Impresionantes fotografías subacuáticas en el Día Mundial de los Océanos
La tecnología ha mejorado, pero la habilidad del fotógrafo sigue siendo esencial.
El Día Mundial de los Océanos se celebra cada 8 de junio, una fecha asignada por las Naciones Unidas para celebrar la extraordinaria diversidad de vida bajo las olas y centrarnos en los problemas a los que se enfrenta el mar, como la acidificación, la contaminación y la sobrepesca.
En el último siglo, la fotografía subacuática se ha convertido en una de las formas más importantes para que la gente experimente y aprenda sobre el océano.
La tecnología para documentar las profundidades ha avanzado mucho, con cámaras sumergibles por control remoto que revelan lugares antes inaccesibles y crittercams fijadas a ballenas, focas y tiburones que proporcionan una nueva perspectiva de la conducta animal.
Por su parte, las cámaras digitales han puesto fin a los días de sumergirse con un gran número de cámaras y salir de nuevo a la superficie para cambiar el carrete.
«Solía llevarme diez cámaras», recuerda el aclamado fotógrafo submarino David Doubilet. «Eran diez cámaras, 20 luces estroboscópicas y 12 maletas de equipo. Lo mejor que podías sacar con diez cámaras eran 350 fotos antes de tener que salir a la superficie a recargar».
Una cámara digital puede contener miles de imágenes en una sola tarjeta de memoria.
Pero incluso con la sofisticación del equipo, la habilidad del fotógrafo sigue siendo fundamental. La fotografía subacuática presenta desafíos que ningún fotógrafo terrestre está preparado para abordar. Piensa en el sujeto.
«Lo último que quiere un pez es que lo fotografíen», afirma Doubilet. «En algún momento, el pez tiene que mirarte. El pez tiene que estar haciendo algo. No pagas a un pez para que pose. No puedes actuar como un paparazzi, acorralando al pez en una discoteca».
Esta fotografía de 1968 revela a una foca leopardo apareciendo entre un velo de plancton.
Aunque la tecnología ha mejorado desde que se sacó esta imagen, la fotografía subacuática sigue siendo una disciplina para la que se necesita mucho equipo.
«Requiere todo el equipo que usan los fotógrafos en tierra, y mucho más», afirma el fotógrafo subacuático Brian Skerry. Un fotógrafo sale al campo con hasta 30 maletines llenos de carcasas subacuáticas, luces especiales, por no mencionar el equipo de buceo: trajes de neopreno, impermeables, máscaras, esnórquel, aletas, reguladores, compensadores de la flotabilidad...
«A veces envidio a mis colegas que fotografían en la calle y viajan con solo dos o tres cámaras y unas cuantas lentes», cuenta Skerry. «Pero luego puedo pasar meses con tiburones o tortugas marinas».
David Doubilet sacó esta foto en 1987 en el mar de Bismarck, en la isla de Hanover, Papúa Nueva Guinea. Muestra a un científico rodeado de barracudas. Aunque los dentudos peces pueden parecer amenazantes, los científicos dicen que no son agresivos con los buzos.
Pero hay muchos más peligros.
El fotógrafo y director Wes Skiles, que sacó fotografías sobrecogedoras de cuevas subacuáticas, falleció en 2010 en una inmersión en la costa de Florida.
Paul Nicklen, especializado en fotografiar la vida marina en aguas polares, sacó esta impresionante imagen de un oso polar sumergido en 2004.
Nicklen cuenta a National Geographic cómo es trabajar en las temperaturas extremas de los mares helados:
«Pierdes la sensibilidad en los labios, pero eso no preocupa demasiado. En cinco minutos, las manos se te enfrían. Tras 15 minutos, las manos y los pies te duelen. A continuación, pierdes la sensibilidad de las manos, después la de los pies. El cuerpo te tiembla con violencia. Tras 40 minutos, los temblores paran. Ahora entras en la zona de peligro. Las piernas dejan de responderte. Llevas media hora sin sentirte los dedos y tienes que comprobar si están conectados al disparador. Ahí es cuando piensas seriamente que tienes que salir. Estás entrando en hipotermia y la temperatura del cuerpo se desploma».
