Estas son nuestras mejores fotografías de animales del 2020
Unas abejas sorben agua y unos chimpancés acechan una aldea ugandesa en estas asombrosas imágenes seleccionadas por los editores de National Geographic.
Una cebra sedada es trasladada por un helicóptero en un rancho de Texas llamado Sexy Whitetails, cerca de San Angelo. La cebra es uno de aproximadamente un millón de animales exóticos que viven en los ranchos del estado. Los animales suelen comprarse, venderse e intercambiarse entre ranchos. Muchos se ofrecen a cazadores a cambio de precios elevados.
En la fotografía aparecen unos insectos sobre una sábana blanca en el desierto de Arizona. Es de noche y la sábana está iluminada para atraer a los bichos que viven en la sierra de Chiricahua: chinches verdes, esfíngidos y muchos más. A la mayoría nos parecerá que la foto captura una colección de seres vivos. Para los científicos, representa la pérdida: hace años, en esta sierra había muchas más especies de insectos y especies más raras en la sábana. Ahora, han desaparecido.
La fotografía de David Liittschwager es una instantánea de un descenso masivo de las poblaciones de insectos que reverbera por todo el planeta. Los editores de fotografía de National Geographic la eligieron como una de nuestras 26 mejores fotografías de animales de este año.
Muchas de las imágenes escogidas son de especies que no se observan habitualmente, como algunos de los insectos de Liittschwager, explica la editora fotográfica Ally Moreo, que seleccionó la lista. Ilustrar historias de animales poco conocidos «puede ayudarnos a nosotros, como humanos, a coexistir mejor con ellos y entender que nuestras acciones pueden repercutir en ellos de formas positivas y negativas», afirma.
Muchas de las fotografías reflejan cómo las personas dedican sus vidas a ayudar a los animales. Una de ellas es la imagen de Karine Aigner de unas arpías mayores. Las aves, que son grandes y se encuentran en peligro de extinción, albergan nuevas esperanzas de sobrevivir gracias a un innovador programa de conservación en la Amazonia.
La fotografía de Doug Gimesy muestra a los zorros voladores de Melbourne, Australia, muriendo de calor amontonados en un árbol durante una ola de calor extrema el pasado diciembre. Aquel día murieron miles de zorros voladores, pero Gimesy también documentó a los rescatadores que trabajaron bajo el calor extremo para salvar a cientos de animales.
Otras fotografías elegidas este año arrojan luz sobre la compleja —y a menudo polémica— relación entre los humanos y los animales cautivos. Mélanie Wegner documentó la enorme industria de fauna exótica de Texas: más de un millón de animales exóticos, como órices y cebras, se crían, transportan y cazan a cambio de grandes sumas de dinero en ranchos de todo el estado. Daniel Rolider documentó los carruajes de caballos y a sus conductores en Nueva York; Greg Kahn fotografió a los chimpancés que viven en un polémico refugio de Carolina del Norte.
Aunque la mayoría de estas fotos se sacaron antes de la pandemia de COVID-19, algunas escenas se inmortalizaron durante los últimos meses en entornos controlados o desde una distancia segura. (Gran parte de la fotografía de fauna exige «distancia social por naturaleza», afirma Moreo.)
Este año, muchos fotógrafos de National Geographic no han podido viajar debido a la pandemia. Esto animó a Jasper Doest a buscar un nuevo proyecto fotográfico en su propia casa mientras hacía cuarentena en los Países Bajos. Orientó su lente hacia un par de palomas que empezaron a frecuentar el balcón familiar y después entraron en su casa, llegando hasta el sofá del salón e incluso metiéndose en la casa de muñecas de sus hijos.
Doest, cuyas fotografías de macacos japoneses actuando y de un flamenco rescatado llamado Bob también figuran en esta selección, llamó a las palomas Ollie y Dollie. Sus visitas diarias se convirtieron en un recordatorio de la realidad de que «no estamos solos en este planeta», escribe. «Y necesitamos compartirlo con todos los seres vivos de los que dependen nuestras vidas».
Una vez los comensales de la Kayabuki Tavern, en Utsonomiya, Japón, han terminado de comer, los macacos de los dueños se suben a un escenario improvisado en la parte trasera del restaurante y se prueban obedientemente una colección de máscaras de papel maché. Muchos macacos, considerados mensajeros de los dioses, son adiestrados para llevar disfraces, hacer piruetas y caminar sobre zancos para complacer al público.
Los osos pardos pescan salmón en las cataratas McNeil, Alaska, que albergan una de las mayores congregaciones estacionales de osos del planeta. Se han observado hasta 80 al mismo tiempo en este lugar. Los osos están acostumbrados a grupos pequeños de turistas, que acuden a la zona para verlos. La propuesta de crear una mina en la región pondría en peligro el corredor migratorio de los osos.
