéreo
Tres semanas después del primer rescate, las autoridades turcas aún no habían emitido los permisos de exportación de los animales, que habían permanecido confinados todo ese tiempo en pequeñas jaulas de transporte.
Finalmente, consiguieron el papeleo y el fotógrafo Steve Winter y yo volamos a Estambul para acompañar a los animales a Jordania. A finales de la tarde del 10 de agosto, otro día de calor abrasador, nos reunimos con el equipo en una terminal de carga en el aeropuerto de Estambul. Khalil subió encima de las jaulas y roció a los animales con agua para enfriarlos.
Aterrizamos en Amán justo después de las 3 de la mañana y nos llevaron a través de la aduana hasta la zona de carga, donde estaban las jaulas, unidas como un tren de circo, envueltas en cuerdas, esperando a ser cargadas en dos remolques de tractores.
El camino hasta casa
Diez hombres llevaron las pesadas jaulas de las hienas hasta el nuevo recinto. Los perros que residían en el centro recibieron a los huskies oliéndoles, ladrando y moviendo las colas.
Cada animal respondió de manera diferente al ser liberado. Un oso entró en su nuevo recinto espacioso, devoró las frutas y verduras que le habían dejado y comenzó a masticar los olivos. Un león macho exploró con cautela su nuevo hogar. Otro corrió en amplios círculos. Una hembra, que se cree que era su compañera, fue liberada en un edificio de cemento contiguo para que pudieran familiarizarse el uno con el otro y para que ella pudiera curarse. Uno de sus costados estaba cubierto de heridas abiertas y piel desnuda, posiblemente producto de la metralla, las infecciones o los parásitos, según Diana Bernas, directora de cuidados animales en Al Ma'wa.
Sultán el tigre yacía débil, incapaz o poco dispuesto a moverse. Dana, la leona embarazada, entró en su hogar de cemento y se acurrucó en la paja, completamente agotada.
Cuando los guardas fueron a ver a Dana a la mañana siguiente, un cachorro diminuto, casi blanco, yacía acurrucado a su lado. Había esperado hasta llegar a un lugar tranquilo y seguro para dar a luz. Sin embargo, el personal nunca vio al segundo cachorro.
La superviviente, Hajar, aguantó durante un mes antes de convertirse en la última víctima de la guerra en Magic World. Su sistema inmune era débil y sus órganos no se habían desarrollado bien, probablemente debido a la pobre dieta de su madre en Siria.
Khalil llama a estas 13 criaturas «embajadores animales». Por ellos, según dijo, «la gente dejó sus armas». Un pequeño y dedicado grupo fue capaz de trasladar a los animales salvajes en medio de toda esta lucha.
«Estos animales pueden encender una pequeña vela de esperanza dentro de toda esta oscuridad».