Las mangostas adultas ejercen de mentoras para las crías
Estos pequeños mamíferos tienen ciertas peculiaridades intrigantes en el reino animal.
«El lema de la familia de las mangostas es “Corre y entérate”», explica el escritor Rudyard Kipling en su libro Rikki-Tikki-Tavi, de 1894.
Por eso, al más puro estilo «mangostiano», hemos decidido investigar estos carismáticos carnívoros africanos y asiáticos gracias a un nuevo estudio sobre su singular sistema de cuidado infantil..
Un servicio de acompañantes
La mangosta rayada del África subsahariana es el único animal conocido cuyas crías tienen un mentor. Los adultos no emparentados, denominados «acompañantes», las alimentan, las guían y las educan. Estas mangostas mentoras suelen ser machos.
«La misma cría se queda con el mismo adulto día tras día durante unos dos meses hasta que pueda encontrar su propia comida», afirma Michael Cant, ecólogo del campus de Penryn de la Universidad de Exeter en Gales.
La forma en que se establecen estos vínculos es en cierta medida misteriosa, pero parece ser una «calle de doble sentido», en palabras de Cant. Una cría sigue a un adulto y el adulto se detiene de vez en cuando para comprobar que lo sigue «la cría correcta». Algunas crías siguen a un solo adulto, mientras que otras siguen a más de uno.
Cant es el coautor del nuevo estudio que demuestra que las mangostas jóvenes aprenden a alimentarse de estos mentores, adquiriendo conductas que duran toda una vida.
El acompañamiento podría haber evolucionado porque aprender diversos métodos de búsqueda de alimentos puede reducir la competencia dentro de los grupos grandes en los que viven las mangostas rayadas. El estudio también argumenta que el aprendizaje cultura no «se limita a primates y cetáceos», sino que está generalizado en la naturaleza, según Cant.
Cant lleva 23 años estudiando a las mangostas y dice que parte de su encanto es «lo hacen todo mal de forma fiable», confundiendo la sabiduría popular sobre la conducta animal.
Partos grupales
Las mangostas, que viven en grupos, dan a luz el mismo día.
Cuando 12 madres dan a luz al mismo tiempo en una madriguera subterránea, es difícil decir qué bebé es de cada una. Y eso es algo bueno si eres una joven mamá mangosta. De esa forma, las hembras más viejas que codominan el grupo «no matan a tu descendencia porque no saben de quién es quién», y no se arriesgan a matar a uno de los suyos, explica Cant.
Los partos sincronizados protegen a las hembras jóvenes reduciendo el infanticidio que de otro modo usaría la vieja guardia para evitar que los animales más jóvenes consiguieran producir descendencia.
Lárgate
Las hembras mayores y codominantes podrían mantener el tamaño saludable del grupo expulsando a las hembras más jóvenes con más probabilidades de aparearse. (Puedes ver aquí el vídeo.)
Si, como hembra, no te expulsan y llegas a los tres años «puedes unirte a las hembras mayores y convertirte en las expulsoras», explica Cant. Las hembras dominantes echan a sus parientes más cercanos, quienes tienen menos probabilidades de luchar.
Los machos son los que defienden los grupos, por eso es difícil integrarse en nuevos grupos, una de las razones por las que el 80 por ciento de las mangostas pasan toda su vida formando parte del grupo en el que nacieron.
Asesinas de serpientes
Su faceta guerrera ayuda a la hora de luchar contra serpientes venenosas.
«Son fieras luchadoras contra las serpientes», afirma Julie Kern, zoóloga de la Universidad de Bristol y fundadora del Dwarf Mongoose Research Project.
«Las especies solitarias se enfrentan solas a las serpientes, mientras que las especies sociales se unen para atacar en grupo».
Una mangosta, con agudos reflejos y un pelaje grueso, puede lidiar con una serpiente venenosa y acabar disfrutando de una larga comida.
Kern es la coautora de un estudio publicado esta semana sobre la mangosta enana que determinó que el carnívoro más pequeño de África puede recordar la ayuda prestada por otras mangostas de su grupo y devolver el favor, en ocasiones con servicios diferentes a los que le han prestado.
Los investigadores pusieron una grabación de la vocalización de vigilancia de una mangosta en particular, alertando al grupo de que estaba en calidad de centinela. Más adelante, ese individuo recibió más acicalamiento de lo normal de sus compañeras de grupo.