Un enjambre de langostas desciende sobre las acacias del norte de Kenia en abril. Los enjambres pueden albergar 70 000 millones de insectos —suficientes para cubrir toda la ciudad de Nueva York 1,5 veces— y diezmar más de 135 millones de kilogramos de cultivos en un solo día.
Un lobo marino sudamericano nada en la Isla de los Estados, en la parte argentina de Tierra del Fuego. El proyecto Pristine Seas, liderado por la National Geographic Society, aspira a proteger un tercio de los mares del mundo.
Maine inició la retirada de presas para restaurar la migración del salmón. Ahora, millones de peces, como las pinchaguas —una especie de arenque de río de unos 25 centímetros de largo—, vuelven a nadar río arriba para desovar en el lago Highland, cerca de Portland, Maine.
Con lenguas tubulares, las abejas europeas de Langen, Alemania, sorben agua para transportarla a su nido. Se la pasarán a otro grupo de abejas que ayudarán a que se evapore en un proceso especial para mantener el nido fresco.
Una sábana iluminada en la sierra de Chiricahua, Arizona, se llena de grandes esfíngidos y chinches verdes. El ecólogo Lee Dyer, que coloca trampas de luz para analizar las poblaciones de insectos, dice que, en años anteriores, esta trampa capturaba muchos más insectos e insectos más raros.
Unos galgos de carreras en una perrera de Florida. Aunque en general son apacibles y poco agresivos, los perros suelen llevar bozales cuando están juntos porque tienen piel fina y pueden volverse competitivos, habiendo sido adiestrados para correr tras el mismo señuelo. En 2018, los floridanos votaron a favor de prohibir las apuestas en las carreras de galgos para finales de 2020, lo que puso fin a la industria. Los críticos del deporte alegan que las carreras de perros son crueles e inhumanas, pero los miembros de la industria lloran la pérdida de la que consideran una institución cultural.
En algunas aldeas del oeste de Uganda, pequeños grupos de chimpancés deben sobrevivir en las franjas y parcelas de bosque restantes. Privados de alimentos silvestres, los chimpancés asaltan las cosechas y los árboles frutales cultivados, compitiendo desesperadamente con las personas por el sustento, el espacio y la supervivencia. En julio de 2014, un chimpancé grande atrapó y mató a un bebé justo frente a la casa de su familia, que vemos aquí, en la aldea de Kyamajaka. Un tiempo después, los chimpancés volvieron a la casa para acechar de forma amenazadora, poniendo en peligro a los otros niños.
(De ««Vivo con miedo constante»: los enfrentamientos entre humanos y chimpancés en la Uganda rural», agosto 2020.)
Merel Doest se agacha cuando Dollie, una paloma, vuela junto a ella en el balcón de su familia, en los Países Bajos. El padre de Merel, Jasper, empezó a fotografiar a Dollie y su compañera, Ollie, mientras hacía cuarentena en su casa en marzo. Las palomas enseguida se atrevieron a explorar el piso de la familia, posándose en sus platos y en el sofá del salón.
Bob, un flamenco, nada por la noche en la piscina de agua salada detrás de la casa de su rescatadora, Odette Doest, en Curaçao. Tras estrellarse contra la ventana de un hotel en 2016, lo que le causó una contusión y le lesionó el ala izquierda, no pudo regresar al medio natural. Es uno de los casi 90 animales del refugio de Doest y se ha convertido en un símbolo de la conservación. Doest lo lleva a los colegios para educar a los niños sobre la protección de la fauna silvestre.
Cada mayo, las luciérnagas Photuris frontalis iluminan las tierras boscosas del parque nacional de Congaree, en Carolina del Norte, creando un espectáculo pulsátil con sus destellos rápidos y coordinados. David Shelley, biólogo del parque, cree que las criaturas son «microfauna carismática» que nos recuerda la importancia de los insectos.
(De «¿Por qué parpadean al unísono estas luciérnagas?», junio 2020.)
Un órix de Arabia sedado en un remolque en el 777 Ranch, en Texas, espera a que lo transporten a otro centro. Los órices de Arabia, extintos en estado silvestre, se crían, compran y venden en muchos ranchos de Texas. Michael Rann, sobrino del dueño, cuida de los 6000 animales del rancho. Aunque Rann dice que sabe que las tasas de caza son la principal fuente de ingresos del rancho, que los cazadores maten animales puede resultar doloroso. «Ojalá no dispararan a los animales que crío», afirma. «Pero es lo que hay. Sé en qué trabajo».