Brian Skerry sacó esta fotografía en Tiger Beach, en las Bahamas, en 2005.
Para su trabajo, se aprovecha de la variabilidad de luz, color y diversidad de vida en el océano.
El empleado de National Geographic Luis Marden hizo el primer ensayo fotográfico de fotografías subacuáticas en color en el número de febrero de 1956 de la revista.
«Parecía colgar suspendido en el corazón de un enorme zafiro líquido», escribió Marden acerca de bucear sobre un arrecife de coral.
Esta imagen de Brian Skerry revela los tonos brillantes de los pennatuláceos y de un bacalao azul de Nueva Zelanda en el parque nacional de Fiordland.
Los pennatuláceos, que habitan en las profundidades del mar, aparecieron a una profundidad de 23 metros, engañados por el agua superficial teñida de taninos que bloqueaba la luz del sol.
Esta fotografía de Brian Skerry de 2007 muestra un encuentro cercano entre un buzo y una ballena franca austral a una profundidad de 22 metros, en las islas Auckland de Nueva Zelanda.
«Muchas de las ballenas francas australes en las islas Auckland nunca antes habían visto humanos en el agua y tenían mucha curiosidad», escribió Skerry. «Nadar en el fondo del mar con una ballena de 14 metros y 70 toneladas fue el encuentro más increíble con un animal que he tenido jamás».
Brian Skerry sacó esta imagen de unos peces relucientes en Muko-shima, en las islas Ogasawara, un archipiélago tropical y subtropical a unos 1.000 kilómetros al sur de Tokio.
Las opciones de iluminación de los fotógrafos subacuáticos han mejorado desde la época de Luis Marden, a mediados del siglo XX. En aquellos días, las grandes cámaras se introducían en cajas herméticas. Las bombillas de flash solían implosionar por la presión, cortando las manos de los fotógrafos desafortunados.
David Doubilet fotografió a esta tortuga carey en 2009 en el mar Rojo. Pueden verse rémoras fijadas al vientre del reptil.
Los científicos creen que las rémoras se benefician al pegarse a grandes animales marinos, recibiendo protección y acceso a restos de comida. No parecen hacer daño a sus anfitriones.
Durante mucho tiempo, algunas culturas del océano Índico han usado rémoras para cazar tortugas. Fijan un sedal a los peces y los sueltan. Cuando el pez se pega a una tortuga, los pescadores los arrastran a ambos.
Brian Skerry sacó esta fotografía de un tiburón ballena, el pez más grande del océano, nadando a través de un banco de peces cerca de Isla Holbox, en la península de Yucatán, México.
La zona es uno de los mejores lugares del mundo para observar tiburones ballena, animales relativamente raros que absorben mediante criba diminutos seres vivos marinos como alimento.
Este lobo marino del Cabo surfea sobre una ola en el área marina protegida del parque nacional Montaña de la Mesa, en el Cabo Occidental de Sudáfrica.
Los lobos marinos del Cabo pasan gran parte del día mostrando conductas sociales y de juego, como «surfear» grandes olas.
Estos peces payaso rosas fueron fotografiados en la bahía de Kimbe, en Papúa Nueva Guinea.
Los ecosistemas de arrecife son diversos y muy complejos, con una amplia gama de animales que ocupan nichos diferentes. Algunos peces pasan la mayor parte de sus vidas en los brazos protectores de una anémona, a los que son inmunes.
Una especie del hemisferio sur conocida como delfín oscuro fotografiados en el golfo Nuevo de Argentina. Los inteligentes mamíferos marinos colaboran para acorralar y devorar anchoas.
Peces navaja en una gorgonia en la bahía de Kimbe, Papúa Nueva Guinea.