Pizzlies, grolares y narlugas: por qué el Ártico es un "imán" de animales híbridos

Los estudios genéticos muestran que aún queda mucho por aprender sobre el apareamiento entre especies en el Ártico.

Por Kristen Pope
Publicado 2 ago 2024, 11:15 CEST
Híbridos de oso polar

Detectar híbridos de oso polar y oso pardo en libertad puede ser complicado. La cara más oscura y la forma del cuerpo de este oso polar podrían hacer pensar a algunos que se trata de un híbrido, pero solo las pruebas genéticas pueden asegurarlo.

Fotografía de Steven J. Kazlowski, Alamy

En 2006, un cazador de los Territorios del Noroeste de Canadá abatió a un oso de pelaje blanco con manchas marrones, largas garras y una joroba parecida a la de un oso pardo. El oso, de aspecto extraño, resultó ser un híbrido: un cruce entre un oso polar y un oso pardo.

En los años siguientes, los científicos identificaron un total de ocho híbridos de oso polar y oso pardo, y descubrieron que todos los animales eran descendientes de la misma hembra de oso polar. A veces llamados "osos grolares" cuando el padre es un oso pardo o "pizzlies" cuando el padre es un oso polar, estos osos acapararon titulares, y algunos investigadores advirtieron de que el Ártico podría convertirse en territorio privilegiado para los híbridos debido al cambio climático.

Los oseznos híbridos (se muestran dos) nacieron de una madre osa Kodiak y un padre oso polar en el Zoológico Nacional en 1937.

Fotografía de J. Baylor Roberts, Nat Geo Image Collection

"Nos interesa evaluar la tasa de hibridación porque sabemos que, a medida que el clima se calienta en el Ártico, los osos pardos y los osos polares entran cada vez más en contacto", afirma Ruth Rivkin, bióloga evolutiva de la Universidad de Manitoba (Canadá). Mediante herramientas genéticas, Rivkin y sus colegas han descubierto recientemente que la hibridación sigue siendo rara entre los osos polares, por ahora.

Los osos no son las únicas especies árticas que se han entremezclado, y muchos de estos híbridos son prácticamente indistinguibles a simple vista. Por eso son tan importantes los análisis genéticos. Los científicos buscan en el ADN de los animales para identificar y conocer mejor los posibles híbridos, lo que a menudo plantea más preguntas que respuestas.

Desenmascarando a los híbridos

Por lo general, los animales no se aparean fuera de su especie debido a diversas barreras, como la geografía. Pero los híbridos pueden surgir cuando especies o subespecies que normalmente no se solaparían se encuentran al buscar pareja.

Las belugas y los narvales se separaron en el árbol evolutivo hace unos cinco millones de años, pero a veces las especies se cruzan en la bahía de Disko, al oeste de Groenlandia. En la década de 1980, un cazador recogió un cráneo inusual que, según la hipótesis de los investigadores, pertenecía a un híbrido de beluga y narval.

"Eran los primeros días de la genética, y obtener ADN de un cráneo que había estado de tres a cinco años a la intemperie no era realmente una opción a principios de los años 90", dice Mikkel Skovrind, investigador de la Universidad de Lund en Suecia que ayudó a evaluar el cráneo con técnicas genéticas modernas en 2019. El estudio confirmó la identidad del híbrido "narluga" y fijó su nacimiento en la década de 1970 o antes.

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      Izquierda: Arriba:

      Con el aumento de las temperaturas, los osos pardos (Ursus arctos horribilis, hembra con cría) podrían desplazarse hacia el norte, acercándose al territorio de los osos polares.

      Fotografía de JOHN EASTCOTT AND YVA MOMATIUK, Nat Geo Image Collection
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      Del mismo modo, el deshielo del hielo marino en el Ártico podría llevar a los osos polares (Ursus maritimus, hembra con crías) más al sur en busca de alimento.

      Fotografía de Florian Schulz, Nat Geo Image Collection
      Izquierda: Arriba:

      El híbrido de ballena narluga de la bahía de Disko, un macho, carecía del icónico colmillo por el que se conoce a los narvales machos (Monodon monoceros, en la imagen).

      Fotografía de Paul Nicklen, Nat Geo Image Collection
      Derecha: Abajo:

      Las belugas (Delphinapterus leucas) se solapan durante la época de apareamiento con los narvales en la bahía de Disko, al oeste de Groenlandia.

      Fotografía de Brian Skerry, Nat Geo Image Collection

      Conexiones climáticas

      Aunque algunos híbridos árticos surgen de encuentros fortuitos, el calentamiento de las temperaturas y el deshielo del mar podrían eliminar una barrera importante para que las especies entren en contacto entre sí. La pérdida de hielo marino podría desplazar a los osos polares a nuevos lugares en busca de alimento, y el cambio climático también podría desplazar los hábitats de los osos pardos hacia el norte, con lo que las especies compartirían más espacio durante la época de apareamiento.

