¿Por qué hay cuatro cabezas de San Juan el Bautista?
Estos cuatro lugares religiosos afirman poseer los restos del cráneo del predicador bíblico. Pero, ¿hay alguna prueba?
Salomé recibe la cabeza de Juan el Bautista en este cuadro de principios del siglo XVII de Michelangelo Merisi da Caravaggio. En la Biblia, Herodes Antipas ordenó decapitar al predicador cristiano por criticar su matrimonio con la madre de Salomé. El paradero de su cráneo sigue siendo un misterio.
Como el resto de nosotros, San Juan Bautista probablemente sólo tenía una cabeza. Sin embargo, al menos cuatro lugares religiosos de todo el mundo afirman poseer el cráneo de esta influyente figura cristiana.
Juan, conocido por los católicos como San Juan Bautista y por otras corrientes cristianas simplemente como Juan el Bautista, fue más que un predicador: fue el hombre que bautizó a Jesús. A menudo llamado el precursor de Cristo, la Biblia dice que Juan Bautista era en realidad primo de Jesús. Al igual que su pariente profético, Juan murió por sus creencias.
Los relatos de la muerte de San Juan varían, pero un aspecto de su fallecimiento está arraigado en la tradición cristiana: su decapitación. Pero, ¿qué fue de su cabeza? Eso depende de a quién se le pregunte, gracias al intenso comercio de reliquias religiosas durante la Edad Media.
Otro ejemplo es la catedral de Amiens (Francia), construida en el siglo XIII para albergar la cabeza de Juan Bautista que un cruzado trajo de Constantinopla a Francia en 1206.
La cabeza de Juan el Bautista ilustrada en una vidriera de la Basílica de San Silvestro in Capite en Roma, Italia. Es uno de los cuatro lugares que afirman albergar los restos del predicador.
La muerte de Juan el Bautista y el auge del comercio de reliquias
Los tres Evangelios Sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas) coinciden en que Juan el Bautista fue decapitado por orden de Herodes Antipas, el líder de Galilea. Según Mateo 14, Herodes encarceló a Juan porque el predicador había criticado su matrimonio con la antigua esposa de su hermano, Herodías. Cuando Herodías incitó a su hija Salomé a pedir a Herodes la cabeza de Juan el Bautista en una bandeja, su padrastro le concedió su deseo.
Después de que Juan el Bautista fuera decapitado, se dice que su cuerpo fue enterrado en Sebastia, en la Palestina moderna. Sin embargo, su cabeza fue descubierta y enterrada de nuevo en múltiples ocasiones a lo largo de los siglos posteriores, recorriendo la región sin que se llegara a un consenso sobre cuándo, dónde y cómo.
A medida que el cristianismo se extendía por la Antigüedad y la Alta Edad Media, también lo hacía el comercio de reliquias: objetos sagrados y tangibles del pasado que servían como recordatorios y símbolos de la devoción cristiana. El comercio medieval de estos objetos tan demandados era lucrativo, al igual que la posibilidad de obtener beneficios por el mero hecho de poseer una reliquia.
Varios hombres rezan en el interior de la mezquita de los Omeyas durante la última semana del Ramadán, en Damasco (Siria). La mezquita está construida sobre una iglesia cristiana donde, según las tradiciones cristiana y musulmana, se enterró la cabeza de Juan el Bautista.
Surgió un sistema de clasificación de las reliquias cristianas basado en su nivel de importancia. Entre las reliquias de mayor rango estaba la cabeza de Juan el Bautista. Era una pieza de una figura venerada, un vínculo con el más santo de los hombres. La ambigüedad sobre lo que le ocurrió a la cabeza de Juan Bautista dio lugar a numerosas historias y tradiciones sobre su destino. Esto, a su vez, dio lugar a múltiples reclamaciones sobre su posesión.
Durante la Edad Media, los templarios, los cruzados y los fieles devotos afirmaron poseer la cabeza de Juan el Bautista. El resultado fue la existencia simultánea de numerosas cabezas. Esto sigue siendo cierto hoy en día, con no menos de cuatro reclamaciones prominentes compitiendo por la supremacía.
