La mortalidad de los animales en las carreteras desciende drásticamente durante el confinamiento
En marzo y abril, los atropellos mortales de especies grandes como los pumas descendieron hasta un 58 por ciento en Estados Unidos, según un nuevo informe.
Una cámara remota captura un puma con un collar de seguimiento en el Parque Griffith de California. Los grandes felinos del estado viven en hábitats fragmentados por las carreteras.
Algunos animales salvajes se han beneficiado de la disminución del bullicio humano debido a la pandemia del coronavirus: la mortalidad de los animales en carreteras ha descendido drásticamente en algunas partes de Estados Unidos.
Durante el pico del confinamiento, en marzo y abril, el tráfico en las carreteras del país disminuyó hasta un 73 por ciento. Durante ese mismo periodo, las colisiones letales con ciervos, alces, uapitíes, osos, pumas y otros animales salvajes de gran tamaño mermaron hasta un 58 por ciento. Los atropellos de perros, ovejas y otros animales domésticos muestran un desplome similar.
«Cuanto más dure, más animales que habrían muerto seguirán vivos», afirma Fraser Shilling, codirector del Road Ecology Center de la Universidad de California, Davis, y autor principal del informe, publicado el 26 de junio.
Si el actual desplome perdura y el tráfico nacional sigue siendo una media de un 50 por ciento inferior durante un año, «entonces son 500 millones de vertebrados que no mueren en carreteras y autopistas», señala Shilling. «No es baladí para la fauna silvestre».
El estudio pone de manifiesto las consecuencias que pueden tener las carreteras y el tráfico en el funcionamiento de los ecosistemas. «El propio tejido de la naturaleza se ve amenazado por este [cambio]», añade Shilling.
Los grandes depredadores desempeñan un papel crucial en el equilibrio de los ecosistemas. Los investigadores analizaron en profundidad a los pumas de California, cuyas poblaciones están cayendo en picado en muchas partes del estado debido a la fragmentación del hábitat por parte de las carreteras, lo que provoca atropellos y endogamia en los grupos aislados. Las estadísticas de las 10 semanas previas y posteriores al comienzo de los confinamientos muestran que la cantidad de pumas muertos en atropellos descendió un 58 por ciento, de en torno a dos muertes por semana a menos de una.
«En este caso, el coronavirus nos da un diminuto rayo de esperanza, ya que ha frenado los coches o ha reducido el número de coches», afirma Winston Vickers, veterinario e investigador de fauna silvestre que dirige el California Mountain Lion Project en el Wildlife Health Center de la Universidad de California, Davis.
«Eso quizá reduzca la mortalidad un poquito en este año en particular», señala Vickers. Si la tendencia del tráfico actual se sostiene durante un año, el informe indica que podrían prevenirse 50 muertes de pumas en California.
Menos animales muertos en la carretera: algo positivo para todos
Para el estudio, Shilling y sus colegas analizaron los datos de mortalidad animal en carreteras en California, Idaho y Maine, estados que tienen programas exhaustivos de notificación de colisiones con animales salvajes.
En California, donde el grueso de los animales atropellados son ciervos, el número de muertes descendió un 21 por ciento entre principios de marzo y mediados de abril, de 8,4 a 6,6 al día. En Idaho, donde las especies más atropelladas son ciervos y uapitíes, las muertes disminuyeron un 38 por ciento, de 8,7 a 5,4 al día. Y en Maine, donde ciervos y alces se sitúan en los primeros puestos de la lista, los atropellos mortales cayeron un 45 por ciento, de 15,2 a 8,4 al día.
Estas reducciones no solo son positivas para la fauna silvestre: se estima que cada año mueren unas 200 personas en colisiones con animales en Estados Unidos, según la Administración Nacional de Seguridad del Tráfico en las Carreteras.
En un artículo reciente en Nature, un grupo de científicos sugirió denominar la actual limitación de la actividad humana «antropausa». Sostienen que es un crudo recordatorio de que muchos animales prosperan cuando las personas no invaden sus hábitats. La abundancia de fauna en las zonas de exclusión de Chernóbil, la Zona desmilitarizada de Corea y otros lugares abandonados da fe de este fenómeno.
La testarudez humana
Shilling apunta que el tráfico en Estados Unidos ya ha vuelto a niveles que son casi la mitad (o más) que antes del comienzo de la pandemia. Señala que, aunque podrían imponerse más confinamientos en el futuro si los casos de coronavirus siguen disparándose como ahora, cuando el tráfico acabe volviendo a la normalidad, es probable que las colisiones entre fauna silvestre y personas recuperen las mismas tasas que antes.
Renee Seidler, execóloga de carreteras del estado de Idaho y actual directora ejecutiva de la Jackson Hole Wildlife Foundation en Wyoming, indica que el estudio de la Universidad de California es relevante porque puede ayudar a la gente a apreciar la importancia de hacer que las carreteras sean más seguras para los animales salvajes.
Entre las soluciones para mitigar estas colisiones se incluye colocar vallas junto a las carreteras y construir puentes o túneles para que los animales puedan cruzar a salvo, explica Seidler.
«Es caro, es un gran cambio en el paisaje, puede resultar estresante para los animales en cierto nivel», afirma. «Pero podría ser una de las mejores soluciones, porque cuesta mucho cambiar la naturaleza humana. Es mucho más fácil cambiar los comportamientos de la fauna silvestre».
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.