Siete tradiciones culinarias de Año Nuevo para atraer a la buena suerte
Desde un donut que protege contra las brujas hasta un pastel que te dirá tu fortuna, las culturas de todo el mundo suelen empezar el año nuevo con buena comida.
Este puesto de Ámsterdam sirve oliebollen, un popular donut para comer en Nochevieja. Es una de las muchas tradiciones gastronómicas de todo el mundo para dar la bienvenida al nuevo año.
Durante milenios, los seres humanos de todo el mundo han celebrado el nuevo año con la esperanza de que traiga salud, riqueza y éxito. La mayoría de las veces, estas fiestas giran en torno a algún alimento simbólico, como fideos que representan una larga vida, 12 uvas para los 12 meses de suerte, o la berza para el dinero.
Dejando el champán a un lado, la comida de Año Nuevo suele ser bastante mundana y barata. Por ejemplo, las lentejas en Brasil o los guisantes negros en el sur de Estados Unidos. "La sencillez de la comida habla de la universalidad de la fiesta", afirma Amy Bentley, profesora de nutrición y estudios alimentarios de la Universidad de Nueva York (EE. UU.).
Con el 2025 ya contando sus primeras horas, chefs e historiadores culinarios comparten las historias de algunas de las tradiciones gastronómicas menos conocidas del Año Nuevo en todo el mundo.
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Oliebollen en los Países Bajos
Clientes hacen cola en el puesto de oliebollen de Vermolen, en La Haya, el día de Año Nuevo.
El Año Nuevo neerlandés estaría incompleto (y si la leyenda no falla, incluso sería peligroso) sin el oliebollen. El donut holandés, cuyo nombre se traduce literalmente como bola de aceite, se come todo el año, pero se dice que tiene poderes protectores durante el Año Nuevo.
Las historias cuentan que la diosa pagana Perchta, también conocida como la "bruja de la Navidad", vuela por el cielo nocturno de invierno abriendo los estómagos de la gente en busca de comida. Según la leyenda, la grasa de la masa frita haría que su espada resbalara de sus estómagos.
Según el historiador culinario y escritor Peter Rose, los oliebollen suelen estar condimentados con canela, clavo y jengibre, y rellenos de bayas secas, manzanas troceadas y almendras enteras. Rose señala que su popularidad en los meses de invierno puede deberse, en parte, a la mayor disponibilidad de grasa para freír después de la época de matanza, que tradicionalmente tenía lugar en noviembre.
Sopa joumou en Haití
El chef Wesly Jean Simon prepara sopa joumo, una tradición para conmemorar el Día de la Independencia de Haití. Las recetas de esta sopa a base de calabaza pueden variar ligeramente; la de Jean Simon incluye col y puerros.
El plato nacional de Haití es una querida sopa a base de calabaza que se sirve anualmente el 1 de enero, un día trascendental en la nación caribeña por más de una razón.
El plato se originó para celebrar la liberación de Haití de Francia. Bajo el dominio colonial, los africanos esclavizados eran obligados a cultivar calabaza y preparar la sopa para sus amos franceses, pero tenían prohibido consumirla. Cuando Haití declaró su independencia el 1 de enero de 1804, se cree que Marie Claire Heureuse Félicité Bonheur Dessalines (esposa de un revolucionario clave) distribuyó sopa joumou a todos los haitianos recién liberados.
"Es, en muchos sentidos, un signo de desafío", así como un símbolo de cambio y comunión, afirma el cineasta de origen haitiano Dudley Alexis.
Alexis, que dirigió un documental sobre la historia de la sopa joumou, dice que es su "tradición favorita de Haití". Aunque la receta varía según la familia, la mayoría incluye ternera, patatas, fideos y algunas verduras, además de calabaza y especias. La preparación suele comenzar la noche anterior, el 31 de diciembre, y suele ser una actividad familiar comunitaria, dice. "Hay un elemento de compartir", añade, recordando el intercambio de cuencos de sopa con los vecinos. Pero al final, "todo el mundo te dirá que su madre tiene la mejor sopa".
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Banitsa en Bulgaria
La banitsa es un pastel tradicional búlgaro que se prepara intercalando una mezcla de huevos batidos y trozos de queso sirene entre la pasta filo. En ciertas ocasiones se introducen en la masa amuletos de la suerte.
En el centro de las festividades de Año Nuevo en Bulgaria se encuentra una sabrosa pasta filo llamada banitsa. "Hay pocas cosas tan tentadoras como el olor a banitsa recién horneada", dice la escritora y creadora de recetas Irina Janakievska, nacida en Macedonia. Entre las capas de masa hojaldrada hay una mezcla de huevos, yogur natural y belo salamureno sirene (o queso blanco en salmuera). Aunque también se come como desayuno cotidiano, la versión de celebración es algo especial.
En Año Nuevo, la banitsa suele llenarse de fichas simbólicas y mensajes de buena suerte, según Janakievska, autora de The Balkan Kitchen. Algunas familias esconden monedas de plata que traerán suerte a quien las encuentre, mientras que otras decoran el pastel con ramitas envueltas en papelitos con la suerte escrita a mano. "Cada persona coge un trozo, y se cree que la nota que encuentra predice su fortuna para el año siguiente", explica.
Pasteles de arroz en Filipinas
Bibingka malagkit, o pastel de arroz glutinoso, cocido en leche de coco y cubierto de coco caramelizado.
