El ritual del sapo bufo está de moda, y los traficantes de animales lo saben
A medida que la gente recurre a las drogas psicodélicas para tratar la depresión y la ansiedad, el sapo del desierto de Sonora se ha convertido en objetivo de cazadores furtivos que lo ordeñan en busca de DMT.
Una pareja de sapos del desierto de Sonora, Incilius alvarius, apareándose. Todos los veranos, cuando las lluvias monzónicas caen sobre el suroeste americano, los sapos salen de sus madrigueras subterráneas para comer y aparearse.
Es época de sapos en el Desierto de Sonora (entre Estados Unidos y México), la estación en la que el Incilius alvarius, popularmente el sapo del Desierto de Sonora (también llamado sapo del río Colorado, sapo bufo o simplemente "el sapo"), sale de su madriguera subterránea al primer indicio de lluvia del monzón norteamericano.
Al igual que el cactus saguaro y la tortuga del desierto, ambos nativos de este desierto, estos sapos "son una parte intrínseca de la región", afirma Robert Villa, presidente de la Sociedad Herpetológica de Tucson e investigador asociado del Laboratorio del Desierto de Tucson (Estados Unidos).
"Caracterizan el Desierto de Sonora por el mero hecho de existir", afirma. "Si desaparecieran, nos empobreceríamos bioculturalmente".
Aunque el sapo del Desierto de Sonora no está actualmente en peligro de extinción, se ven cada vez más amenazados por el cambio climático, la expansión humana y la contaminación, dice Villa.
Pero Villa sabe muy bien, como portavoz de la campaña educativa "Salvemos a los sapos" de la sociedad de herpetología que el Incilius alvarius se enfrenta a un peligro más inmediato para su vida y su integridad física.
Los cazadores furtivos, con fines recreativos y lucrativos, buscan los sapos por lo que llevan en sus cuerpos: 5-MeO-DMT, un potente compuesto psicotrópico que hace unos años protagonizó muchos titulares en la prensa española después de que un fotógrafo falleciera durante un ritual supuestamente organizado por el productor pornográfico Nacho Vidal y durante el cual ambos inhalaron dicho psicotrópico.
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Un nativo del desierto
El sapo bufo es unos de los sapos más grandes de EE. UU. (de hasta 17 centímetros desde el hocico hasta la pata palmeada) con un semblante similar al de Jabba el Hutt; una especie que emerge para comer y reproducirse a medida que se desarrolla el húmedo verano, dirigiéndose al agua dondequiera que la encuentren en estanques, ríos, arroyos, acequias, charcos, abrevaderos de ganado, balnearios, piscinas o campos de golf.
De hábitos nocturnos, retozan con fervor, tocando la bocina y graznando hasta bien entrada la noche. Luego, cuando el monzón se aplana en septiembre y los sapos se fortifican para el año con comida y parientes, regresan a sus guaridas.
Es un ciclo que se ha repetido durante miles de años en grandes franjas del desierto de Sonora, desde Phoenix hasta Tucson y el norte de México, una zona vasta y vacía en la que no hay forma segura de hacer un seguimiento cuantitativo o estimar su número, salvo por la vista y la anécdota.
Sin embargo, cada vez son más los cazadores furtivos, los lugareños y los visitantes aficionados que buscan un subidón natural en las glándulas parótidas de los sapos.
¿Qué hace psicodélico al sapo bufo?
El 5-MeO-DMT es tan alucinante que algunos lo llaman "la molécula divina" de la iluminación. Otros lo describen como un "viaje en cohete al vacío", o como la experiencia más aterradora que han vivido.
El interés cultural por el sapo bufo y sus propiedades psicoactivas comenzó en los años 60, volvió a aumentar en los 90 y disminuyó hasta aproximadamente 2017, cuando el sapo resurgió en los medios de comunicación. Villa participó, para su desgracia, como asesor en una docuserie de Vice TV ese año sobre los alucinógenos en general.
Hoy existen costosos retiros en México, donde se administra 5-MeO-DMT con fines curativos, emocionales, espirituales o simplemente por el subidón. Los famosos hacen críticas muy favorables y animan a otros a probarla.