Una arpía mayor da un armadillo recién matado a su polluelo hambriento en la Amazonia brasileña. Desde el siglo XIX, su área de distribución en Centroamérica y Sudamérica ha descendido más de un 40 por ciento. Los científicos están vigilando este y otros nidos como parte de una iniciativa para proteger a las arpías mayores en las zonas más vulnerables a la deforestación.
En una hoja en la Estación Biológica La Selva, en Costa Rica, las avispas parásitas en la etapa de pupa —entre larvas y adultas— se acumulan en la oruga moribunda que las nutrió y cuya población mantienen a raya. «Los descensos de las avispas parásitas resultan catastróficos para cualquier ecosistema terrestre», afirma el ecólogo Lee Dyer. Este lugar ha perdido muchas especies de ambos tipos de organismos.
Antes de salir al mar para cazar durante dos meses, un pingüino emperador hembra ayuda a su pareja a transferir el huevo a sus patas. La delicada rutina debe ser rápida o el huevo podría congelarse. Las aves no voladoras dependen de las plataformas de hielo marino congelado de la Antártida para encontrar pareja, aparearse y criar a sus polluelos. Pero a medida que aumentan las temperaturas, las plataformas desaparecen.
Una cámara trampa inmortaliza a un leopardo de las nieves macho en una montaña del valle de Spiti, en el Himalaya. El fotógrafo Prasenjeet Yadav observó a este felino durante dos años hasta que murió en marzo al precipitarse desde un barranco mientras perseguía un íbice.
Un pingüino de Magallanes permanece impasible ante el paso de un rebaño de guanacos en la reserva de Punta Tombo, en la costa atlántica de Argentina. El grupo de conservación Tompkins, propiedad de una pareja adinerada, trabaja para comprar cientos de miles de hectáreas de terreno en Chile y Argentina para donarlas y crear nuevos parques.
Un bisonte se revuelca en el polvo de la American Prairie Reserve, un proyecto de conservación que aspira a crear un área protegida inmensa en la región central de Montana. Los bisontes estuvieron a punto de extinguirse a finales del siglo XIX. Su reintroducción es una parte fundamental —y controvertida— del plan de la reserva para resilvestrar una gran franja de las llanuras septentrionales, retirando el ganado, restableciendo la vegetación autóctona y ayudando a que la fauna perdida regrese y se desarrolle.
Con la lengua, una víbora cornuda olfatea su entorno. Cada año, las serpientes venenosas matan a unas 30 000 personas en el África subsahariana, pero muchas muertes no se documentan. La cifra real podría ser el doble.
(De «En África, las mordeduras de serpiente son una crisis sanitaria «desatendida»», mayo 2020.)
En una granja de avestruces en Alemania, un polluelo se esconde entre las enormes patas de uno de sus padres. En el siglo XIX, las plumas de avestruz se pusieron tan de moda en Europa que la caza mermó las poblaciones de las aves en gran parte de su área de distribución. Se domesticaron en Sudáfrica en la década de 1860 y ahora los crían en todo el mundo por sus plumas, carne y cuero.
Un chimpancé de laboratorio retirado coge comida de unos cuencos apilados fijados a su recinto en Project Chimps, uno de los refugios más grandes y nuevos para chimpancés en los Estados Unidos. El refugio, ubicado en Georgia, ha acogido a 80 chimpancés desde su inauguración en 2014, pero más de 20 exempleados y voluntarios contaron a National Geographic que Project Chimps está plagado de problemas.
Un jurel juvenil y una medusa en las profundidades del mar, en la costa de las Filipinas. Los fotógrafos David Doubilet y Jennifer Hayes sacaron esta fotografía mientras hacían submarinismo nocturno a gran profundidad. Doubilet y Hayes comparan nadar en la oscuridad con flotar en el espacio. «La única forma de saber qué está arriba y qué está abajo es ver en qué dirección viajan las burbujas», cuenta Doubilet.
(De «Conoce el universo nocturno de estas criaturas marinas», julio 2020.)
Decenas de zorros voladores de cabeza gris se agrupan para intentar sobrevivir a las temperaturas de 43 grados en el parque de Yarra Bend, a las afueras de Melbourne, a finales de diciembre de 2019. Unos 4500 zorros voladores, entre ellos muchos de los de la foto, fallecieron a lo largo de tres días en el parque.
(De «Los zorros voladores mueren en masa ante el calor extremo de Australia», enero 2020.)
Un caballo de tiro, uno de los 200 de Nueva York, aguarda en los Establos de Clinton Park, en Manhattan, con su dueño, Ariel Fintzi. La industria histórica ha sido el tema de un acalorado debate sobre si los carruajes urbanos son perjudiciales para los caballos.