¿Por qué la bandera confederada es un símbolo de racismo en Estados Unidos?
Nunca fue la bandera oficial de la Confederación, pero desde la Guerra Civil de Estados Unidos ha sido reivindicada por los supremacistas blancos y mitificada por otros como emblema de una herencia sureña rebelde.
Denunciada como símbolo de odio, la bandera confederada sigue siendo popular entre los supremacistas blancos y los sureños que la reivindican como herencia. En esta imagen del 6 de enero de 2021, un hombre enarbola la bandera en el mitin a favor del entonces presidente Donald Trump que desembocó en un asedio armado al Capitolio de Estados Unidos.
Cuando una turba de insurgentes armados inundó el Capitolio de Estados Unidos el 6 de enero de 2021, muchos portaban un accesorio que no pasó desapercibido: la bandera de batalla confederada, la que usó el bando rebelde en la Guerra Civil de Estados Unidos (1861 – 1865). Mientras la multitud de partidarios del presidente (saliente) Trump se amotinaba, muchos enarbolaron el símbolo de una efímera nación escindida que desgarró la Unión.
Hoy en día, junto con el creciente reconocimiento por parte de todo el país del racismo sistémico del Estado y las protestas generalizadas como el movimiento Black Lives Matter, la bandera confederada hace apariciones predecibles en las reuniones de supremacistas blancos.
Pero, ¿cómo llegó la bandera de batalla, también conocida como la Cruz del Sur, a representar a la Confederación? Es una historia de rebelión, racismo y desacuerdo sobre la verdadera historia de la Guerra Civil estadounidense, y como demuestra la controversia sobre su uso durante los disturbios del Capitolio, sigue causando divisiones incluso 160 años después de su diseño.
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Cómo se creó la bandera confederada
Aunque inextricablemente ligada a la Confederación, la bandera nunca fue su símbolo oficial. Cuando los rebeldes dispararon contra Fort Sumter en abril de 1861, enarbolaron un estandarte azul con una sola estrella blanca llamado Bonnie Blue Flag. Pero cuando la secesión se puso en marcha, los Estados Confederados de América adoptaron una bandera que imitaba las barras y estrellas de la Unión.
Conocida como las "Barras y Estrellas", la bandera tenía una estrella blanca por cada estado confederado sobre un fondo azul, y tres franjas, dos rojas y una blanca. Era distinta de la bandera de la Unión. Pero no se veía así desde la distancia, y en el fragor de la batalla era difícil distinguirlas. Esto causó grandes problemas en la batalla de First Manassas, en julio de 1861, y durante otras escaramuzas, ya que algunas tropas dispararon por error contra sus propios camaradas.
Una litografía de 1897 muestra cuatro diseños destacados de la bandera confederada y afirma que las imágenes "ayudan a mantener dentro de nosotros los recuerdos de aquellos que dieron su vida por la 'Causa Perdida', y a perpetuar los recuerdos y tradiciones del Sur".
En un esfuerzo por evitar la confusión visual, el general Pierre Beauregard encargó un nuevo diseño para el pabellón de batalla. William Porcher Miles, congresista confederado y ayudante de campo de Beauregard, la diseñó, tomando prestado un patrón en forma de X conocido como la Cruz de San Andrés y blasonándolo con una estrella por cada estado secesionista.
Pero aunque fue extremadamente popular, esta nueva bandera de batalla (que con el tiempo se conoció como la "Cruz del Sur") no fue adoptada como símbolo militar o gubernamental oficial de la Confederación. Aunque los futuros estandartes oficiales de la Confederación sí incorporaron su simbolismo en la esquina izquierda, en su lugar añadieron un campo blanco que representaba la pureza. La Confederación adoptó un total de tres banderas nacionales antes de su colapso en 1865.
Terminada la guerra, el Sur entró en la Reconstrucción, un periodo durante el cual los Estados Unidos, ahora reunificados, pusieron fin a la esclavitud y concedieron a los estadounidenses de raza negra la ciudadanía y el derecho al voto. Pero una vez finalizada la Reconstrucción en 1877, los sureños blancos se apresuraron a restaurar lo que consideraban su legítimo lugar en la cima de un orden social racialmente segregado. La segregación y las opresivas leyes "Jim Crow" pronto privaron de sus derechos a los sureños negros, y los miembros del Ku Klux Klan los aterrorizaron.
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El mito de la Causa Perdida
A principios del siglo XX, los sureños blancos habían mitificado un Sur imaginario que luchó en la guerra no para defender la esclavitud, sino para proteger los derechos de los estados y un modo de vida refinado, un idilio en peligro por la "agresión" y la interferencia del Norte. Como señala la historiadora Caroline E. Janney, el mito de la Causa Perdida surgió inmediatamente después de la guerra, cuando los confederados luchaban por aceptar su derrota "en un clima de posguerra de incertidumbre económica, racial y social".
Los esfuerzos por conmemorar a los confederados muertos también comenzaron en cuanto terminó la guerra, pero se dispararon cuando los sureños blancos recuperaron su poder tras la Reconstrucción. Entonces, cuando los veteranos confederados empezaron a morir a principios del siglo XX, grupos como las Hijas Unidas de la Confederación presionaron para conmemorarlos y convertir su versión de la historia en la doctrina oficial de los estados del Sur.
Los monumentos confederados pronto salpicaron el Sur, y la bandera de batalla se añadió a la bandera del estado de Mississippi. El historiador Gaines M. Foster de Zócalo Public Square escribe que su uso "era regional y estaba ligado a la memoria de la guerra".
