Fracasa el acuerdo para proteger las aguas de la Isla del Coco
El gobierno costarricense ha incumplido un compromiso para proteger 10.300 kilómetros cuadrados de mar en torno al parque nacional de la Isla del Coco, un hábitat fundamental para los tiburones.
Un compromiso para crear un área marina protegida en torno a la Isla del Coco ha fracasado, aunque el nuevo gobierno del país podría revisarlo.
Hace dos años, el expresidente costarricense Luis Guillermo Solís llegó a los titulares internacionales por comprometerse a expandir a 10.300 kilómetros cuadrados el área marina protegida alrededor de las aguas de extraordinaria biodiversidad del parque nacional de la Isla del Coco, un lugar Patrimonio de la Humanidad de la Unesco ubicado a 532 kilómetros de la costa pacífica de Costa Rica. Esta región donde abundan los tiburones está asolada por la pesca ilegal y las operaciones de cercenamiento de aleta de tiburón. Pero tras dejar el cargo el pasado mayo, Solís no aprobó la protección que, según los conservacionistas, se necesita con urgencia.
Enric Sala, explorador residente de National Geographic que ha trabajado con las autoridades costarricenses durante años en cuestiones de conservación marina, declaró que los líderes políticos deberían responsabilizarse de sus compromisos. El área marina protegida propuesta podría haber beneficiado a los pescadores costarricenses a largo plazo, pero los intereses pesqueros locales amenazaron con clausurar puertos y Solís se echó atrás, según cuenta Sala.
Sin embargo, se espera que el nuevo gobierno del país tome un camino diferente. En una reunión reciente en las oficinas de la National Geographic Society en Washington, el presidente recién elegido Carlos Alvarado y el ministro de Medio Ambiente Carlos Manuel Rodríguez indicaron que querían añadir cinco nuevas áreas marinas protegidas, según contó Sala.
Costa Rica tiene una buena reputación como líder medioambiental y de la conservación en tierra, pero apenas el uno por ciento de su Zona Económica Exclusiva (ZEE) marina está totalmente protegida, pese a un compromiso internacional para expandirla hasta el diez por ciento para 2020.
«Un lugar impresionante»
La Isla del Coco, que según se dice sirvió de inspiración para la isla de la película Parque Jurásico, es la única parte visible de una cordillera montañosa submarina que se eleva a 1.500 metros sobre el lecho marino. La isla está compuesta de roca volcánica negra con acantilados escarpados y está cubierta de cascadas y vegetación exuberante, incluido el único bosque nuboso en una isla en el Pacífico oriental.
«La Isla del Coco es uno de los lugares más impresionantes del mundo», afirma Sala.
Para él, sumergirse bajo el agua alrededor de la isla es como retroceder en el tiempo 400 o 500 años. Una época en la que los océanos estaban plagados de una variedad y abundancia increíble de criaturas, entre ellas «monstruos marinos» como tiburones ballena de 18 metros y mantarrayas gigantes de seis metros de ancho. Esta ubicación remota, accesible solo tras un viaje en barco de 35 horas, alberga grandes poblaciones de depredadores marinos, sobre todo tiburones.
Esto convierte a la Isla del Coco en un popular destino de buceo, pero también de las flotas pesqueras. La ubicación remota de la región dificulta impedir la pesca ilegal. E incluso la pesca legal puede colarse en la zona restringida y dañar a animales salvajes de la zona. La pesca con palangre emplea una línea que puede tener una extensión de casi 40 kilómetros, con hasta 12.000 anzuelos con cebos colgando de sedales de varias longitudes. La zona vedada de pesca alrededor de la Isla del Coco es pequeña, con 12 millas náuticas de diámetro, y los palangres suelen traspasar sus fronteras, atrapando a tiburones y atunes, pero también a tortugas, aves marinas y decenas de otras especies.
La aplicación de la ley
Se han documentado pesqueros extranjeros que pescan atún ilegalmente dentro del área protegida de la Isla del Coco empleando datos de Global Fishing Watch, una plataforma de seguimiento por satélite, según explica Carlos Manuel Uribe, presidente de la Fundación Amigos de la Isla del Coco (FAICO), una organización local sin ánimo de lucro dedicada a la protección del parque.
Estos datos, combinados con otras fuentes, revelan una presión pesquera excesiva en la ZEE de Costa Rica, principalmente por las flotas extranjeras, gran parte de ellas ilegales, según un nuevo informe preparado por la FAICO.
Los autores del informe tampoco pudieron encontrar ni un solo registro de abordaje o detención de un buque pesquero industrial, doméstico o extranjero, entre enero de 2012 y julio de 2017.
Mejorar la aplicación de la ley y reducir la pesca ilegal podría beneficiar a las flotas locales, que podrían pasar del cercenamiento de aletas de tiburón a la captura de atunes empleando métodos más sostenibles que los palangres, según Uribe. La expansión del área marina protegida de la Isla del Coco, que prohíbe la pesca, aumentaría la cantidad de peces fuera de esa zona, en lo que se conoce como efecto spillover.
Este año, el gobierno de Estados Unidos donó tres barcos patrulleros de la Guarda Costera para ayudar a Costa Rica a frenar la pesca ilegal, así como el tráfico de drogas.
«Hace dos años, Indonesia empezó a detener y hundir barcos por pesca ilegal, y ahora las flotas pesqueras extranjeras evitan sus aguas», afirma Sala. «La aplicación de la ley funciona».
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.