      Para ver si aparecían nuevos híbridos, Rivkin y sus colegas examinaron muestras de ADN recogidas de osos en Canadá, Alaska y Groenlandia entre 1975 y 2015, buscando genes de osos polares, osos pardos y osos híbridos. De las más de 800 muestras que examinaron, los investigadores solo encontraron los ocho híbridos que ya conocían.

      "Me sorprendió", dice Rivkin. "Sería muy difícil distinguir visualmente a los híbridos de los osos pardos o polares, por lo que esperaba que estos híbridos ocultos aparecieran genéticamente. Pero según nuestros hallazgos, creemos que la hibridación es bastante rara".

      Aún así, los osos híbridos existentes son probablemente el resultado del calentamiento de las temperaturas, que seguirá siendo un problema en el futuro. "Tenemos que seguir vigilando a estos osos para asegurarnos de que, si se produce hibridación, podamos ajustar nuestras estrategias de conservación y gestión en consecuencia", afirma Rivkin.

      Hay pruebas que relacionan el clima con otras hibridaciones en el Ártico. Hace poco, unos investigadores trazaron la historia de una población híbrida de frailecillos atlánticos en una isla del archipiélago noruego de Svalbard. Sus resultados mostraron que dos subespecies se habían hibridado en algún momento desde 1910, cuando una subespecie de mayor cuerpo desplazó su área de distribución hacia el sur. Según los autores, "la aparición de esta población híbrida coincide precisamente con el calentamiento antropogénico del Ártico".

      Si nos remontamos aún más atrás, algunos investigadores sospechan que los osos polares y los pardos se separaron hace 600 000 años y siguieron mezclándose cuando los antiguos cambios climáticos superpusieron sus territorios. Las estimaciones sobre la separación de las especies oscilan entre 70 000 y 5 millones de años, pero algunas poblaciones modernas de osos pardos de Alaska pueden incluso haber conservado genes de oso polar.

      Los frailecillos atlánticos viven en los confines del Ártico (uno aparece en Islandia). Dos subespecies se hibridaron en algún momento desde 1910, después de que la mayor de las dos subespecies se desplazara hacia el sur. Las aves híbridas pueblan ahora Bjørnøya, la isla más meridional del archipiélago noruego de Svalbard.

      Fotografía de Thomas Peschak, Nat Geo Image Collection

      ¿Es buena la hibridación?

      Intercambiar genes con otra especie o subespecie tiene pros y contras, y los efectos negativos de la hibridación son especialmente preocupantes para las especies en peligro de extinción.

      En lugar de convertirse en "superanimales" que heredan todos los mejores rasgos de cada una de las especies progenitoras, los animales híbridos pueden estar en desventaja. Mientras que las primeras generaciones de especies híbridas pueden tener "vigor híbrido" y producir crías más aptas, las generaciones posteriores pueden sufrir "depresión por sobrecruzamiento", lo que se traduce en una menor aptitud y tasas de reproducción. A los conservacionistas también les preocupa que los marcos legales de conservación no se apliquen a los animales híbridos.

      Las ballenas azules, en peligro de extinción, no viven técnicamente en el Océano Ártico, sino en el Atlántico Norte, por encima del Círculo Polar Ártico. Según un estudio reciente, alrededor del 3,5% del patrimonio genético de la población del Atlántico Norte procede del rorcual común.

      "Ese 3,5% es mucho", afirma Mark Engstrom, conservador emérito del Museo Real de Ontario de Toronto y autor del estudio. "Representa una aportación significativa de rorcual común a las poblaciones de ballena azul".

      Una de las preocupaciones es la "inundación genética", cuando los genes de una especie se ven desbordados por los de otra. Esta avalancha ha aumentado el riesgo de extinción de los gatos monteses europeos de Escocia. Engstrom afirma que las pruebas actuales no demuestran si el nivel de hibridación de las ballenas azules afecta negativamente a la especie.

      En el caso de los vulnerables frailecillos atlánticos, el impacto también está por determinar. "Esta es la pregunta del millón, en cierto modo, al menos para los frailecillos: ¿Es beneficioso o perjudicial? En general, la hibridación puede dar lugar a cualquiera de las dos cosas", afirma Oliver Kersten, investigador de la Universidad de Oslo que trabajó en el estudio sobre los frailecillos.

      Aunque los estudios genéticos están proporcionando algunas respuestas a los misterios de la hibridación, los investigadores aún tienen preguntas: ¿Tendrán algunas especies híbridas en el Ártico rasgos poco adaptados a su hábitat? ¿Tendrán algunas tasas de reproducción bajas o serán infértiles? Los investigadores también quieren saber cuántos híbridos existen y cómo puede afectar el cambio climático a estas especies.

      Engstrom señala su investigación sobre las ballenas: "Ninguno de estos estudios es un punto final. A menudo plantean muchas más preguntas de las que responden".

      Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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