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Cuatro cabezas en la cristiandad
La primera de las cuatro cabezas de San Juan el Bautista se encuentra en la mezquita omeya de Damasco (Siria), construida sobre una iglesia cristiana que en su día llevó el nombre del mártir. Las tradiciones cristiana e islámica sostienen que su cabeza fue enterrada en la iglesia original, que data de finales del siglo IV. Cuando el califa omeya al-Walid I fundó la mezquita en el lugar a principios del siglo VIII, la cabeza se incorporó supuestamente a una de sus columnas.
En el Museo Residenz de Múnich (Alemania), un relicario (un contenedor de reliquias) alberga supuestamente la cabeza de San Juan el Bautista. La reliquia forma parte de una extensa colección que poseían el duque Guillermo V y su hijo Maximiliano I de Baviera. El museo afirma que el Papa autorizó a Guillermo V a adquirir reliquias en 1577, pero no está claro cuándo llegó a sus manos esta cabeza sagrada.
San Silvestro in Capite, una basílica católica de Roma, afirma conservar la parte superior del cráneo de Juan el Bautista, sin la mandíbula. La iglesia se convirtió en el hogar de reliquias de santos y mártires de las catacumbas romanas en el siglo IX y, como resultado, la cabeza de Juan el Bautista ha sido una de las muchas reliquias presentes en el lugar desde al menos finales del siglo XII.
Vista del anticuario del Museo Residenz de Múnich, que fue residencia real del duque Guillermo V, quien coleccionó numerosas reliquias, entre ellas la supuesta cabeza de Juan el Bautista.
La supuesta cabeza de Juan el Bautista se expone en el Museo Residenz de Múnich.
La cuarta cabeza de Juan el Bautista se ha incorporado a una de las piedras angulares de la catedral de Amiens (Francia). La cabeza llegó por una ruta relativamente común durante la Edad Media: cuando Walon de Sarton, sacerdote de una iglesia de Picardía, regresó de las Cruzadas en 1206, trajo consigo varias reliquias sagradas, entre ellas la cabeza de Juan el Bautista que dijo haber encontrado en Constantinopla.
Un corte en la ceja derecha del cráneo daba crédito a las afirmaciones de Walon, ya que Herodías había infligido una herida similar en la cabeza del mártir.
Walon entregó la cabeza al obispo Richard de Gerberoy en 1206. Cuando años más tarde se construyó la actual catedral, la cabeza de Juan el Bautista sirvió como pieza central de la nueva estructura, una necesidad dado el decreto de la Iglesia, ya en 787, de que si "se descubre a algún obispo consagrando una iglesia sin reliquias, este será depuesto como alguien que ha desobedecido las tradiciones eclesiásticas".
La presencia de la cabeza de Juan el Bautista en Amiens no sólo era esencial, sino que constituía una bendición para la iglesia local. Una reliquia tan estimada convirtió a Amiens en un destacado lugar de peregrinación, así como en un lugar visitado por miembros de las más altas esferas de la sociedad.
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Más reivindicaciones sobre los restos de Juan el Bautista
Existen otras reivindicaciones modernas de partes de la cabeza y el cuerpo de Juan el Bautista. El palacio Topkapi de Estambul afirma poseer el brazo derecho de San Juan el Bautista, que utilizó para bautizar a Jesús, y posiblemente también parte de su cráneo. La capilla de la catedral dedicada a San Juan Bautista en Siena (Italia) también afirma poseer el brazo derecho del venerado.
Las disputadas reclamaciones sobre la cabeza de San Juan son sólo un ejemplo de cómo se desarrollaron la fe y el mito en torno a los restos sagrados durante la Edad Media. A falta de datos genéticos de un personaje bíblico o sagrado, es imposible autentificar definitivamente una reliquia, incluidas las de Juan. En su caso, la dificultad para rastrear la trayectoria de su cabeza desde el momento en que se separó de su cuerpo añade otra capa de incertidumbre, y es muy posible que ninguna de las cabezas de San Juan Bautista sea realmente la del santo.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.