Se agota la esperanza de encontrar a los escaladores desaparecidos en la «montaña asesina»
Los helicópteros pakistaníes transportaron a alpinistas españoles de élite desde el K2 al Nanga Parbat para que ayudaran en las labores de búsqueda.
Ya han pasado diez días desde que el italiano Daniele Nardi y el británico Tom Ballard desaparecieron en el Nanga Parbat de Pakistán, la novena montaña más alta del mundo, y se está agotando la esperanza. Un portavoz del Club Alpino de Pakistán contó a los medios que se suspenderá la búsqueda de los hombres, ya que se les ha dado por muertos. Las familias de los alpinistas han pedido una última búsqueda en helicóptero, que tendrá lugar esta mañana.
El Nanga Parbat, a la que llaman «montaña asesina» porque casi una de cada cinco personas que intenta escalarla muere, solo ha sido encumbrada en invierno en dos ocasiones: la primera en 2016 y de nuevo al año siguiente por dos alpinistas, uno de los cuales falleció durante el descenso, mientras que la otra vivió gracias al heroico esfuerzo de un equipo de rescate fortuito.
La búsqueda de Nardi, de 42 años, y Ballard, de 30, —ambos experimentados alpinistas— es similar a la dramática situación del año pasado, sobre todo porque en la búsqueda participa un equipo de alpinistas de élite que intentaba encumbrar el K2 (8.611 metros), a 190 kilómetros del Nanga Parbat.
Por segundo año consecutivo, unos alpinistas que intentaban conseguir el primer ascenso del K2 en invierno —el único pico de 8.000 metros que nunca se ha escalado en invierno— han sacrificado su expedición para acudir al rescate de sus compañeros.
Desde el principio, las labores de búsqueda y rescate se han visto obstaculizadas porque los alpinistas en apuros no pagaron la fianza de más de 13.000 euros a Askari Aviation, la única agencia autorizada para llevar a cabo búsquedas y rescates a gran altitud en Pakistán.
La semana pasada, Stefano Pontecorvo, el embajador italiano en Pakistán, pagó la fianza inicial para poner en marcha una búsqueda en helicóptero el 28 de febrero, cuatro días después de recibir las últimas noticias de Ballard y Nardi. Mientras tanto, los amigos y la familia de los alpinistas pusieron en marcha una campaña urgente de crowdsourcing para pagar los costes de la búsqueda y el rescate.
La semana pasada, un enfrentamiento militar entre India y Pakistán relacionado con el conflicto por Cachemira también retrasó la llegada de los helicópteros Airbus H125 al Nanga Parbat. El 26 de febrero, ambos países intercambiaron ataques aéreos en la Línea de Control de Cachemira. El conflicto dejó en tierra a todas las aeronaves durante días. Una fuente que conocía la situación explicó que la solicitud de hacer una excepción para emprender una misión humanitaria de búsqueda llegó a los niveles más altos del ejército pakistaní. Finalmente, la aprobaron el 27 de febrero.
«Estoy muy agradecido al ejército pakistaní que, incluso en estos momentos frenéticos, han encontrado tiempo para una misión humanitaria y han concedido permiso para que vuele el helicóptero», tuiteó Pontecorvo.
El mal tiempo también ralentizó el traslado de los cuatro alpinistas españoles —con Alex Txikon al frente— del K2 al Nanga Parbat.
El 28 de febrero, dos días después del último contacto con Nardi y Ballard, un reconocimiento aéreo inicial detectó una tienda enterrada parcialmente en nieve a 5.500 metros de altura en el espolón Mummery, una parte del Nanga Parbat que Nardi y Ballard supuestamente intentaban escalar. La tienda parecía haber sido barrida por una avalancha.
En los últimos días, se han producido más avalanchas en la ladera occidental de la montaña.
Aún se desconocen el estado y el paradero de Nardi y Ballard. Aunque desde el aire no se ha visto ninguna señal de los alpinistas, una teoría algo improbable es que podrían estar ocultos en una cueva o una grieta, atrapados o heridos.
Sin embargo, con el paso de los días, sus probabilidades de supervivencia son cada vez menores.
“Simone Moro contó a un periódico británico que escalar el peligroso espolón Mummery era como jugar a la ruleta rusa.”
«Escalar el peligroso espolón Mummery era como jugar a la ruleta rusa», contó Simone Moro a un periódico británico. Moro, de 51 años, formaba parte del equipo que completó el primer ascenso del Nanga Parbat en invierno en 2016. «Cuando supe que habían desaparecido, enseguida sospeché que se habían perdido y ahora creo que estamos buscando cuerpos».
Una meta audaz, una historia inquietante
Se cree que Nardi y Ballard habían optado por una nueva ruta en la ladera noroeste del Nanga Parbat, en una parte poco explorada llamada espolón Mummery. Como el invierno intensifica todas las dificultades y peligros vinculados a la escalada en montañas de más de 8.000 metros, los alpinistas suelen emprender rutas preestablecidas.
