La luz de las farolas afecta a la naturaleza mucho más de lo que te piensas

El resplandor constante de las farolas está cambiando la textura de las hojas de los árboles, haciéndolas menos apetecibles para los insectos, según una nueva investigación realizada en China.

Por Olivia Ferrari
Publicado 6 ago 2024, 14:51 CEST
La contaminación lumínica y la niebla se combinan para desdibujar el horizonte de Nueva York por ...

La contaminación lumínica y la niebla se combinan para desdibujar el horizonte de Nueva York por la noche. La contaminación lumínica perturba la naturaleza y, según un nuevo estudio, la luz artificial hace que las hojas de los árboles sean menos apetecibles para los insectos.

Fotografía de Jim Richardson, Nat Geo Image Collection

La contaminación lumínica ha aumentado aproximadamente un 10% cada año en la última década, lo que la convierte en uno de los cambios más drásticos que el ser humano ha introducido en el medio ambiente. Y los insectos de todo el mundo lo están notando.

Según un nuevo estudio publicado en Frontiers in Plant Science, las luces artificiales que funcionan toda la noche, como las del alumbrado público, pueden endurecer las hojas y hacerlas menos apetecibles para los insectos. Este cambio en la fotosíntesis podría amenazar las pequeñas cadenas alimentarias que existen en las ciudades.

La luz artificial nocturna afecta a la fauna salvaje de todo el mundo. Los estudios demuestran que altera el ritmo circadiano de los animales, interfiere en la reproducción de los anfibios, confunde a las crías de tortuga marina que buscan la luna y desvía a las aves migratorias.

Los insectos se comportan de forma diferente cuando hay luz por la noche: la luz artificial dificulta la comunicación y reproducción de las luciérnagas, y algunos insectos pueden ser más visibles para depredadores como los murciélagos, o verse atraídos por luces que pueden matarlos.

Investigadores de la Academia China de las Ciencias se interesaron por cómo podía afectar la luz a las relaciones entre insectos y plantas. Observaron que las hojas de los árboles de las ciudades solían mostrar menos signos de daños por insectos que las de las afueras, así que analizaron muestras de hojas de árboles de toda Pekín.

Una farola brilla intensamente durante una tormenta en China. Un estudio sobre los árboles de Pekín descubrió recientemente que los que crecían bajo luz artificial intensa producían hojas más duras.

Fotografía de xijian, Getty Images

Centrándose en dos árboles comunes de las calles (la pagoda japonesa y el fresno verde) en 30 lugares espaciados entre sí entre carreteras principales iluminadas por la noche, los investigadores midieron el brillo y recogieron hojas. Evaluaron el tamaño, la dureza y los niveles de nutrientes y sustancias químicas de casi 5500 hojas y las analizaron en busca signos de insectos.

Examinar la composición y las características de las hojas puede decir mucho a los científicos sobre cómo utiliza los recursos esa planta. Las plantas crecen de forma diferente según los factores de su entorno.

"Las plantas distribuyen sus limitados recursos (como nutrientes, agua y energía) entre diversas funciones como el crecimiento, la reproducción y la defensa", explica en un correo electrónico Ellen Cieraad, ecóloga vegetal del Instituto Tecnológico Nelson Marlborough de Nueva Zelanda. "Dependiendo del entorno, tiene sentido invertir en distintos tipos de funciones", explica. Si hay muchos herbívoros alrededor, por ejemplo, las plantas pueden dar prioridad a defenderse de ser comidas, con espinas, sustancias químicas poco apetitosas u hojas más duras.

Y para las dos especies de árboles estudiadas por los investigadores, más luz artificial en una zona determinada significaba hojas más duras. Y cuanto más dura era la hoja, menor era la presencia de insectos hambrientos. En las zonas con la luz más intensa, era más probable que las hojas no presentaran signos de depredación por insectos.

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    Un ciclista atraviesa Primrose Hill al atardecer en Londres, 2015. La luz artificial puede provocar profundos cambios en la naturaleza, alterando los ritmos circadianos y la fotosíntesis.

    Fotografía de Peter Nicholls, Reuters, Redux

    ¿Qué significan unas hojas más duras para los entornos urbanos?

    Aunque los investigadores del nuevo estudio no entienden muy bien por qué las plantas reaccionan así a las farolas, su hipótesis es que los árboles sometidos a luz artificial por la noche podrían estar alargando su ciclo de fotosíntesis. Como las plantas utilizan la luz para crecer, explica Shuang Zhang, biólogo de la Academia China de Ciencias y autor del artículo, la luz artificial nocturna podría estar aumentando de forma no natural el tiempo que los árboles dedican a la fotosíntesis.

    Los científicos aún no saben cómo responderán y se adaptarán las plantas a este cambio, afirma Cieraad.

    El tipo de luz también afecta al modo en que las plantas utilizan los recursos: por ejemplo, la absorción de la luz roja de la luz solar puede hacer que las plantas desarrollen hojas más resistentes, afirma Cieraad, pero estos mecanismos probablemente funcionan de forma diferente con la luz roja artificial nocturna. Así que algo en las farolas de Pekín podría estar haciendo que los árboles de este nuevo estudio destinaran más recursos a los compuestos químicos que endurecen las hojas.

    Según Zhang, esta investigación debe ampliarse a otras especies vegetales. "Si la luz artificial nocturna también endurece las hojas de otras especies, sería una mala noticia para los insectos", afirma Zhang.

    Los cambios en las plantas, y en las interacciones entre plantas y animales, pueden afectar significativamente a todo el ecosistema urbano.

    Una dieta pobre puede provocar la muerte de insectos herbívoros, lo que se traduce en menos insectos que se comen a esos insectos herbívoros; y menos pájaros que se alimentan de insectos; y así sucesivamente en la cadena alimentaria.

    Además de constituir un eslabón crucial en las redes alimentarias, los insectos herbívoros son a veces polinizadores y contribuyen a la biodiversidad. También se alimentan de plantas en descomposición, ayudando a descomponer las hojas y devolviendo nutrientes al suelo. En las ciudades, un suelo sano y una vegetación sana sustentada por insectos son buenos para el ser humano. Las plantas de las ciudades dan sombra y mitigan el calor atrapado en ellas.

    Para minimizar los efectos negativos de la luz nocturna, Zhang recomienda simplemente reducir la intensidad luminosa. El estudio halló una relación lineal entre la luminosidad nocturna y la cantidad de hojas comidas por los insectos, por lo que basta con reducir la intensidad de la luz para que las hojas sean más apetecibles para los insectos.

    En las ciudades deberíamos centrarnos en iluminar sólo lo necesario y cuando sea necesario, dice Cieraad. Los sensores de movimiento también podrían ayudar, al igual que las protecciones de las farolas para que la luz no se derrame por las zonas circundantes.

    En casa, los biólogos recomiendan apagar las luces que no se necesiten por la noche, utilizar luces activadas por movimiento, elegir luminarias que dirijan la luz sólo donde se necesite y utilizar luces de color ámbar cerca de las casas, que parecen ser las más seguras para los insectos.

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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