Las celebraciones filipinas de Año Nuevo suelen incluir una elaborada variedad de platos con un significado simbólico e incluso supersticioso.
Por ejemplo, el kakanin, palabra tagala que designa una variedad de pasteles de arroz pegajoso. Estas delicias festivas incluyen variedades saladas, como el puto (pastel de arroz cocido al vapor que suele servirse con sopa o estofado) y el bibingka (pastel de arroz horneado en hojas de plátano, a menudo cubierto con huevos y queso), así como delicias dulces, como el biko (pastel de arroz hecho con leche de coco y azúcar moreno) y el tikoy (un pastel de arroz dulce cocido al vapor que se come al final de la comida). Pegajosos y glutinosos, estos platos simbolizan el fortalecimiento de los lazos familiares y sirven de imán para la buena fortuna en el nuevo año.
El protagonismo del arroz durante el Año Nuevo (y otras fiestas) se remonta a la Filipinas precolonial, según Yana Gilbuena-Babu, cocinera y escritora filipina. Antes de la colonización española, el arroz era "tan difícil de cultivar que sólo se servía en ocasiones muy especiales", dice.
"Mi abuela siempre se aseguraba de que mostrara abundancia porque eso es algo que querías canalizar", dice.
Hoy, la gran variedad de platos a base de arroz es también una fusión cultural. Desde el tikoy y el biko, procedentes de China, hasta el puto, que se cree de origen tamil, "la mesa de Año Nuevo es realmente un reflejo de todas las influencias que tenemos".
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Leche de alce en Canadá
Ponche de huevo en una taza con forma de alce en el Elf's Candyland Pub, un bar navideño en el Fairmont Chateau Laurier de Ottawa.
¿Qué obtienes cuando combinas ponche de huevo, un helado flotante y una tonelada de alcohol? Leche de alce, por supuesto. Según Michael Boire, oficial retirado del ejército y profesor de historia en el Real Colegio Militar de Canadá, este cóctel festivo canadiense, conocido por ser deliciosamente suave y peligrosamente alcohólico, es una de las bebidas navideñas favoritas en el entorno militar.
La bebida suele elaborarse con una combinación mortal de leche, suero de leche, especias, ron y helado. Como dice Boire, la libación "puede dar lugar a maravillosas fiestas alborotadas o a algun que otro mal episodio".
La leche de alce ha sido un pilar en los actos sociales militares, incluidas las levées (recepciones oficiales de Año Nuevo que reúnen a funcionarios gubernamentales y militares con miembros del público). Aunque los orígenes absolutos son difíciles de rastrear, las primeras referencias a la leche de alce se remontan a antes de la Primera Guerra Mundial, según Boire.
"Una gran olla de leche de alce mantiene viva una recepción. Es espectacular ver lo rápido que empieza el baile", dice.
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Kamaboko en Japón
Trabajadores de una empresa pesquera producen Kamaboko en Kobe.
En Japón existe toda una categoría de alimentos dedicada al nuevo año. Los osechi-ryōri, que se originaron hace más de 1000 años durante el periodo Heian, se sirven tradicionalmente en cajas lacadas, según Samuel Yamashita, historiador y académico de estudios asiáticos del Pomona College (Estados Unidos).
Entre el colorido surtido de alimentos que contienen estas cajas se encuentra un delicado pastel de pescado rojo y blanco llamado kamaboko. Su forma abovedada, con la capa roja sobre la blanca, recuerda a un sol naciente y simboliza la buena suerte para el nuevo año.
El kamaboko suele servirse en o-zōni, una sopa a base de soja o miso rellena de mochi y verduras. "Normalmente es lo primero que comen los japoneses para el año nuevo", dice Jessica Kim, japonesa estadounidense de primera generación y propietaria de su restaurante familiar, Harumi Sushi, en Phoenix (Arizona).
Comidas tradicionales en América Latina
Desde el lechón asado cubano hasta los tamales mexicanos, la carne de cerdo ocupa un lugar importante en la mesa de Año Nuevo en América Latina, según Sandra Gutiérrez, periodista gastronómica, autora de libros de cocina y experta en cocina latinoamericana.
Explica que sustituir la cabra por el cerdo, más abundante y menos caro, es una adaptación latinoamericana de la "tradición de asar un animal entero para celebrar las fiestas", que, según ella, se remonta siglos atrás en Oriente Medio. El cerdo es símbolo de prosperidad, una creencia que, según ella, procede de los chinos, que se asentaron en los territorios latinos a partir de finales del siglo XIX.
Las tradiciones de Año Nuevo relacionadas con legumbres como las lentejas y las alubias están muy extendidas en Latinoamérica, según Gutiérrez. Las lentejas, por su parecido con las monedas de oro, son símbolos populares de riqueza en Brasil, Chile y Venezuela, donde la gente suele comer una cucharada (o más) de lentejas a medianoche. En Colombia, es tradición llevar lentejas crudas en el bolsillo el último día del año. Pero no todas las tradiciones relacionadas con la comida son comestibles. Cubanos, brasileños y mexicanos suelen utilizar bolsitas de lentejas secas como decoración o regalo, para desearse buena suerte en el año venidero.
En Brasil, los granos de granada también simbolizan monedas, dice Gutiérrez. Es habitual que los brasileños coman la fruta, o "incluso guarden algunas de las semillas en sus carteras durante todo el año, como forma de atraer la riqueza".
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.