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Los Dixiecrats defienden la segregación
Esto cambió en 1948 con los "Dixiecrats", o Partido Democrático de los Derechos de los Estados, una escisión formada por demócratas sureños que creó un partido racista y partidario de la segregación. Se opusieron a que el Partido Demócrata adoptara una plataforma a favor de los derechos civiles y se sintieron consternados cuando cientos de miles de estadounidenses negros se registraron para votar en las primarias demócratas después de que el Tribunal Supremo declarara inconstitucionales las primarias exclusivamente para blancos.
La adopción de la bandera confederada como símbolo del partido por parte de los Dixiecrats provocó un aumento de la popularidad del estandarte, y la "moda de la bandera" se extendió desde los campus universitarios hasta los campos de batalla de la Guerra de Corea y más allá. La Cruz del Sur simbolizaba rebeldía, escribe el historiador John M. Koski, pero ahora adquiría "una connotación más específica de resistencia al movimiento de derechos civiles y a la integración racial".
La identificación se mantuvo y el uso de la bandera proliferó. En 1956, impulsada por la sentencia del Tribunal Supremo en el caso Brown contra el Consejo de Educación, que declaraba inconstitucional la segregación, Georgia adoptó una bandera estatal que incorporaba de forma destacada el símbolo. En todo el Sur, los Consejos Ciudadanos y el Ku Klux Klan enarbolaron el pabellón de batalla para intimidar a los ciudadanos negros. Y tanto Carolina del Sur como Alabama empezaron a ondearla sobre sus capitolios.
Miembros del Ku Klux Klan con toga observan a manifestantes negros que marchan por Okolona, Mississippi, en 1978. Los manifestantes exigían diversidad en la contratación y boicoteaban las tiendas de la zona.
Rebelión, herencia y odio
Pero aunque la bandera había sido adoptada por los defensores de la segregación y la supremacía blanca, muchos negaron ese aspecto de su significado e insistieron en que representaba los ideales sureños de la Causa Perdida. La "bandera de moda" de la era dixiecrata avivó su venta en todo tipo de productos, desde camisetas hasta tazas y pegatinas para el parachoques. Su popularidad persistió y, en las décadas siguientes, la bandera de batalla se convirtió en un símbolo genérico de rebelión que aparecía en programas de televisión como El sheriff chiflado y en los escenarios de grupos como Lynyrd Skynyrd.
La bandera se había convertido en un gran negocio y llevaba una doble vida, como símbolo nostálgico y como estandarte profundamente evocador del racismo. Como escribe el historiador John M. Coski, "las organizaciones del patrimonio confederado insistían en que la bandera era legítimamente suya y sólo representaba el honor de sus antepasados". Al mismo tiempo, sin embargo, el símbolo fue reivindicado públicamente por quienes desafiaban la humanidad de los negros: gente como Byron De La Beckwith, un supremacista blanco de Mississippi que asesinó al activista de los derechos civiles Medgar Evers en 1963 y que llevó un pin de la bandera confederada en la solapa durante su juicio de 1994.
También fue cuestionada por activistas negros y sus aliados blancos. En 2000, la NAACP (Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color) inició un boicot económico de 15 años contra Carolina del Sur por el uso de la bandera. Los manifestantes combatieron el símbolo en espacios públicos e instituciones educativas. Pero a pesar de los recurrentes debates sobre su significado e idoneidad, la bandera nunca llegó a desaparecer.
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¿Tiene futuro la bandera?
En 2015, la bandera volvió a la conciencia nacional cuando un supremacista blanco mató a nueve feligreses en la iglesia Emanuel AME de Charleston (Carolina del Sur). Después de que salieran a la luz imágenes del autor de los disparos, Dylann Roof, portando banderas de batalla confederadas, varios estados cedieron a las presiones para retirarlas de los monumentos conmemorativos. Carolina del Sur, que había enarbolado desafiantemente la bandera en su capitolio durante años, la retiró ese mismo año, y varios minoristas dejaron de vender artículos con la bandera, que ahora la Liga Antidifamación considera un símbolo de odio.
La Cruz del Sur todavía tiene muchos partidarios que insisten en que su amor por la bandera es por "herencia, no por odio". En una encuesta realizada en 2019 a casi 35 000 adultos estadounidenses, la empresa de sondeos YouGov descubrió que, aunque una pluralidad de estadounidenses (41%) cree que la bandera simboliza el racismo, el 34% cree que simboliza el patrimonio. Tras la manifestación supremacista blanca de Charlottesville en 2017, la demanda de la bandera aumentó en todo el país.
La activista y cineasta Brittany "Bree" Newsome se subió a un mástil de nueve metros frente al capitolio del estado de Carolina del Sur para retirar la bandera confederada semanas después de un tiroteo en una iglesia de Charleston de mayoría negra en 2015. Newsome fue detenida, pero las autoridades estatales votaron a favor de retirar la bandera del edificio al mes siguiente.
Unos hombres ondean una enorme bandera confederada durante una protesta de Black Lives Matter en Charleston, Carolina del Sur, en agosto de 2020.
El historiador William Sturkey, profesor asociado de la Universidad de Pensilvania y autor de Hattiesburg: An American City in Black and White, afirma que los racistas recurren al símbolo una y otra vez cuando se sienten asediados y amenazados. "Cuando están entre la espada y la pared, recurren a la bandera", afirma.
Herencia o no, la bandera confederada sigue asociada a siglos de injusticia racial. Aunque cuenta con algunos partidarios negros, sigue siendo la abreviatura de un Sur desafiante y todo lo que ello implica. Para muchos de los que han sido víctimas de cientos de años de racismo, la bandera de batalla confederada encarna desde el odio hasta la intimidación personal, muy lejos de la narrativa aséptica de la Causa Perdida que contribuyó a su auge.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.