Una fotografía revela que este tiburón luchó contra un calamar gigante

Un calamar gigante dejó marcas de succión sobre la piel de un tiburón, lo que revela un vínculo completamente nuevo con las profundidades del mar.

Por Joshua Rapp Learn
Publicado 8 jun 2020, 15:16 CEST
Tiburón oceánico

Un tiburón oceánico (no es el animal implicado en el encuentro) nada en la costa de las Bahamas. Los tiburones oceánicos suelen cazar en la superficie, por eso este descubrimiento resulta muy intrigante.

Fotografía de Brian J. Skerry, Nat Geo Image Collection

En las profundidades más oscuras del Pacífico, en la costa de Hawái, un tiburón luchó con lo que posiblemente fuera un calamar gigante y vivió para «contárselo» a los biólogos.

Los tentáculos del enorme cefalópodo dejaron marcas de succión del tamaño de pelotas de golf en la piel del escualo, un tiburón oceánico de más de dos metros.

Un nuevo estudio señala que se trata de la primera evidencia científica de la interacción entre un tiburón y un calamar gigante —o cualquier otra especie grande de calamar— que vive a más de 300 metros de profundidad.

Las batallas épicas entre cachalotes y calamares gigantes son conocidas, pero hasta ahora nadie tenía pruebas de encuentros entre un tiburón y un gran cefalópodo.

Todo empezó en el verano de 2019, cuando el fotógrafo Deron Verbeck observó un tiburón en la costa de Kona, en Hawái, con un patrón de puntos blancos en un costado. Sabiendo que los científicos identifican los tiburones según sus cicatrices, lo fotografió.

Ya en el ordenador, hizo zoom sobre los puntos y observó una serie de anillos de succión de gran tamaño.

Sorprendido, Verbeck subió la fotografía a Facebook.

Tiburón oceánico

Un tiburón oceánico de más de dos metros tiene marcas de succión del tamaño de una pelota de golf, probablemente de los tentáculos de un calamar. En las profundidades del Pacífico viven varias especies de calamares grandes, como el calamar gigante.

Fotografía de Deron Verbeck

 

Yannis Papastamatiou, ecólogo de tiburones de la Universidad Internacional de Florida en Miami, vio la fotografía y contactó con Verbeck de inmediato.

«Me dijo: “¡Saca eso de internet ya mismo! Nadie ha visto nada igual hasta ahora”», recuerda Verbeck.

Papastamatiou y sus colegas han descrito la aparente interacción en una investigación publicada esta semana en Journal of Fish Biology. No se puede determinar qué especie de calamar dejó las marcas —existen varios calamares con el tamaño suficiente como para ser los responsables—, pero Papastamatiou dice que «debió de ser algo bastante grande».

Dichos descubrimientos resultan útiles para la conservación de los tiburones oceánicos, que se encuentran en peligro crítico de extinción por la pesca comercial y el comercio de aletas de tiburón. Por ejemplo, saber qué podrían cazar los tiburones oceánicos en aguas profundas puede ayudar a los científicos a asesorar a los legisladores sobre qué partes del mar deben proteger.

Una batalla inadvertida en las profundidades

Papastamatiou advierte que es difícil sacar conclusiones de una fotografía. «Me arrepiento de no poder haber visto lo que ocurrió», afirma.

Es posible que la refriega entre los depredadores comenzara cuando se chocaron, pero especula que es más probable que el tiburón persiguiera al calamar, posiblemente para comer.

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    Los tiburones oceánicos no son muy selectivos en su dieta, ya que depredan varias especies de peces y calamares diferentes. Aunque los tiburones oceánicos pueden sumergirse a gran profundidad, suelen cazar cerca de la superficie.

    También es posible que el calamar iniciara la pelea, pero Heather Bracken-Grissom, coautora del estudio y bióloga de la Universidad Internacional de Florida, dice que no conoce casos de calamares que cacen tiburones.

    «Es más probable que este calamar fuera atacado por el tiburón y se defendiera», escribió en un email, añadiendo que según las cicatrices de las ventosas que tiene el tiburón, el manto del calamar —su cuerpo— medía al menos un metro de largo. (Los tentáculos de un calamar de esa envergadura podrían aumentar su tamaño unos ocho metros.) Es probable que los puntos blancos sean cicatrices de succión más pequeñas, de la parte más estrecha de los tentáculos.

    Grace Casselberry, candidata a doctora en ciencias del mar en la Universidad de Massachusetts, Amherst, que no participó en el estudio, dice que nunca ha oído hablar de tiburones que se enfrenten a calamares gigantes ni ha observado marcas de succión en escualos.

    Aunque es habitual ver tiburones con cicatrices, «no es tan común poder averiguar qué las ha causado», afirma. «Es una interacción bastante interesante que documentar a través de las marcas de la piel».

    Calamares en la «cafetería del tiburón blanco»

    La investigación podría desvelar otros misterios de los tiburones.

    Shaili Johri, investigadora posdoctoral de la Hopkins Marine Station de la Universidad de Stanford, en California, lleva años preguntándose por qué los tiburones blancos merodean por una parte del mar aparentemente vacía que ella y sus colegas denominan «cafetería del tiburón blanco».

    Una de sus teorías es que los tiburones blancos podrían cazar calamares gigantes a gran profundidad.

    «Este hallazgo en tiburones oceánicos es importante y encaja con lo que creemos sobre los tiburones blancos», señala Johri.

    Johri añade que analizar el ADN de muestras de agua que podrían contener restos de las criaturas que han pasado por ellas o que viven en la zona podría revelar qué especie de calamar vive en esa parte del océano, lo que acotaría la búsqueda de la posible víctima (o atacante) de esta escaramuza.

    Lo que pone de manifiesto este encuentro entre un tiburón y un calamar «es lo tridimensional que es el mar», afirma Casselberry. «No siempre pensamos en cómo interactúan las especies que ocupan profundidades distintas».

    Papastamatiou añade que los animales que viven en ecosistemas de la superficie y de aguas profundas, antes considerados relativamente aislados los unos de los otros, podrían tener relaciones que desconocíamos.

    Dichos encuentros inesperados entre criaturas marinas pueden ilustrar los vínculos de las redes tróficas marinas y proporcionar información sobre cómo protegerlas.

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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