A algunas personas se les da mejor descifrar las expresiones felinas
En un estudio reciente, las personas con la habilidad de comprender las expresiones faciales felinas eran mayoritariamente jóvenes y mujeres, pero lo más sorprendente es que no todas tenían gatos.
Cuando la cuidadora de los gatos de Georgia Mason le envía a ella y a su marido fotografías de Sylvie y Luke, sus dos atigrados marrones, «normalmente estamos de acuerdo en si nuestros gatos parecen contentos, enfadados o nerviosos», afirma.
Un nuevo estudio dirigido por Mason, bióloga conductual de la Universidad de Guelph en Canadá, demuestra que las personas capaces de descifrar las expresiones felinas pertenecen a un grupo especial: el de los encantadores de gatos.
Para la investigación, Mason y sus colegas crearon una encuesta en línea e invitaron a varios usuarios en Internet (el mayor club de fans de los gatos) a participar. Los 6329 participantes de 85 países vieron entre dos y 20 vídeos cortos de expresiones gatunas y respondieron si creían que los felinos estaban angustiados o felices. Los usuarios aleatorios tenían una media de acierto de 11,85 sobre 20, mejor que el azar, pero no por mucho.
Pero casi un 13 por ciento de los encuestados mostraba una habilidad insólita para leer las emociones de los gatos, con una media de acierto de 15 sobre 20: los denominados encantadores de gatos. Quienes se autodescribían como jóvenes, mujeres y con experiencia profesional veterinaria tenían más probabilidades de lograr una buena puntuación. Algo que sorprendió a Mason es que tener perros no afectaba a la capacidad de interpretar las emociones gatunas.
Según Mason, cuyo estudio se ha publicado en el número de noviembre de Animal Welfare, en humanos, las expresiones faciales son una forma de comunicación humana importante aunque subestimada. Investigaciones recientes ponen de manifiesto que varios animales, como ratas, caballos o perros, también «hacen expresiones faciales que comunican claramente cómo se sienten», afirma.
Un estudio publicado a principios de este año determinó que los gatos no eran una excepción, indicando también que los humanos eran capaces de comprender formas sutiles de comunicación gatuna, sobre todo las expresiones faciales.
Gatos gruñones
Para descubrirlo, Mason y sus colegas del Centro Campbell para el Estudio del Bienestar Animal de la universidad recurrieron al mayor repositorio de vídeos de comportamiento gatuno del mundo: YouTube.
Los científicos filtraron horas y horas de vídeos felinos con un conjunto de criterios específico: vídeos de menos de cuatro segundos que mostraran claramente la cara de un gato —ojos, hocico y boca— en situaciones en las que el animal estuviera relajado o molesto. La narración o la descripción del vídeo ayudó al equipo a determinar el contexto y —como era de esperar— muchos de los gatos enfadados estaban en el veterinario. (Los investigadores no incluyeron vídeos en los que los gatos tenían las orejas hacia atrás o mostraban los colmillos, que son señales conocidas de miedo en felinos.)
Finalmente, se quedaron con 40 vídeos cortos, 20 de gatitos felices y 20 de gatitos alterados. Cada grupo se subdividió en gatos activos y gatos descansando para que el movimiento del felino no sesgara los resultados. El equipo también introdujo vídeos de sus propios gatos antes de terminar la encuesta y publicarla en redes sociales.
Además de los hallazgos sobre los intrigantes encantadores de gatos, el estudio también reveló que a las personas se les daba mejor ver las emociones positivas que las negativas. Por ejemplo, más del 70 por ciento de los encuestados adivinaron que el gato de Mason, Luke, estaba contento.
Mikel Delgado, experta en comportamiento gatuno de la Universidad de California, Davis, afirma que la investigación «pone de manifiesto que las personas son capaces de identificar el estado emocional de un gato a partir de información muy limitada».
Añade que este estudio es un «gran puno de partida» para desentrañar la comunicación gatuna, pero desaconseja identificar el estado emocional de un gato basándose en un solo fragmento de información. «Aún nos queda mucho por comprender del lenguaje corporal de los gatos», afirma Delgado, que no participó en la investigación.
Por ejemplo, lenguajes corporales como la posición de la cola y de las orejas también son señales relevantes de cómo se siente un gato.
En busca de pistas
En estudios futuros, Mason espera averiguar por qué a los encantadores de gatos se les da tan bien lo que hacen. Por ejemplo, indicar pistas específicas que identifican las personas en las expresiones faciales de las mascotas podría ayudar a los profesionales veterinarios y a los dueños de gatos a «hablar mejor en gato».
Y por si a nosotros los humanos se nos ocurre pensar que nuestras mascotas solo ponen expresiones felices para que les abramos otra lata de atún, Mason añade que es probable que los gatos usen estas expresiones cuando interactúan entre sí.
¿Cuál es la conclusión? Pues que «los gatos son expresivos aunque normalmente se los considere inescrutables», afirma.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.