Pero si existe alguien capaz de conseguirlo, esos son Nardi y Ballard. Nardi lleva a sus espaldas cuatro intentos en el Nanga Parbat. En 2016, estuvo en la montaña cuando Alex Txikon, Simone Moro y Ali Sadpara se convirtieron en los primeros en llegar a la cima del Nanga Parbat en invierno. Aunque aquel año Nardi no consiguió hacer cima, estuvo muy cerca y se dice que tiene la obsesión de alcanzarla.
Según una página web de noticias italiana, el último contacto que tuvo Nardi con su novia, el 24 de febrero, describe que Ballard y él habían descubierto una nueva ruta prometedora por un corredor del espolón Mummery. «Hoy ha sido un gran día, Tom y yo hicimos algo maravilloso. Vimos un corredor de nieve y hielo en medio de las paredes rocosas que nos permitiría ascender mucho más rápido. Estábamos emocionadísimos».
Se sabe que los alpinistas alcanzaron 6.294 metros de altura, pero después descendieron a un campamento a unos 6.096 metros, su última ubicación conocida.
Ballard es uno de los mejores alpinistas jóvenes de Gran Bretaña. Hace poco, se convirtió en la primera persona en escalar en solo integral las seis «Grandes Caras Norte» de los Alpes en una sola temporada de invierno. Este viaje al Nanga Parbat es su segunda expedición en el Himalaya.
Ballard procede de un orgulloso linaje de alpinistas. El 13 de mayo de 1995, su madre, Alison Hargreaves, se convirtió en la primera británica que escaló el Everest sin oxígeno suplementario. Además de no haber usado oxígeno embotellado, también ascendió sin el apoyo ni la ventaja de contar con sherpas u otros compañeros de equipo, lo que posiblemente la convertiría en la segunda persona después de Reinhold Messner en hacer cima en el Everest de la forma más purista.
Desde la cumbre del Everest, envió un mensaje por radio a sus jóvenes hijos, de seis y cuatro años respectivamente: «A Tom y Kate, mis queridos hijos, estoy en el lugar más alto del mundo y os quiero muchísimo».
Hargreaves también escaló en solo integral las seis Grandes Caras Norte de los Alpes en una sola temporada de verano, algo que haría su hijo algún día. Este logro quedó documentado en su libro A Hard Day’s Summer. También escaló la ladera norte del monte Eiger, en Suiza, embarazada de seis meses de Tom y a sus críticos les respondería diciendo: «Tenía el estómago bastante plano. Estaba embarazada, no enferma».
Las críticas a la carrera de alpinismo descarada y sin complejos de Hargreaves la seguirían durante su vida y tras su muerte. Pocos meses después de su gran éxito en el Everest, Hargreaves alcanzó la cima del K2. Ella y otras seis personas murieron congeladas durante el descenso cuando quedaron atrapadas por una tormenta. Tenía 33 años.
Tras su muerte, los críticos vituperaron a Hargreaves por su irresponsabilidad como madre al haber dejado a dos niños en su búsqueda de metas egoístas en el campo de la escalada. Un columnista de The Times habló de su «negación de la realidad y egocentrismo». De todas las personas que fallecieron aquel día en el K2, entre ellos alpinistas que eran padres, fue la única sometida a este tipo de críticas.
Su marido, Jim Ballard, también escalador, ejerció de padre soltero de Tom y Katie en Escocia. En una entrevista con The Guardian en 2002, dijo: «Espero que la muerte de Alison tuviera sentido y que, a largo plazo, lo que logró ayude a cambiar las actitudes (hacia las mujeres)».
“Las críticas a la carrera de alpinismo descarada y sin complejos de Hargreaves la seguirían durante su vida y tras su muerte.”
Un artículo de 2015 en UKClimbing.com estableció un vínculo entre la ambición feroz de Hargreaves y su amor por las montañas y sus hijos: «No se puede negar que parte de las motivaciones de Tom proceden directamente del legado de su madre. Ha elegido las mismas montañas, el mismo camino, y él también quiere ser un alpinista profesional».
La familia Ballard se ha abstenido de hacer comentarios sobre la desaparición de Tom.
La búsqueda y el rescate son diferentes en Pakistán
«No quiero ser pesimista, pero Pakistán no es los Alpes. La gente intenta imponer la idea moderna del “rescate” en un entorno primitivo», explica un alpinista profesional que ha escalado en Nanga Parbat y que ha pedido permanecer en el anonimato para poder hablar abiertamente sobre este tema tan sensible. «Teniendo en cuenta el tiempo de “retraso” que llevan, es probable que lleven días muertos».
Los limitados servicios de rescate de Pakistán se han visto obstaculizados por la ausencia de un mercado de operadores privados de helicópteros a los que se pueda recurrir para operaciones de rescate en montañas remotas. Los únicos helicópteros disponibles pertenecen al ejército pakistaní.
A diferencia de Nepal, que posee un enorme mercado de aventura y recibe las visitas de unos 200.000 senderistas y 7.000 escaladores cada año, Pakistán recibe a apenas 900 senderistas y escaladores en total. No existe un mercado que apoye a operadores de helicópteros privados. También tiene que ver con la geografía y la infraestructura. La cordillera del Karakórum y las cordilleras bajas del Himalaya de Pakistán son mucho más remotas que las montañas de Nepal, por lo que el alpinismo y los rescates son empresas mucho más complejas.