La 5-MeO-DMT es legal en México, donde se ha registrado la mayor parte de la caza furtiva, pero no en EE.UU., donde está clasificada como droga de la Lista 1 por la Agencia Antidroga. En Arizona, también es ilegal coger los sapos sin licencia de pesca o caza.
El atractivo del sapo bufo por sus propiedades psicoactivas se complica por el hecho de que la 5-MeO-DMT se está estudiando actualmente como posible tratamiento de la depresión y la ansiedad, al igual que las alentadoras investigaciones sobre las setas peyote y psilocibina.
Pero esas son plantas. El Incilius alvarius es un animal.
Un participante en una ceremonia de veneno de sapo (o rito del sapo bufo) se tumba tras inhalar humo de veneno de sapo a través de una pipa. Este potente alucinógeno produce un subidón poderoso y, según algunos, terapéutico.
La investigación está demostrando que psicodélicos como el DMT pueden ayudar a tratar la ansiedad y la depresión, lo que pone en peligro a los sapos que viven en el desierto.
¿Suponen los cazadores furtivos psicodélicos una amenaza existencial?
"Los sapos ya han salido", confirma Thomas Weaver, conservador de HIIZ (Herpetología, Ictiología y Zoología de Invertebrados) del Museo del Desierto Arizona-Sonora, un renombrado jardín zoológico y botánico y organización de investigación. Weaver vio a los sapos retozando una tarde reciente en el aparcamiento del museo, en el desierto al oeste de Tucson, atraídos por las luces y los insectos.
"Si les pasa algo a los anfibios, nos invadirán los insectos", bromea, pero habla muy en serio.
Los anfibios son "especies indicadoras", dice Weaver, explicando que criaturas como Incilius alvarius están tan bien sintonizadas con el entorno que "son como esponjas, que captan los cambios en el agua y en el aire".
La preocupación de Weaver es que la caza furtiva de los sapos podría inclinar la balanza para una especie que se adentra en un futuro desconocido a medida que su hábitat se calienta y las condiciones de sequía en el suroeste siguen empeorando. También le preocupa, y con razón, la "crisis mundial de los anfibios", que amenaza con la extinción de hasta "el 40% de nuestros anfibios en todo el mundo en los próximos 50 a 100 años".
Además, un hongo invasor, el quitridio, se está extendiendo por todo el mundo. Si un solo sapo con quitridio se abriera paso en una comunidad de sapos, todo el "nudo" podría desaparecer, advierte Weaver.
"Mi preocupación es que esta tendencia a recolectar, contrabandear y cosechar los sapos pueda repercutir en el conjunto de la especie", afirma.
Un sapo del desierto de Sonora, Incilius alvarius, en el zoo de Tulsa. Aunque actualmente no están en peligro de extinción, los cazadores furtivos los amenazan cada vez más.
¿Por qué no utilizar DMT sintética?
A medida que aumenta la popularidad de la 5-MeO-DMT, se plantea ahora la cuestión de la ética del uso de animales, especialmente cuando existe una versión sintética alternativa de la droga.
La caza furtiva es un acto violento. Para obtener 5-MeO-DMT, el cazador va a la fuente, mete los sapos en una bolsa y luego los lleva a algún lugar para "ordeñarlos", que es el proceso de apretar las dos glándulas del cuello del sapo, del tamaño de un guisante, para drenar la sustancia intoxicante de color blanco lechoso. Una vez seca, se fuma o se inhala.
¿Y el sapo? ¿Quién sabe? Aunque el ordeño en sí no daña físicamente al sapo, "sí causa estrés al animal", dice Villa, y es bastante improbable que encuentre el camino de vuelta a casa.
"Yo le digo a la gente que si quieren 5-MeO-DMT, que lo recojan de animales atropellados. Sigue siendo viable", dice Villa, y añade que su sugerencia no suele ser bien recibida.
Andrew Weil, pionero en la curación cuerpo-mente y fundador del Centro Andrew Weil de Medicina Integral de la Universidad de Arizona, es muy respetado por sus conocimientos sobre el sapo y su mutación psicodélica. "Asombrado" por el interés mundial y, al mismo tiempo, "horrorizado" por las historias de recolección gratuita y caza furtiva del sapo, Weil asegura que la versión sintética está bien. "Hay muy poca diferencia".
"Ojalá los dejaran en paz", dice. "Son animales maravillosos".
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.