También existen peligros relacionados con el conflicto en curso entre Pakistán y la India. El glaciar Baltoro, la puerta de acceso a importantes metas de escalada como el K2, está peligrosamente cerca de la Línea de Control de Cachemira. Los helicópteros de rescate podrían convertirse en blancos por error.
“Teniendo en cuenta el tiempo de «retraso» que llevan, es probable que lleven días muertos.”
En 1995, se fundó Askari Aviation como solución creativa para permitir a los alpinistas organizar rescates privados a través del ejército pakistaní. Los servicios no son precisamente baratos. Según Shamyal Sharafat Ali, un alpinista pakistaní que vive en París y ha ayudado a organizar y coordinar muchos de los rescates recientes en Pakistán, operar un Airbus H125 en las montañas puede costar hasta 44.185 euros al día.
«El ejército se hartó» tras una oleada de rescates en 1994, cuenta Ali. «Dirigíamos operaciones y nadie nos pagaba. Pakistán ni siquiera tiene los fondos para cuidar de su gente, ¿por qué deberíamos cuidar de los extranjeros?».
Askari Aviation exige una fianza de 10.600 euros por un solo equipo de escalada, un precio que muchos alpinistas no pagan, ya sea por ignorancia o por suponer que no necesitarán un rescate. Como Askari Aviation ha sido defraudada antes por aseguradoras europeas que se niegan a pagarles a cambio de sus misiones o que solo pagan tras meses de caros procesos judiciales en Europa, la empresa aplica la política de que no pondrá en marcha una misión de búsqueda y rescate si no se ha pagado la fianza inicial.
El fenómeno del crowdfunding tampoco ha sido una solución adecuada para este problema, en parte porque la mayoría de los bancos del mundo occidental no transfieren grandes sumas de dinero a Pakistán sin retrasos e investigaciones.
La campaña de crowdfunding para el rescate de Elisabeth Revol en el invierno de 2018 recaudó más de 132.000 euros. Ofrecieron ese dinero a las embajadas polaca y francesa que al principio cubrieron los costes del rescate para rembolsarles los gastos. Solo la embajada francesa aceptó el rembolso. Aparte de unos pocos gastos variados, la mayor parte del dinero se dividió entre los hijos del difunto Tomasz Mackiewicz.
La página de GoFundMe del rescate de Ballard y Nardi ha recaudado más de 130.000 euros hasta ahora. La página afirma que el dinero no utilizado se destinará a las escuelas pakistaníes.
Explorando las posibilidades
El 4 de marzo, el líder de la expedición al K2 Alex Txikon y sus tres compañeros de equipo, Félix Criado, Ignacio de Zuloaga y Josep Sanchís, que es médico, aterrizaron en el Nanga Parbat para dar comienzo a una búsqueda a pie con la ayuda de drones.
«Hemos llegado al campamento, estamos estableciéndonos en la meseta entre el campamento 1 y el 2, a 4.850 metros», informó Txikon por mensaje de texto el 4 de marzo. «Un tiempo fantástico. Hace calor y el riesgo de avalanchas aumenta. Con el helicóptero, hicimos un reconocimiento cerca de la montaña... Por desgracia, no hay ni rastro de nuestros amigos».
Ali Sadpara, el alpinista pakistaní que, con Txikon y Simone Moro, formó parte del primer ascenso invernal del Nanga Parbat, también se encuentra en el Campamento 1 ayudando en las labores de búsqueda.
El 5 de marzo, Txikon y hasta cuatro alpinistas más pasaron el Campamento 2, pero el riesgo de avalanchas era demasiado grande. De Zuloaga, alpinista e ingeniero, voló drones a hasta 6.500 metros, una altura superior a la de la última ubicación conocida de Nardi y Ballard.
Sin embargo, aún no hay ni rastro de los alpinistas.
«Exploraremos cada posibilidad» escribió Txikon.
El 6 de marzo, la búsqueda continuó en la vecina ruta de Kinshofer, adyacente al espolón Mummery. Es posible que Ballard y Nardi utilizaran las viejas cuerdas fijas halladas en la ruta Kinshofer para descender.
De nuevo, los rescatadores no encontraron ni rastro de los alpinistas desaparecidos. El equipo se encontraba en el campamento base, estudiando los pasos siguientes y teniendo en cuenta el grave peligro de avalanchas. Txikon y sus compañeros han sido recogidos hoy en helicóptero para volver al K2 y, durante el vuelo, realizarán una última búsqueda en el espolón Mummery.
Mientras tanto, en el K2, el equipo de sherpas de Txikon está montando campamentos. En la montaña también hay un equipo rival de alpinistas de Rusia, Kazajistán y Kirguistán que ha llegado a un punto a casi 7.200 metros y ha establecido el campamento 3. Ambos equipos parecen decididos a seguir adelante para hacer cima en el K2 antes del 20 de marzo, cuando acabe oficialmente el invierno. Sin embargo, el viento fuerte y persistente y el frío extremo seguirán obligando a los alpinistas a descender a la seguridad del campamento base.